ÍNDICE
Tabula gratulatoria .......... . . . .. ....... . ... . . ............... . IX
M. de Alvarado Gonzalo, M. C. García-Hoz Rosales, A. González
Cordero, El templo romano del Collado de Piedras Labradas
(Jarilla, Cáceres) . ............................... ........ .... .
G. Baños, G. Pereira Menaut, Deus Larius Breus Brus Sanctus.
Las inscripciones votivas del Facho de Donón (Pontevedra) ........ 25
. . . A.M. Canto, ¿Conventus Arae Augustae? . ........ . . . .. .... ....... . ftef' l(
C. Castillo, Teónimos indígenas en la epigralla navarra . . . ........... . ,8'(
M. Cavada, Tesonllo de Antoninianos de Chantada (Lugo) . ..... . ... . 87
W. Eck, M Lucretius Iulia.nus, procurator Augustorum. Zur Fuoktion
und sozialen Wertschatzung vo11 Provinzia.lprokuratoren ...... . . . . 109
J. d'Encarna9ao, O Domínio romano em Portugal Notas sobre um
Jivro reciente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
F. García Mora, La primera estancia de Quinto Sertorio en Hispania:
Cástulo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
L. Gasperini, Sobre el hipogeo cluniense de Ja cueva de Román y sus
inscripciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
J. Gómez Pantoja, Celtíberos por el mundo .... ............ ....... 187
M.J. Jardón Nogueiras, Epigrafla votiva prerromana de la provincia
de Orense: estado de la cuestión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207
R.C. Knapp, Dogging a rorgery: CIL JI 3050 .... .... . . . . ... . .. . .. 215
C.F. Konrad, Plutarch on R oman Forces in tbe Sertorian War . ... .. . . 225
E. Matilla Vicente, M. J. Gutiérrez González, La colonización romana
en el Alto Imperio en el Norte de la Península ..... . ............. 231
M.A. Mezquíriz !rujo, El taurobolio de Ja Villa. de las Musas
(Arellano-Navarra.) ......... . ....... . ..... . ..... . . . ..... . . . 237
VII
i f
I
ARYS
J. Montero Vítores, Mirobriga Vettonum .................. . _.. . .. 249
M. Pastor Muñoz, J.A. Pachón R omero, Mirobriga Turdulorum:
Investigación histórico-arqueológica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259
Mª del R. Pérez Centeno, Evolución de las tierras vallisoletanas
durante el siglo JI! d C . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 293
J. Rodríguez Cortés, El culto a las abstracciones divinizadas en la
provincia de la Bética. Ensayo de sociología religiosa a través
del estudio de los dedicantes de las inscripciones ............. . ... 303
J. F. Rodríguez Neila, Sobre la 'fase constituyente' de las entJdades
municipales romanas (con particular referencia. a. la. Bética) ..... . . . 313
L. Roldán Gómez, Constmcciones hidráulicas en Córdoba .. . . . ...... 335
J.J. Sayas Abengochea, Las tropas romanas estacionadas en Lusitania
y el capítulo J8 del Bellum Civile ............................. 35 l
J.M. Solana Sainz, L. Sagredo San Eustaquio, Ensayos para precisar
la localización de la ceca de Sekobinkes ........................ 361
A.U. Stylow, Notas epigráficas de Ja Siberia Extremeña. ............. 385
A. Tornero Rascón, Restos arqueológicos hallados en el área de
influencia de Cástula . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397
VIII
¿CONVENTUS ARAE AUGUSTAE?
Alicia Mª Canto
Sean estas páginas testimonio de una sólida y desinteresada amistad, mantenida sin fisuras (y con bastantes ratos de buen humor) a lo largo de los últimos veintisiete años, con un contemporáneo ejemplar de los viejos patronos de
Roma.
Entre quienes participábamos en el Coloquio organizado por la A.I.E.G.L.
y la Universidad de Pamplona en esta última ciudad, del 9 al 11 de abril de
1987, para tributar un merecido homenaje al Prof. Álvaro D'Ors 1, ya se había
corrido la noticia de la «aparición», en Londres, de una nueva tabula patronatus, hallada, según supimos después, hacia el año 1983, al parecer en las proximidades de Lugo 2 • Se habían comentado también algunos rumores sobre la extraña circunstancia de haber sido ofrecida directamente para su adquisición al
Museo Británico, sobre las dificultades para concretar el lugar de su hallazgo
y otros detalles, como el proceso judicial abierto por una supuesta evasión de
bienes culturales al extranjero.
La nueva tabla (lám. I) contenía una «bomba» epigráfica: la mención en su
texto de un desconocido conventus Arae Augustae, convento no mencionado
por Plinio, y nada menos que en el año 1 d.C. También daba a la Historia Antigua una desconocida estancia en esta lejana parte de Hispania de C. Asinio
Galo, quizá con motivo de una misión extraordinaria, posterior a su procon-
l. El volumen de sus actas ha sido publicado recientemente: Novedades de Epigralla Jurídica Romana en el último decenio (Actas del Coloquio Internacional A.I.E.G.L., Pamplona, 9-11 de Abril
de 1987), Pamplona, 1989 (C. CASTILLO, ed.), en adelante citado Actas EJR.
2. Para mayor comodidad del lector, el texto, perfectamente legible, es como sigue: C(aio) Caesare
Aug(usti) f(ilio) L(ucio) Aemilio Paullo c(n)s(ulibus) I ex gente Asturum conventus Arae 13 August(a)e / civitas Lougeiorum hospitium fecit cum / C(aio) Asinio Gallo libereis postereisque eius 16
eumque /iberos posterosque eius sibi libe/ reis postereisque suis patronum cooptarunt. / Isque eos
in fidem clientelamque suam suo 19 rumque recepit. / Egerunt lega ti/ Silvanus Clouti / Nobbius Andami. Cf. últimamente HEp. 3, 1993, 247 y 4, 1994, 505, así como AE 1990, 543.
Homenaje a José M' Blázquez, vol. V, J. Mangas & J. Alvar (eds.), ARYS 2, Madrid, Ediciones Clásicas, 1998.
Alicia Mª Canto
sulado de Asia entre el 5 y 4 a.C. Entre los simposiastas hubo partidarios a favor y en contra de su autenticidad, pero las dudas parecieron darse por saldadas con el análisis metalográfico de la placa, presentado como primicia
durante el coloquio y que confirmaba su antigüedad. El propio descubridor de
la tabla, el químico D. J. M. Cajade, se hallaba presente, y, en intervención
fuera de programa, nos expuso sus puntos de vista, y particularmente el resultado de esos análisis químicos. Su amigo de la infancia y profesor de Filología
Latina de la U.C.M., Dr. J. A. Enríquez, hizo una intervención sobre algunos
aspectos filológicos de la pieza, declarándose partidario de su autenticidad con
la frase «serán quienes la ponen en duda los que habrán de aducir pruebas positivas y convincentes en favor de su aserto» 3•
La entonces licenciada de la Universidad de Santiago, Dª Mª Dolores Dopico, indicó en la discusión posterior 4 qpe daba la pieza por buena, en virtud
del análisis metalográfico, y que sobre ella había versado su Memoria de Licenciatura, estando entonces el trabajo en prensa5 • Por su parte, G. Pereira había hecho ya dos avances del texto de la tabla 6 . la Srta. Dopico apuntó al
problema clave que la tabla resolvía, ya que confirmaba la existencia de conventus iuridici en época augustea, tesis defendida más reciente y convincentemente, entre otros, por G. Alfoldy7 frente a la datación claudiana o flavia,
mantenida por especialistas franceses como E. Albertini o A. Tranoy8 • Algún
3. J. A. ENRÍQUEZ, «Una nueva tabula patronatus», Actas EJR, 299 ss. Afirma que, una vez hechos los análisis metalográficos, sólo quedan los argumentos epigráficos, y que para él carecen de
valor a efectos de dudar de la autenticidad: aparición de cos. en la primera línea, limpieza y perfección epigráficas, temática y noticias de la tabla.
4. Actas EJR, 305.
5. Dos trabajos anunciados aquí por ella se han publicado con posterioridad al coloquio: D. DOPICO, «Los conventus iuridici. Origen, cronología y naturaleza histórica», Gerión, 4, 1986 (apar.
1987), 265 ss. (con foto) y ead, La Tabula Lougeiorum. Estudios sobre la implantación romana en
Hispania, (Anejos de Veleia 5), Vitoria-Gasteiz, 1988. (Cf. ahora HEp, 1, 1989, nº 458).
6. G. PEREIRA MENAUT, «Nueva tabula patronatusdel Noroeste de Hispania», Studia Pa/aeohispanica (Actas IV Coloquio Internacional de Lenguas y Culturas paleohispánicas, Vitoria 6-10 Mayo 1985) Anejos de Veleia 2-3, Vitoria-Gasteiz 1987, 299 ss. Con igual título, el mismo autor dio
otra noticia en el II Congreso Gallego de Estudios Clásicos, que en el momento de escribir este trabajo (julio 1990) continúa aún en prensa. Como puede verse, a pesar de haberse tenido la primera
noticia de la tabla en 1984, en el momento de celebrarse la reunión de Pamplona ninguna de estas
publicaciones era aún asequible. Una noticia sobre la tabla fue publicada por J. SANTOS YANGUAS, «La municipalización en el convento asturicense. Estado de la cuestión y perspectivas», I
Congreso Internacional de Astorga Romana (cit. en adelante Astorga romana), Astorga, 1986, vol.
