1. Introducción
A la medicación psicotrópica se la considera como aquella que ejerce profundos y beneficiosos
efectos sobre la conducta, el estado de ánimo y la cognición, aunque con frecuencia, no modifican el
proceso de la enfermedad subyacente (Schatzberg, Cole, & DeBattista, 2010).
Los tres grandes tipos de psicofármacos más utilizados en el tratamiento de los problemas
mentales y los cuales han sido tomados como referencia para nuestra investigación son los ansiolíticos,
los antidepresivos y los neurolépticos o antipsicóticos.
Ansiolíticos:
Los primeros fármacos con efecto ansiolítico selectivo y también hipnótico fueron los
barbitúricos (Stolerman, 2010). Las benzodiacepinas, quizá los ansiolíticos mejor conocidos y más
extensamente utilizados (Stahl, 2008). Las benzodiacepinas son muy seguras y efectivas en el
tratamiento de la ansiedad a corto plazo. (Preston, O'Neal, & Talaga, 2013).
Antidepresivos.
Los medicamentos antidepresivos incluyen los inhibidores selectivos de la recaptación de
serotonina, los tricíclicos y los inhbidores de la monoamina oxidasa, resultando efectivos en el
tratamiento de la depresión y la ansiedad comórbida (Leonard, 2001). Los antidepresivos producen un
incremento transitorio en el cerebro de determinados neurotransmisores del tipo monoamina, tales como
la serotonina y la noradrenalina, bien por la inhibición de su degradación, o bien, bloqueando su reabsorción o recaptación por las neuronas en la sinapsis (González & Pérez, 2007)
Antipsicóticos.
Los antipsicóticos son medicamentos calmantes usados para contrarrestar la inquietud interior, la
agitación psicomotora y el insomnio severo, estados que pueden surgir en los siguientes contextos:
psicosis esquizofrénica, especialmente en sus formas paranoide y severa, manía, síndromes psicóticos
como secuela de un trastorno orgánico cerebral y depresión, especialmente la que cursa con síntomas de
agitación y ansiedad (Spiegel, 2003).
La prescripción de psicofármacos en atención primaria, merece especial atención, pues muchas
veces se lleva a cabo sin la realización de otras intervenciones previas o paralelas para trastornos
mentales y con prescripciones más duraderas que lo recomendable e incluso con carácter indefinido
(Galleguillos, Risco, Garay, González, & Vogel, 2003).
Los psicofármacos son un grupo de fármacos de elevado consumo en el Sistema Sanitario
Español (Romo et al., 2003).
Según los resultados del ESEMeD, un 16 % de la población española entrevistada había
consumido algún tipo de psicofármacos durante el año anterior a la encuesta, siendo la probabilidad de
consumo el doble para las mujeres. Las benzodiacepinas (solas o combinadas) fueron el tipo más
consumido con un 11’4 %, seguidos por los antidepresivos con un 4´7 %, dentro los cuales, los de
mayor uso fueron los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina con un 59´5 %. Los
antipsicóticos fueron consumidos en el 2´1 % de los casos y los estabilizadores del estado de ánimo en
un 0´1 % (Codony et al., 2007).
El desarrollo de un fármaco es un proceso altamente complejo que comienza por una fase
preclínica en la que se evalúa en animales la biodisponibilidad, metabolismo y toxicidad del
medicamento, sus efectos sobre dianas biológicas conocidas y la representación de la patología en
varios modelos de animales. Después de obtener suficientes datos en estudios con animales, el fármaco
puede ser probado en humanos (Schatzberg & Nemeroff, 2009).
La Agencia Estadounidense sobre Alimentación y Medicamentos (Food and Drug
Administration o FDA) advierte que la medicación psicotrópica puede incrementar el riesgo de suicido,
lo que genera preocupación sobre su prescripción en pacientes con trastornos psiquiátricos, muchos de
los cuales ya poseen un riesgo incrementado de suicidio. Por ello, los clínicos deben comprender los
peligros y beneficios asociados al uso de medicación psicotrópica (Fawcett, Baldessarini, Coryell,
Silverman, & Stein, 2009).
Los objetivos de esta investigación contemplan el estudio entre profesionales y estudiantes de
medicina, y profesionales médicos de México y Colombia de sus consideraciones hacia los
psicofármacos, explorando sus actitudes hacia eficacia, efectos secundarios, mecanismos de acción, en
relación con sus hábitos prescriptivos, comparando a su vez las diferencias entre estudiantes y médicos,
diferenciando también entre españoles y extranjeros. 2. Método
La presente investigación es de naturaleza descriptiva-analítica y no experimental (ex postfacto),
de carácter transversal, utilizando como procedimiento para la recogida de información, la encuesta y
como técnica, el cuestionario, que se basa en la obtención de gran cantidad de información con objeto
de caracterizar a una población.
