INSTITUCION CUI;TUR.AL «PEDRO DE VALENCIA»
EXCELENTISIMA Dil:PUTACION PROVINCIAL DE BADAJOZ
Págs.
Prólogo
Javier Arce ... .. . ... ... .. . ... ... ... .. . ... ... ... ... ... ... ... ... .. . .. . .... .. . ...
Dedicatoria
Antonio Blanco Freijeiro ... .. . ... .. . ... ... ... ... ... ... .. . ... .. . ... .. . ... ...
l.
13
15
MERIDA ROMANA
Miscelánea Arqueológica Emeritense
Antonio Blanco Freijeiro. Universidad Complutense de Madrid. Real Academia
de la Historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
23
Cultura artistica di Mérida romana
Maria Floriani Squarciapino. Roma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
33
El foro de Augusta Emerita
José María Alvarez Martínez. Museo Arqueológico de Badajoz ... ... ... ... ...
53
La popolazione di Augusta Emerita
Giovanni Forni. Universidad de Génova ... ... ............ ... .. .
Sobre epigrafía emeritense
Luis García Iglesias. Universidad Autónoma de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
69
85
Reflexiones sobre la iconografía mitraica de Mérida
Manuel Bendala Galán. Universidad Autónoma de Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Ein Kopffragment in Mérida und die Bildnisse der Agrippina Minor aus den
Hispanischen Provincen
W. Trillmich. Instituto Arqueológico Alemán. Madrid .. . .. . .. . ... ... .. . ... .. .
109
Entallos romanos del Museo de Mérida
J. M. Luzón. Universidad de Santiago de Compostela ... ... . .. ... ... ... ... ...
127
Aspectos del vidrio romano en Mérida
María del Pilar Caldera de Castro. Museo Nacional de Arte Romano. Mérida . . .
137
Zur typologie romischer tempel auf der iberischen halbinsel. Peripterale anlagen in
Barcelona, Mérida und Evora
Theodor Hauschild. Instituto Arqueológico Alemán. Lisboa . . . . . . . . . . . . . . . . . .
145
99
9
Págs._
Sobre la cronología augustea del Acueducto de los Milªgros de Mérida
Alicia María Canto. Madrid . . . . . . . . . . . . . .. . . . .. . .. . . . . . . . . . . . ..
Una muestra de cerámicas sigillatas claras e hispánicas tardías de Mérida
Luis Caballero Zoreda. Museo Arqueológico Nacional .... .. ... ..... .
Mérida capitale du vicariat des Espagnes
R. Etienne. Universidad de Burdeos, III .. . .. . .. . ... ... .. . ... ... ... ... ... .. .
Mérida tardorromana (284-409 d. C.)
Javier Arce. Instituto de Arqueología «Rodrigo Caro». C.S.l.C. . . . . . . . . . . . .
Mérida y el reino visigodo de Tolosa (418-507)
Luis A. García Moreno. Universidad de Alcalá de Henares. Madrid . . . . . . . . . . . .
157
177
201
209
227
11. VARIA ARCHAEOLOGICA
Cerámica griega en Huelva. Un informe preliminar
Ricardo Olmos Romera, Juan Pedro Garrido Roiz. Museo Arqueológico Nacional. Museo Etnológico . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .
Plaílideras en la iconografía ibérica
Martín Almagro-Gorbea. Universidad Complutense. Madrid . . . . . . . ..
Decoración extraordinaria de un vaso ibérico
E. Cuadrado. Asociación de Amigos de la Arqueología. Madrid ...
Retrato de Augusto y Togado de Carteia
José M. Santero Santurino. Universidad de Sevilla ...
Dos retratos romanos de la provincia de Córdoba
Pilar León. Universidad de Sevilla ...... .... . .
Cronología de la muralla de Munigua
Wilhelm Grünhagen. Erlangen . . . . ..
Teónimos falsos en Lusitania
Carlos Callejo Serrano. Cáceres .. . . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . .. . . .. . . .
Aportación al estudio del culto de Hércules en España: cuatro inscripciones de
Segóbriga
M. Almagro Basch. Madrid . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . .
Dos nuevas inscripciones romanas del Museo Arqueológico de Jaén
Mauricio Pastor Mufíoz. Universidad de Granada .. . ... .. . .. .
Notas a la epigrafía de Tarragona
Juan Gil. Universidad de Sevilla . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . . .. . . . .
Les inscriptions imperiales de Barcino (Barcelone), un reflet de l'histoire de la Colonie
Jean-Noel Bonneville. Casa de Velázquez. Madrid ... ... ... ... ... ... ... .. . ...
Un taller de ceramista en la bahía de Cádiz. Gaius Iunius Dracus
Ramón Corzo Sánchez. Museo de Cádiz . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
10
243
265
287
297
309
315
329
339
35 1
359
365
389
Págs.
Algunas consideraciones sobre los colores romanos y su empleo en la pintura
Lorenzo Abad Casal. Universidad de Alicante . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
El mosaico con el triunfo de Dionysos de la villa romana de Valdearados (Burgos)
J. M. Blázquez. Universidad Complutense. Madrid ... ... ... ... .. . ... .. . ...
Relaciones métricas en arquitectura. Análisis de tres propuestas
A. Jiménez. E. T. S. Arquitectura de Sevilla . .. . .. .. . . . . . . . .. . . . . .. . .. . . . .
397
407
427
11
SOBRE LA CRONOLOGIA AUGUSTEA DEL
ACUEDUCTO DE LOS MILAGROS DE MERIDA (*)
Alicia M.ª CANTO
(Madrid)
Queremos con estas páginas rendir un sincero homenaje a la desinteresada y
eficacísima labor que J. Alvarez Sáenz de Buruaga ha llevado a cabo durante casi
toda su vida セョ@ interés de la ciudad de Mérida. Pocas veces un investigador merecerá con tanta justicia los elogios que se le dediquen. Nosotros queremos hacerlo
a una especialmente de sus virtudes: la generosidad con la que siempre, y sin reserva alguna, ha ayudado a todos los que nos hemos interesado por aquella hermosa metrópolis romana, practicando en vivo aquello de que la ciencia es patrimonio de todos.
Nuestro propósito se centra en aportar un nuevo punto de vista que pueda
contribuir a fechar algo más precisamente que hasta la fecha el acueducto llamado «de los Milagros» de Mérida, cuyo sector más imponente, la extensa arcuatio
que cruza el valle del río Albarregas (lám. I, fig. 1) es sin duda una de las obras de
ingeniería hidráulica más sorprendentes de todo el Imperio romano.
Se ha escrito mucho en torno a los restos de la que fue capital de la Lusitania,
sobre todo compendiados, aumentados y analizados en profundidad en el Symposium que allí se celebró en 1975, conmemorando el bimilenario de la fundación de la ciudad (25 a. C.) (1). A lo largo de aquellos trabajos pueden encontrarse referencias a prácticamente todos los aspectos y bibliografia existentes
sobre ella, y los últimos y competentes estudios sobre aquellos.
Nosotros vamos a referirnos sólo a dos de estos trabajos, los de Th. Hauschild (2) y A. Jiménez (3), por tratar directamente del acueducto que nos ocupa.