II, 113 SS.
7. En su recensión a la obra de A. TRANOY, La Galice romaine, París, 1981, con el título «Zur
Geschichte von Asturia et Callaecia. Bemerkungen zu Alain Tranoy, La Galice romaine», publicada en Gennania, 61, 1983, 511 ss., espec. 518 ss.
8. E. ALBERTINI, Les divisions administratives de l'Espagne romaine, París, 1923, 54 ss.; A. TRANOY, op. cit., en n. 7, espec. 150 ss.
46
¿Convcntus Arac Augustac?
oyente mal pensado pudo tomar las dudas expresadas en el coloquio sobre la
tabla por P. Le Roux como una defensa de las tesis francesas, aunque personalmente no lo creo.
Mi propósito con estas líneas es hacer un ejercicio de crítica metódica. Sine
ira et studio, como decía el viejo Tácito, desde fuera a dentro del objeto estudiado, y porque pienso que las dudas deben formar parte esencial de la actitud
del investigador al iniciar cualquier estudio concreto, quisiera dejar constancia
de las que me asaltaron (y no han desaparecido) ante esta sorprendente tabula
Lougeiorum. Me propongo relatar argumentos (algunos basados en lo escuchado por mí misma en el coloquio), que tratarán de ser tan positivos o convincentes como se requieran, y de explicar por qué creo que la nueva tabla de
Lugo debe, como mínimo, manejarse con muchas reservas. Las consecuencias
útiles para la historia antigua de esta zona hispana resultarán de por sí.
Quiere este trabajo, también, ser una llamada de atención ante el alarmante
divorcio que puede verse en los últimos años entre la arqueología y la historia
antigua romanas (conjunción de ciencias que, ya que viene al caso, José Mª
Blázquez ha sabido cultivar toda su vida). Ni se puede excavar de espaldas a
las fuentes textuales y epigráficas (ignorando a veces hasta la lengua misma de
los hombres cuyo mundo material se pretende conocer), ni se pueden manejar
los textos como axiomas, desentendiéndose de los yacimientos, de las vías de
comunicación o del contexto de los materiales mismos. Me disculpo ya por si
esta observación resulta para algunos demasiado obvia.
1. EL LUGAR Y LAS CIRCUNSTANCIAS DEL HALLAZGO
El Sr. Cajade afirmó en la presentación que hizo de la tabla, y según tengo
recogido en mis propias notas, que la había encontrado, durante un paseo casual, «en un pinar a unos 10 km. a las afueras de Lugo». Su amigo el Prof. Enríquez publica ahora9, sin embargo, que frente a «la torpe negativa [no se dice
por parte de quién] a admitir su hallazgo en tierras de Lugo, es evidente que
sólo su descubridor puede señalar con exactitud y rigor tal localización. Pero
en atención a las manifestaciones del mismo y de acuerdo con el análisis temático de la tabula, estoy en condiciones de afirmar que ha aparecido en la provincia de Lugo y en una zona que no va más allá de los 40 km. con referencia a
la localización de la tabula del Caurel...». Esto supone unos 25 más hacia el
SO. de Lugo que la distancia de 10 km. dada por el propio descubridor ante
nosotros en Pamplona. Se observará, además, que ni Cajade ni Enríquez indi9. Art. cit. en n. 3, 299-300, refiriéndose a una «agria polémica» (cuya ocasión, motivo y protagonistas ignoro).
47
Alicia Mª Canto
can la dirección cardinal en sus desiguales distancias. Por su parte, D. Dopico
afirmó en el debate posterior 10, que «no debe localizarse en Lugo, a pesar de lo
que se ha dicho aquí, sino en el conventus AsturÍcensis, probablemente en la
zona del Bierzo ... », basándose ella para esta hipótesis en la mención en el
bronce de la gens Asturum. En la misma idea se mantiene en la publicación
definitiva de 1988 11 •
Visto desde la más completa objetividad, no es metodológicamente aceptable dar por buena la información de la tabla, y comenzar a desarrollar estudios a partir de ella, mientras tantas oscuridades se ciernan sobre su hallazgo.
El descubridor debe dar a conocer el lugar exacto, para que los arqueólogos
puedan efectuar la correspondiente excavación que, de tratarse de un documento oficial, debe dar a la luz el archivo o lugar de exposición, en su caso,
donde se guardaba, aparte de dilucidar de qué nucleo urbano se trata. Si el
conjunto correspondiera a un complejo asimilable con el célebre altar lugdunés, mayor interés aún revestiría su debida exploración arqueológica. Existiendo
un testigo principal, su «confesión» sobre el lugar preciso del hallazgo me parece
una condición sine qua non para dar por válido el texto del bronce. Por ahora,
ni las oscuridades sobre el lugar ni sus circunstancias deberían inclinar a ello.
2. EL MODO DE APARICIÓN PÚBLICA
Si raro es lo anterior, más lo parece el modo en que la comunidad científica
tiene noticia del hallazgo: el British Museum de Londres recibe en 1984 la visita del Sr. Cajade, quien les propone en venta la tabla española, sin antes haber
comunicado el hallazgo o haberla ofrecido a ninguna institución nacional. En
una decisión que les honra, entran de inmediato en contacto, según mis noticias, con el académico Blanco Freijeiro, para ponerlo en su conocimiento y,
supongo, solicitar información para aclarar este no muy normal procedimiento de venta a un gran museo. Así y no de otro modo es como comenzamos a
enterarnos de la «aparición» de la tabla. Sin entrar ahora en valoraciones legales o hasta patrióticas, es otro indicio que no se debe menospreciar a la hora
de enjuiciar el asunto. Por otra parte, no tengo ningún dato sobre cuál fuera la
opinión de los expertos del museo londinense en torno a la tabla en sí misma.
Enterado ya el Dpto. de Historia Antigua de Santiago, la pieza es dada a conocer en una primera publicación, provisional, de G. Pereira (cf. supra).
10. Actas EJR, 305.
11. Op. cit. en n. 5, 19 n. 1: afirma que la tabla «no ha sido encontrada dentro del territorio de Galicia>>, lo que descarta la hipótesis de la provincia de Lugo, defendida por el descubridor y por J. A.
ENRÍQUEZ. En p. 20, cree que la ciVJtas Lougeiorum, con sus «subcomunidades» (?)puede ser la
primera entidad que se conozca ubicada en El Bierzo (León).
48
¿Con ven tus Arae Augustae?
3. EL ASPECTO EXTERNO DE LA TABLA. LOS ANÁLISIS APORTADOS
Resulta sorprendente también (y algo de ello se apuntó ya en el coloquio,
donde se mostraron diapositivas, no muy buenas, de la pieza) el magnífico aspecto que presenta el bronce y el exquisito ductus del texto. Las fotografías
ofrecidas después por Pereira y Dopico confirmaron la impresión inicial. Una
calidad de ejecución realmente excepcional para el lugar y la fecha del bronce.
Aunque una rareza más, ésta sin duda no es excluyente por sí misma, como ya
apuntaba J. Enríquez.
También es de destacar que el bronce tenga forma de plancha rectangular y
carezca de marco alguno, bien fuera éste figurado o con simples molduras, ni
se aprecien restos de que lo haya tenido nunca, como tampoco agujeros de sujeción. G. Pereira comenta esta rareza, comparando en ello a la nueva tabla
con la ya conocida de Castromao (Orense), aunque esta última lleva moldura
y su fecha es muy posterior, del 132 d.C.12. De hecho, pues, la tabla no se parece a ninguna de sus coetáneas, incluso las próximas en el espacio (Paredes de
Nava, 2 a.C.; Clavijo, 5 d.C.; Mérida, 6 d.C.; Monte Murado (Port.), 7 y 9
d.C., Herrera de Pisuerga, 14 d.C. y El Caurel, 28 d.C.), y ello sin entrar aún
en el aspecto de la paleografía.
Parecía no caber más posibilidad, para certificar la autenticidad, que efectuar análisis metalográficos y de aleación. Estos, según dicen D. Dopico y G.
Pereira 13 , fueron realizados por la Universidad de Santiago, y dieron como resultado que «el bronce es antiguo». Hubiera sido de interés que alguno de estos estudiosos, que han dispuesto al parecer de los resultados de los análisis,
los hubieran detallado en sus publicaciones, siendo, como son, la única base
«arqueológica» fiable para la autenticidad. Por ello creo útil reproducir aquí
la composición de la tabla, tal como nos fue transmitida por el Sr. Cajade en
su exposición: fundición directa a molde abierto, con una aleación de 62% de
cobre, 26% de plomo, 12% de estaño y 0,6% de hierro (como puede verse, sobraría un 0,6%, que se debe restar de alguno de los otros metales).
