Usando el símil publicitario entre una reconstrucción periodística y un película, analogía muy frecuente en la prensa barcelonesa de los años treinta, el autor hace un repaso a la evolución de las Joventuts d'Esquerra Republicana-Estat Catalá (JEREC) a lo largo de los años republicanos, hasta el final de la guerra civil. Siguiendo la pauta metafórica establecida, el autor muestra cómo el impacto de la Primera Guerra Mundial en Barcelona sirve como "fábrica de los sueños", que lanza el ideal de un partido-milicia de signo nacionalista radical. Igual que la "meca del cine" se convirtió en un punto de atracción de gentes con aspiraciones, el "separatismo" catalán se constituyó como un movimiento barcelonés de inmigrantes del campo o de los pueblos catalanes a la metrópolis. Pero la evolución política del ultracatalanismo resultó ser frustrante, ya que los miembros de la JEREC siempre fueron puestos en el papel de ser los "malos de la película". En 193 1-1933 resultaron "malos" por macianistas: la invención de las JEREC irritó a los nacientes grupos nacionalistas alternativos a Maciá (muchos camino de los comunismos catalanes) y su Esquerra Republicana; más adelante, en un ambiente de rivalidades dentro de la Esquerra, su expansión fue oscurecida por la sombra de la acusación de ser un "fascismo catalán". En 1934, a los de Estat Catalá se les tachó de "malos" al fracasar en la revolución de octubre y por su dependencia en el juego del nuevo presidente catalán Companys. Finalmente, en 1935-1936, y más todavía en el tiempo de confusión y guerra, a los miembros de las JEREC se les consideró como los "malos" por ser "anticompanysistas", luego, por ser unos "nacional-revolucionarios" frente a la revolución de los libertarios y, para acabar, por su oposición relativa a la hegemonía comunista.
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