Se analiza la producción arquitectónica de cinco edificios singulares de nuestra alta Edad Media a través de sus características, las relaciones entre los talleres de albañilería y de sillería (sillería de regla y de escuadra, apertura de canteras o sillería reutilizada) y los de escultura (ex novo o reutilizada; talleres externos u ocasionales, a pie de obra o sobre el edificio). Estas relaciones productivas varían desde unos casos donde aparentemente son ajenas, de manera que la construcción acomoda una decoración realizada sin tener presente el edificio, a otros en que ambas producciones están cada vez más integradas. Dos conjuntos decorativos ofrecen datos singulares en estas relaciones, procediendo como elementos novedosos que se pueden suponer indicadores de importantes diferencias culturales y cronológicas propias de la alta Edad Media. Uno es el del mobiliario de culto (canceles y altares). Y otro el de impostas y frisos arquitectónicos que, vinculados o no a los edificios conservados y presentes en los talleres de Mérida y Toledo, se suponen característicos de la arquitectura posterior al año 711.
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