El estudio de Th. Hauschild se centra en algunos detalles técnicos; llega a la
conclusión de que pilares y contrafuertes no son del mismo período (4); también
(*) Queremos dejar aquí constancia de nuestro agradecimiento por la amable hospitalidad que
nos dispensó el Instituto Arqueológico Alemán de Roma, en abril de 1979, en cuya biblioteca elaboramos este trabajo.
(1) Véase Augusta Emerita. Actas del Symposio Internacional conmemorativo del Bimilenario
de Mérida (Mérida, 16-20 de noviembre de 1975), Madrid, 1976, citado en adelante Augusta Emerita.
(2) Th. Hauschild, «Problemas de construcciones romanas en Mérida>>, Augusta Emerita, pp.
107-110.
(3) A. Jiménez, «Los acueductos de Emerita>>, Augusta Emerita, pp. 111-125, con buenos levantamientos y planes.
(4) Th. Hauschild, art. cit., p. 108.
157
le parece claro que los pilares 9 y 1O, que carecen de ladrillo, son de época distinta al resto de la arqueríaasí como los pilares y los contrafuertes entre sí (5). A
la hora de asignar cronología, aporta paralelos del Oriente del Imperio, del mundo tardío y bizantino, y señala, como ejemplo hispano, la entrada del mausoleo
de Centcelles (6), que tan competentemente ha sido por él estudiado (7). Sin embargo, no deja él mismo de señalar la extrañeza que le producen el tamaño y la
juntura de los ladrillos, que no concordarían con tan tardío momento, sino con
el primer imperio, época en la que entendemos fecharía él la primera fase (p.
109), después casi completamente perdida (p. 108).
En cuanto al trabajo de A. Jiménez, lo dedica al estudio de los tres acueductos que sirvieron a Mérida, desde sus tomas a los castel/a conservados. Analiza
varios aspectos de orden técnico y sus conclusiones pueden resumirse así:
- No cree en la hipótesis de la Mérida «grande desde siempre» que proponían Richmond y Almagro (8).
- Los tres acueductos no fueron levantados simultáneamente, sino a medida
que crecían las necesidades de la ciudad (9).
- Se basa en el cálculo de habitantes de la ciudad para deducir sus necesidades, siguiendo los de Lavedan-Hugueney para Narbona o Pompeya.
- La cronología de construcción de los tres acueductos emeritenses sería, según este autor, la siguiente:
1) Acueducto de Cornalvo: augusteo (pp. 113 y 116).
2) San Lázaro 1 (primera fase): Claudio (Pág. 118), tercer cuarto del siglo I
(p. 119).
San Lázaro 11 (segunda fase): época tardía (pág. 124), época posterior a
los comienzos del siglo n (p. 119).
3) Los Milagros 1: Trajano (pilares 9 y 10) (pág. 122).
Los Milagros 11: Anarquía militar (pág. 113), Severos (pág. 124)(10).
Cree que San Lázaro y Los Milagros fueron destruídos en una época
entre Adriano y Constantino, que él precisaría en el último cuarto del
siglo n, y restaurados durante el siglo m ( 11 ).
Hasta aquí, pues, un resumen sucinto de las teorías de ambos autores que,
como puede apreciarse, son favorables a considerar dos fases en Los Milagros:
una de construcción a comienzos de los siglos I ó n d C. y, tras una destrucción,
posiblemente intencionada, otra de reconstrucción a finales del siglo no comien(5) Esta tesis de las dos fases de construcción ya la había él expuesto en 1968, con ocasión del XI
C.A.N. en Mérida, siendo el primero en advertir este importante detalle constructivo.
(6) Th. Hauschild, art. cit., p. 109.
(7) Th. Hauschild, «Vorbericht über die Arbeiten in Centcelles. 3., MM 6, 1965, p. 127. Para el
paralelo, cfr. lám. 46.
(8) A. Jiménez, ya expuesto en Habis, 7, 1976, p. 271. Cfr. I. A. Richmond, «The first years of
Augusta Emerita», ArchJ 87, 1930, p. 99 y ss., especialmente 1O1, donde exponía su tesis. Vid. M. Almagro Basch, Guía de Mérida, Madrid, 1968, pág. 67.
9) Art. cit., pág. 123.
(10) Cfr. A. Jiménez, «Los acueductos de Bellone Claudia», Habis 4, 1973, p. 287.
(11) Sin embargo, la labor de destrucción de unos acueductos de semejante envergadura es costosa e ilógica, tratándose de obras públicas útiles; esto no tiene paralelos durante el Imperio.
158
zos del m d. C. Nosotros, por nuestra parte, consideramos que Los Milagros, tal
como lo vemos hoy prácticamente, formó parte del proyecto fundacional, es decir, de época de Augusto. Para intentar probar nuestra hipótesis nos serviremos
de argumentos de orden técnico, numismático e histórico.
Nos encontramos ante una gran ciudad, capital de la Lusitania, para la cual
disponemos de bastantes fuentes antiguas; de Mérida conocemos, proporcionalmente, gran cantidad también de documentos arqueológicos de todo tipo: edificios casi o muy completos (teatro, anfiteatro, el llamado «templo de Diana»,
circo, casa del teatro, necrópolis, etc.), colecciones importantes de pintura, escultura, numismática, ornamentación arquitectónica, bronces, cerámica, vidrios,
mosaicos, restos de centuriaciones, y, sobre todo, más de 700 inscripciones (12)
que nos ilustran sobre la historia de Mérida desde su fundación.
De todo ese enorme cúmulo de materiales arqueológicos, variados y de excelente calidad, se puede extraer un dato de carácter histórico de capital importancia para el objeto de nuestro trabajo: la ciudad de Mérida, tan romanizada, tan
exquisita en su arte y de tan estratégico papel en la administración imperial,
aparece ante nuestros ojos prácticamente muerta durante unos 150 años: los que
median entre Marco Aurelio y Constantino (13). Sería muy interesante investigar
las causas, y tratar de comprobar su relación con los disturbios que sabemos se
produjeron en Lusitania, y en los que «algunas» ciudades tuvieron un preeminente papel (14).
Creemos, pues, por razonamientos de historia económica, que es materialmente imposible que una ciudad, por lo menos «al ralenti», como lo estaba Mérida tanto en época de los Severos como durante la anarquía militar, tuviera el vigor y el aparato económico, técnico y de medios humanos, imprescindible para
levantar o ni siquiera restaurar íntegramente una obra ingenieril tan imponente
como la arcuatio de Los Milagros. Pues si este aparato oficial hubiera existido en
Mérida en ese siglo, es indudable que nos hubiera dejado múltiples vestigios en
las otras actividades materiales (15).
Veamos cómo se corresponden los datos numismáticos. Hemos de considerar
en primer lugar, porque nos parecen de gran importancia, las emisiones de ases,
dupondios, semises y cuadrantes con anversos referentes a construcciones hidráulicas. A. Beltrán, que trata cumplidamente de ellas (16), les asigna una fecha
(12) Casi de todos estos aspectos se trató en el Symposium ya citado. En el aspecto de la epigrafía, es lamentable que la tesis doctoral del Prof. L. García Iglesias, Inscripciones romanas de Augusta
Emerita (Madrid, 1973) no haya sido aún publicado por ningún ente oficial, habiendo salido sólo el
extracto (Epigrafia romana de Augusta Emerita, Madrid, 1973).
(13) Sobre ello, L. García Iglesias, «La epigrafía romana de Mérida», Augusta Emerita cit., p. 70.
