La inmersión de los Reinos de Castilla en una economía monetaria durante los siglos modernos dará lugar a la improvisación de diversos expedientes para hacer frente a los casos de insolvencia; para ello durante el siglo XVI se ensayaron varios procedimientos, que acabarán cristalizando en el concurso de acreedores paradigmático, que se mantendrá incólume para procesos civiles y mercantiles hasta las Ordenanzas del Consulado de Bilbao (1737), que introducen el proceso de quiebra, nuevo paradigma de larga duración. Por el contrario, las ejecuciones singulares mantuvieron una gran estabilidad durante el período moderno.
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