La Cumbre de Seattle (de la Organización Mundial del Comercio) ocupó la atención, durante los primeros días de diciembre pasado, de los medios de comunicación: éstos pusieron de manifiesto cómo un grupo de ONG se las arreglaron para hacer fracasar la reunión. ¿Qué ocurrió realmente en Seattle? ¿Fue verdaderamente positivo el fracaso? ¿Cuáles son los problemas que están en el fondo de este debate? A estas preguntas pretende responder el presente artículo, pero acercándose a ella desde la perspectiva particular de la Unión Europea y enmarcándolas en un desafío de más alcance: la necesidad, cada vez más imperiosa, de establecer un sistema de gobierno mundial.
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