Entre las inscripciones imperiales, hay un vacío de Adriano y Antonino Pío a la familia constantiniana. En esta idea abunda L. Abad para la pintura (Augusta Emerita, p. 73). En esta misma página, A.
Jiménez indica «los acueductos emeritenses acusan igualmente una época de abandono o desidia».
(14) Cfr. Vita Marcí XXII, 11. J. M. Blázquez, en Hispania Romana, Madrid, 1978, p. 484. Este
autor atribuye los disturbios a la durea de las levas y la recaudación de supuestos.
( 15) Vemos, efectivamente, que los únicos vestigios de interés, y no precisamente abundantes,
son las casas privadas (Cfr. A. Balil, «Sobre la arquitectura doméstica en Emerita», Augusta Emerita,
p. 75).
(16) A. Beltrán, «Las monedas romanas de Mérida: su interpretación histórica», Augusta Emerita, pp. 93-105 . Véanse especialmente pp. 95-96 y 101-102. Allí se cita la bibliografía numismática
anterior, sobre toda M . Grant, From lmperium to Auctoritas, Cambridge, 1969, 221.
159
anterior al año 12 a. C. y las sitúa cronológicamente inmediatamente después de
las series de la fundación (17), aunque él mismo indica que todas las series emeritenses fueron emitidas durante bastante tiempo, no pasando, sin embargo, de los
primeros años de Tiberio (18): En su comentario a estas series conmemorativas
de obras hidráulicas, A. Beltrán señala que los distintos autores no están de
acuerdo en la cronología de los acueductos emeritenses; pero que, a su juicio
(que nosotros compartimos plenamente), los trabajos a los que se refieren estas
emisiones debieron ser de gran importancia, ya que no se hubieran incluido si no
en las trascendentales y cortas series de la ciudad.
Los tipos de los reversos de estas series son variados, pero los anversos tienen
sólo dos (19): el busto de frente de un viejo con barbas, con un ánfora bajo su
boca; y la cabeza de una joven de perfil, de cuya boca fluye un chorrito de agua.
Beltrán comenta acertadamente ambos tipos, relacionándolos con captaciones de
agua, pantanos o acueductos.
A nosotros, dando quizá un paso más, nos llama la atención el hecho de que
siendo, al parecer, emisiones contemporáneas, se hayan diferenciado dos anversos, uno con personaje masculino y otro con femenino; parece que si se refirieran
a una sola obra, habría bastado con un tipo. Podríamos, pues deducir de estas
dos series, que con anterioridad al año 12 a. C. , se estaban construyendo en Mérida dos grandes obras diferentes. En nu.estra opinión debe tratarse de los pantanos de Comalvo y Proserpina, con sus respectivos acueductos. La emisión con
cabeza de viejo barbado posiblemente se refiera a Los Milagros, cuyo nacimiento
se sitúa en el pantano de Proserpina, ya que éste se construye aprovechando el
caudal del río, mientras que la emisión de joven de perfil debe referirse a Conalvo, cuyo pantano se forma con la contribución de diversos manantiales y fuentes
subterráneas (20). Representarían, por tanto, la personificación del Anas y la de
la náyade tópica de la o las fuentes, en una alegoría de fácil reconocimiento y
paralelos (21 ).
Una aportación en el sentido de relacionar las emisiones numismáticas con
obras hidráulicas la daba también, sin especificar, O. Gil Farrés (22) y un trabajo
(17) Las que mencionan al legado P. Carisio. Sobre su carácter propagandístico, A. Balil, art.
cit., nota 29, p. 79.
(18) A. Beltrán, loe. cit., p. 94.
(19) !bid., p. 95 . Cfr. A. Vives, La moneda hispánica, Madrid, 1924-26, láms. CXLI, 6 y CXLII,
3 a 5.
(20) Para todos los detalles relativos a la distribución y composición de ambos pantanos, véase
A. Jiménez, art. cit., passim. Pero más recientemente, J. Alvarez Sáenz de Buruaga ha publicado un
interesante estudio sobre aspectos inéditos de este último acueducto de San Lázaro: «El acueducto de
Rabo de Buey-San Lázaro de Mérida», en Estudios dedicados a Carlos Calleja Serrano, Cáceres,
1979, p. l. Es partidario de su datación augustea, y lo refuerza con el último descubrimiento de parte
del specus, en el solar del Museo Nacional de Arte Romano, que se dirige directamente a las termas
antiguas del foro (p. 14), termas posiblemente donadas por Agripa. En nota adicional da noticia sobre
el pantano inédito de Valhondo, con lo que el acueducto se abastecía de dos orígenes, Valhondo (arroyo) y Las Tomas (manantiales). Por las fotografias que da del specus subterráneo se puede ver su datación temprana, con sillares, cemento, bóveda de medio cañón y opus incertum en la substructio.
(21) Cfr. C. Kerényi, The Gods of the Greeks, Londres, 1974 (1951) p. 177; M. Untersteiner, La
fisiología del mito, Florencia, 1972, p. 235; RE, s. v.; Daremberg-Saglio, s. v., Roscher, Ausf Lexikon,
s. v., etc. A. Vives, op. cit., pp. 59-60 ya decía que «personificaban al Guadiana».
(22) En «La ceca de la Colonia Augusta Emerita», AEspA 1946, pp. 209 y ss.
160
recientemente publicado de J. M. Alvarez Martínez (23). Este último se relaciona
con muy interesantes descubrimientos relativos a diversos restos de la conducción de Los Milagros y, sobre todo, al castellum aquae aparecido bajo la ermita
medieval del Calvario. Aunque A. Jiménez no es partidario de relacionarlos con
los depósitos (24), nosotros estamos de acuerdo con Alvarez Martínez en que se
trata de ellos. Es muy interesante la estructura, con un compacto basamento de
sillares cuadrados, superestructura de opus incertum y hormigón (25).
Vamos a centrarnos ahora en nuestras propias consideraciones sobre la técnica de la arcuatio de Los Milagros, punto verdaderamente conflictivo, ya que el
resto de la conducción no ofrece tramos tan significativos ni con elementos tan
evidentes susceptibles de datarse. Para su descripción remitimos a los trabajos
donde ha sido ya estudiado (26), algunos de los cuales hemos ya citado.
Partimos de la base de que creemos en la tesis de que Mérida fue proyectada
desde el principio como lo que iba a ser: capital de una de las tres provincias hispanas (que hubiera sido mayor de haber mantenido Augusto su primera atribución de la Gallaecia a Lusitania), asiento de dos legiones de veteranos y centro
receptor y creador de cultura y arte plenamente romanos. Su situación fue escogida cuidadosamente, en un valle estratégico y agradable, entre ríos, con canteras
próximas, tanto de diorita y granito (Cuarto de la Jara) como de mármoles (San
Pedro, Alconera y Estremoz), que se sabía iban a ser necesitados (27).
Teniendo ello en cuenta, y considerando que Lusitania desde el principio fue
provincia bajo la dependencia directa del propio Augusto, y el papel que jugó
Agripa en todo el proceso fundacional, y tanto en las primeras emisiones como
en la dedicación, por ejemplo, del teatro (y éste como dato atestiguado, no sabemos si otras obras públicas lo serían también) (28), es muy fácil pensar que, aparte de los expertos libratores que contaran ambas legiones (29), fueran traídos expresamente desde Roma técnicos en urbanística y construcción, para llevar a
cabo la planificación de la ciudad. En este punto hay que recordar además el posible carácter triunfalista que la creación de Mérida tuviera para Augusto, como
colofón de las largas campañas que justificaron la clausura del templo de
Jano (30).
