El artículo examina el impacto de la guerra civil española sobre el inestable escenario europeo contemporáneo y se centra particularmente en la respuesta dada a la misma por las potencias democráticas occidentales, Gran Bretaña y Francia, y por la Unión Soviética. Su conclusión fundamental es que el espinoso "problema español" puso de manifiesto reiteradamente durante la segunda mitad de los años treinta la profunda disonancia entre la "política de seguridad colectiva", tal y como la entendía la URSS, y la "política de apaciguamiento", tal y como la practicaban los gobiernos británico y francés. En consecuencia, la larga guerra de España aparece como un episodio crucial en el fracaso de las tentativas para formar un amplio frente diplomático y militar en el continente europeo contra el expansionismo del Eje italo-germano.
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