Este artículo pretende ser un intento de síntesis de la memoria que, después de la muerte de Francisco Amorós y Ondeano (1848), quedó de su persona y, sobre todo, de su método de educación físico-moral, así como de la imagen que los numerosos seguidores y detractores de la concepción gimnástica "amorosiana" lograron forjar de un modo tan convincente que, en la mayor parte de sus puntos, se mantiene aún en la actualidad y sigue siendo propagada -presuponiéndola válida- en algunos escritos recientes. Asimismo, se esbozan algunas de las principales vías de difusión de la gimnasia e ideas de Amorós en los dos países donde desarrolló y puso en práctica su peculiar sistema educativo: España y Francia.
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