El estudio de las construcciones populares ha sido abordado desde puntos de vista muy diferentes, e incluso antagónicos, tanto en lo que atañe a los métodos de análisis empleados como al conjunto de obras consideradas; ello ha propiciado conclusiones y resultados en muchos casos contradictorios. Por una parte, arquitectos y urbanistas y, por otra, etnólogos e historiadores del mundo rural han sido los encargados de portar la punta de lanza en estas investigaciones, y no sólo su metodología, sino también sus conceptos, han partido de posiciones dispares y alejadas, hasta el punto de tener que precisar lo que se entiende por arquitectura popular. Baste decir que algunos autores no admiten �ya nuestro juicio no les falta razón� dicha denominación de «arquitectura popular», prefiriendo la de «construcciones populares», alegando precisiones de definición y legitimidad; puede servir de ejemplo el caso del profesor salmantino Marciano Sánchez, quien, en su aportación a las jornadas sorianas de «Etnología y Folklore en Castilla y León» en 1986, hacía hincapié en lo dicho con preguntas como: ¿Qué es eso de la «Arquitectura Popular»?.
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