El artículo trata de profundizar en el papel que las mujeres desempeñaron en la violencia colectiva popular de finales del siglo XIX, escogiendo para ello el marco restringido y todavía fuertemente ruralizado de la provincia de Zaragoza. La destacada participación femenina en el motín viene, por una parte, legitimada por ciertas responsabilidades y habilidades desempeñadas en el ámbito cotidiano, y que son fundamentales para la reproducción del grupo familiar y la pequeña comunidad rural en la que se inserta. Por otra parte es clara la faceta estratégica de la participación femenina para tratar de mitigar la represión en la medida de lo posible. Ahora bien, aun cuando en la protesta debió de existir entendimiento práctico entre hombres y mujeres, no se debe olvidar que en lo cotidiano no había igualdad de tareas ni de esfuerzos, y esto también conformará el carácter de la participación femenina en el motín. Las visiones más peyorativas hacia la mujer elaboradas desde la alta cultura y los postulados modernos de la feminidad lograron que este papel de liderazgo de la rebeldía fuera poco a poco diluyéndose desde las primeras décadas del siglo XX.
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