El reto de la formación profesional consiste en desarrollar al máximo las capacidades de las personas, tanto para la adquisición de las cualificaciones que éstas desean y la sociedad y la economía necesitan, como para su aplicación al mercado laboral, tremendamente cambiante, que exige capacidad de adaptación y aprendizaje porque vivimos en un mundo expuesto a cambios muy pronunciados y a un proceso de globalización que abarca todas las esferas de la vida, en un grado cada vez mayor, y que muy probablemente será irreversible.
Cada vez la sociedad y el mercado exigen una mayor preparación, mejores cualificaciones y más amplias competencias, así como una actualización permanente del saber hacer de las personas. Y en esto, la formación profesional es la que cumple un papel más determinante, porque su función consiste en cualificar a los ciudadanos para que se inserten en el mundo del trabajo.
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