La violencia contra las mujeres (VCM) es un problema salud pública y de violación de los derechos humanos. Tal es su magnitud que en el quinto objetivo de desarrollo sostenible de la ONU (Organización de las Naciones Unidas), se aborda la importancia de lograr la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de mujeres y niñas de manera de eliminar todas las formas de violencia1. La ONU define la VCM como “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”2. La VCM que ejerce la pareja puede incluir lesiones físicas y sexuales, riesgo de infecciones de transmisión sexual, embarazo no deseado, complicaciones perinatales, hasta la muerte3.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta a nivel mundial una prevalencia de violencia física y sexual hacia las mujeres de aproximada mente 30%4, lo que se condice con cifras regionales donde se han encontrado prevalencias de entre 14-17% a 58,5% por parte de la pareja íntima5.
La VCM puede ser grave durante el período gestacional y postparto, en América Latina y el Caribe entre 3% y 44%6 de las gestantes informan haber sufrido violencia por parte de su pareja. En Chile, una revisión de 2014 afirma que la prevalencia en población general fluctúa entre 40,8% y 50,3%, solo 2 estudios reportan datos de violencia durante la gestación, la cual es aproximadamente de 14,5%7. Otro estudio multicéntrico reporta que 50% de la mujeres declaró haber sido golpeada por primera vez durante la gestación8,9.
Las mujeres víctimas de violencia tienen una baja autoestima, carencias afectivas, adopción de conductas de riesgo, entorno toxicómano10, dificultades económicas, baja escolaridad, dependencia económica del agresor11 así como exposición a la violencia parental como testigo o víctima12,13. En cuanto a los agresores estos serían más propensos a la violencia en presencia de estrés, celos y sospecha de infidelidad14, irascibilidad, ausencia de empatía, baja autoestima, abuso de alcohol y drogas, actitudes positivas hacia la violencia y experiencias previas de violencia en relaciones anteriores15,16.
La VCM durante la gestación tiene consecuencias múltiples; mayor riesgo de embarazos no planeados, estrés psicológico, baja o nula asistencia a control prenatal, mayor riesgo de pre-eclampsia17, mal nutrición, ansiedad y depresión, abortos espontáneos, infecciones de transmisión sexual (ITS) y parto prematuro8, posterior al parto mayor riesgo de depresión7,18. En cuanto al feto o recién nacido se reportó un mayor riesgo de restricción del crecimiento intrauterino7, bajo peso al nacimiento, prematuridad8, malformaciones congénitas, muerte fetal o neonatal, muerte en el primer año de vida, mayor morbilidad respiratoria, además, los hijos de madres víctimas de violencia, durante el primer año de vida presentan menor adhesión a controles de salud7. En la infancia existen múltiples consecuencias biopsicosociales6,19–23. La violencia es transgeneracional, estudios señalan que el observar violencia entre los padres, está relacionado con el padecer violencia en un futuro, ya que se emiten señales de aceptación de la agresión24.
En Chile, faltan estudios que aporten con cifras actualizadas sobre VCM durante la gestación y el postparto. La atención prenatal y postnatal pueden constituir una oportunidad para detectar estos eventos, dado que las mujeres acceden a los servicios de salud8. Existe el programa de protección a la primera infancia Chile Crece Contigo25que entre sus acciones comprende la detección de factores de riesgo gestacionales entre los que incluye detección de violencia. No obstante, esta no es detectada durante el postparto y tampoco se tienen registros claros de su detección e intervención. En consecuencia, este estudio tiene como objetivo determinar la prevalencia de violencia contra las mujeres atendidas en centros de atención primaria de salud de la comuna de Recoleta durante la gestación y postparto y su asociación con características de la víctima y del agresor.
Material y Método
Estudio observacional transversal analítico26en cinco centros de atención de primaria de la comuna de Recoleta. Las participantes fueron mujeres atendidas durante su control prenatal y postparto que cumplieron con los siguientes criterios de inclusión: mayores de 18 años, pareja presente durante la gestación y en el control a la sexta semana postparto, de habla hispana. Las mujeres estudiadas durante la gestación y en el postparto no fueron las mismas necesariamente.
