Señor Editor:
La medición del perímetro de cintura (PC) ha sido planteada como una herramienta fácil y de alta eficacia en la práctica clínica, que permite evaluar el riesgo cardiometabólico en pacientes con sobrepeso u obesidad, existiendo consenso respecto de la conveniencia de incorporar esta medida antropométrica en la práctica clínica para orientar medidas terapéuticas o preventivas1.
El PC elevado forma parte del grupo de condiciones que se definen como síndrome metabólico (SM), caracterizado por la presencia de tres o más de los siguientes criterios: obesidad central (PC elevado), presión arterial alta (presión arterial sistólica ≥ 130 mmHg y/o presión arterial diastólica ≥ 85 mmHg), glucosa en ayunas ≥ 100 mg/dl o tratamiento actual para la diabetes, triglicéridos ≥ 150 mg/dl, colesterol HDL< 50 mg/dl en mujeres y < 40 mg/dl en hombres. Dicha condición patológica, se considera central para el desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 (DMT2) y enfermedad coronaria2.
En la actualidad, la mayor parte de Latino América utiliza puntos de cortes de PC para el diagnóstico de obesidad central que han sido derivados de poblaciones blancas-europeas u otros grupos étnicos3. Desde el año 2014, la Organización Mundial de la Salud y la Federación Internacional de Diabetes (OMS/FDI), han recomendado que en Chile se utilicen los puntos de corte para PC validados en poblaciones asiáticas. Estos puntos de corte corresponden a 90 y 80 cm para hombres y mujeres, respectivamente4. No obstante, dichos puntos podrían no ser representativos para nuestra población, sobre todo considerando la marcada diferencia antropométrica que existe entre poblaciones asiáticas y población chilena4,5.
Estudios epidemiológicos realizados en América del Norte y Europa, han evidenciado que algunos grupos étnicos del sur de Asia experimentan un mayor riesgo de DMT2 a niveles más bajos de obesidad que la población blanca, lo que sugiere que los puntos de corte utilizados para el diagnóstico de obesidad, que derivaron originalmente de poblaciones de origen blanco europeo, podrían no ser los apropiados para otras poblaciones6,7. Esta interrogante es precisamente lo que buscó dilucidar un reciente estudio liderado por Petermann-Rocha y cols.8, quienes, mediante el uso de datos de las tres Encuestas Nacionales de Salud de Chile (2003, 2009-2010 y 2016-2017), cuantificaron la capacidad predictora del PC para determinar SM. Este estudio incluyó 8.182 participantes ≥ 15 años (60% mujeres), que tenían información disponible para PC y SM. Utilizando el conjunto completo de datos de las tres encuestas, los autores identificaron que los puntos de corte para PC con mayor capacidad predictiva para SM (basado en especificidad y sensibilidad), eran 92,3 cm para hombres (intervalos de confianza (IC) del 95%: 90,5 – 94,4) y 87,6 cm para mujeres, (IC del 95%: 85,8 – 92,1).
El estudio comparó además la prevalencia de SM utilizando los diferentes puntos de corte para PC que han sido utilizados en Chile. Tal como se observa en la Figura 1, la prevalencia de SM al usar el nuevo punto de corte propuesto (92,3 cm) fue 38,9% en el caso de los hombres. Esta prevalencia fue 2,9% menor y un 18,5% mayor que las recomendaciones OMS/FID y ATP III, respectivamente. En el caso de las mujeres, al usar el nuevo punto de corte (87,6 cm), la prevalencia de SM fue 33%, siendo 6,1% menor y sólo 0,4% más alta que las recomendaciones OMS/IDF y ATP III, respectivamente.
Los resultados del estudio liderado por Petermann-Rocha y cols.8, son relevantes para Chile, ya que los puntos de corte propuestos para PC derivaron del análisis de las tres Encuestas Nacionales de Salud, por lo tanto, son representativos y específicos para población chilena.
Al ser la obesidad central un componente importante en el diagnóstico del síndrome metabólico y además un factor de riesgo para el desarrollo de DMT2 y enfermedad cardiovascular, contar en la práctica clínica, con puntos de corte para PC validados en población chilena, permitiría un diagnóstico más certero de obesidad central. De esta manera se podría pesquisar tempranamente, y a través de una medida de bajo costo, el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas, cuya prevención, forma parte de los ejes centrales de la Estrategia Nacional de Salud para el cumplimiento de los Objetivos Sanitarios propuestos para el 2020.