(23) «En torno al acueducto de Los Milagros de Mérida», Segovia y la arqueología romana,
Barcelona, 1977, pp. 49 y ss.
(24) Art. cit., p. 123.
(25) Compárese con la substructio de San Lázaro, por ejemplo (Cfr. J. Alvarez, art. cit. en nuestra
nota 20).
(26) M. Almagro, Guía de Mérida, cit; A. Jiménez, art. cit. y «Problemas de los acueductos emeritenses», Habis 7, 1976, p. 271; C. Fernández Casado, Acueductos romanos de España, Madrid, s.a.;
J. R. Mélida, Catálogo Monumental de España. Provincia de Badajoz, Madrid, 1925, p. 116; A. García YBellido, Arte romano, Madrid, 1972, p. 588, donde deduce que la fábrica es constantiniana, etc.
(27) Cfr. J. Alvarez S. de Buruaga, «La fundación de Mérida», Augusta Emerita, p. 19 y, sobre
todo, pp. 21-22 y 25-26, nota 50, donde se ponen adecuadamente de relieve todas las circunstancias
de la fundación .
(28) Quizá los mismos acueductos, puesto que Agripa, creador de la familia Caesaris aquaria, se
encargó directamente del Aqua Virgo, de la Julia y de la Tepula (Cfr. Frontino).
(29) Sobre ello, A. M. Canto, «El acueducto romano de Itálica», MM 20, 1979, p. 282, espec.
290 y nota 27, con los ejemplos y bibliografia oportunos.
(30) W. Tarn y M. Charlesworth, «The Triumph of Octavian», CAH, X, p. 122, 344, etc. R.
Syme, «The Spanish War of Augustus», AJPH 55, 1934, 52; A. Brancati, Augusto e la guerra di
Spagna, Urbino, 1963, 113-114; vid. p. ej. Suetonio, Aug., 22 y Augusto, R es Gestae, 13.
161
En este sentido, pues, de la planificación, vamos en la misma dirección de
Richmond y, posteriormente, Almagro Basch (31 ). Partiendo así de este principio, procede buscar los paralelos de lo que se estaba haciendo, tanto en Roma
como en otras construcciones augusteas del Imperio.
Desecharemos primero el cálculo que hace Jiménez (32), de unos 20.000 habitantes, para justificar el posible menor caudal de agua que necesitara Mérida.
Por dos razones: porque él compara Mérida con los cálculos de LavedanHugueney (33) para Pompeya, por ejemplo, pero hay que considerar que está última ciudad tenía prioritariamente un carácter de recreo, mientras Mérida era
capital administrativa; además, no sabemos prácticamente nada de la cantidad o
la capacidad de las insulae emeritenses.
Por otro lado, los acueductos o su capacidad no se pueden tomar como índice
poblacional, como ha demostrado recientemente Duncan-Jones (34), ya que no
podemos estimar la cantidad de agua-día consumida por una persona. De tal
manera, no se opone el cálculo de población que podamos hacer a que la ciudad
contara desde el principio con uno, dos o incluso tres acueductos a la vez, como
se dio el caso en Roma o Lyon (35), ya que no nos consta con qué número de habitantes contaba Mérida en este momento, entre veteranos, inmigrados itálicos e
indígenas, obligados o atraídos por la fundación (36). En el citado trabajo de
Duncan-Jones sobre el tamaño de las ciudades (37) se desechan sucesivamente
los sistemas tradicionales del cálculo poblacional: área edificada, capacidad del
territorio agrícola, del caudal de los acueductos, comparación entre ciudades antiguas y modernas, capacidad de teatros y anfiteatros o, por fin, cálculo sobre la
densidad de los restos existentes hoy (38). Por lo tanto, creemos que, por desgracia, habremos de esperar más tiempo para que el cálculo de la población emeritense pueda ser sólidamente fundado.
Tenemos, por otro lado, un documento epigráfico, hasta hace poco inédito,
que creemos tiene un seguro valor: una tabla de mármol que se conserva en el
depósito emeritense de La Alcazaba, y que muestra las huellas de sujección de
letras de bronce. Será publicada en breve por J. Hiernard y J. Alvarez Martínez (39), pero ya han sido dados a conocer dos avances (40). Su lectura es AQVA
(31) M. Almagro, Guía de Mérida, cit.. p. 67 . I. A. Richmond, art. cit. nota 8.
(32) En Babis 7, 1976, cit., p. 273.
(33) P. Lavedan-J.-Hugueney, Histoire de l'Urbanisme: Antiquité, París, 1966, p. 352 y ss.
(34) R. Duncan-Jones, «The size of cities», en The Economy of the Ro man Empire, Cambridge,
1974, p. 259 y SS.
(35) Cfr. Th. Ashby, The Aqueducts ofancient Rome, Oxford, 1935, p. 46.
(36) Los cálculos son imprevisibles, desde el momento en que se ignora el tipo de vivienda urbana prevalente y, lo que es tan importante o más, la extensión fundacional de la propia ciudad, dudándose entre 70 y 315 Ha. (cfr. A. García y Bellido, Resumen histórico del urbanismo en España,
Madrid, 1968, p. 31).
(37) Cfr, supra nota 34.
(38) El sabio inglés llega a la conclusión de que sólo resulta fiable el cálculo a través de las fundaciones económicas que nos han llegado por la epigrafia (op. cit., p. 262 ss.), sistema original que no
nos es aplicable para Mérida, por carecer de este tipo de inscripciones.
(39) Según nos informa amablemente J. M. /\lvarez, está en prensa en Sautuola 111.
(40) J. M. Alvarez y Hiemard, en RevEstExtr. 3, p. 571. A. Blanco la menciona, en el prólogo al
volumen I del Corpus de Mosaicos de Hispania, correspondiente a los de Mérida (Madrid, 1978).
Agradecemos, además, a D. J. Alvarez S. de Buruaga el haberla podido estudiar personalmente.
162
A VG VSTA es decir, que, aunque no sabemos a cuál de las conducciones se refiere (descartaríamos, sin embargo, Comalvo, por su carácter más bien humilde),
o a San Lázaro o a Los Milagros, llevaba un título que, además de fecharla plenamente, es el típico dato que nos garantiza, o al menos nosotros lo vemos así, que
ese acueducto fue costeado por el propio Octavio (41).
El ser un regalo personal del emperador, y el tratarse de una obra de envergadura, nos hace comprender más fácilmente que figure como motivo en una de las
primeras emisiones monetales de Mérida. El hecho se puede inscribir sin dificultad en la satisfacción lJersonal de Augusto, para el cual Augusta Emerita era el
símbolo del liquidamiento de las penosas guerras que durante doscientos años se
libraron en la península (42). Los cuatro personajes imperiales del momento,
Augusto, Agripa y Cayo y Lucio, sus hijos, aparecen en el trasfondo del ornato
de la nueva capital occidental. Hemos ahora de reforzar con datos técnicosarqueológicos la tesis que planteamos.
