INTRODUCCIÓN
El voleibol tiene una clasificación praxiológica que lo define como un deporte de cooperación-oposición (Hernández, 2000), disciplina rápida y de gran habilidad coordinativa (Ciccarone et al., 2008), su estructura y dinámica de juego se divide en dos apartados:el ataque y la defensa del ataque. Rentero & Moreno (2015) mencionan que la ofensiva y defensa, están ligadas al ataque; de ahí su alta exigencia física y técnica, gestos motrices de saltos y movimientos explosivos; además, un rasgo antropométrico (como la estatura superior al promedio). Se considera factor determinante para el rendimiento óptimo (Durnin & Womersley, 1974; Almagià et al., 2009).
La Federación Internacional de Voleibol (FIVB) ha modificado las reglas, previendo la transformación del performance deportivo; algunos de los cambios son los del fortalecimiento de la defensa con la presencia del líbero y en el ataque con el sistema de puntuación Rally Point System (Rentero & Moreno), que han permitido un mayor dinamismo; y, por consecuencia, una mayor exigencia física, psicológica y de respuestas tácticas. Otros cambios del reglamento responden a la evolución morfológica de la estatura absoluta debido a que hay una tendencia al incremento a nivel mundial (Norton et al., 2000).
Por lo anterior, la antropometría toma importancia, ya que ayuda a definir los rasgos morfológicos de los atletas; con la oportunidad de evaluar y determinar la composición corporal y el somatotipo (Almagià et al.), exis- ten equipos internacionales -como el de Rusia, Brasil, Estados Unidos y Cuba- donde se identifican y evalúan las características antropométricas para aumentar el rendimiento del jugador, según su somatotipo y posición de juego (Lentini et al., 2006); dichos parámetros, han sido valorados a nivel mundial (Papadopoulou, 2001; Almagià et al.), obteniendo datos de referencia, a través de los cuales se puede predecir la oportunidad de éxito.
Con el paso de los años se han incorporado variables de estudio-como lo es el tejido muscular, óseo y graso- empleados para determinar el estado nutricional y el nivel de rendimiento físico (De Hoyo et al., 2008; Almagià et al.; Fonseca et al., 2010; Pérez et al., 2014; Muñoz-Marín et al., 2016; Zamora, 2018; López et al., 2019).
En México,se tiene como antecedente los estudios en jugadores de voleibol de Rivera (2016), de Brizuela (2016) y López et al.; en donde se determinan perfiles antropométricos, de somatotipo y composición corporal en Selectivos Universitarios, tal como lo sugieren Lentini et al.; pues, afirman, que en el deporte “la antropometría surge como herramienta para el desarrollo del alto rendimiento para cuantificar las formas corporales y dimensiones, convirtiéndose en un método valioso en el área de las mediciones corporales de los deportistas”. El presente estudio (pionero) se realizó en jugadores de la Selección Mexicana Varonil Mayor de Voleibol de Sala; siendo referente para realizar investigación comparada con la elite del voleibol mexicano.
MATERIAL Y MÉTODO
La investigación fue de tipo descriptivo transversal (Morales, 2012). La población de estudio se conformó por 15 jugadores de la Selección Mexicana Varonil Mayor de Voleibol (edición 2019); conformada por 15 jugadores con edad promedio en años de 26,4±4,73, a los cuales se les administró el método antropométrico del somatotipo de Carter & Heath (1990), caracterizado por ser un método tricompartimental que se dividió la morfo-estructura en masa muscular, masa ósea y masa magra. Para ello, se usó el protocolo del perfil restringido y el kit antropométrico Rosscraft SRL, validado por la Asociación Internacional de Kinantopometría (ISAK), que se compone por paquímetro óseo, cinta métrica y plicómetro. Los datos se recabaron por personal certificado en nivel II de ISAK y en condiciones normales de temperatura, por la mañana y después del vacío urinario; previo a las evaluaciones se consideró el acuerdo a la Declaración Helsinki: se informó a los jugadores sobre las tomas, implicaciones y efectos secundarios derivados del protocolo (Manzini, 2000).
