España ha fomentado el regadío durante los dos primeros tercios del siglo XX como instrumento de desarrollo económico. Las diferentes circunstancias económicas y sociales actuales además de las exigencias medioambientales hacen que en la actualidad no se deba seguir promoviendo trasformaciones en regadío sin hacer antes un riguroso análisis económico. Así, pues, el coste del agua y su productividad tendrán un papel esencial en la decisión de las inversiones hidráulicas y en la asignación de los recursos hídricos.
El método que se propone permite calcular el ingreso neto de la producción añadida por el regadío. Con este dato comparado con el agua consumida, el coste abonado por ella por los agricultores, se puede por un lado analizar la viabilidad social de la aplicación generalizada del principio del fuil recovery cost, incluido en la Directiva Marco del Agua, y por otro conocer las subvenciones encubiertas que reciben los agricultores por el abaratamiento del coste del agua.
Este método, aplicado ya a las zonas regables de promoción pública y a dos zonas privadas que recibieron ayudas públicas de acuerdo con la Ley de Auxilios de 1911, puede ser muy útil para analizar la eficiencia económica de las importantes inversiones en obras de regadíos que se han propuesto en el Plan Hidrológico Nacional y en el Plan Nacional de Regadíos.
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