El uso de unas cuantas bandas de ladrillo, embutidas en un opus quadratum,
como es el caso tanto de San Lázaro como de Los Milagros, tiene varias razones:
1) es más rápido para fraguar las tongadas previas de cemento; 2) ayuda mucho,
en la nivelación a grandes alturas; 3) ahorra el uso del ladrillo cuando éste no es
muy abundante (como es el caso en el primer Imperio) y 4) por último, produce
un indudable efecto estético en una obra destinada a no ir enfoscada (como la
mayor parte de las obras latericias romanas), sino vista (43).
Los ladrillos de Los Milagros (Lám. 11, 1) están perfectamente cocidos, y las
llagas de cemento entre ellos no suelen pasar de 1 cm., de espesor (en tomo a 8-9
cm., de promedio, según medimos en varios tramos), lo que es claro indicio de
antigüedad (44).
Por otra parte, del uso de sillares almohadillados, sobre todo con un almohadillado tan potente como el de San Lázaro o la parte baja de Los Milagros, tenemos en España precedentes fenicios incluso (Niebla), pero más cercanos en el
tiempo son los ejemplos de las murallas cesarianas de Carmena, y en el espacio,
en la propia Mérida, los tenemos en teatro, anfiteatro y ambos puentes. En una
discusión del Symposium de Mérida tantas veces citado (45), M. Floriani Squarciapino hacía hincapié en el posible origen autóctono del almohadillado hispano
y, aunque estamos de acuerdo casi con ello, no hemos de olvidar también los paralelos de época augustea pero influencia helenística.
Nos hemos fijado especialmente en ciudades helenísticas con un gran movimiento constructivo en época de Augusto, concretamente en Aspendos y p←イァ。セ@
(41) Se puede decir que es constante: los acueductos de Roma que llevaron nombres personales
fueron sufragados por esa persona: Aquae Appia, Marcia, Julia, Arcus Neroníani, Claudia, Traiana y
Alexandrina.
(42) Tarn-Charlesworth, CAH X, loe. cit.; R. Syme, en CAH, X, 12, p. 342 y ss. Cfr. supra n. 30.
(43) Vitruvio 11,
(44) Ya Th. Haúschild·(art. cit),menciona este.dato, y él mismo.reconoce que esto no se suele dar
en época tardía; no obstante, ello no le hace desistir de tal datación. Cfr. G. Lugli, La técnica edilizia
romana, Roma, 1953,passim.
(45) Op. cit., p. 125
s:
·
·
163
mo (46). Quizá sea Aspendos el caso más representativo. En un tramo del acueducto, bastante bien conservado en é.poca de Lanckoronsky, se observan los pilares constituidos en su parte inferior por un potente almohadillado, que se convierten en sillares lisos de menor tamaño en el segundo orden, y una combinación de ladrillo en bandas y cemento, siendo volteados los arcos en doble orden
de ladrillo (menos dos de ellos, que lo son en sillares almohadillados, apoyados
en impostas reversas (47) (Láms. IV-V).
El tomo correspondiente de las Altertümer von Pergamon que hemos citado
nos indica que contaba con tajamares triangulares (Lám. Vi, abajo), detalle no recogido por Lanckoronsky, pero que es muy interesante para el de Mérida, que
también los tiene así (48). A este ejemplo de Pérgamo, que por sí sólo nos parece
ya significativo como paralelo para Los Milagros de Mérida, por reunir almohadillado abajo y ladrillo y mampostería arriba, hemos de añadir los diversos casos
de la propia Italia (vid. infra).
Creemos, por tanto, que puede demostrarse que ya en época de Augusto se
conocía y usaba la combinación de sillar almohadillado con sillarejo y ladrillo, y
la practicaban los propios ingenieros y arquitectos augusteos en ciudades como
Pérgamo, Aspendos o Mitilene (49). Tenemos en este sentido otro detalle a considerar: los sillares bajos, según observó el mismo A. Jiménez (50) en el pilar 8. 0 ,
estaban unidos con grapas en cola de milano, técnica: que según Lugli (51) desaparece a fines del principado de Augusto (52). Por lo expuesto hasta ahora, somos de la opinión de que los acueductos de Comalvo, San Lázaro y Los Milagros
fueron comenzados en época de Augusto, y a ellos se refieren las emisiones
monetales citadas. Uno de ellos al menos recibió el nombre de Aqua Augusta y,
probablemente, según los paralelos que conocemos en Roma y otros lugares (53),
fue costeado por el propio emperador. De ahí a pensar que Agripa costeó otro
sólo hay un paso, que por el momento no puede darse.
(46) Especialmente K. Lanckoronsky, Stadte Pamphyliens und Pisidiens, 1, p. 122 y figs. 96 a 98;
K. Hecht, Wasserwirtsschaflliche Anlagen des antiken Pergamon (Zwei Aquadukte der KaikosLeitung), Mitteilungen Leichtweiss-lnstitut für Wasserbau der Universitat Braunschweig, 45, 1975,
láms. 2 y 3 (para la datación, pp. 36-42); Garbrecht-Fahlbusch, ibid. (Die Kaikos-Leitung), ibid., 44,
1975, láms. 13, 14, 17, 18 y 20'; vid. F. Graber, Altertümer van Pergamon 1, 3, Berlín, 1913, p. 404 y
ss. y lám. 103. y A. Conze, ibid, Die Stadt, 290.
(47) K. Lanckoronsky, op. cit., p. 124 y fig. 97, donde expresamente lo fecha ya como «Ri:imerbau». En las dos obras recientes citadas se recogen fotografias antiguas de la misma obra. Véase también K. Stehlin, «Uber die Colliviaria oder Colliquiaria der ri:imischen Wasserleitungen», ASchwAlt
XX, 1918, pp. 167-175.
(48) F. Graber, op. cit., p. 404 ss. y lám. 103. Es interesante que combinaba el specus 5cuadrado
con bóveda de cañón y el clásico tubo redondo embutido en caja de cemento, a semejanza del hispano
y antiguo de Cádiz (Cfr. C. Fernández Casado, op. cit. s.p.).
(49) Cfr. A. Jiménez, art. cit. Habis 7, 1976, p. 271 y ss. Falta la nota 110.
(50) A. Jiménez, Augusta Emerita, notas 28 y 96. También se nota en el acueducto de Comalvo,
que por asentimiento se da como augusteo.
(51) G. Lugli, op. cit., pp. 237 y 239, figs. 54 y 55. Señala el origen griego de este sistema.
(52) Aunque en Ostia dura hasta mediados del siglo u, y en otros sitios más, como en la llamada
«tumba de la cristiana>>, en Argelia, si se acepta su cronología tardía.
(53) Además de los citados en nuestra nota 41, recordaremos una inscripción de Viterbo (=R.
Lanciani, Le acque e gli acquedotti, Roma, 1880, p. 378, dando el recorrido del acueducto privado de
Valerio Vegeto, que llegaba, atravesando losfundi de los dueños que allí se reflejan, hasta su villa Calvisiana, cerca de Viterbo (Cfr. Oriolt, Viterbo, Roma, 1849, p. 97). Tenía 8,811 Km. y su nombre era
Aqua Vegetiana.
164
Siguiendo con los detalles técnicos, vamos ahora a fijar nuestra atención en la
península itálica, ya que hemos de deducir el origen itálico de los architecti o libratores que ejecutaran o proyectaran el trabajo.