La captación de la muestra se llevó a cabo mediante un proceso de difusión del objeto de la
investigación adjuntando el enlace del cuestionario on-line.
La muestra aceptante ha sido de 210 sujetos, de los cuales el 61'9% se corresponde con
profesionales médicos de Atención Primaria de los países de España, México y Colombia y el 38'1%
con estudiantes de 5º curso de Medicina de las Facultades de Sevilla y Granada.
De entre la muestra de profesionales médicos, el 48'46 % son varones con una media de edad de
46'16 años frente al 38'75% de estudiantes del mismo género, siendo la media de edad de este último
grupo 22'74 años.
Al no hallarse en ningún caso un cuestionario susceptible de satisfacer a los propósitos de esta
investigación. Se creó así el “Cuestionario sobre Actitudes hacia Psicofármacos en Profesionales de la
Medicina”.
3. Resultados
De acuerdo con lo que a lo largo de esta investigación, ha venido siendo manifestado por parte
de la muestra de facultativos perteneciente al país español, se podría describir cuál es el perfil
predominante del profesional médico de atención primaria en lo que a actitudes hacia psicofármacos se
refiere. Las características globales de dicho patrón podrían detallarse como sigue:
· Considera ante cada paciente con problemas mentales la posibilidad de
escoger entre un tratamiento psicofarmacológico y uno psicoterapéutico.
· Hace uso de una mayor frecuencia de prescripción de psicofármacos frente
a la psicoterapia para sus pacientes con problemas mentales.
· Prefieren el modelo que defiende que los psicofármacos corrigen un estado
cerebral anormal, que son tratamientos para las enfermedades mentales, que su acción
terapéutica se deriva de sus efectos sobre la patogenia de la enfermedad, y que la
medicación psicotrópica es como insulina para la diabetes (Moncrieff & Cohen, 2005).
· Informa de una actitud no claramente definida hacia los psicofármacos y
en cambio, muy favorable hacia la psicoterapia.
Comparativamente al perfil predominante descrito para el médico español y siempre
según la información reportada que la representación de México y Colombia ha venido a aportar al
presente estudio, ha sido posible con la prudencia obligada por el tamaño muestral, la concreción del perfil más representativo de profesional de la atención primaria en los citados países en cuanto a
actitudes hacia psicofármacos se refiere, el cual quedaría definido por:
· Reflexiona ante cada paciente con problemas mentales la posibilidad de escoger
entre un tratamiento psicofarmacológico y uno psicoterapéutico.
· Hace uso de una mayor frecuencia de prescripción de psicoterapia frente a los
psicofármacos para sus pacientes con problemas mentales.
· Prefieren el modelo que defiende que los psicofármacos crean un estado cerebral
anormal, que son drogas psicoactivas y que sus efectos útiles son consecuencias de un estado
inducidos por ellos mismos y que la medicación psicotrópica sería como el alcohol para la
ansiedad social (Moncrieff & Cohen, 2005).
· Reporta una actitud ligeramente más crítica hacia los psicofármacos que los
médicos españoles, e igualmente a favor de la prescripción de psicoterapia.
4. Discusión
Parece ser que la prescripción manifiesta de psicofármacos y las actitudes hacia los mismos
pudiera estar influida por determinantes culturales que vienen a diferir entre el contexto español
enmarcado en Europa por un lado, y el correspondiente a México y Colombia, integrado en América
Latina, con una filosofía distinta en torno a la concepción de los trastornos mentales (Raskovsky, 2010).
Por último, el alumnado de medicina es el colectivo que se inclina más ampliamente por asumir
el modelo de acción de los psicofármacos en el que estos son concebidos como correctores de un estado
cerebral anormal y bajo el paradigma de la insulina para la diabetes. En consonancia, parece denotarse
una predilección hacia este modelo dentro de las enseñanzas universitarias. Sin embargo, en el ejercicio
profesional del contexto español el apoyo a dicho modelo es menor que en la muestra de estudiantes,
aunque es el preferido, pese a que el modelo alternativo recorta las distancias de forma relevante. En el
contexto latinoamericano, esta situación se revierte, y el modelo alterno que interpreta que los
psicofármacos crean un estado cerebral anormal y los asigna al paradigma del alcohol para la ansiedad
social sería más predominante que el otro.