Los valores se obtuvieron derivados de evaluaciones previas a la etapa competitiva de la Copa Panamericana 2019 -desarrollada en Colima, México- en donde participaron 12 países adheridos a la Confederación de Voleibol de Amé- rica Central y el Caribe (NORCECA); por lo que, en consideración del tiempo durante el cual se intervino, la Selección Nacional se encontraba en estado de rendimiento máximo. Los datos fueron registrados en la plantilla de recolec- ción manual y, posteriormente (para su traducción) en plantilla de Excel. Se emplearon técnicas estadísticas de media y desviación estándar para describir a la población y la prueba de Kruskall Wallis para identificar diferencias entre los grupos. Para ello, se utilizó el paquete SPSS, versión 22.
RESULTADOS
En la Tabla I, se observan los valores antropométricos básicos, así como la edad: 26,40 ± 4,73 años; peso 85,45 ± 8,39 kg; estatura 192,71 ± 7,16 cm; Índice de Masa Corporal 23,07 ± 2,44; en los cuales no existen diferencias estadísticas significativas entre las variables mencionadas por posiciones de juego.
En la Tabla II se presenta la estadística descriptiva de pliegues, circunferencias y diámetros por posiciones de juego. No se encontraron diferencias estadísticamente significativas.
En la composición corporal, quienes presentan mayor porcentaje de grasa son los acomodadores (19,46 ± 3,51), los banda poseen mayor porcentaje de Masa Muscular (45,70 ± 1,28); los centrales presentan mayor porcentaje de peso óseo (20,52 ± 2,74) y la presencia de diferencias significativas entre posiciones en la variable de porcentaje de Masa Muscular (p <0,05 = 0,033) (Tabla III).
(#)* = Cantidad de jugadores por posición de juego, x ± sd = Promedio ± Desviación Estándar, PG = Promedio General, p valor = Kruskal Wallis.
x ± sd = Promedio y Desviación Estándar, Kg GC = Kilogramo de Grasa Corporal, % GC = Porcentaje de Grasa Corporal, Kg MM = Kilogramo de Masa Magra, % MM = Porcentaje de Masa Magra, Kg O = Kilogramos de Tejido Óseo, % O = Porcentaje de Tejido Óseo, p valor = Kruskal Wallis.
El promedio del componente endomórfico es de 2,3±0,8 (p >0,05 = ,220), del mesomórfico es de 4,0 ± 1,3 (p >0,05 = ,238), y del ectomórfico de 3,5 ± 1,4 (p >0,05 = ,307). En ninguno de los componentes se presentaron dife- rencias estadísticas significativas por posición de juego (Tabla IV).
Si se ubican estos valores en la somato-carta se podría observar la dispersión de los componentes mesomorfo y sus derivados; en promedio, los jugadores banda son meso-ectomórfico, mientras que los acomodadores, en mesomorfo balanceado; los centrales y opuestos en ecto-mesomorfos, mientras que los líberos en meso-endomorfos; la Selección se localiza, en lo general, en ecto-mesomorfo.
DISCUSIÓN
López et al. hacen énfasis en lo fundamental que es el control corporal del deportista para la formación y desarrollo del rendimiento; por ello, los resultados son de relevancia para comparar los hallazgos con los de otros selectivos nacionales e internacionales, como es el caso de la Competencia Panamericana; donde el promedio de edad fue de 24,51±1,40, una diferencia promedio de 1,89 años con el selectivo mexicano, donde los de mayor edad son los jugadores de posición líbero (con 31,50 ± 10,60). Estos jugadores de acción defensiva son los de mayor experiencia, tal como lo cita Rentero & Moreno. En cuanto al peso y talla promedio entre las selecciones fue de 85,29 ± 9,11; mientras que la Selección Mexicana fue de 85,45 ± 8,39 y 192,71 ± 7,16, contra el promedio general de las selecciones, 191 ± 0,04, respectivamente. El Índice de Masa Corporal de las selecciones en promedio fue de 23,59±2,64, comparado con 23,07 ± 2,44 del selectivo mexicano; precisando que todos los participantes se encuentran en el rango de normo-peso, según los criterios de la Organización Mundial de la Salud.
