Los espacios sacros del sureste ibérico acusaron desde mucho antes de la llegada de los ejércitos cartagineses el impacto cultural púnico, por lo que la implantación territorial bárquida en la segunda mitad del siglo III a.C. apenas alteró los paisajes simbólicos contestanos, a diferencia de lo que ocurrió con las estructuras políticas de la región. La conquista romana, por el contrario, implicó una total reestructuración del territorio, tanto a nivel político como simbólico y religioso. El estudio de todos estos cambios nos permitirá documentar interesantes ejemplos de hibridación cultural, de la utilización del universo de lo simbólico con fines políticos, y de la construcción y reconstrucción de los paisajes culturales contestanos
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