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Resumen de Al otro lado del espejo: un acercamiento al dibujo de Balthus.

José María Rodríguez González

  • Apesar de los numerosos estudios que hemos encontrado sobre la figura de Balthus y su producción artística apreciamos un importante vacio en el anál ... isis de su obra gráfica. Esto se debe, entre otras cosas, a que el mismo autor consideró durante mucho tiempo el dibujo como paso previo a la pintura. En este sentido expuso puntualmente sus dibujos y acuarelas en comparación con las muestras de pintura, en número más nutrido. En cualquier caso, la deuda que el Arte del siglo XX contrae con su singularidad y sensibilidad motiva este trabajo de investigación. Subrayamos cómo su obra pictórica eclipsa de algún modo a la dibujística, siendo ésta de notable importancia para una visión global y una comprensión totalitaria de su corpus artístico. En el primer capítulo de este trabajo, hacemos repaso a los momentos más significativos del artista: Balthus vivió entre 1908 y 2001, conoció dos guerras mundiales, fue testigo de la gestación y desarrollo de los ismos, intimó con los grandes nombres del siglo XX, y sin embargo no participó como otros en ninguna vanguardia de manera activa. Amigo de revolucionarios de la talla de Alberto Giacometti, Joan Miró, Pablo Picasso o Salvador Dalí, consideró maestros a los pintores del Quatroccento italiano y a los representantes del Clasicismo francés. Los nombres que evocará al respecto durante toda su vida serán siempre Masaccio, Piero de la Francesca, Poussin o Delacroix. Su aislamiento fue conformando una personalidad misteriosa y atrayente, al punto de ser referente entre intelectuales y artistas de París, que lo visitaban para impregnarse de su espíritu rebelde y sumamente original. Frecuentaban su taller André Derain, André Breton, Paul Éluard, Pierre Jean Jouve y Wilhelm Uhdem entre otros. Su figuración en plena vanguardia no dejaba indiferente ni a iniciados ni a profanos, y arrastró la losa de ser considerado un pornógrafo: un provocador debido a las poses de sus modelos, niñas apenas despertando a la pubertad. En la soledad de su estudio Balthus se mantuvo fiel a sí mismo y, a pesar de ser malinterpretado, propició una atmósfera concreta de trabajo: la que brota de la veneración del estado de la luz, del silencio, del trabajo manual y de la donación anónima del tiempo a favor de la obra. Seguramente moverse en estos parámetros no era compatible con la acción vertiginosa exigida por las vanguardias que convivían unas con otras, se alimentaban y devoraban entre ellas y se sucedían sin tregua. Consecuentemente, convertir su mundo en un castillo medieval -irreductible al ataque y protector al mismo tiempo-, responde a la necesidad de expresar sus más íntimos anhelos de reivindicar toda la pureza, belleza y bondad que ya no nos pertenece, permaneciendo en un �estado de infancia� y espiritualidad en el que lo erótico, -según repetiría en todas las declaraciones-, no tendría cabida. Ante la hipótesis de un posible montaje en torno a su inocencia o culpabilidad como provocador con la intención de encontrar en lo escandaloso la respuesta del público, analizaremos en el capítulo dos algunas de sus justificaciones y buscaremos en la obra de otros precursores con este tipo de mensajes el modo de esclarecer este punto. A pesar de haber vivido en países distintos (Francia, Alemania, Italia y Suiza) y de ser un viajero incansable, llama la atención cómo Balthus necesita echar raíces, posicionarse en su tierra. Advertimos cómo de forma insistente nos reclama a su mundo, que permanece inmutable -respondiendo al título de este trabajo- �al otro lado del espejo�. La llama de esa búsqueda la prendieron sus padres cuando era tan sólo un niño. Erich y Baladine Klossowski, los dos artistas, contaban entre su círculo de amigos con grandes poetas y personalidades del Arte. Así pues, Balthus creció entre privilegiadas tertulias formadas por Pierre Bonard, Jean Cocteau, Maurice Denis o André Gide. Este nido-plataforma del arte sin duda ejerció su influencia de manera extraordinaria sobre él. Otro nombre insustituible en el mundo de Balthus es el del poeta Rainer Maria Rilke, que de inmediato se interesó por las cualidades extraordinarias del precoz artista. Su paternal protección e interés por las dotes del niño se transformaría en una sólida amistad a pesar de la diferencia de edad, legándonos un interesante epistolario 1 que testimonia su afecto y el efecto enriquecedor de esta relación para ambos creadores. Como apreciamos en estos párrafos, estamos ante un artista cuya vida hacía compatible su dedicación plena a la pintura con el cultivo de amistades y relaciones de carácter excepcional. En el capítulo dos nos detendremos a observar dichos lazos de amistad y su posible efecto sobre la obra del pintor. Trataremos de completar la imagen del artista recogida en sus datos biográficos. En este mismo capítulo, se incluyen, además, las entrevistas inéditas que tras muchos esfuerzos a nivel personal, de organización y trabajo, nos han concedido su viuda, la Sra. Condesa de Rola, su hijo el Sr.Thadée Klossowski, y el periodista y escritor D. Juan Pedro Quiñonero. Entre estos documentos también aportamos el trabajo de traducción y síntesis de la entrevista que la Sra. McWeeney hizo al biógrafo oficial de Balthus, el Sr. Nicholas Fox Weber. Volviendo al tema principal que nos ocupa, como ya hemos apuntado, encontramos en la faceta dibujística de Balthus un atractivo campo de investigación. Los papeles guardan una estrecha relación con sus telas y nos invitan a estudiarlos de forma aislada, en el capítulo tercero. Descubrimos en ellos las cualidades intrínsecas del dibujo y descifraremos las claves de lectura que el talento de Balthus ha depositado sobre ellos. De igual modo, planteamos como hipótesis un proceso en el que el artista cambiaría su manera de entender el dibujo para separarlos de la pintura y acometerlos como obra final, con soportes elegidos expresamente a este fin, sin ser una disciplina exclusivamente al servicio de la pintura. Desde 1960 encontramos numerosos bocetos y dibujos preparatorios a gran tamaño. Dibujos concebidos como obras finales. Balthus corregía sus cuadros dibujando, mostrando la estructura del dibujo en sus creaciones, cercanas algunas de ellas a los planteamientos de la pintura mural. El interés que nos suscita su metodología, así como el nivel pedagógico de su obra, abundante a nivel iconológico, sirve de motor a esta investigación. Otra de las hipótesis que abordamos en el capítulo tres es la posible relación entre aquellos bocetos últimos preparatorios de Balthus previos a sus pinturas y los sistemas de traslado y cambio de escala de los dibujos previos a las pinturas murales del Renacimiento Italiano. A lo largo de las páginas del capítulo tres relacionaremos mediante ejemplos esta posible vinculación. Por último, abordaremos en este trabajo un análisis de la iconología de la obra de Balthus, así como explicaremos el significado de sus presencias simbólicas constantes. Como aportación final, haremos un recorrido por la evolución del dibujo de Balthus y su diálogo con la pintura. En el Anexo que cierra este trabajo presentamos la inédita colección de fotografías resultante de la sesión concedida por la Fundación Balthus en el estudio del artista en Rossinière.


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