No soy, desde luego, especialista en metalurgia antigua, pero de la bibliografía básica que, por curiosidad, he consultado, no parece que estas proporciones en la aleación correspondan a las más comunes en época romana. La
composición llamada «ternaria>> (Cu, Pb y Sn), sin hierro, fue la más frecuente
(aunque en la tabula la proporción de Fe no resulta significativa). Plinio, en
un conocido pasaje (NHXXXIV, 94 ss.) así lo dice, dando las clases de proporciones más comunes: el llamado «bronce campanio» tenía los tres metales
en proporción 100:5:5 en Capua y 100:4:4 en otros puntos de Italia y en pro12. Art. cit. en n. 6. Cf. D. DOPICO, op. cit., 11.
13. G. PEREIRA, ibid, meciona unos análisis efectuados por el Laboratorio Metalográfico de la
E.T.S. de Ingenieros Industriales de Vigo, que no sé si serán los mismos.
49
Alicia Ms Canto
vincias; y el llamado «estatuario», que también servía para las tabulae, en la
de 100:6 1/4:6 1/4.
Como puede verse, en los análisis facilitados por el descubridor la proporción de estaño se mantiene ligeramente por encima de lo normal (considerado
entre un 5 y un 11%), pero la de plomo es sensiblemente muy elevada, un 26%
si atendemos a su poco importante papel en las aleaciones romanas más antiguas. En cambio, la ausencia de zinc en la tabla de Lugo es notable, pues solía
añadirse muchas veces, y cuando el bronce era fundido, en mayor cantidad
que el estaño (para estatuas se añadía poco o nada, pero en otros usos llegaba
hasta el 9-11 %). En cuanto al bronce de acuñaciones monetales, la proporción
de plomo, entre la República y los fines del siglo II d.C. era, según los cuadros
de Tylecote, casi inexistente. Sólo en las acuñaciones a partir del siglo III d.C.
se incluyó plomo hasta en un 30% del total de la mezcla. Una aleación «modelo», basada en análisis de piezas romanas sería, según Healy, de 76,9% Cu,
13,3% Sn, 7,1% Pb y 2,7% Zn 14• Una primera conclusión personal, pues, y a
partir sólo de los análisis dados por el Sr. Cajade, es que el bronce de la tabula
Lougeiorum al menos no concuerda con lo consultado sobre las aleaciones de
bronce más comunes en épocas romanas altas y que, en todo caso, y debido a
su elevada proporción de plomo, el bronce de base sería del siglo IlI d.C. en
adelante, lo que chocaría de inmediato con una datación interna en el año l
d.C. Para entendemos, la fundición de «pequeños bronces» tardíos, con alto
contenido en plomo, daría un resultado parecido. Pero es que, aún en el caso
de que los análisis efectuados por la Universidad de Santiago hayan dado resultados más acordes con una aleación de hacia el cambio de era, ello, en mi
opinión, tampoco sería definitivo, por lo que sigue.
Durante décadas ha figurado, y figura aún en casi todos nuestros manuales, la fíbula prenestina. Un testimonio vivencial; más la rara intuición de M.
Guarducci, han terminado por demostrar la falsificación que se escondía tras
esta maravillosa joya arqueológica y epigráfica. Y, sin embargo, el oro que la
componía era perfectamente auténtico y antiguo 15 • Lo escrito en ella no, y su
texto y las conclusiones a que daba lugar han hecho perder muchas horas de
trabajo a historiadores, epigrafistas y filólogos. De este ejemplo no han pasa-
14. Las obras generales que he consultado son la clásica de R. J. FORBES, Studies in Ancient Technology, Leiden, 1964, vol. IX, espec. 200 ss.; y las más recientes de J. F. HEALY, Miningand Metallurgy in the Greek and Roman World, Londres, 1978, 209 ss. y R. F. TYLECOTE, A History of
Metallurgy, lDndres, 1988 (4ª de 1976), espec. 58 ss.
15. M. GUARDUCCI, «La cosidetta Fibula Prenestina. Antiquari, eruditi e falsari nella Roma
dell'Ottocento», Mem. Accad. Lincei ser. 8, 24, 1980, 412-574, que fue seguido de una segunda parte, con los nuevos elementos (ibid., 28, 1984-1986, 127-177) y complementado con una investigación
paralela sobre el trono de Boston: ead, <<11 cosidetto Trono di Boston», BdA 72, 43, 1987, 49 ss. Cf.
nota siguiente.
50
¿Conventus Arae Augustae?
do aún diez años 16, y nos han demostrado que se puede convertir en epígrafa
una pieza antigua que no lo era, y hacerlo además con la mayor maestría, previendo incluso errores textuales o gramaticales que la hagan más «natural» o
más adaptada a sus supuestas época o zona de aparición. La fibula de Preneste resistió con éxito los más afilados análisis textuales, y durante más de un siglo ... 17 •
Todavía dentro de los aspectos externos de la tabula, y ya más puramente
epigráficos, en las láms. III a IV ofrezco algunas de las letras cuya factura no
me parece propia de la época, incluyendo algunos detalles ajenos a lo que vemos en la epigrafía habitual en bronce. Estas reservas afectan a las letras G, C,
R, V, S, A, Q, D y T, algunas de ellas comparadas entre sí en distintas líneas
de la misma tabla. En general, se observa una tendencia a las formas en arista
en los caracteres redondeados (R, P, B, O, D y, particularmente, Q; cf. lín. 4 o
6) no tan frecuentes en la epigrafía romana sobre metales cuando el tipo de letras no es aristado en general, como ocurre, por ejemplo, en las tablas de Paredes de Nava (año 2 a.C.), Herrera de Pisuerga (año 14 d.C.) o Caurel (año 28
d.C.). Otra extrañeza cabe anotar del uso simultáneo de tres tipos de interpunciones (punto, triángulo y coma), o del abuso de remates y adornos curvos en
letras de temprana época, particularmente en el caso de las T y G. Para resumir, cabe decir que, paleográficamente, la tabla no se parece a las iguales a ella
en época o espacio geográfico, como ya apuntó G. Pereira, indicando que el
mayor parecido en las formas de las letras se daba con la tabla de Castromao
(Orense), que es nada menos que del 132 d.C. En las láms. VII a XII incluyo
algunas de las tabulae mencionadas, a efectos comparativos.
Sin embargo, en mi opinión, el mejor paralelo entre las letras se da con la
tabla de Astorga (lám. XI). Véase la similitud de la tabla de los Lougeios con
aquélla; por ejemplo, en la M de Maias (lín. 3); en todas las G, particularmen.te las de las lín. 4 y 5 de Astorga; en las T, de travesaño corto por la izquierda
y más largo y curvado hacia arriba por la derecha (varias líneas). Las D simplemente es que son idénticas (in fidem, lín. 8 frente a las de lín. 4, 5, 11, 13 de
Astorga). Creo que, como muestra, no es preciso que siga. El modelo paleográfico de la nueva tabla de los Lougeios parece ser la tabla de Astorga. Como
16. La defensa del prestigioso W. Helbig, implicado según M. Guarducci en la falsificación de la fibula (y que, según el peritaje caligráfico, grabó de su mano el texto de la misma) ha sido asumida
recientemente por H. LEHMANN, «Wolfgang Helbig (1839-1915). An seinem 150. Geburtstag»,
Rom. Mitt. 96, 1989, 7-86, aunque basándose, de forma especial, en la brillante personalidad cientifica del arqueólogo alemán. En las páginas iniciales de este trabajo puede encontrarse la copiosa
bibliografia, a favor y en contra de la Guarducci, producida en estos diez años.
17. En el año 1985, tuve la fortuna de asistir en Heidelberg a los diversos homenajes que los discípulos de Geza AlfOldy le tributaron con motivo de su jubileo. Uno de ellos, muy poco frecuente,
consistió en una inscripción marmórea, moldurada, de perfecta ejecución, que, en cuanto a material
y paleografia, era perfectamente «augustea». Dentro de algunos cientos de años, sin duda dará algún quebradero de cabeza a los epigrafistas de entonces, en el caso de que llegue a perder tan sólo
su esquina inferior derecha, donde se sitúa la fecha real.
51
Alicia Mª Canto
se sabe, esta tabla contiene dos renovaciones de pactos, la primera del año 27
d.C. y la segunda del 152 d.C. Pero la paleografía del conjunto de la tabla remonta a esta segunda fecha, en la que se debió reproducir el texto, 130 años
anterior, de la primera renovación. En resumen, ¿debemos admitir sin más un
paralelo paleográfico entre dos piezas, la de los Lougeios y la de Astorga, distando éstas entre sí 150 años? No parece prudente.
4. LA INFORMACIÓN INTERNA DE LA TABLA
El propio J. Enríquez 18 apuntó, como críticas que podía suscitar el texto de
la tabula Lougeiorum, a algunos elementos que suponen una anomalía relativa. Como el que la palabra cos., acompañando a los nombres de C. César y L.
Emilio Paulo, se haya escrito a continuación de los nombres consulares, en la
misma línea que ellos, en lugar de debajo, como es más habitual1 9 . En verdad,
a la vista de otros múltiples ejemplos, y no sólo de tablas de patronato y hospitalidad, es algo chocante, pero nadie podría cuestionar la pieza sólo por ello.
Monoptongaciones, diptongaciones, regímenes preposicionales, etc. como los
que señala, pueden no pasar de ser, como él dice, «curiosidades epigráficas».