Para determinar la presencia de VCM se utilizó el instrumento “Woman Abuse Screening Tool (WAST)”, el cual está compuesto por ocho ítems en los que se pregunta por el grado de tensión y de miedo existente en la relación de pareja y luego directamente por la existencia de episodios violentos y abusivos, tanto a nivel físico, sexual como emocional. Este instrumento fue traducido al español y validado en pacientes hispanohablantes27, además ha sido adaptado culturalmente y validado en mujeres chilenas que permitió calificarlo como una adecuada herramienta diagnóstica28. Cada pregunta tiene tres opciones de respuesta, que van de menor a mayor gravedad, otorgándole una puntuación de 3 a 1 punto. El puntaje total va de un mínimo de 8 (sin violencia) a un máximo de 24 puntos (la mayor violencia), considerando un puntaje total igual o mayor a 15 como “presencia de violencia contra la mujer”. Adicionalmente se aplicó un formulario para recolectar información sobre antecedentes de las mujeres y sus parejas.
Con el fin de estimar una media de puntaje total del instrumento que determinó la presencia de violencia de alrededor de 14 puntos con un error de estimación no superior a un punto, y estimando una desviación estándar de 3 puntos y con un nivel de confianza de 95% fue necesario reclutar por lo menos 36 mujeres durante el embarazo y 36 mujeres en el postparto. Las participantes fueron seleccionadas a través de un muestreo por conveniencia cumpliendo con los criterios de inclusión.
Los instrumentos fueron aplicados por estudiantes de pregrado de la carrera de Obstetricia de la Universidad de Chile y matronas de los centros de Salud, quienes fueron capacitadas previamente. Las entrevistas fueron realizadas en un lugar privado, libre de interrupciones al interior del centro de salud cuando las mujeres acudieron a su control prenatal o de planificación familiar en el postparto. Además, el equipo investigador realizó supervisiones y reuniones intermedias para constatar la calidad de la recogida de datos.
Para el análisis de los datos se utilizó estadística descriptiva, las variables continuas se describieron como promedio y desviación estándar, las variables categóricas mediante frecuencias y proporciones. Todas las estimaciones consideran su intervalo de confianza con un nivel 95%. La asociación entre violencia y las variables estudiadas en la mujer y el agresor fue determinada mediante un modelo de regresión lineal múltiple con variable respuesta puntaje total del instrumento WAST y variables explicativas de la mujer: edad, escolaridad, estado civil, ocupación, ser inmigrante, número de hijos, antecedente de violencia en su familia de origen, apoyo de la pareja y apoyo de la familia; y variables explicativas de las pareja: edad, escolaridad, ocupación, consumo de alcohol y consumo de drogas, utilizando Stata 14.0.
Este estudio fue aprobado por el Comité de Ética de Investigación en Seres Humanos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (Acta N°27 del 23 de mayo de 2017). Cada participante firmó un consentimiento informado luego que le fuera explicado el propósito del estudio. Si en la encuesta WAST obtenía una puntuación de 15 puntos o más, a la mujer se le entregaba información relativa al protocolo de derivación a través del cual se le otorgaban las facilidades necesarias para una atención con trabajadora social y/o psicóloga/o del centro de salud primaria y/o derivación al Centro de la Mujer de Recoleta, si deseaba, sin implicar ningún costo adicional para ella.
Resultados
Fueron incluidas en el estudio 279 gestantes y 102 mujeres en período postparto, caracterizadas en Tabla 1 y sus parejas en Tabla 2.