En nuestro país, la tendencia a considerar que los psicofármacos corrigen un estado cerebral
anormal, que tienen un efecto terapéutico para tratar las enfermedades mentales derivado de su acción
específica sobre la patogenia de dicha enfermedad, de la misma manera en la que la insulina actúa con
respecto a la diabetes, es mayor que la consideración de los psicofármacos como drogas psicoactivas
que inducen un estado cerebral alterado con un efecto útil sobre una condición psicopatológica de la
misma manera que el alcohol alivia la ansiedad social. Esta diferencia se acentúa para el caso del
alumnado de medicina, y todo ello, a pesar de la falta de evidencia sólida a favor de los mecanismos
fisiopatogénicos responsables de los trastornos mentales (Moncrieff, 2008), pero cuyas hipótesis
(dopaminérgica, serotonérgica y/o noradrenérgica) se enuncian por oposición al efecto del preparado farmacológico, con la misma confusión en términos de validez que una hipótesis formulada para
explicar el origen del dolor de cabeza, partiendo del alivio producido por un comprimido de aspirina,
llegase a atribuir la génesis del dolor a un bajo nivel de aspirina en el organismo (Pérez, 2007). Aunque
las compañías farmacéuticas suelen sugerir lo contrario, no existe correlación entre la ansiedad o la
depresión y unos niveles bajos de serotonina (Lane & Muñoz, 2010) Sin embargo, el empeño de una
parte de la comunidad científica en aferrarse al hecho de que las alteraciones en la neurotransmisión
serían agentes implicados en los trastornos mentales pese a la falta de confirmación objetiva, debería
llevar al replanteamiento de tales hipótesis y a desvelar, si es que así sucediese, su vinculación a
intereses no científicos (Healy, 2002; Moncrieff, 2008; Pérez, 2007).
A psychotropic medication considering itself as one that exerts profound and beneficial effects
on behavior, mood and cognition, although frequency scam, do not alter the underlying disease process
(Schatzberg, Cole, & DeBattista, 2010).
The three major types of psychoactive drug used in the treatment of mental problems and which
have been taken as reference for our research are anxiolytics, antidepressants and neuroleptics or
antipsychotics.
Anxiolytics
The first drugs with selective anxiolytic and hypnotic were barbiturates (Stolerman, 2010).
Benzodiazepines, perhaps the best known and most widely used anxiolytics (Stahl, 2008) are very safe
and effective in treating short-term anxiety (Preston, O'Neal, & Talaga, 2013).
Antidepressants.
Antidepressant drugs include selective inhibitors of serotonin reuptake, tricyclic and monoamine
oxidase inhibitors of the resulting effective in the treatment of comorbid depression and anxiety
(Leonard, 2001). Antidepressants produce a transient increase in the brain in certain monoamine
neurotransmitters, such as serotonin and norepinephrine, or by inhibiting its degradation, or type,
blocking their reuptake or reuptake by neurons in the synapses (González & Perez , 2007).
Antipsychotics.
Antipsychotic drugs are used to counter painkillers inner restlessness, psychomotor agitation and
severe insomnia, states that can arise in the following contexts: schizophrenic psychosis, especially in
its severe forms paranoid, mania, psychotic syndromes in the aftermath of an organic disorder brain and
depression, especially that causes symptoms of agitation and anxiety (Spiegel, 2003).
The prescription of psychotropic drugs in primary care, deserves special attention, since it is
often done without the use of other prior or parallel interventions for mental disorders and more durable
than recommended requirements and even indefinitely (Galleguillos Crag Garay Gonzalez, & Vogel,
2003).
The psychotropic drugs are a group of high consumption in the Spanish Health System (Romo et
al., 2003).
According to the results of ESEMeD, 16% of the Spanish population interviewed had consumed
some type of psychotropic drugs during the year prior to the survey, with the probability of consumption
doubled for women. Benzodiazepines (alone or in combination) were the most consumed guy with a
11,4%, followed by antidepressants with 4,7%, within which, the most used were selective inhibitors of
serotonin reuptake with 59,5%. Antipsychotics were consumed in 2,1% of cases and mood stabilizers on
a 0,1% (Codony et al., 2007).
The development of a drug is a highly complex process which begins in the preclinical phase. It
is evaluated in animals bioavailability, metabolism and toxicity of the drug, its known effects on
biological targets and representation of the disease in various animal models. After obtaining sufficient
data in animal studies, the drug can be tested in humans (Schatzberg & Nemeroff, 2009).
The U.S. Agency for Food and Drugs (Food and Drug Administration or FDA) warns that
psychotropic medication may increase the risk of suicide, which raises concerns about prescribing in
patients with psychiatric disorders, many of which already have an increased risk of suicide. Therefore,
clinicians must understand the risks and benefits associated with the use of psychotropic medication
(Fawcett, Baldessarini, Coryell, Silverman, & Stein, 2009).
The objectives of this research for the review between professionals and medical students, and
medical professionals from Mexico and Colombia in its considerations towards psychoactive drugs,
exploring their attitudes toward efficacy, side effects, mechanisms of action, in relation to their
prescribing habits, comparing turn the differences between medical students and also differentiating
between Spaniards and foreigners.