(Aunque, por ejemplo, no se ve un buen motivo para que un eneicida tan apurado escriba infidem o exgente).
Pero me quiero detener en otros aspectos de la presentación del texto y
conceptuales que me parecen más necesitados de crítica. Por ejemplo; la poco
aceptable interpretación por parte de J. Enríquez de las secuencias en las líneas
2, 3 y 4: ex gente Asturum; con ven tus Arae Augustae; civitas Lougeiorum: De
ser el texto fiable, esperaríamos, en cuanto a la comprensión del texto, las secuencias civitas Lougeiorum; ex gente Asturum; conventus Arae Augustae.
Ello nos lleva a una anomalía de más envergadura: el que la definición de la civitas comience por el ablativo de origen ex gente Asturum, que de hecho es el
comienzo mismo del texto de patronato. En todo caso, debería haber comenzado por el sujeto real de la elección de patronazgo, la civitas Lougeiorum, seguida ésta de sus determinantes étnicos o jurídicos (es decir, la gens y el
con ven tus a los que la ciudad de los Lougei perteneciera). Así se produce en el
resto de las tablas conocidas 20 . El que sean los determinativos los que precedan
al sujeto en un documento de estas características sí que no tiene justificación.
18. Art. cit. en n. 3, 299.
19. Sin embargo, entre los casi 40 ejemplos conocidos (cf. infra), puede aparecer por igual en las lín.
1 ó 2. Es un aspecto irrelevante, ya que depende sólo del detalle con el que se reflejan los nombres
consulares.
20. D. DOPICO, op. cit., 67 ss., ofrece un utilísimo catálogo de las tesseraey tabulaede hospitalidad
(no las de patronato), que completa el que ofrecía A. D'ORS, Epigrafia Jurídica de la España Ro-
52
¿Conventus A rae Augustae?
Por otra parte, me resulta extraña la forma de denominar al conventus, y
no por llamarse Arae Augustae (que la existencia de los altares y hasta del culto no hay por qué cuestionarla, pero por otros motivos, como diré infra), sino
porque su presencia en el epígrafe debería ser adjetivada: Araugustanihubiera
sido lo correcto, a la vista de los numerosos ejemplos epigráficos (singularmente Caesaraugustam) y textuales 21 , y siempre que lo que se pretenda es defender que éste fuera un convento jurídico del mismo rango que los que, en
Plinio, conforman las tres Hispaniae, empresa a la que D. Dopico dedica muchas páginas en su reciente libro 22.
Y con ello se llega a un problema interno de mayor relevancia: la definición
que en esta tabla se hace de los astures como una gens. En las fuentes textuales, los astures, como los cántabros y galaicos, son definidos con dificultades,
pero, en todo caso, no como gentes ni populi o tribus, sino en una categoría étnica y más amplia, equivalente a la natid23• Quizá uno de los conceptos utilizados por Plinio en la descripción de otra provincia poco romanizada, como es
mana, Madrid, 1953, 367 ss., con las 38 conocidas hasta ahora (incluyendo las de África e Italia), a
las que hay que añadir, como ella misma indica en nota final, la reciente de Montealegre (Valladolid). El incremento de los testimonios de pacto hispanos de hospitalidad en estos casi treinta años es
de diez a diecinueve. La autora no incluye la tabla de Peralejo de los Escuderos (Soria, en el
M.A.N.), a pesar de que D'Ors la ve como una variante de hospitiwn (op. cit., 375, nº 25). Creo
conveniente recordar otra catalogación en el período intermedio entre las dos citadas, debida a A.
GARCÍA y BELLIDO («Tessera hospitalis del año 14 de la era, hallada en Herrera de Pisuerga»,
B.R.A.H 159, 1966, 149 ss. y apéndice II) que, en mi opinión acertadamente, incluye las nueve tesserae de texto corto y no datadas, pero interesantes por su distribución geográfica y porque varias
de ellas parecen de poco antes o poco después del cambio de era. Es útil confrontar sus grafias y arcaísmos con la tabla de los Lougeios. (Cf. además lo dicho al final de este artículo sobre el mapa de
la fig. 1). Por otra parte, y ya marginalmente, para la supuesta confusión entre tessera y tabula, a la
que Dopico dedica un capítulo (op. cit., 13 ss.), concluyendo que las tablas rectangulares oficiales
no deben ser denominadas tesserae, creo hay que tener presente la frase de un texto ad hoc tan importante como la /ex Ursonensis, que en su capítulo 131 (cf. A. D'ORS, op. cit., 273) dice literalmente: ... hospes atoptetur (sic), hospitium tessera{s}ve hospitalis cum quo liat... y que parece demostrar que el documento oficial, redactado por la ciudad, podía llamarse también tessera, al menos en época cesariana.
21. Por ejemplo en NHIII, 3, 18: conventum C.aesaraugustanwn; CIL II, 5764; caesaraugustanu,
CIL II 4073: genio conventus C.aesaraugustani; CIL II, 2426: conventus [Bracara]ugustanus, etc. En
4215, se da la variante conventus Bracarus, pero no con mención de la ciudad misma en genitivo, sino adjetivado también. En la tabla de Castromao (AE 1972, 282), del año 132 d.C., un novaugustanus junto a otra mención del conventus Bracarus. Puede que ésta fuera una forma adjetival sólo de
época relativamente avanzada.
22. D. DOPICO, op. cit., 47 ss. y 66.
23. Sobre los astures en general v. A. TOVAR, Jberische Landeskunde IIL Tarraconensis, BadenBaden, 1989, 10 ss., con la bibliografía más importante, entre la que destacaríamos la monografia
de F. J. LoMAS SALMONTE, Asturia prerromana y altoimperial (Anales de la Universidad Hispalense, serie Filosofia y Letras nº 32), Sevilla, 1975 (1988 2) y, como más reciente, la de J. L. MAYA,
La cultura material de los castros asturianos (Estudios de la Antigüedad, 4-5), Bellaterra, 1988.
53
Alicia Mª Canto
Germanía, pueda ser de aplicación aquí. Me refiero a NHIII, 4, 99, donde habla de los 5 genera hominum Germanon1m, mencionando luego a Vandili, Inguaeones, etc., cada uno de ellos subdivididos en varios pueblos de menor
rango. Por ejemplo, cimbrios, teutones, suevos o chattos son sólo subdivisiones de los anteriores.
Paralelizando, los astures podrían ser considerados uno de los genera hominum Hispanorum, subdivididos en populi o gentes. Cada gens se reparte en
varios núcleos de habitación, bien sean castella (castros) o civitates (en el sentido urbano, desde luego). Estos núcleos secundarios serían los ocupados por,
o denominados como, gentilitates. El orden jerárquico sería, pues, genus/lpopulus o gens//gentilitas. A éstos seguirían los llamados «nombres en genitivo
plural», que a mi modo de ver, son las auténticas familiae 24 • También es de interés no olvidar que, para Plinio, la natio es un concepto generalmente opuesto o contradictorio con la civitas, como puede comprobarse en V, 29, dentro
de la descripción de África: ex reliquo numero non civitates tantum, sed plerique etiam nationes iure dici possunt, ut... La creación posterior de una procuratela per Asturiam et Callaeciam, o de una praefectura Asturiae parece aún
reflejar la pervivencia de un concepto etno-geográfico mayor. Caracalla, con
la creación de una nueva provincia, que incluía ambas zonas, consagra esa
personalidad. Alas y cohortes de astures, como de galaicos y otros pueblos, están bien documentadas en la epigrafía25•
Las fuentes textuales, como se sabe, no son muy explícitas al respecto. Pero
es interesante en la siempre más completa administrativamente, Plinio (NH
III, 1, 18 y III, 3, 28) que, cuando inicia la descripción de la Hispania Citerior,
enumera los siete conventos en que se divide, y sólo dos no aparecen adjetivados, sino usando el genitivo plural: Asturum... Bracarum, en vez de Asturicen24. Sobre el tema concreto de las gentilidades y los «genitivos de plural» en la onomástica individual indígena como distinto de aquéllas (pero sin definirlos concretamente), v. espec. M. FAUST,
«Tradición lingüística y estructura social: El caso de las gentilidades», Actas del JI Coloquio de
Lenguas y culturas prerromanas de la P. Ibérica (Tübingen, 1976), Salamanca 1979, 435 ss. y Mª C.
GONZÁLEZ RODRÍGUEZ y J. SANTOS YANGUAS, «El caso de las llamadas gentilitates: Revisión
y propuestas», Actas del IV Coloquio... (Vitoria, 1985), Vitoria 1987, 373 ss. De esta última autora,
v. Las unidades organizativas indígenas del área indoeuropea de Hispania, Vitoria, 1986. En estos
trabajos, se alcanza ya la conclusión de que gens, gentilitasy «genitivos de plural» hacen referencia
a unidades organizativas no equiparables. Recientemente, F. BELTRÁN ha publicado un escéptico,
denso y documentado artículo al respecto («Un espejismo historiográfico. Las 'organizaciones gentilicias' hispanas», Actas I Congreso Peninsular de Historia Antigua, Santiago de Compostela,
1988, vol. II, 197 ss.), negando el «esquema gentilicio» tradicional (espec. págs. 229 y 235).