Variables | Gestación | Postparto | ||
---|---|---|---|---|
Edad Media | (sd) | 26,9 (6,0) | 28,4 (6,0) | |
Escolaridad | n (%) | |||
Educación básica incompleta | 6 (2,2) | 2 (2,0) | ||
Educación básica completa | 16 (5,7) | 3 (2,9) | ||
Educación media incompleta | 48 (17,2) | 12 (11,8) | ||
Educación media completa | 114 (40,9) | 54 (52,9) | ||
Educación superior completa o incompleta | 95 (34,1) | 31 (30,4) | ||
Estado civil | n (%) | |||
Casada | 45 (16,1) | 28 (27,4) | ||
Soltera | 81 (29,0) | 17 (16,7) | ||
Conviviente | 143 (51,2) | 56 (54,9) | ||
Separada | 6 (2,1) | 1 (0,9) | ||
Divorciada | 4 (1,4) | |||
Ocupación | n (%) | |||
Dueña de casa | 121 (43,5) | 40 (39,2) | ||
Estudiante | 24 (8,6) | 7 (6,9) | ||
Trabajadora remunerada dependiente | 115 (41,4) | 50 (49,0) | ||
Trabajadora remunerada independiente | 18 (6,5) | 5 (4,9) | ||
Inmigrante | n (%) | |||
Sí | 105 (37,6) | 37 (36,3) | ||
No | 174 (62,4) | 65 (63,7) | ||
País procedencia inmigrantes | n (%) | Perú | Perú | |
60 (57,1) | 21 (57) | |||
Venezuela | ||||
12 (11,4) | ||||
Bolivia | ||||
8 (7,6) | ||||
Número hijos | Media (sd) | 0,9 (1,1) | 1,3 (1,2) |
Variables | Gestación | Postparto | ||
---|---|---|---|---|
Edad media | (sd) | 29,1 (6,8) | 31,2 (7,1) | |
Escolaridad | n (%) | |||
Educación básica incompleta | 10 (3,6) | 4 (3,9) | ||
Educación básica completa | 18 (6,5) | 4 (3,9) | ||
Educación media incompleta | 44 (15,8) | 15 (14,7) | ||
Educación media completa | 135 (48,6) | 50 (49,0) | ||
Educación superior completa o incompleta | 71 (25,5) | 29 (28,4) | ||
Ocupación | n (%) | |||
Cesante (sin ocupación remunerada) | 19 (6,8) | 6 (5,9) | ||
Estudiante | 11 (3,9) | 1 (0,9) | ||
Trabajador remunerado dependiente | 204 (73,1) | 67 (65,7) | ||
Trabajador remunerado independiente | 45 (16,1) | 28 (27,6) | ||
Consumo de bebidas alcohólicas | n (%) | |||
Nunca | 67 (24,0) | 34 (33,3) | ||
1 vez al mes o menos | 121 (43,4) | 40 (39,2) | ||
2 o 4 veces al mes | 76 (27,2) | 22 (21,6) | ||
2 o 3 veces a la semana | 13 (4,7) | 4 (3,9) | ||
4 o más veces a la semana | 2 (0,7) | 2 (2,0) | ||
N° tragos consumidos en un día típico de consumo n (%) | ||||
Entre 0-2 | 137 (55,0) | 55 (58,5) | ||
Entre 3-4 | 74 (29,7) | 26 (27,7) | ||
Entre 5-6 | 24 (9,6) | 7 (7,5) | ||
Entre 7-9 | 7 (2,8) | 2 (2,1) | ||
10 o más | 7 (2,8) | 2 (4,3) | ||
Consumo 6 tragos o más en una ocasión | ||||
Nunca | 123 (46,9) | 53 (57,0) | ||
Menos de una vez al mes | 102 (38,9) | 28 (39,1) | ||
Mensualmente | 26 (9,9) | 8 (8,6) | ||
Semanalmente | 11 (4,2) | 4 (4,3) | ||
Todos o casi todos los días | - | - | ||
Consumo drogas en últimos 3 meses | ||||
Sí | 54 (19,6) | 19 (18,6) | ||
No | 222 (80,4) | 83 (81,4) | ||
Drogas consumidas | ||||
Cannabis (marihuana) | 53 (86,89) | 15 (75,0) | ||
Cocaína | 2 (3,3) | 1 (5,0) | ||
Anfetaminas u otro tipo de estimulantes | 1 (1,64) | 2 (10,0) | ||
Otro | 5 (8,2) | 2 (10,0) | ||
Frecuencia de consumo de drogas | ||||
Nunca | - | 44 (72,1) | ||
1 o 2 veces | 15 (30,0) | 7 (11,5) | ||
Cada mes | 10 (20,0) | 1 (1,6) | ||
Cada semana | 11 (22,0) | 4 (6,6) | ||
A diario o casi a diario | 14 (28,0) | 5 (8,2) |
El 35,6% de las gestantes y 39,2% en el postparto declararon haber vivido durante su infancia episodios de violencia al interior de su familia. Solo 46,1% de las embarazadas y 50,9% de las puérperas declararon haber planificado el embarazo (Tabla 3).