El uso del ladrillo en Italia alcanza al siglo I a. C. y, de la consulta de la arquitectura de este período, se deduce que era durante ese siglo mucho más corriente
en Sicilia, en la Magna Grecia o en el Piceno, por ejemplo, que en la propia
Roma (54). M. E. Blake (55) sostiene su teoría de que es muy posible que Augusto derivara su conocimiento de la construcción en ladrillo de las de Sicilia. Para
ello cita los casos de Centuripe o Taormina, por ejemplo, que al menos desde
época de Augusto fueron «ciudades de hormigón revestido de ladrillo», revisando los casos de sus anfiteatros, teatros, murallas, etc., construidas con esa técnica (56). En Sicilia se puede ver que los más difundidos fueron los ladrillos delgados, en tomo a los 3-3,5 cm., de grosor, posiblemente por influencia de los primitivos que, como se sabe, eran secados al sol y no cocidos. Pero sobre el tema
de las medidas insistiremos más adelante.
La Magna Grecia fue también, para Blake y Van Deman (57) otro centro de
producción y uso de ladrillos en época augustea temprana; el ejemplo más relevante es quizá el de Urbisaglia (Urbs Salvia) con sus murallas, hechas a base de
sesquipedales como los emeritenses, de 45-47 x 30-32 x 5-6,5 cm., su teatro y
anfiteatro (58). Otro centro interesante es Rimini, con grosores medios de 5 a 6
cm., y mortero de 0,5 a 1,2 cm.
El paralelo más interesante para Mérida, en este aspecto latericio, es el de la
Porta Palatina de Turín (59). La imponente puerta de la ciudad, flanqueada por
dos torres poligonales de 16 lados y con cuatro vanos, dos mayores centrales y
dos menores laterales, tiene la fachada realizada íntegramente en ladrillo. Es opinión general y no contradicha que se corresponde con la fecha de la fundación de
la Colonia Augusta Taurinorum, creada por Augusto muy poco después de la
batalla de Actium para los correspondientes veteranos (60). Esta datación asombra a Lugli por su perfecta realización y el masivo uso del ladrillo. El paramento,
analizado en detalle (61) consta de ladrillos cuyas junturas han sido alternadas
con particular cuidado, como ocurre en Mérida (lám. 11, 1 y 3), midiendo de 3,5
a 4,5-5 cm., de grosor, siendo los más corrientes entre 4 y 5 cm., de alto. Las juntas horizontales de mortero se han reducido al mínimo, sin llegar a 1 cm., de ancho, como vemos también en Mérida. La longitud varía entre 44,5 y 45 cm., hasta 48,5, y el ancho ronda el pie romano, sobre 29 cm. Todo ello, como recor(54) Las más antiguas obras latericias en Pompeya son de la época de la colonia (80 a. C.), mientras que en Roma a mediados del siglo 1 a. C. son casi todas de tegulae rotas y, por excepción, de bessales fraccionados. Cfr. G. Lugli, La técnica edilizia romana, Roma, 1957 (1968), p. 545. Mientras
que en Roms los hornos latericios eran pocos y estaban en manos privadas, la gran ofjicina Pausiana
del Piceno, había pasado ya a mediados del siglo 1a propiedad imperial (!bid., p. 549, nota 6).
(55) Ancient Roman Construction in Ita/y from the prehistoric Period to Augustus, Washington,
1947, p. 283.
(56) /bid., p. 283 y SS.
(57) /bid., p. 287 y SS.
(58) !bid., láms. 54,3 y 55,2.
(59) G. Lugli, op. cit., p. 574 y láms. CLXXXI.
(60) Chr. Hülsen, RE 11, 2, 1896, s. v. Augusta, 2347, n.º 20.
(61) G. Lugli, op. cit., lám. CLXXII, 1 y p. 622.
165
daremos, se da asimismo en Mérida. Un estudio detallado de esta puerta fue publicado por l. A. Richmond (62), comparándola con las augusteas de Rimini, Autun y Fréjus.
Nosotros hemos realizado (lám. 11, 1) diversas mediciones en los ladrillos de
Los Milagros, concretamente en el 4. 0 pilar del primer sector y en el 1. 0 y el 11. 0
del segundo, escogidos aleatoriamente y por estar distantes. Hemos visto que la
mezcla que une los ladrillos en el primer caso mide 0,8 a 1 cm., en el segundo de
1 cm., y en el tercero de 0,5, 1 y 2 cm., por excepción. En cuanto a la longitud de
los ladrillos, los hay sólo de dos clases, por lo que hemos alcanzado: sesquipedales fraccionados, es decir, entre 39 y 44 cm., y pedales, de 27 a 28 cm. Los pedales dentro del mundo romano son los menos corrientes, a pesar de que son los
mejor ajustados a la descripción vitruviana de lo que es un later (63).
A través de la lectura del libro de Lugli y de sus propias observaciones hay
que decir que no se puede hablar de ladrillos uniformes para toda Italia, o incluso dentro de una sola de sus regiones (64). Ya sea por la forma, la medida o la
pasta, cada región tiene características propias. Sobre ello hemos ya escrito en
otra ocasión para Hispania (65). Por ello al estudiar las modulaciones y normas
que Lugli da para cada uno de los «períodos» que sistematiza (66), no podemos
encajar con precisión nuestras propias medidas o detalles de color, etc., con los
de Roma. No obstante, hay algunas observaciones generales que sí hemos hecho:
la anchura de los ladrillos en época augustea (3,5 a 4,2, sobre todo 4 cm.) y el
grueso de sus juntas (0,6 a 1,2 cm.) son los únicos más coincidentes con las medidas de Los Milagros. Todos los demás períodos de Lugli difieren muy sensiblemente de las medidas y características de los emeritenses.
Ya que las medidas hemos dicho que no se pueden trasponer sin más a Hispania, sí diremos que por nuestras observaciones en ciudades como Itálica o
Mérida, nos parece que se cumple una de estas normas: la del grosor de los ladrillos, que está en proporción inversa al de las juntas de mortero, es decir, una
mayor estrechez de la junta viene acompañada de un mayor ancho en los ladrillos y viceversa (67). Ello debe de venir explicado por una mayor escasez de ladrillo o por su mayor costo. En los casos de Itálica examinados por P. León (68)
se observa una gran homogeneidad por tratarse de construcciones trajanoadrianeas. En los casos antoninianos, sin embargo, así como en algunos tramos del
acueducto, el módulo es ligeramente menor (69). Se puede saber también que His(62) En «Augustan Gates at Torino and Spello», PBSR 12, 1932, p. 52 y ss.
(63) Lugli, op. cit., p. 623: Vitruvio dice que los lateres son longum sesquipede, latum pede. Esta
norma en época imperial se cumplió muy poco. Por desgracia, no hemos podido observar, a través de
las caras internas, la frecuencia de ladrillos triangulares o, si los que presentan un lado corto en la fachado ocultan el triángulo hacia dentro o, por el contrario, son rectangulares.
(64) G. Lugli, op. cit., p. 621.
(65) «El acueducto romano de Itálica», MM20, 1979, p. 282, espec. 325.
(66) G. Lugli, op. cit., p. 582 y ss.
(67) No hay que olvidar que el ladrillo de la mejor época se mantiene entre 3,5 y 4,5 cm., en opinión de Lugli (op . cit., p. 545).
