A partir de 1557, Macau se desarrolló como un puesto/establecimiento mercantil gracias a las actividades comerciales regulares entre Japón y China. Los españoles, radicados desde 1571 en Manila, iniciaron en 1582 una ruta comercial intermitente con Macau que fue considerada ilegal por las autoridades durante el periodo de la dinastía filipina en Portugal (1580-1640). Sin embargo, los intercambios económicos y religiosos entre las dos ciudades siempre fueron tolerados. La llegada de los holandeses a Oriente multiplicó la colaboración económica y militar entre Macau y Manila, como defensa ante la amenaza de los nuevos competidores europeos. Las relaciones entre las dos ciudades se rompieron tras la aclamación de dom João IV en Macau, en 1642.
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