Tras conocer el proyecto español de concurrir a la Exposición Universal de París de 1900 con un pabellón de estilo renacentista, los franceses comenzaron a manifestar su desilusión. A su modo de ver, se requerían "toros, gitanería y moros", como siempre. En la exposición de 1889 la cuota española había quedado satisfecha con la plaza de toros que se elevó cerca de la novedosa torre Eiffel. Para compensar esta ausencia de exotismo andaluz los parisinos planificaron por su cuenta un "panorama" llamado "Andalucía en el tiempo de los moros" que incluía una reproducción de la Giralda de 65 metros de altura, un museo de la tauromaquia y unas Arenes para los grandes espectáculos y paseos.
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