25. Para las funciones administrativas precisas, G. ALFÓLDY, Fasti Hispanienses, Wiesbaden,
1969, 90. Para el detalle de las tribus y pueblos que las componian, A. TOVAR, op. cit., 107 ss. Para
las unidades auxiliares de tropa, los clásicos trabajos de J. M. ROLDAN, Hispania y el efército ro1nano, Salamanca, 1974, 267 ss. y P. LE ROUX, L'armée romaine et l'organisation des provinces
ibériques d'Auguste a l'invasion de 409, Paris, 1982, 86 SS. y passim.
54
¿Convcntus Arac Augustac?
sis... Bracaraugustanus. El orden de la descripción de los demás conventos choca también en la lectura al llegar al detalle del asturicense (III, 3, 28) porque,
variando completamente el método, comienza Iunguntur iis (i.e., Cantabris)
Asturum XXII populi divisi in Augustanos et Transmontanos.. .in his sunt Gigurri, P(a)es(i)ci, Lancienses, Zoelae... , abandonando la descripción por ciudades, con sus respectivos iura y recurriendo a la enumeración de populi y el
recuento por cabezas, como siempre hace con las áreas poco romanizadas o
más desconocidas, en un proceso muy repetido en él. De igual forma procede
con el conventus Bracarum. Como Plinio casi no utiliza en sus enumeraciones
el término gens, creo entender que, en su terminología, el equivalente del gens
epigráfico es populus, al menos ciñéndonos a la época flavia, ya que estos conceptos, por otra parte, sería lógico que hubieran ido evolucionando y transformándose conforme avanzaba la romanización. Las dos partes de la tabla de
Astorga (CIL II 2633, de los años 27 y 152 d.C.) parecen evidenciar distintas
realidades organizativas y nominales, y de ahí su aparente contradicción.
En cuanto a Estrabón, parecen los astures ser para él una de las éthne iberas, junto con carpetanos, vetones, vacceos, galaicos y lusitanos (estos últimos
la más fuerte de todas). En III, 4, 12 afirma· que «en la parte noroccidental de
la península habitan parte de los astures ... ». Como es costumbre en este autor,
no utiliza por lo general términos que ayuden a precisar entre nación, raza,
pueblo o tribu, pues todo ello se engloba en la palabra éthne, pero, en todo caso, los astures aparecen alineados con pueblos extensos, de mayor entidad
aparente que una gens.
Así pues, pésicos, zoelas o gigurros, como los recién identificados astures
Cilurnigi de Gijón 26 son, en la terminología pliniana, populi y en la epigráfica,
gentes, divididas a su vez en gentilitates. Para esto último hay que basarse otra
vez en la conocida tabula de Astorga 27 • En ella, los Desonci y los Tridiavi son
definidos como gentilitates ex gente Zoelarum. Por ello, y con otros ejemplos
que podrían aducirse, lo que parece estar claro es que los astures pudieron ser
una natio o, muy lato sensu y en época anterior a Plinio, un populus (o, más
verosímilmente para mí, un genus hominum) pero en todo caso, nunca una
26. Este nuevo nombre de gens astur (parece ésa la lectura, y no Gilurnig1; como hubiéramos podido esperar a la vista de los Gigurri o del derivado actual, «Gijón») acaba de salir a la luz, en un bloque rectangular, durante los trabajos del verano de 1990 en la muralla de Gijón, y de su hallazgo
dio cuenta la prensa. El estudio y publicación de su interesante texto correrá a cargo de C. Fernández Ochoa. (Cf. ahora CUPA UAMl 7, 1990, 255-265).
27. CIL II 2633 Cf. A. D'ORS, op. cit., 374, n. 24 y T. MAÑANES, Epigra/Ja y numismática de Astorga y su entorno, Salamanca, 1982, 95, n. 86. Se ocupa últimamente de ella y de su análisis A. M.
GONZÁLEZ-COBOS DÁVILA, Los vacceos. Estudio sobre los pobladores del valle medio del Duero
durante Ja penetración romana, Salamanca, 1989, 68 ss., donde sigue la tesis de J. Mangas, en el
sentido de que el transcurso de más de cien años debió influir en el cambio de las definiciones que
en la tabla de Astorga se manejan.
55
Alicia Mª Canto
gens. Por tanto, no puede aceptarse sin más la lín. 2 de la tabula Lougeiomm,
cuando afirma que la ciudad de los lougeios es ex gente Astumm, ya que los
astures no son, en época de Augusto, una gens, sino una instancia étnica mayor que engloba a su vez gentes(o popul1) y gentilitatescon uno o varios castella cada una. [Si es que la amplia discusión sobre el signo «C inversa»
pudiera considerarse ya cerrada, lo que aún no veo como definitivo 28 ].
No es mi intención entrar ahora, ni es éste el objeto que guía estas páginas,
en el complejo mundo y la extensa polémica que ha rodeado desde hace décadas la intrincada trama de los pueblos prerromanos y semirromanos al N. del
Duero, que por medio de tan autorizadas firmas se ha ido desarrollando 29 • Me
interesa sólo aquí concluir que veo muy alejada de las realidades textuales y
epigráficas la mención de una gens Asturum en el bronce que nos ocupa, aparte de su anómala posición sintáctica, como quedó ya comentado.
Otro aspecto a destacar en relación con lo aportado por el texto es, naturalmente, el de la existencia del ya famoso conventus Arae Augustae, al que
supuestamente pertenecía la civitas Lougeiorum en el año 1 d.C. Antes de ello,
quisiera un momento volver a la tabula hallada en 1959 en El Caurel (Lugo)3°,
ya que en ella se recogía el pacto de hospitium del susarro Tillego cum Lougeis
castellanis Toletensibus. Esta expresión transmite la idea de que la gens de los
lougeios se distribuía en diversos castros, con uno sólo de los cuales, el de ToJetum, es con el que Tillego llega al acuerdo de hospitalidad. Conforme a lo dicho más arriba, los Lougeios vendrían a ser o una gens o un populus y, de
acuerdo con la tabla mencionada, el castellum Toletum parece asegurar la existencia de no una, sino varias entidades habitadas por astures Lougeios. De ahí
28. La polémica sobre el signo «C inversa» en las inscripciones de la zona noroeste peninsular parece saldada en favor de su desarrollo como c(astellum), abandonando las defendidas c(enturia) y
c(ensus). Pero ver aún una defensa del signo como gentilitaso gens en A. RODRÍGUEZ COLMENERO, «Nuevos tenniniterritoriales entre unidades gentilicias galaico-romanas», Actas cit. (aquí nota
24), 271 ss., con un breve restunen de la polémica y, pace, Mª L. ALBERTOS, «Sobre los castella del
N.O. Peninsular», ibid, 191 ss. Por mi parte, creo que el problema será dificil de resolver mientras
se persista en analizar globalmente las áreas y las épocas de los epígrafes en los que se encuentra el
célebre signo. Creo que no es descartable aún que éste tuviera distintos significados según la época
o el área donde se usara.
29. No será preciso más que citar a los muchos autores que han ido, en el transcurso de los últimos
cincuenta años, aportando teorías, hipótesis, documentación y debate, tanto historiadores como arqueólogos, epigrafistas y filólogos como Hübner, Schulten, Santa Olalla, Bosch Gimpera, Pericot,
Sánchez Albornoz, Albertini, Tovar, D'Ors, Blázquez, Blanco, Palomar, Albertos, Untermann,
García y Bellido, Jordá, por no citar a la larga nómina de investigadores que aún no han llegado al
medio siglo de vida, y cuyos nombres pueden consultarse, por ejemplo, a lo largo de los fructíferos
coloquios de lenguas paleohispánicas o los congresos del Noroeste lusos y españoles. Intentar siquiera un balance o una selección sería tarea ímproba en este marco.
30. F. ARIAS, P. LE ROUX, A. TRANOY, Inscriptions romaines de Ja province de Lugo, París,
1979, 75, n. 55: ... Ti1legus... Susarrus c(astello) [mejor que c(enturia)] Aiobaigiaeco hospitimn fecit
cum Lougeis castellanis Toletensibus... (Véase en el presente trabajo la lám. XII).
