Ayuda
Ir al contenido

Dialnet


La deforestación de la Isla de Cuba durante la dominación española: (1492-1898)

  • Autores: Miguel Jordán Reyes
  • Directores de la Tesis: Angel García-Rodrigo Martín (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad Politécnica de Madrid ( España ) en 2006
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: José Luis Gutiérrez de Loma (presid.), Sigfredo Francisco Ortuño Pérez (secret.), José Luis de Pedro Sanz (voc.), Cristina Montiel Molina (voc.), Ramón Villaescusa Sanz (voc.)
  • Materias:
  • Enlaces
  • Resumen
    • Las nuevas tendencias historiográficas abren un camino hacia la llamada Historia Ambiental; esta toma como centro la interdependencia del ser humano con el medio natural y se distancia de las visiones antropocéntricas de la Historia. La Historia Ambiental nace como una rama de la Historia Económica, aunque sus relaciones entre Historia y Naturaleza la hace específica y diferenciada de los procesos económicos normales que evalúan principalmente los procesos productivos agrícolas, la evolución de los precios y sus consecuencias, la evolución económica en general, etc., sin tener en cuenta la relación Historia/Medio natural y su evolución en el tiempo. Dentro de ésta visión histórica ambiental hemos iniciado la redacción de éste trabajo. Las islas del Caribe y la zona adyacente de México y Centroamérica gozaron de una enorme riqueza forestal en maderas nobles. Las existencias de caoba, palo santo, palo maría, etc., en Cuba, Puerto Rico, Jamaica, Campeche (Mx), Honduras, Nicaragua, eran conocidas por los españoles desde el primer período colonial. La existencia de las zonas forestales fue descrita por los cronistas de Indias y viajeros que relataron de manera cualitativa estas masas. Desde muy temprano, se empezaron a utilizar las maderas de esos inmensos bosques, bien para construcción de edificios, bien para extraer de ellas principios químicos tintóreos, como combustible, etc.; pero el consumo elevado y el uso inadecuado de las mismas hicieron que la Monarquía Hispana dictara leyes para su aprovechamiento. Aunque desde los inicios del Descubrimiento se realizaron en los barcos labores de carenado y reparación en pequeños astilleros indianos, fue en la época de Felipe V, Fernando VI y de Carlos III cuando se fomentó la construcción de navíos con el fin de recuperar el dominio de los mares, lo que hizo necesario el construir flotas que asentasen el poderío naval de la Monarquía Católica y que se dispusiese la construcción de astilleros y naves en los dominios de las Indias. La creación de astilleros por parte de la Corona en La Habana, Campeche, Guayaquil, El Realejo, Nicoya, Panamá, El Callao y Coatzacoalcos demandó gran cantidad de madera para la construcción de navíos. El comercio de Indias con el envío a Europa de productos que ésta demandaba, como el azúcar, promovió la creación de ingenios azucareros. Estos necesitaban leña para combustible, lo que dada la poca eficacia del sistema de trapiches, provocó la deforestación de muchas zonas. En los primeros años del siglo XIX tuvo lugar una enorme tala por compañías privadas que exportaron enormes cantidades de maderas nobles a Europa y USA. ¿Cómo influyó la demanda de madera para la construcción naval en la deforestación? ¿Cómo fue el impacto de la industria azucarera en el proceso deforestador? ¿Se enviaron a España grandes partidas de madera para la industria naval dado el agotamiento de los bosques españoles? Evaluaremos de una manera cualitativa, y determinaremos cuantitativamente, acudiendo a las fuentes documentales, los recursos forestales empleados durante el período 1492-1898. Para alcanzar éstos objetivos se ha realizado en primer lugar un análisis ecológico de las especies seleccionadas, definiendo su hábitat geobotánico, sus características botánicas y culturales, la asociación con otras plantas autóctonas y las características de su madera. Se ha analizado las fuentes que se refieren a la existencia y calidad de maderas acudiendo para ello a lo escritos de los Cronistas de Indias, relaciones de viajeros, leyes de Indias, Ordenanzas Reales para la protección de los montes americanos, Censos o relaciones topográficas realizadas, archivos de la Marina, etc. Se ha estudiado la influencia de los astilleros en necesidad de maderas y la valoración de los ingenios azucareros y sus consumos en leña y madera. Otros efectos sobre la deforestación como la roturación de nuevas tierras con fines diferentes del cultivo azucarero tales como café y tabaco no es parte del trabajo realizado. Se han consultado las actas y documentos sobre la importancia de las exportaciones y su cuantificación. Con esta investigación histórica, basada principalmente en fuentes bibliográficas, hemos llegado, como se verá a lo largo de la tesis, a las siguientes conclusiones: Los españoles, desde los inicios del Descubrimiento, se preocuparon por la inmensa riqueza vegetal americana, y trataron de comunicar estas maravillas dentro de sus limitaciones culturales y de la carencia de léxico ecológico, lo que les hubiera permitido comunicar estos descubrimientos de forma inteligible para los españoles de esta orilla. No existe parangón en la Historia de tal número de comunicadores, que recorriendo América a lo largo y ancho, trataban de expandir al Viejo Mundo el conocimiento de la exuberante naturaleza del Nuevo Mundo. Estos Cronistas de Indias, tan desconocidos incluso por personas de amplia cultura, permitieron salvaguardar gran parte de la historia americana precolombina, que sin su esfuerzo se hubieran perdido para la Humanidad, dada la carencia de fuentes escritas indígenas. La Monarquía Hispana bajo el imperio de los Austrias legisló para mantener y conservar la riqueza forestal americana: dictaron leyes para que la madera fuera cortada en épocas que evitasen su putrefacción; prohibieron