2. Method
This research is descriptive-analytical and non-experimental (ex post facto) nature, transversal,
using as a method for gathering information, and as a technical survey, the questionnaire, which is based
on obtaining a wealth of information in order to characterize a population.
The sample collection was carried out by a diffusion process under investigation attaching the
link of the questionnaire on-line.
The accepting sample was composed by 210 subjects, of which corresponds to 61,9% of primary
care health professionals in the countries of Spain, Mexico and Colombia and 38,1% with 5th year
students of the Faculty of Medicine Seville and Granada.
Among the sample of medical professionals, the 48,46% were male with a mean age 46,16 years
versus 38,75% of students of the same gender, the average age of the latter group 22,74 years.
As no case a susceptible questionnaire to satisfy the purposes of this research was available this
gave rise the "Attitudes toward psychotropic drugs in Medical Professionals Questionnaire."
3. Results
According to what throughout this investigation has been being shown by the example of doctors
belonging to the Spanish country, a predominant profile of physician primary care provider could be
described in relation to attitudes toward psychiatric medications relates. The overall characteristics of
this pattern could be detailed as follows:
• To consider each patient with mental health problems a choice between
psychopharmacological and one psychotherapeutic treatment.
• To make use of a higher frequency of prescription of psychotropic drugs versus psychotherapy
for patients with mental problems.
• They prefer the model that argues that psychiatric drugs correct an abnormal brain state, which
are treatments for mental illness, its therapeutic action derives from its effects on the pathogenesis of the
disease, and that psychotropic medication is like insulin for diabetes (Moncrieff & Cohen, 2005).
• Reported on a not clearly defined towards psychoactive drugs and instead very favorable
attitude toward psychotherapy.
Comparatively predominant profile described for the Spanish physician and again according to
the information reported by the representation of Mexico and Colombia has also explained. It has been
possible with the prudence required by the sample size, the most representative profile of professional
primary care in these countries in terms of attitudes towards psychotropic drugs are concerned, which
would be defined by:
• To think before each patient with mental health problems a choice between
psychopharmacological and one psychotherapeutic treatment.
• To make use of a higher frequency of prescription of psychotropic drugs versus psychotherapy
for patients with mental problems.
• They prefer the model that argues that psychotropic drugs create an abnormal brain state,
which are psychoactive drugs and their useful effects are consequences of a state induced by themselves
and psychotropic medication would like alcohol for social anxiety (Moncrieff & Cohen , 2005).
• Report to a slightly more critical attitude towards psychoactive drugs that Spanish doctors, and
also in favor of prescribing psychotherapy.
4. Discussion
It seems evident that the prescription of psychotropic drugs and attitudes towards them could be
influenced by cultural determinants that come to differ between the Spanish context framed in Europe
on the one hand, and recourse to Mexico and Colombia, made in Latin America, with a different
philosophy around the concept of mental disorders (Raskovsky, 2010).
Finally, students of medicine is the group that leans more widely for taking the model of action
of psychoactive drugs in these correctors are conceived as an abnormal brain state and under the
paradigm of insulin for diabetes. Consistent seems denoted a predilection towards this model in
university education. However, in practice the Spanish context supporting this model is lower than in
the student sample, although it is preferred, although the alternative model cuts distances relevant way.
In the Latin American context, this situation is reversed, and the alternative model that interprets
psychotropic drugs create an abnormal brain state and assigned to the paradigm of alcohol for social
anxiety would be more dominant than the other.
In our country, the tendency to consider that psychiatric drugs correct an abnormal brain state,
which have a therapeutic effect for treating mental illness derived from its specific action on the
pathogenesis of the disease in the same way that insulin acts about diabetes, is greater than the
consideration of psychotropic drugs as psychoactive drugs that induce altered brain state a useful effect
on a psychopathological condition in the same way that alcohol relieves social anxiety. This difference
is accentuated in the case of students of medicine, and this, despite the lack of solid evidence for the
pathophysiologic mechanisms responsible for mental disorders (Moncrieff, 2008), but whose
hypotheses (dopaminergic, serotonergic and / or noradrenergic) set forth by opposition to the effect of
drug prepared with the same confusion in terms of validity of a hypothesis formulated to explain the
origin of headache relief produced by starting an aspirin tablet, were to attribute the genesis of pain at a
low level of aspirin in the body (Perez, 2007).
Although pharmaceutical companies often suggest otherwise, there is no correlation between
anxiety or depression and low serotonin levels (Lane & Muñoz, 2010) However, the efforts of the
scientific community in clinging to the fact that the alterations in neurotransmission are agents involved
in mental disorders despite the lack of objective confirmation, should lead to reconsideration of such
hypotheses and reveal, if that was the case, its relationship to non-scientific interests (Healy, 2002;
Moncrieff, 2008; Perez,2007)