56
¿Conventus Arae Augustae?
que la existencia de una civitas Lougeiorum «por antonomasia» me parezca
cuestionable. Podría haber sido aceptable la hipótesis Forum Lougeiorum,
por ejemplo, para lo que sí hay paralelos. El concepto de civitas con carácter
institucional y territorial, al modo en que se usó en la Italia de la República,
por ejemplo, me parece excesivamente complejo desde el punto de vista jurídico para esta época y lugar31 •
Prosiguiendo con el análisis, esta civitas Lougeiorum se identifica, sin más
transiciones, con el con ven tus en el que está enclavada. Si estamos hablando
de un convento jurídico al modo administrativo, como parece haberse aceptado por Pereira o Dopico 32, habrá de admitirse que los paralelos para ello son
casi inexistentes. No conozco más que el caso del epígrafe de Castromao, en
Orense, y aún así plantea problemas, siendo además su fecha del 132 d.C. 33 •
las ciudades hispanorromanas en cuanto que tales no se han definido de este
modo en la epigrafía conservada. Mucho mejor nos iría en la ardua tarea de la
delimitación precisa de los límites conventuales en la Península si ello fuera lo
normal 34 . Cómo, entonces, aceptar con tranquilidad que esta pequeña comunidad astur haga constar esta dependencia jurídico-administrativa, y nada menos que cuando la reforma augustea está comenzando a avanzar en la
reorganización de las tres provincias. A esto, sin embargo, podría contestarse
que C. Asinio Galo sí tenía información de primerísima mano, particularmente si su desconocida misión extraordinaria tuviera algo que ver con tal reorganización. Pero, de momento, ignoramos la existencia de tal misión ni su
31. El concepto de civitas que me parece cuestionable es el defendido por D. DOPICO, op. cit., 19.
F. BELTRÁN (art. cit. en n. 24, 231), destaca la interesante particularidad de que Plinio sólo usa la
palabra en la descripción de la Hispania Citerior, según él para referirse a <<Unidades administrativas, sean del tipo que sean». De todas formas, recordamos que la fuente es de época flavia.
32. Ibid., 66 y G. PEREIRA, art. cit., 303. Es de la misma opinión J. SANTOS YANGUAS (cf. art.
cit. aqui en n. 6).
33. AE 1972, 282 y AE 1973, 295 (132 d.C.): ... Coelerni ex Hispania Citeriore conventus Bracari...
Digo que se trata de una fórmula excepcional, porque el sujeto del pacto no es una civitas, sino la
totalidad de los Coelern1; quienes, además, se definen en primer lugar como ex Hispania Citeriore.
Se debía haber esperado aquí conventus Bracaraugustam: El adjetivo en cuestión, Bracarus, deriva
directamente del nombre del pueblo, y por ello no lleva el añadido de augustanus, pero en todo caso se convendrá en que es bien distinto del concepto conventus «Bracarae Augustae», que es lo que
tenemos en la tabula Lougeiorum.
34. Nuestras mejores fuentes al respecto son Plinio y los epígrafes, sobre todo los erigidos en Tarragona (G. ALFÓLDY, Die romische Inschriften van Tarraco, Berlín, 1975, passiin), con menciones
de sacerdocios conventuales, todos ellos posteriores a la época flavia, excepto uno (cf. infra, y el útil
catálogo de estas inscripciones, 37, en el art. cit. de L. SANCHO ROCHER). En estos epígrafes a veces se menciona la ciudad de origen. Por otro lado, faltan testimonios similares de los conventos béticos y lusitanos. Para Lusitania, Plinio no especifica las ciudades por distritos y, en el caso de Bética, donde sí lo hace, se producen también discrepancias entre los estudiosos en algunos de ellos. Lo
que está claro es que no es una costumbre la definición de las ciudades en epigrafla con respecto al
convento del que jurídicamente dependieran.
57
Alicia Mª Canto
contenido 35 . De haberse especificado una dependencia, ésta sería más bien provinciaJ, es decir, ex Hispania Citeriore, como en los bronces de PeñaJba ( Clunienses ex Hispania Citeriore) y Badalona (Baetulonenses ex HC.) Mulva
(cum senatu populoque Muniguensi Hispaniae Ulterioris), Themetra (civitas
Themetra ex Africa), Gurza (civitas Gurzensis ex Africa), etc.
El convento del cual dependía esta civitas, según la tabla, era el Arae Augustae. Hay que decir, en primer lugar, que la forma debería haber sido adjetivada, Araugustani, por establecer un paralelo mínimo con los atestiguados en
Plinio, particularmente, como dije ya, con el de Caesaragusta. No es frecuente
encontrar conventus Cluniae Sulpiciae, Tarraconis o Gadium. Éstas serían
nuevas posibilidades que habría que aceptar a partir de ahora36 . Tampoco
querría extenderme aquí al punto de tocar en profundidad otra polémica, la de
la naturaleza, origen, datación y funciones de los con ven tus iuridici, divisiones
sólo existentes en tres zonas del Imperio: Asia, Dalmacia e Hispania. Últimamente es un asunto que ha merecido atención entre algunos investigadores españoles37 y forma parte de un estudio más largo, que preparo, sobre la
Hispania de Plinio.
Hay puntos de vista discutibles con lo que respecto a ellos se afirma, pues
si fuera cierto que los conventos eran medios por los que Roma multiplicaba
su presencia en las provincias, que ayudaban a conseguir la unidad entre los
pueblos indígenas, y que el culto imperial conventual se convirtió «en pieza
básica de la creación y afianzamiento del Imperio», no puede entenderse que
no se utilizaran más que en cinco de sus provincias (y por cierto no de las más
«bárbaras»). O afirmaciones como que «estos conjuntos territoriaJes ... dan cohesión a pueblos que carecen de ella ... »38 , que son difíciles de admitir si se
35. Lo que no quiere decir que no existiera alguna y que, en lo que toca a Hispania, tanto en las
campañas militares como en la reorganización posterior, conocemos la presencia directa del propio
Augusto y de Tiberio, Marcelo, Agripa o Cayo y Lucio César, tanto por las fuentes literarias como
por las epigráficas. En dos recientes trabajos (Gerión 7, 1989, 149 ss. y Latomus 1990, 846 ss.), he
puesto de relieve los papeles de Agripa y de Marcelo en relación con ambos aspectos. Hispania fue
de suma importancia para Augusto y por ello no seria sorprendente que miembros de su estricta
confianza, como lo fue Asinio Galo, hubieran de una forma u otra recibido misiones para desarrollar en la Península.
36. Véase lo dicho supra en las nn. 21 y 33, a propósito de la expresión conventus Bracarus. Se da
una vacilación similar a la que se documenta entre conventus AsturUJn y Asturicensis.
37. Aparte de los trabajos citados de L. SANCHO ROCHER (1978 y 1981) y D. DOPICO (1986 y
1988), se han tomado a veces como unidad de estudio (C. GARCíA MERINO, Población y poblamiento en Hispania romana. El conventos Cluniensis, Valladolid, 1975; A. PRIETO, «Sobre los límites
del conventus Cordubensis», Hisp. Ant., 2, 1972, 125; A. RODRÍGUEZ COLMENERO sobre el bracaraugustano, ibid., 135; T. MAÑANES, «Asturica Augusta y su convento juridico», Cuad. Est.
Sargadelos 16, 1976, 39; J. ARTURO, «Els conventus iuridici romans: una hipotesi sobre el seu origin», L'Aven944, 1981, 34 ss. etc.
38. D. DOPICO, op. cit., 54 y 63.
58
¿Conventus Arae Augustae?
piensa, por ejemplo, en los conventos béticos, intensamente romanizados ya en
época de Augusto y que, aparentemente al menos, no necesitarían de tal tipo
de divisiones para perseguir ese fin. Hay que admitir que, con los datos de que
hoy disponemos, no hay una explicación definitiva de por qué se aplicó, administrativamente hablando, la solución de los conventos sólo en algunas provincias.
Sí es menester comentar aquí que en todos los conventos citados por el polígrafo, 27, hay una auténtica ciudad, capital y sede del convento y al que le da
nombre. Los ejemplos aducidos por Dopico39 en cuanto al Ara de Lyon o a la
de los Ubios en el Rhin presentan de inmediato el grave inconveniente de hallarse en provincias que no contaron con la división conventual, Galia y Germania, y el de no constituir ciudades, sino estar a medio camino entre los
grandes santuarios rurales, los altares helenísiticos del tipo Pérgamo 40 y el tropaeum militar, dedicados al culto imperial y destinados, como con frecuencia
y astucia hacían los romanos, a aprovechar costumbres, fechas y lugares sacros indígenas para ir asociando a ellos sus propios cultos, normalmente en las
proximidades de alguna gran ciudad. De ahí que, si se afirma que quizá Asturka Augusta se desarrolló «a partir del Ara Augusta>>, ello choque con la teórica ausencia de restos romanos preaugusteos en Astorga o con la inexistencia
de un potente núcleo indígena previo, de carácter religioso, que justifique la
elección del lugar, como en los casos galo, germano y britano usados como paralelos. Un gran «santuario nacional» indígena, como debió ser el de Endovélico en el cuarto SO. peninsular, por poner un ejemplo, hubiera dejado al
menos restos epigráficos41 • Si esto no se puede probar ni arqueológica ni literaria ni epigráficamente, paralelos como el de Lyon pierden bastante de su peso.
Tengo el convencimiento de que varias Arae Augustae similares pudieron
existir en el Noroeste, independientes de las nunca halladas Arae Sestianae42 •
39. /bid., 56 ss. El caso del templo de C.amulodunum, en Britannia, es también similar, puesto que
tampoco tenía funciones políticas o administrativas.
40. Sobre este tipo de santuarios, aún es provechosa la consulta del viejo trabajo de E. KORNEMANN, «Zur Geschichte der antiken Herrscherkult», Klio, l, 1901, 51 ss., que dedicaba su atención, entre otros aspectos, a este ara quae estad confluentem de varios epígrafes de CIL XIII (pág.
108 ss.).
