El presente artículo ofrece una respuesta a la siguiente pregunta: ¿cómo son posibles las reconstrucciones incompatibles de un mismo acontecimiento histórico? La respuesta a la pregunta es simple: ello es posible gracias a la naturaleza de los discursos que intentan reconstruir hechos del pasado. Ellos generan relaciones de acontecimientos del pasado con acontecimientos del futuro, desde la perspectiva de la persona que realiza la reconstrucción. Para demostrar esta afirmación se acudirá al caso IRVING vs. LIPSTADT. Él servirá para hacer ostensibles las relaciones que se presentan entre la historia y el derecho y la manera como varios construyen narrativas fácticas para los de estos lenguajes justificar puntos de vista incompatibles sobre un mismo acontecimiento histórico.
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