“Encarnita” —como se la conoce popularmente— es el símbolo de la resistencia antifranquista en Almería. Pocas personas, y muy escasas mujeres, han sido capaces de concitar tanta admiración, indignación y cariño. Sentimientos que hacen de ella un personaje reconocible: el que “sin mancharse las manos de sangre” recibe la última pena, ejemplarizante, la que se aplica a los mitos. Una joven que alumbró la guerra con apenas 16 años y sucumbió a las balas en el “año del hambre”, para convertirse en otra Lina Odena o Aida Lafuente. Su vida y su causa, la 1.319/41, contienen todos los ingredientes de la tragedia: emancipación libertaria, transgresión sexual, compromiso y agencia política, clandestinidad y castigo.
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