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Revista médica de Chile

versión impresa ISSN 0034-9887

Rev. méd. Chile vol.141 no.5 Santiago mayo 2013

http://dx.doi.org/10.4067/S0034-98872013000500018 

 

CARTA AL EDITOR / LETTER TO THE EDITOR

 

Los congresos médicos de especialidades: algunas reflexiones

Reflections on medical conferences and meetings

 

Alexis Lama T.

Integramédica, Santiago de Chile.

Correspondencia a:


 

Sr. Editor:

Cada año se realizan miles de congresos médicos en el mundo, con la consiguiente movilización de muchísimas personas de un lugar a otro, con todas las consecuencias derivadas de ello. A continuación, algunas reflexiones acerca del tema.

Si estamos de acuerdo en que uno de sus objetivos es difundir la investigación médica y contribuir a la formación continuada hay que reconocer que no existe firme evidencia que muchos de los congresos, en la manera como se realizan en la actualidad, cumplan estos objetivos1.

Aunque los organizadores consideran exitoso un gran número de resúmenes presentados (en general con baja audiencia), muchos de ellos no son de buena calidad y a veces pueden transmitir un conocimiento inexacto. La gran mayoría de estos resúmenes nunca llegan a ser publicados en alguna revista científica y, si lo son, sus conclusiones pudiesen no coincidir con las expuestas en el resumen presentado en el congreso precedente.

También hay que considerar que una proporción de las conferencias no tiene gran valor, ya que son organizadas por la industria, y por tanto, tienen fines de"marketing". Para la industria farmacéutica, cada congreso es una gran oportunidad para promover sus productos e influir sobre los médicos. También lo es para la industria de equipos médicos y más recientemente se ha visto debutar a la industria de alimentos.

Resulta escandalosa en este aspecto la alianza, por cierto perniciosa, que se observa entre la institución científica organizadora del evento y la industria en general. En el programa oficial del congreso, mezclado con la presentación de trabajos libres, se encuentran los famosos simposios satélites de la industria, que son destacados expresamente, como validándolos, en la invitación que se hace a muchos médicos, indicando que este evento forma parte del congreso. Estos simposios, realizados habitualmente a la hora de almuerzo -con el incentivo de una cajita para colación- por lo general tienen mucha asistencia, especialmente de médicos jóvenes, los más susceptibles a recoger mensajes sesgados.

Para evaluar el éxito de un congreso se menciona también el número de médicos asistentes. Sin embargo, es un hecho conocido que la mayoría de los médicos son llevados por la industria, que les paga -al menos- el pasaje en avión, un buen hotel y la estadía.

Este es un punto que merece un análisis mayor, ya que es constatable que la gran mayoría de los médicos regalados por la industria no ve mal alguno en ello, probablemente porque no se han detenido a hacer una reflexión mayor, a través de un diálogo y deliberación personal e interpersonal, acerca de los aspectos éticos de la temática, aparte de que resulta más cómodo seguir disfrutando de los regalos. Pero, aunque resulte duro señalarlo, estos regalos de parte de la industria son derechamente sobornos. De acuerdo a su definición, "cualquier cosa que mueve, impele o excita el ánimo para inclinarlo a complacer a otro" es un soborno. Calza con la definición expuesta el pago de todos estos traslados que la industria hace a los médicos con el propósito -por supuesto no abiertamente declarado, pero claramente implícito- de obtener tarde o temprano una inclinación de parte de él o ella hacia una prescripción favorable a sus intereses. Por tanto, quien acepta un soborno, aunque cueste reconocerlo, es llanamente un sobornado. Y el soborno es una corrupción, éticamente incorrecto.

Por otra parte, aunque generalmente tampoco es reconocido, se sabe que cualquier regalo (y cuanto más caro, en mayor medida) genera en el receptor una sensación de agradecimiento y una tendencia a la retribución, tarde o temprano, del favor recibido. En el caso de los regalos de la industria a los médicos, se genera en ellos, aunque no se den cuenta, una tendencia a la reciprocidad, traducida en una prescripción favorable a los productos que vende el representante correspondiente. Esto la industria lo sabe muy bien, sabe que es rentable y por eso invierte tanto dinero en esta forma de "marketing". Los médicos, en general, piensan que son impermeables e inmunes a ser influidos por estos regalos24- Pero ignoran, o no desean reconocer, que la evidencia disponible apunta a la existencia de tal influencia, que se traduce en una prescripción (habitualmente de alto costo) que no siempre es la mejor para el paciente, lo que es éticamente incorrecto5.

La aceptación del soborno y de los regalos se puede explicar porque el uso que cada uno le da a su inteligencia es libre, y el médico evita voluntariamente que la inteligencia le presente a su voluntad estas acciones como indeseables y, por el contrario, expone deliberadamente todas sus bondades. Sin embargo, el médico es responsable de la errónea utilización de su inteligencia, lo cual quiere decir que ha realizado voluntariamente lo incorrecto y es culpable de su error. Se hace necesaria la instrucción de la inteligencia.

En síntesis, creo que no es indispensable que los congresos médicos se realicen anualmente, a fin de que los investigadores tengan más tiempo para presentar trabajos mejor elaborados, se limite su número, y se presente el manuscrito in extenso. No debe seguir mezclándose el "marketing" con la programación científica. Los médicos, como lo hacen otros profesionales (incluso del área de la salud), deben pagarse su formación continuada. Actualmente, con la información disponible en internet, con sitios independientes de buen nivel y prestigiados, es muy fácil y rápido actualizar los conocimientos sin necesidad de estar recibiendo un soborno. Las sociedades científicas deben reinventar, aprovechando el uso de la moderna tecnología, nuevas formas, más eficaces, eficientes y económicas, para la educación continuada de los médicos.

La propuesta que realizaron en el año 2006 académicos estadounidenses6, debería ser acogida, lo que significa "tolerancia cero" con la industria. Debemos acabar con esta complicidad entre industria y médicos y sociedades científicas, si deseamos ser fieles al Juramento Hipocrático: "... mantendré mi arte y vida en pureza" y no seguir contemplando los signos de decadencia de la ética de nuestra profesión, como ha sucedido con el sistema de acreditación de las escuelas médicas y el examen médico nacional.

 

Referencias

1. Ioannidis J. Are Medical Conferences Useful? And for Whom? JAMA 2012; 307 (12): 1257-8.

2. Santa Cruz P. La industria farmacéutica y su influencia en la práctica clínica. Rev GPU 2011; 1: 92-102.

3. Marco C, Moskop J, Solomon R, Geiderman J, Larkin G. Gifts to Physicians from the Pharmaceutical Industry: An Ethical Analysis. Ann Emergency Med 2006; 48, (5): 513-21.

4. Sade R. Politely Refuse the Pen and Note Pad: Gifts from Industry to Physicians Harm Patients. Ann Thorac Surg 2007; 84: 1077-84.

5. Lama A. Conflictos de intereses en la práctica del médico y del cardiólogo, en particular. En Lama A, Principios y Práctica de la Cardiología. Editorial Copygraph, 2012 p. 104-15.

6. Brennan T, Rothman F, Blank L, Blumenthal D, Cnirrionas S, Cohen J. Health Industry Practices that créate conflicts of interest. A policy proposal for Academic Medical Centers. JAMA 2006; 295: 429-33.

 

Correspondencia:
Dr. Alexis Lama T.
San Sebastián 2953, Depto. 22, Las Condes. Santiago de Chile.
E-mail: lamatoro@yahoo.es

 

Conflicto de intereses:

Alexis Lama

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