El actual "debate" bioético más se parece a una negociación política que a una verdadera discusión ética. Este artículo pone de manifiesto los compromisos de este debate con los planteamientos de la ética comunicativa (Habermas, Apel) y con los de la neutralidad liberal, tal como la entiende Rawls. La exposición trata de mostrar los equívocos que se derivan de estos compromisos.
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