41. T. MA"lilANES, Astorga romana y su entorno, Valladolid, 1983, 6, habla de «centros artificiales»
y de la «inexistencia de cualquier castro o asentamiento similar de carácter indígena en Astorga a
partir del cual pudiera surgir la nueva ciudad» (pág. 6). Los hallazgos de materiales prerromanos,
no obstante, aunque no frecuentes, indicarían un asentamiento anterior, en consonancia con la afirmación de Ptolomeo, pero, en todo caso, no de la importancia que un gran centro de culto nos haría esperar. No ofrece novedades en este aspecto concreto la ponencia de J. VIDAL ENCINAS, «Arqueología urbana en Astorga: La aportación de las excavaciones de urgencia», Astorga Romana,
coloq. cit., vol II, 121 ss. Cf. infra n. 45.
42. Para las Arae Augusti o Sestianae, erigidas por L. Sestio Quirinal y Augusti nomine sacrae, según el testimonio de P. Mela, cf. A. TOVAR, op. cit., 299-300. Tovar señala la divergencia en su localización según los autores: para Mela, en el territorio de Noega, en la costa astur; para Plinio,
59
Alicia Mª Canto
Pero dudo de que el lugar fuera nunca capital o sede de un conventus. Para
que el paralelo con Lugdunum o la Colonia Gaudia Ara Agrippinensium de los
Ubios fuera válido, debería hallarse el altar próximo, como en aquéllas, a la ciudad capital, lo que, en el caso del conventus Asturom que estamos viendo, no sabemos si se da. Además, usualmente las ciudades romanas fueron previas o
simultáneas a los altares romanos, y no a la inversa, como aquí se propone.
Los ejemplos de Camulodunum o de Ara Flavia siguen los mismos esquemas.
Tampoco me parece es una objeción irrelevante, si preferimos pensar que el
Ara Augusta no se situaba en las cercanías de Astorga, sino en su territorio,
que no esté situada en ninguna calzada conocida, de las que en esta zona nos
dan las diversas fuentes itinerarias con que contamos. Parece lógico que un
centro religioso, administrativo, fiscal y militar, cuente con un sistema de accesos digno de sus funciones. Pero tanto la vía Bracara-Asturica por Bergido como la que iba por Lugo evitan el difícil paso de El Caurel, atravesando la
calzada entre esta sierra y la de los Ancares 43 o rodeándola por el Sur. En tal
caso, sólo Villafranca de Bierzo, Cacabelos y Ponferrada serían posibles por el
Norte, o Valdeorras (Foro, de los Gigurros) y A Rúa por el Sur. (Véase otra
vez la necesidad de conocer exactamente la procedencia del bronce). Por otro
lado, la tabla ya conocida del Caurel situaba a los Lougei en la vertiente occidental de esta sierra y, según la localización que sugiere Dopico, estarían ahora en
la vertiente oriental y en distinto conventus (ya que serían los Susarrilos localizados en el área de Carbedo del Caurel). En esta vertiente oriental, las mansiones conocidas son Timalino, Ponte Neviae, Uttaris, Bergido. Ninguna de
ellas, así como Foro y Gemestario, guardan recuerdo de ninguna Ara Augusta44•
«hacia la zona de Noya, en la costa gallega»; para Ptolomeo al NE del cabo Nerio y, según el Ravenate (308, 1) entre Bracara y Aquae Flaviae, donde hay una mansio denominada AreAugusti. Estas
cuatro localizaciones antiguas propuestas (cada una ha recibido en la bibliografia varias posibilidades) no deben tratar de reducirse por fuerza a una sola, como se suele, porque no una, sino varias
Arae Augstae debieron levantarse en distintas zonas del Noroeste, con objeto de recordar las exitosas campañas de Augusto. En este sentido es interesante el trabajo de L. MONTEAGUDO, «Galicia
en Ptolomeo», CEG, 8, 1947, 609 y, recientemente, el de R. RODRÍGUEZ BORDALLO y A. M.
RÍOS GRAJ'i/A, «El simbolismo, la localización y el número de las Aras Sestianas», Actas del JI Coloquio Galaico-Minhoto, Santiago de Compostela, 1984 (1985), vol. 1, 255 ss., con acertadas aproximaciones toponímicas aunque, en mi opinión, elevan exageradamente la cifra, a entre 12 y 14.
43. J. M. ROLDAN, Itineraria Hispana, Madrid, 1973, 73, 75 y glosario.
44. El emperador Augusto, en el momento de decidir la nueva organización de Hispania (siguiendo
muy probablemente los esquemas, proyectos e incluso obras iniciadas ya por César), no decide sólo
la fundación de Asturica Augusta, sino la de varias ciudades romanas más, a veces con nueva deductio y ampliaciones urbanas (Mérida, Zaragoza, Barcelona, Sevilla. Córdoba, además de las nuevas capitales del NO., Lugo, Astorga y Braga, entre otras muchas). ¿Por qué pensar que, en el caso
de Asturica exclusivamente, se recurrió a organizar una capital provisional? Cf. H. GALSTERER,
Untersuchungen zum romischen Stiidtewesen auf der iberischen Halbinsel, Berlín, 1971, para las
fundaciones mencionadas y, más recientemente, las introducciones ss. vv. en la obra de R. WIEGELS, Die Tribusinschriften des romischen Hispanien. Ein Katalog, Berlín, 1985.
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¿Con ven tus Arac Augustac?
Las referencias al problema de las comunicaciones no se pueden obviar. Para
tratar de demostrar la existencia de un centro urbano o semiurbano romano,
es básico prestar atención a la red viaria. Nos movemos, pues, en el terreno de
las imprecisiones, pues no sabemos si Ara Augusta estaba o no debajo, o junto, o lejos y a qué distancia, de Asturica.
Por otra parte, hay un escollo importante: Plinio afirma (III, 3, 28) que la
capital del conventus Asturum es Asturica Augusta, la actual Astorga, fundación augustea, como lo fueron Lucus Augustiy Bracara Augusta, capitales asimismo de sus respectivos conventos. No es fácil admitir que hubiera un
retraso en la construcción de Asturica y que por ello se erigiera una a modo de
«capital provisional», lejos o al lado de la capital definitiva. No es una decisión que entre ni de lejos en el modo habitual de la planificación territorial romana 44 . Y, por otra parte, si hay que creer a Ptolomeo (2, 6, 35), Asturica
pudo tener una infraestructura previa si había sido capital del territorio de los
astures ámacos45 • Roma, acostumbrada durante la República en Hispania a
agere in castreis con suma frecuencia, no podía tener dificultad alguna en instalarse provisionalmente en cualquier ciudad indígena o en los campamentos
mientras se efectuaban las tareas urbanizadoras, como tampoco en ejecutar las
funciones administrativas y judiciales en tales condiciones.
Como puede verse, es difícil aceptar la existencia del conventus Arae Augustae en la misma medida en que lo es aceptar todo lo demás. Quedarían aún
detalles menores, como el hecho de que falte en la tabla un requisito indispensable en los pactos de patronato: la reciprocidad transmitida a los descendientes. En la lín. 8 de la tabla, respondiendo a la elección como patrono de los
Lougeios, se dice: Isque eos fidem clientelamque suam suolrumque recepit. Se
ha olvidado algo necesario: asegurar la recepción, en la amistad y protección
de la gens Asinia Gala, a todos los liberi y posteri de los Lougei, ya que sólo
menciona eos, cuando en lo referente al patronatus, lo esperado y normal es
que la obligación y el beneficio mutuos se extiendan durante generaciones. Los
paralelos sobre ello se acumularían. Es extraño, por otra parte, el cambio de
número en la expresión verbal, pues mientras tenemos un único sujeto expresado, civitas.. .fecit en lín. 4, en la 7 se cambia a plural: cooptarunt, sin disponer de un nuevo sujeto.
También llama la atención el hecho de que, en la última línea, donde figura
el segundo de los legati, haya duda entre las lecturas NOBBIVS y NOP-
45. A. TOVAR, op. cit., 325; T. MAÑANES, op. cit., 8, recuerda el dato de Ptolomeo y recoge Ja
noticia de Luengo sobre excavaciones y hallazgos antiguos que indicarían un asentamiento prerromano ámaco (¿quizá en el centro de la ciudad?). Sin embargo, basándose en sus propias excavaciones recientes, parece inclinarse por una creación urbana ex novo a partir del campamento romano, cuya estabilización se produciría entre los años 25 y 14 a.C. Cf. también lo dicho supra, en n.
41.
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Alicia Mª Canto
PIVS 46 • Observado con aumentos (lám. II), lo que creo ver es un primitivo
NOLLIVS, cuyas L han sido corregidas a B; pero. subsistiendo el trazo recto
inferior de las L, la diferencia con las otras B es palpable, y de ahí que C. Castillo creyera ver mejor dos P. Curiosamente, la fotocopia que nos facilitó el
descubridor, Sr. Cajade, en Pamplona, con su propia transcripción, leía ェオウエ。セ@
mente NOLLIVS, que me parece la lectio dif!Icilior. Otra anomalía de las que
adornan a este extraño bronce ...