la corta de maderas de caoba, roble y cedro para usos distintos de la construcción de navíos para la Armada Real; limitaron las cortas, reservando una distancia de 10 leguas a sotavento y barlovento de La Habana para uso exclusivo de la Marina; prohibieron el comercio de madera a los barcos comerciales; permitieron el envío de maderas duras americanas para la fabricación de cureñas y carros artilleros, y ello, en ocasiones muy especiales. Bajo los Borbones, la monarquía legisló para conservar la riqueza forestal en la idea de que el dominio de los mares solo sería realizada mediante una potente Marina, que necesitaba del elemento fundamental, la madera. Para ello dictó leyes para prohibir la corta de madera por los particulares; limitar el uso de maderas nobles que no podrían ser empleadas para embalajes de azúcar; formó una Junta de Maderas constituida por el Comandante de Marina, el Gobernador y el Intendente para autorizar los cortes; reservó los mejores bosques para la Marina; facilitó la construcción de naves en el astillero de La Habana; publicó Reales Ordenanzas para preservar los bosques de la esquilma de particulares; promovieron expediciones científicas con objetivos botánicos, zoológicos, médicos y comerciales. La caída de la producción azucarera en Saint Domingue y las magníficas condiciones de la Isla de Cuba para el cultivo de la caña de azúcar desarrolló de forma imparable la industria azucarera en Cuba. La incipiente, y posteriormente, importantísima sacarocracia criolla necesitaba roturar los bosques para cultivo y extraer madera para combustible de los ingenios, lo que llevó a un enfrentamiento entre los intereses de la Marina y el de los hacendados. Enfrentamiento que se saldó con la victoria de los hacendados cuando se promulgó la Real Orden de 1812 que permitía la libertad de talar los montes por los particulares. El envío de maderas a España para abastecer los astilleros del Norte ante la escasez de existencias forestales en la península es un tema recurrente en la historiografía. Podemos afirmar que esto no ocurrió. Los documentos analizados muestran que en los registros de entrada de mercancías, la madera figura en un porcentaje poco significativo, y si alguna importancia tuvo fue el envío de maderas tintóreas, palo Campeche y palo Brasil. El envío de maderas para mobiliario a puertos europeos de Inglaterra y Países Bajos se realizó durante todo el siglo XVIII con procedencia de Cuba, Puerto Rico, La Española y Honduras. Aproximadamente un tercio de la caoba llegada a puertos europeos tenía un origen cubano. Por los datos encontrados referido a toneladas de caoba y suponiendo una media de los árboles apeados de 100 cms d.a.p, una altura de 16 metros y una densidad de 0,6 grs/cc, hemos evaluado la deforestación originada desde los inicios de la exportación hasta 1898 en unas 400.000 Has. La construcción ferroviaria, que como sabemos fue en Cuba donde se inauguró el primer ferrocarril español, hubiera sido un factor de deforestación de primera magnitud, pero el proyecto realizado por el ingeniero americano Mr. Wright, que preveía una utilización masiva de madera de quiebrahacha (Pseudocopaiva hymenophylla Moric) no pudo realizarse por incumplimiento de las contratas y se decidió modificarlo y utilizar madera de pino tea importada de Estados Unidos. El combustible que se empleó para el funcionamiento de las locomotoras se realizó por medio de carbón mineral importado de Inglaterra, aunque en muchas ocasiones se empleó leña de los bosques cubanos que nos ha sido imposible de evaluar por carecer de documentación. El número tan importante de esclavos que se emplearon en los ingenios azucareros obligó a la construcción de edificios para alojamiento, lo que unido a la construcción de trapiches realizados en madera de jobo, quiebrahacha, cedro, sabicú y chicharrón significó, según mi estimación, en una deforestación de cerca de 900.000 Has, hasta 1860 que con el empleo de ingenios mecanizados y el uso de mampostería en la edificación frenó el proceso deforestador. Los embalajes de madera empleada para la comercialización del azúcar empezó siendo de madera de cedro, pero las prohibiciones legales y la contaminación que la madera de cedro provocaba en el azúcar en color y olor aconsejó el empleo de madera de pino importada de Estados Unidos, más idónea y de menor coste. La construcción naval tuvo una fuerte implantación en La Habana. Nuestra evaluación del consumo de madera para este fin, desde el funcionamiento del astillero hasta 1800 es de 300.000 metros cúbicos de madera, pero el entresacado de la madera bajo la responsabilidad de la Marina en los llamados Cortes Reales nos lleva a deducir que se produciría una regeneración natural y que por tanto la influencia en la deforestación por esta causa fue poco significativa. El agente más importante en la deforestación cubana fue sin duda el empleo de la madera como combustible de los ingenios y la forma brutal de explotación mediante los sistemas de ¿tumba y deja¿ y ¿tumba y limpia¿. Las autoridades españolas, a partir de la creación de la Escuela de Ingenieros de Montes por Orden de 1835, aunque con efectividad en 1848, y con la posterior creación del Cuerpo de Ingenieros de Montes en 1853 se preocupó del estado forestal de la isla, e hizo que el Director de la escuela enviase a Cuba a tres brigadas de ingenieros para organizar allí la administración forestal. La fuerte oposición de la ya muy influyente sacarocracia antillana hizo inútiles los esfuerzos, hasta el punto de que el ingeniero Miguel Bosch llegó a reconocer en ella a los adversarios frontales de una moderna política forestal. En 1876 se publica la Ordenanza de Montes de Cuba y Puerto Rico, que solo pudo ser aplicada a los montes de realengo, sin poder extenderse a los privados, que representaban el 95% de los existentes en Cuba.