Variables | Gestación | Postparto | ||
---|---|---|---|---|
Antecedente violencia familia | n (%) | |||
Sí | 99 (35,6) | 40 (39,2) | ||
No | 179 (64,4) | 62 (60,8) | ||
Embarazo planificado | n (%) | |||
Sí | 128 (46,1) | 52 (50,9) | ||
No | 150 (53,9) | 50 (49,1) | ||
Ingreso a control prenatal posterior de las 20 sem | n (%) | |||
Sí | 56 (20,1) | 24 (23,5) | ||
No | 223 (79,1) | 78 (76,5) | ||
Satisfacción con apoyo de la pareja | n (%) | |||
Sí | 238 (85,3) | 91 (89,2) | ||
No | 41 (14,7) | 11 (10,8) | ||
Satisfacción con apoyo de la familia | n (%) | |||
Sí | 258 (93,1) | 97 (95,1) | ||
No | 19 (6,9) | 5 (4,9) |
Durante la gestación y en el postparto se evidenció una media en el puntaje del instrumento de 10,1; las mujeres identificadas como víctimas de violencia durante la gestación fue de 5,7% y en el postparto de 5,9% (Tabla 4).
Gestación | Postparto | ||
---|---|---|---|
Puntaje Total WAST media (sd) | 10,1 (2,1) | 10,1 (2,4) | |
Violencia n (%) | |||
Sí | 16 (5,7) | 6 (5,9) | |
No | 263 (94,3) | 96 (94,1) | |
Derivación | |||
Sí | 7 (43,8) | 3 (50,0) | |
No | 9 (56,2) | 3 (50,0) |
En el análisis desagregado del instrumento WAST en las embarazadas y mujeres en período postparto se observó que hay mujeres que declaran que con su pareja resuelven las discusiones con mucha dificultad, que las controlan en cuanto al dinero que gastan o las hacen trabajar en exceso, perciben su relación como estresante, tienen miedo de su pareja la cual las humilla y descalifica verbalmente, declaran que las discusiones terminan en golpes, patadas o empujones y que han sido obligadas a tener relaciones sexuales para evitar tener un conflicto mayor.
En el análisis multivariado se evidenció mayor presencia de violencia en ambos grupos en las mujeres inmigrantes, las que tenían antecedentes de violencia intrafamiliar, las que no contaban con el apoyo de la pareja y cuando hay consumo de alcohol por parte de la pareja (Tabla 5).
