Cuando, en 1972, visité por primera vez San Vicente de Munilla esta pequeña localidad del valle alto del Cidacos ya estaba deshabitada. Sus edificios estaban en general en mejor estado que en la actualidad, cosa lógica si tenemos en cuenta que el tiempo y las inclemencias climatológicas no perdonan. Sin embargo, gracias a un grupo de nostálgicos y a la Asociación de Amigos de San Vicente de Munilla, se han rehabilitado antiguas viviendas y algunos edificios comunes. La aldea puede seguir siendo, esperemos que por mucho tiempo, un punto de encuentro para todos aquellos que tuvieron que emigrar un día.
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