Termino ya, porque creo haber aportado casi todas mis dudas en torno a
este documento. Muchos países europeos envidian quizá a España la extraordinaria cantidad de documentos jurídicos romanos que nuestros suelos devuelven a la Historia, especialmente en los últimos diez años. Puede que ello se
deba al auge del descontrol en el uso de detectores de metales en nuestro país
(lo que no es precisamente un motivo de honra). Pero creo que debemos tener
presente el desgraciado caso prenestino y esforzarnos por investigar arqueológicamente y de forma exhaustiva los hallazgos antes de aceptar lo que en ellos
se nos transmite. Es notoria mi conclusión de que podemos estar ante un falso,
y también tengo un interés obvio en dejar claro que pudo no ser hecho en
nuestros días, sino quizá en otras épocas. La imitación de la tabla de Astorga
sería posible en otros tiempos, pues figuraba ya recogida en el CIL o en las
ILS (aunque la mención de los Lougei, sólo conocidos a partir de la tabla de
El Caurel, sitúa un terminus ante quem non en los años sesenta). No voy a entrar a dilucidarlo, y cada uno es muy libre de hacer sus propias interpretaciones. Casi todos los datos precisos para ello los dejo aquí sugeridos.
Ante el cúmulo de irregularidades que acabo de apuntar, parece que no cabe más solución sino que el descubridor del bronce desvele el lugar exacto del
hallazgo, y que éste pueda ser explorado detenidamente. En este sentido, se debe seguir el ejemplo del hallazgo y posterior excavación y publicación de la tabula
de Montealegre, en Valladolid 47 • Puede aparecer el Ara Augusta, y entonces no
46. J. A. ENRÍQUEZ se decidía por NOBBIVS en su artículo (cit. en n. 3, 300) de esta forma: «La
primera lectura nos la da la profesora Castillo, pero yo me quedo con la segunda NOBBIVS, por
creerla más verosímil... ni Noppiusni Nobbiusson nombres ... de los que se haya conservado algún
testimonio ... ». Se refería a la lectura de C. Castillo, al recoger la novedad de la tabla en el mismo
Coloquio: «Epigrafia jurídica romana de Hispania en el último decenio: Época imperial», Actas EJR,
279. No se entiende muy bien la preferencia del Dr. Enríquez por Nobbius, habida cuenta de que ninguno de ambos nombres tiene precedentes. [Espero se me disculpe la veleidad, aunque no crea en la
autenticidad de la tabla, de ofrecer una propuesta para la resolución del nombre de este lega tus como si la pieza fuera cabal: sería quizá más lógico N(umerius) Oppius, ya que uno de los legados, si
representaba en el acto a C. Asinio Galo, podría ser un indígena ya romanizado o un romano].
47. A. BALIL y R. MARTÍN VALLS (edd.), Tessera hospitalis de Montealegre de Campos (Valladolid). Estudio y contexto arqueológico, Valladolid, 1988. La pieza fue hallada casualmente en el vertedero de unas obras de cimentación. Éste fue registrado concienzudamente y, acto seguido, se
plantearon excavaciones arqueológicas en regla, en el lugar de las obras (pág. 47 ss.), que dieron como resultado poder describir el contexto cultural de la tabla, en un hábitat de entre mediados del si-
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¿Convcntus Arac Augustac?
tendré inconveniente en revisar lo dicho y desdecirme de ello, con cierto resabio ante las fuentes textuales (sobre todo Plinio), y teniendo que encajar nuevas sorpresas en la administración romana. Pero, en tanto ello no ocurra, no
veo variación posible a las sospechas. Los conventus iundici pudieron ser
creación augustea, en la línea de los defendido por A. D'Ors en 1953 48 y más
recientemente por G. Alfoldy 49 , pero la respuesta a esa interrogante temo que
no se encuentra en la tabula Lougeiorum...
[Me ha parecido útil aprovechar esta ocasión para actualizar, en la fig. 1, el
mapa de distribución de las tabulae y tesserae de hospitalidad aparecidas hasta ahora en la Península, utilizando como partida el que ofrecía A. García y
Bellido en su artículo más arriba citado (n. 20), con las novedades posteriores
a 1966, que distingo (aunque la suya sigue siendo inconfundible) utilizando la
letra minúscula. Como él decía, la inclusión en el catálogo de las téseras de
hospitalidad de texto breve y datación incierta «estadística y geográficamente
tiene su importancia para la historia de esta institución en España» (p. 159)].
Nota. Entregado ya este trabajo, sale el número correspondiente al año
1987 de L 'Année Epigraphique, que recoge en su núm. 561 la publicación de la
tabla en Gerión, cit.. P. Le Roux, a quien se debe el comentario, mantiene en
el mismo las reservas que ambos compartimos durante el Congreso, especialmente a propósito de la posible antigüedad de la tabla frente a la posible modernidad en la ejecución del texto.
Addcndum. Este trabajo se entregó a la imprenta en 1990. Se le han añadido
tres referencias mínimas. Publiqué de él un avance («La tabula Lougciorum: un documento a debate», CuPA UAM 17, 1990, 267 ss.), que hasta el momento no ha recibido réplica de ninguno de los editores anteriores. Conviene, además, recordar
por su interés un trabajo que conocí después de haber redactado yo el mío: ÉTIENNE, R., LE Roux, P. y TRANOY, A., «La tcsscra hospitalis, instrument de Sociabilité
et de romanisation dans la Péninsule lbérique», Sociabilité, pouvoirs et société,
Rouen 1987, 323 ss.
glo I y los fines del II d.C., con marcada tradición indígena, así como contribuir al problema, ya
planteado, de la localización de la ciudad de Amallobriga. De esta forma es como una tabla de estas características puede ser aprovechable científicamente.
48. A. D'ORS, op. cit., 138: «Dentro de cada provincia hay que distinguir, ya desde la época de Augusto, demarcaciones de carácter jurisdiccional: los conventus... », aunque él admite que, por atracción de la organización judicial, pudieran haber surgido de ellas otras organizaciones administrativas más estables, que incluyeran el culto imperial. Sin embargo, es lo cierto que el culto imperial
conventual sólo está atestiguado en seis (los epígrafes del cluniense no están tan claros) de los catorce conventos jurídicos hispanos. Éste es un hecho que debiera influir en las valoraciones que al respecto del culto imperial se hagan. Por mi parte, fiándome en Plinio, y siguiendo la idea de D'Ors,
creo que en la creación de los conventos, fuera cuando fuera, sólo se tuvo en cuenta facilitar la dictio iuris.
49. Cf. art. cit. en n. 7.
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Alicia Mª Canto
LAM. I. La Tabula Lougciorum. (Foto Archivo Museo Provincial de La Coruña).
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¿Convcntus Arac Augustac?
LAM. 11. Detalle de la palabra Nobbius en la última línea.
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Alicia Mª Canto
LAM. III. Tabula Lougciorum. Lado izquierdo. Cf. entre sí las G(lín. l, 2, 3 y 4),
E(lín. 1y2), R (lín. l, 2 y 4), S(lín. 2, 3 y 5) y etc.
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¿Conventus Arae Augustae?
LAM. IV. Lado derecho. Cf. entre sí las S(lín. 3 y 5), A (lín. 1y3), V(lín. 1, 2 y 5)
o las aristas de Oy Q(lín. 2, 4 y 5) y etc.
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Alicia Mª Canto
LAM. V. Tabula Lougciorum. Lado izquierdo. Cf. las Oy Q(lín. 6, 7 y 9),
M(lín. 6 y 9), C(lín. 9 y 11), T(lín. 7 y 9), A (lín. 8 y 11) y etc.
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¿Convcntus Arac Augustac?
LAM. VI. Lado derecho. Cf. las R (lín. 9 y 10), O(lín. 11, 12), N(lín. 11, 12) etc.
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Alicia Mª Canto
LAM. VII. Fragmento de tésera de hospitalidad de Paredes de Nava (Palencia),
del año 2 a.c.
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¿Conventus Arae Augustae?
LAM. VIII. Tabla procedente de Mulva (Sevilla), años 5-6 d.C.
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Alicia Mª Canto
LAM. IX. Pacto de hospitalidad entre Emerita y Ugia, procedente de Mérida, del 6 d.C.
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¿Convcntus Arac Augustac?
LAM. X. Tésera opistógrafa de Herrera de Pisuerga (Palencia), del 14 d.C.,
cara A (según A. García y Bellido).
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Alicia Mª Canto
LAM. XI. Tabla de hospitalidad de Astorga, del año 152 d.C.
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¿Convcntus Arac Augustac?
LAM. XII. Tabla procedente de El Caurel (Lugo), del 28 d.C.
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•
Fig. l. Mapa original de A. García y Bellido en B.R.A.H 159, 1966,
149 ss. Los puntos llenos negros son textos largos de datación segura;
los puntos huecos son textos cortos de datación incierta. Añadidos en
letra cursiva, los hallazgos de tablas y téseras de hospitalidad posteriores a aquella publicación. La de Osma (Soria) es en lengua celtibérica y signario ibérico. De Monte Murado (Port.) proceden dos. Se
añaden también las téseras indígenas de Huete, Segóbriga y Luzaga,
con inscripción ibérica, no incluidas por G. y B. pero que hacen referencia a hospitium (gortica).
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