Juan Manuel Bartolomé Bartolomé, Máximo García Fernández
Los estudios sobre el consumo han evolucionado desde unos planteamientosiniciales más económicos (De Vries, 2009; Torras, 1999; Maruri, 2003) a otros deorientación eminentemente social y de civilización (Ago, 2006; Muñoz, 2011;Bartolomé, 2012; García, 2013; Pérez-García, 2013), poniendo el acento en los enserese indumentarias demandadas y en la dinámica de las cantidades consumidas, perotambién en el quién, cómo y dónde se consumían, aspectos todos ellos claves parapoder aproximarnos a la reconstrucción de las identidades culturales tejidas en laEuropa Occidental durante la Edad Moderna. De la fábrica, la feria y la tienda, almostrador, el escaparate y la revista de modas, en suma. Así, en la actualidad, lo queinteresa son las líneas de investigación que podemos denominar visiones horizontalesdel consumo; es decir, la adopción por parte de diferentes familias o grupos deindividuos, hasta en espacios planetarios muy alejados, de diversas prácticasconsumistas o una demanda contrastada de productos originarios de otras latitudes máso menos conectadas. Partiendo de esa idea motriz, y sin olvidar tales objetivos,tratamos de seguir analizando dicho proceso desde miradas comparadas más próximasy cercanas al interior castellano urbano.
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