A diferencia del estudio realizado por García-Alcaraz et al. (2014), quienes indican que el rendimiento de la defensa y la ofensiva está condicionado por las características antropométricas del jugador; destacan las variables relacionadas con la superficie de contacto (anchura de hombros, extensión de codos, anchura de antebrazos, etc.); y en la ofensiva, la altura del jugador, que es determinante para el rendimiento de acciones que se realizan en salto (saque, ataque y bloqueo). Los seleccionados nacionales no mostraron esta condición, al no haber diferencias significativas en los parámetros evaluados con el perfil restringido; aunque dichas condiciones pueden ser modificables posterior a 135 días de entrenamiento específico por posiciones de juego (Prudêncio & Tumelero, 2006).
Se destaca que el porcentaje de Masa Muscular entre las diferentes posiciones de juego mostró diferencia significativa (p> 0,05 = 0,033), superior en los jugadores que ocupan la posición de banda (45,701,28), menor en los centrales. Estos hallazgos coinciden con la precisión realizada por García-Alcaraz et al. sobre las características de aptitud físicas y antropométricas de los ofensivos, por el contrario, de los defensivos.
Al comparar los resultados del presente estudio con los encontrados en selectivos universitarios (López et al.; Rivera; Brizuela), la Selección Mexicana 2019, presenta menor porcentaje tanto de grasa como de Masa Muscular, excepto con los datos del estudio de Brizuela. Al realizar la comparación con estudios de selecciones internacionales, la Selección
Mexicana presenta menores niveles de porcentaje tanto de grasa corporal como de masa muscular que los representativos de Chile, Colombia, Paraguay y Venezuela (Almagià et al.), con relación a los componentes promedio del somatotipo. La Selección Mexicana obtuvo en endomorfia de 2,3 ± 0,82; que implica, bajo desarrollo muscular relativo, endomorfia 4,0 ± 1,35, traducido como moderada adiposidad relativa y ectomorfia 3,5 ± 1,49, que se entiende como linealidad relativa moderada, en atención a la escala de Carter & Heath; por lo que el biotipo promedio total de los jugadores esecto-mesomorfo.
Con relación a la bibliografía nacional, el somatotipo de los jugadores de voleibol universitario desarrollado por López et al., no hay diferencia en el componente endomórfico y ectomorfo, según lo presentado por Rivera; y con la bibliografía internacional, el somatotipo de la Selección Mexicana es diferente a la del biotipo cubano, dado que Carvajal & Serviat (2014), indican que los promedios históricos (1970 a 2012) fue de endomorfia (1,9±0,7), mesomorfia (4,5±1,0) y ectomorfia (3,3±1,0); es decir, menor grasa corporal, mayor masa muscular y similitud en linealidad que la Selección Mexicana. En este sentido, si comparamos el biotipo por posiciones de juego con juveniles brasileños, son diferentes; pues, en promedio, son ectomorfos balanceados que ecto- mesomorfos. Es decir, presentan menor desarrollo de masa muscular, sin embargo, destacamos que son jugadores de 16,8±0,58 años (Fonseca et al.) y sólo se encuentra similitud con los jugadores élite de Sevilla, en el componente mesomórfico (Fernández & Alvero, 2006).
CONCLUSIONES
Es importante mencionar que los acomodadores y líberos presentaron el mayor porcentaje de grasa corporal; en tal sentido, consideramos que en estos jugadores deberán atendersemedidas nutricionales y de entrenamiento, con mayor énfasis en capacidad aeróbica.
Los resultados permiten concluir que los rangos competitivos son aceptables; ya que, en todas las variables analizadas se mantiene con promedios similares, en comparación con los representativos internacionales de nivel panamericano.
Es necesario integrar -en estos selectivos nacionales- equipos multidisciplinarios (nutriólogos, fisiólogos, médicos, psicólogos, etc.), que consulten los resultados y le den seguimiento para mejorar los somatotipos de nuestros representativos nacionales; ya que se debe pensar en la idoneidad de dos perfiles somato-típicos, endo-mesomórfico para jugadores defensivos; y ecto-mesomórficos para los ofensivos. Se requiere más información de carácter nacional e internacional que permita ubicar un biotipo de jugador por posición de juego; por lo que estos datos contribuirán a dicho objetivo, que se contempla como un área de oportunidad para futuras investigaciones.