Variable | Embarazadas | Postparto | |||
---|---|---|---|---|---|
coef | P value | coef | P value | ||
Edad mujer | -0,0293995 | 0,338 | 0,1013996 | 0,065 | |
Escolaridad | |||||
Educación básica incompleta | ––––– | ––––– | ––––– | ––––– | |
Educación básica completa | 0,9443316 | 0,305 | 4,961421 | 0,101 | |
Educación media incompleta | 0,002252 | 0,998 | 6,058277 | 0,022 | |
Educación media completa | 0,1876326 | 0,810 | 4,728359 | 0,076 | |
Educación superior completa o incompleta | 0,3101208 | 0,697 | 4,562446 | 0,097 | |
Estado civil | |||||
Casada | ––––– | ––––– | ––––– | ––––– | |
Soltera | -0,3005426 | 0,431 | 0,7039242 | 0,351 | |
Conviviente | -0,345554 | 0,294 | -0,1765016 | 0,719 | |
Separada | -0,2368292 | 0,796 | 3,324237 | 0,346 | |
Divorciada | 0,71 15526 | 0,494 | |||
Ocupación | |||||
Dueña de casa | ––––– | ––––– | ––––– | ––––– | |
Estudiante | 0,2621147 | 0,578 | -0,6490579 | 0,527 | |
Trabajadora remunerada dependiente | 0,3535533 | 0,177 | -0,7084622 | 0,126 | |
Trabajadora remunerada independiente | 0,70774 | 0,154 | 0,5106677 | 0,665 | |
Inmigrante | 0,6973299 | 0,006 | 1,158574 | 0,017 | |
Número hijos | 0,1592152 | 0,238 | -0,1772966 | 0,475 | |
Antecedente violencia familia | 0,6058245 | 0,013 | -0,0099686 | 0,984 | |
Apoyo pareja | -2,964634 | 0,000 | -2,880725 | 0,003 | |
Apoyo familia | -0,6083917 | 0,203 | 0,9638407 | 0,348 | |
Edad pareja | -0,0067243 | 0,789 | -0,0826702 | 0,050 | |
Escolaridad pareja | |||||
Educación básica incompleta | ––––– | ––––– | ––––– | ––––– | |
Educación básica completa | -0,3216433 | 0,667 | 0,5191806 | 0,753 | |
Educación media incompleta | -0,5307973 | 0,425 | 1,943212 | 0,206 | |
Educación media completa | -0,5935447 | 0,340 | 0,0828293 | 0,952 | |
Educación superior completa o incompleta | -0,8935507 | 0,175 | 0,4871513 | 0,742 | |
Ocupación pareja | |||||
Cesante (sin ocupación remunerada) | ––––– | ––––– | ––––– | ––––– | |
Estudiante | -0,0562798 | 0,945 | -3,944927 | 0,118 | |
Trabajador remunerado dependiente | -0,2645763 | 0,570 | -2,270465 | 0,059 | |
Trabajador remunerado independiente | 0,0480758 | 0,929 | -2,130224 | 0,099 | |
Consumo alcohol pareja | 0,3727571 | 0,009 | 0,4295108 | 0,097 | |
Consumo drogas pareja | 0,2094618 | 0,460 | -0,1010549 | 0,881 |
Discusión
En nuestro estudio confirmamos que la violencia contra la mujer es un fenómeno multifactorial, complejo y estructural, que involucran a la víctima, al abusador y a todo el sistema social. Se sabe que, a nivel regional, las cifras de VCM son heterogéneas, fluctuando entre 7,1% y 66% de las gestantes1,4,6, mientras que a nivel mundial van de 1,8% a 44,6%29–35. En el presente estudio la prevalencia de VCM en mujeres gestantes y puérperas fue más baja. Un estudio de la OMS, encontró que la prevalencia de la violencia física en el embarazo oscila entre el 1% en Japón hasta el 28% en Perú, encontrándose la mayoría de las regiones entre el 4% y 12%36. En Chile, las cifras son heterogéneas encontrándose superiores a las reportadas por este estudio, oscilando entre el 28,8%37 y 35%38. Las diferencias y dificultades de comparar cifras a nivel internacional y nacional se pueden explicar, por las diferentes metodologías utilizadas en los estudios, fuentes de información, instrumentos de pesquisa y formas de presentar los datos39,40, además del momento en que se realiza la pesquisa durante el embarazo. Es decir, si se realiza una sola evaluación durante la gestación, como en este estudio, o varias evaluaciones durante el proceso, esto podría influir en las diferencias encontradas, ya que se han observado patrones en los cuales la violencia se intensifica al inicio de la gestación en algunas mujeres, en otros se mantiene y en otros se detiene a lo largo esta41.