      Partiendo de las producciones de azúcar que dan diversos autores para el período 1492-1898 y tomando los valores medios característicos de los consumos de leña obtenidos de las cartillas de numerosos ingenios (es decir, sacando la media una vez eliminado el valor más alto y el menor), llegamos a avaluar la deforestación cubana por los ingenios azucareros en combustible en 1.400.000 Has. Resumimos que por los conceptos anteriormente reseñados, la deforestación durante la dominación española fue de 2.700.000 Has, de un total de 9.000.000 Has. de existencias iniciales, es decir, el 30% del total forestal de la Isla. El dasónomo Elíseo Matos estima que al principio de los años 1900 las existencia forestales fueron de 4.500.000 Has, mientras que Porter las evalúa en esa fecha entre 5.300.000 y 6.100.000 Has. Vemos que entre estos valores extremos la deforestación estaría comprendida entre el 50% y el 32%, valor este último que coincide con nuestra valoración. El incremento de la deforestación hasta pasar la isla de bosque a sabana se produce de manera vertiginosa a partir de la emancipación en1898, siendo un ejemplo de cómo las élites criollas actuaron de forma indiscriminada al faltar la tutela legal de la Corona aunque anteriormente fueran las leyes incumplidas en parte por la debilidad de la metrópoli.


Fundación Dialnet

Dialnet Plus

  • Más información sobre Dialnet Plus

Opciones de compartir

Opciones de entorno