(68) M. P. León, «Notas sobre técnica edilicia en Itálica», AEspA 1977-1978, p. 143, espec.
146-147.
(69) A. M. Canto, art. cit., p. 325. El módulo en el paso del río Guadiamar es de 13 por metro de
alto, en cambio en El Chaparral se reduce a JO por la mayor anchura.
166
pania contaba con industrias especializadas en fabricación de ladrillo, como en el
caso demostrado de Belo (70) y, sobre todo, actividades en este sentido de algunas
legiones, como la VII Gemina para León y una vexillatio de ella en Itálica (71).
·Podemos, por tanto, suponer que las legiones V Alauda y X Gemina, para
cuyos veteranos se fundó la colonia de Mérida, tuvieran un papel activo, tanto
en el rigor y depalatus de los acueductos como en aspectos de la construcción,
como pueden ser los hornos latericios. Sin embargo, así como en otros casos han
aparecido, no tenemos noticia de que en Mérida se hayan producido hallazgos de
esta índole. Puede quedar, no obstante, como hipótesis.
En cuanto al aspecto latericio, creemos haber dejado establecida la mayor
probabilidad de datación augustea de los ladrillos empleados en el acueducto de
Los Milagros, tanto por su longitud (pedales y sesquipedales) como por su anchura (siempre entre 4,5 y 5 cm.), el grosor de la mezcla, finísimo (salvo algún
caso, menor o igual a 1 cm.), así como por la perfecta colocación alternante de
las juntas entre unas filas y otras, que Lugli, al referirse a la Porta Palatina, da
como dato augusteo (Lám. 11, 1 y 2). Hemos también visto cómo no hay dificultad en fechar el uso del ladrillo en este momento, fines del siglo I a. C., cuando en
Italia, pero sobre todo en Sicilia, Magna Grecia y Piceno, se está dando un uso
masivo de él en grandes construcciones, de donde se supone que Augusto toma la
pauta para generalizarlo en Roma, como quedó dicho más atrás.
Vamos ahora al aspecto del opus quadratum. No sólo el uso de este tipo de
obra es propio de épocas más antiguas que recientes en la arquitectura romana
(ya que en los siglos m y IV lo que verdaderamente se prefiere es el hormigón
revestido de ladrillo) (72), sino que el uso del almohadillado, aunque sea parcialmente, como ocurre en los contrafuertes y en la zona baja de Los Milagros (73)
(Lám. III) restringe la cronología de cualquier edificio. Es más, vamos a recordar
que el último ejemplo conocido del uso del almohadillado es el campamento de
la legión 11 Pártica en Albano, construido por los soldados de Septimio Severo (74).
La colocación a soga y tizón de los sillares de los contrafuertes (75), es muy
característica, por ejemplo, de construcciones en sillar de los siglos IV al I a. C.
que contaron con restauraciones augusteas. Tal es el caso del viaducto y puerta
de la ciudad de Ariccia (76). Tenemos otros varios ejemplos italianos, como
Ponte Funicchio, cerca de Ferento (77), los puentes de Los Capuchinos y del
Ciego en Ascoli (que marcan una reutilización augustea de materiales más anti(70) R. Etienne y F. Mayet, «Briques de Bélo», Me!. Velázquez 7, 1971, p. 62 y ss. Esta fábrica
parece ser de propiedad imperial.
(71) En ambas ciudades han aparecido ladrillos con la marca de la legión. Cfr. P. León, art. cit.,
con la bibliografía sobre este punto. Cfr. CIL 11, 1135.
(72) Refiriéndonos sólo a acueductos, recordaremos el Aqua Alexandrina, construido enteramente en ladrillo. (Cfr. E.B. Van Deman, The Building of the roman Aqueducts, Washington, 1935,
passim.
(73). No se puede olvidar el uso de idéntica técnica en San Lázaro, en el Puente sobre el Guadiana o en el teatro, de la propia Mérida.
(74) G. Lugli, op. cit., p. 185.
(75) Hasta la zona que hemos indicado (cfr. supra).
(76) M. E. Blake, op. cit., p. 105 y láms. 22, 1y2 y 52,1 (espec. ésta).
(77) Jbid., lám. 13,4; lleva agujeros de alza igualmente dispuestos.
167
guos; ambos tienen molduras salientes en las impostas) (78), etc. Destacaremos,
sin embargo, dos ejemplos augusteos de la propia Roma: el murallón del límite
del foro de Augusto y el basamento del templo de Marte Ultor que, son, a juicio
de Lugli, «los más perfectos ejemplos de saxum qua,d ratum construidos bajo este
emperador» (79). Uno de ellos es ejemplo de la disposición alternante de los sillares «al modo romano», como la que encontramos en pilares y contrafuertes de
Los Milagros, y el otro del característico almohadillado alternante, que produce
un bello efecto de claroscuro.
En cuanto al aspecto constructivo, es decir, la superposición de arcos o vanos,
citaremos el ya mencionado de la Porta Palatina de Turín (con arcos y vanos rectangulares, re§ultando también tres órdenes), el teatro de Gubbio, el anfiteatro de
Verona, el de Pola e incluso el mismo teatro de Marcelo, todos ellos de datación
augustea (80). El almohadillado de sillares conoce aún un momento de esplendor
en época de Claudio, y aún hay ejemplos flavios y trajaneos, para después ser
sustituido por los sillares lisos o por la más rápida y económica solución del núcleo hormigonado revestido de ladrillo. M. E. Blake da varios motivos para la
utilización del almohadillado y, para el caso de Los Milagros y de San Lázaro,
nos inclinaríamos por dos de ellos: la mejor protección de la obra y la búsqueda
del principio de contraste, acentuado en este caso con las bandas de ladrillo (81 ). Supone, en todo caso, un perfeccionamiento de las técnicas de construcción.
Bien, creemos que con todo lo dicho podemos haber demostrado una datación augustea y fundacional de la arcuatio de Los Milagros, con ejemplos de
Oriente y Occidente del Imperio en la época de que se trata. Los argumentos numismáticos y de historia económica, unidos a los de la pura técnica, hacen para
nosotros insostenible la tradicional datación tardía, o incluso contantiniana, que
se le viene dando (82). Nos gustaría redondear nuestro comentario pudiendo demostrar que la procedenia concreta de los veteranos de las legiones emeritenses,
especialmente los libratores, fue factor determinante para que se eligiera este tipo
de construcción, con la novedosa (en Hispania) aplicación del ladrillo. Pero
como este extremo no está bien precisado (83), nos bastará saber que Augusto y
Agripa, que velaron por el desarrollo urbanístico de la nueva colonia, sí sabían
perfectamente lo que se estaba construyendo en otros lugares y cómo se hacía.
Con ello queremos decir, hablando en líneas más generales, que puede pen-'
sarse de la arquitectura privada o incluso de la oficial en municipios menores,
(78) !bid., lám. 23, 3 y 4.
(79) G. Lugli, op. cit., p. 237, láms. XXXI, 1 y LI, 4.
(80) M. E. Blake, op. cit., p. 222, láms. 26,3 y 26,4.
(81) !bid., p. 186: «The wall made with occasional rusticated blocks may representa more sophisticated application of the principie of contrast.»
(82) Con algunas excepciones que hemos ya indicado.