Un aspecto relevante que arroja este estudio asociado a mayor presencia de violencia es la condición de inmigrante, esto concuerda con la literatura, dado que ser inmigrante podría implicar vulnerabilidades asociadas al nivel socioeconómico, etnia, instituciones y contexto político en que viven estas mujeres, presentando mayor magnitud de violencia de género, menores alternativas para solucionarlo y mayor riesgo de femicidio que las mujeres no inmigrantes42,43. Las mujeres en situación de inmigración podrían tener una red social más débil y menos recursos institucionales a los que solicitar ayuda44,45, además, estas mujeres se encuentran muy ligadas a las creencias tradicionales de sus países de origen, lo que puede dificultar el cómo abordan la violencia y cómo se relacionan con los servicios del país receptor46. La falta de apoyo social a mujeres embarazadas condiciona una mayor probabilidad de estar expuestas a episodios de violencia por parte de su pareja30,47, esto es particularmente importante en este estudio, debido a que los centros de salud incluidos pertenecen a la comuna de Recoleta, de la ciudad de Santiago, que presenta una gran cantidad de población inmigrante inscrita especialmente mujeres48.
Otro aspecto relacionado con mayor presencia de violencia en el grupo de gestantes dice relación con el haber presenciado violencia durante la niñez. Esto es coincidente con estudios que reportan que mujeres con este antecedente tienen una mayor probabilidad de sufrir violencia durante la gestación49–51, observándose una incidencia 1,4 veces mayor52. Esto es coherente con la transmisión transgeneracional de la violencia ya que, si la mujer ha vivido desde la infancia en un ambiente de violencia como testigo o víctima, se convierte en un adulto que normaliza y mantiene este ciclo en sus relaciones de pareja y familia3. Por lo anterior, es importante la detección de violencia durante la gestación y postparto con el fin de de realizar intervenciones tempranas que protejan a la madre y recién nacido53,54.
En cuanto a las características del agresor, en este estudio la violencia se asoció al consumo de alcohol excesivo3,35,51, el consumo frecuente de alcohol tendría una incidencia mayor de presentar violencia de pareja que aquellas parejas que no consumen.
Contar con el apoyo de la familia y de la pareja, según este estudio, disminuyó significativamente la probabilidad de presentar violencia durante el embarazo y el postparto, esto sumado a seguridad, educación y empoderamiento son herramientas fundamentales para evitar la violencia. Así mismo la falta de apoyo familiar y social son barreras para dejar al abusador, aspecto exacerbado por el aislamiento social que realiza éste45.
Todos estos hallazgos revelan que la VCM es un fenómeno multifactorial, complejo y estructural, que involucran a la víctima, al abusador y a todo el sistema social55. Respecto a su búsqueda en el contexto de salud, la evidencia no es concluyente, la OMS establece que no recomienda que “los servicios de salud apliquen el método de detección universal o de indagación sistemática para identificar a las mujeres que han sufrido violencia”, esta recomendación, estaría fundamentada en que la detección sistémica podría no ser útil en países que no disponen de servicios de referencia y de personal capacitado para la detección56. Chile cuenta con servicios de referencia (Centros de la Mujer), además cada Centro de Salud posee equipos biopsicosociales, psicólogo y trabajadora social, que pueden colaborar en el apoyo a las víctimas, sin embargo, la mitad de las mujeres de este estudio rechazó tal derivación, aspecto que es necesario profundizar en las causas en el contexto chileno.
El sector “salud”, puede ser un agente que contribuya a abordar este fenómeno desde la detección, seguimiento y prevención primaria, sin embargo, para las mujeres actualmente no representa una real red de apoyo percibiendo, tanto del sistema como de los profesionales, instancias puntuales e impersonales de atención relacionadas con la lesión y no con el proceso de afrontamiento57. Para que “salud” sea visto como un real apoyo necesita disponer de personal sensibilizado y capacitado, que adopte un enfoque centrado en la víctima56. Muchos profesionales de la salud desconocen las múltiples y graves consecuencias que tiene la violencia en las mujeres y su entorno y no relacionan esta búsqueda con su quehacer58. Por otra parte, es importante contar con una red de derivación que funcione y proteja a las mujeres considerando protocolos de intervención para el empoderamiento y emancipación59, en este aspecto, la o el profesional matrona/matrón que acompaña de manera continua y sistemática gran parte del curso de vida de las mujeres, logrando niveles de empatía y confianza necesarios para revelar estas situaciones, puede situarse como un actor clave en la prevención primaria y secundaria del fenómeno. Todos estos aspectos son medulares para poder incorporar en la atención de salud la búsqueda sistemática de la violencia.