(83) J. M. Roldán, Hispania y el ejército romano, Salamanca, 1974, p. 198: dice que la V Alaudae fue formada por César con peregrinos de la Narbonense, pero parece que esto da lugar a una serie
de problemas que estudia Wolff en un manuscrito que no hemos podido consultar. En cuanto a la X
Gemina (pp. 205-208 y 322) se conocen algunos soldados de Cremona, Regium Lepidum, Brixia,
Formia y Atina. Cfr. G. Fomi, 11 reclutamento del/e legioni da Augusto a Diocleziano, Milán, 1953,
223, 228 y passim. Este autor observa que, en general, las legiones asentadas en Hispania, Germania y
Britania cuentan solamente con contingentes occidentales (ibid., 76).
168
que lleven algún retraso en cuanto a modas constructivas en Roma o zonas más
próximas a ella, pero de la arquitectura oficial en capitales provinciales de importancia, sobre todo cuando en ella interviene de alguna forma el emperador,
sus legados o sus legiones, como es el caso de Mérida, no debería tenderse al
retraso en la cronología o a una explicación de carácter localista.
Nos queda por último decir sólo dos palabras en cuanto a los pilares 9. 0 y 10. 0
y al arco que se sitúa entre ellos. Es completamente de piedra, con ligero almohadillado y moldura en las impostas (Lám. 11, 4). Aunque en un primer momento nos inclinamos a pensar que podría tratarse de una restauración trajanea,
no vemos motivo ni diferencias suficientes estructurales con el resto de la conducción que obliguen a marcar este hiato, máxime cuando sabemos por el caso
de Pérgamo ya citado que es posible el tajamar triangular en época de Augusto y
el hacer uno o dos arcos con una técnica distinta. Lo explicaríamos entonces
porque, al ser el arco central, el más llamativo, el que se encuentra precisamente
en el centro del cauce, se ha querido resaltar su posición realizándolo enteramente en sillares, yendo en la misma línea de búsqueda del claroscuro y del contraste que observamos en el resto de la obra.
En cambio, hay un detalle en la arquería de Los Milagros que no recordamos
haya sido comentado por otros autores: los contrafuertes, hasta una cierta altura,
que coincide con el arranque del 2. 0 orden de arcos, se componen de dos sillares
de cabeza alternando con uno mayor, vistos de frente. En todo ese sector no llevan ladrillo. Pero a partir de ahí, hacia arriba, empiezan a incluir ladrillo, como
los pilares, y en vez de uno o dos sillares mayores, incluyen dos, tres o incluso
cuatro sillares menores en el frente. Creemos que en nuestra lám. 1, l puede
apreciarse bien la diferencia.
En nuestra lám. 1, 2 puede verse cómo en cada pilar, desde la base, se dejaba
hecho el entrante para el encaje del respectivo contrafuerte. Parece que primitivamente el contrafuerte llegaba sólo hasta el 2. 0 orden de arcos. De ahí para arriba
el pilar era completamente cuadrado. Pero en un momento poco posterior, y seguramente para reforzar más los pilares, se decide recrecer los contrafuertes hasta
arriba. Pero como los pilares allí no tenían el espacio previsto, hubo que quitar
sillares y picar el hormigón y el ladrillo para abrir el hueco. En la lám. 1, 3 puede
verse la gran diferencia entre los dos sistemas: la parte superior del pilar ofrece
un surco irregular, y el ladrillo no se remete de forma natural, como ocurre en
toda la zona inferior. En el pilar de la derecha, que conserva el contrafuerte, se
aprecia la diferencia del número y tamaño de los sillares, y un poco más arriba
cómo se ha comenzado a incluir las bandas de ladrillo en el estribo. Podríamos
preguntarnos si todo el tramo superior, a partir del 2. 0 orden, corresponde entonces a una elevación del specus (84), y que la arcuatio primitiva sólo llegaba
hasta ahí; pero creemos que no, porque en ese caso se habría previsto el hueco
(84) Así lo insinúa Th. Hauschild (art. cit., p. 108, final) para el total de la arquería, pilares y estribos. Que los pilares se hicieron desde el primer momento con el hueco para los contrafuertes se
puede comprobar, p. ej. en los varios casos en que han quedado sillares de unión sobresaliento de los
pilares. Cfr. A. Jiménez, Augusta Emerita, lám. XLIV, c.
Lo único que%osotros nos parecen auténticas restauraciones son los trozos de piedras irregulares que
aparecen en algunos pilares, por ejemplo en Hauschild, art. cit., lám. XXXIII, 1 y Jiménez, lám,
XCLV,a.
169
Lámina I
Acueducto de los Milagros (Mérida). Arquería del río Albarregas. !) Aspecto general del 2. º sector.
2) Detalle del hueco de un estribo. 3) Dos de los pilares. (Fotografías de la autora.)
Lámina II
Acueducto de los Milagros (Mérida). Arquería del río Albarregas. 1) Detalle de la alternancia de las junturas. 2) De los dos órdenes superiores de arcos.
3) Detalle de los ladrillos y Ja junta de mortero. 4) El arco central en piedra, entre Jos pilares 9. 0 y JO. 0 (Fotografías de Ja autora.)
Lámina IlI
Acueducto de los Milagros (Mérida). Arquería del río Albarregas. Detalles de la variación en los estribos
y caída de algunos de ellos. (Fotografías de la autora.)
172
Lámina IV
A
c.L-.:::c:.a.:m....:a::r-m 1 • • • セ@
a 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 ci=cc:ccm
B
!.-Alzado de la arquería de Aspendos, según Lanckoronski. (Fotografía cortesía del Instituto Arqueológico Alemán, Madrid.)
Lámina V
R N ・ セ@
!.- Detalle de la figura anterior, según Lanckoronski. (Fotografía cortesía del Instituto Arqueológico Alemán, Madrid).
·
セM
M M
6m
・M M M
Mセ@
! .-Sección del acueducto de Pérgamo y detalle de sus tajamares triangulares, según F. Graber. (Reproducción
cortesía del Instituto Arqueológico Alemán, Madrid).
correspondiente para el contrafuerte al hacer el pilar, y vemos que no es así. Por
tanto, lo único que se ha añadido en esa altura suplementaria en todos los contrafuertes. El no ir bien embutida la continuación del estribo en el pilar nos parece es la causa de que en muchos de los contrafuertes se haya caído sólo esa parte
(lám. III).
Addenda (2014): Una bella foto actual , en color, de la arcuatio de Los Milagros, con sus
características cigüeñas; otra del mucho menos famoso " Milagro Gordo ", llegando ya al que siempre se
conoció como " castellum aquaedel Calvario ". En 1994-1997 propuse que sobre él hubo un ninfeo romano de mármol,
probable sucesor de un santuario federal vetón cf. http://www.academia.edu/1075533/
El_Mausoleo_del_Dintel_de_los_Rios_de_Merida_Revve_Anabaraecus_y_el_culto_de_la_conftuencia Como tal ninfeo fue en
efecto reconstruido por el Consorcio, yen 2009 el G.F.E. lededicó un sello.
La última vez que lo visité se hallaba ya algo abandonado.
AGNZ」
BMN
セ]
Z⦅ᄀ[
セ
Z]
[ZN⦅]Mj@
セ
ᄋ ]BM
[QN
GセBQ
Hヲッエ@
Wikimedia
Commons)
176
(foto Grupo Filatélico Emeritense)
(foto emeri1Dsdelpatrimonio.blogspotcom)