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Juan-Ramón Capella

Prisas con las listas

Me voy a permitir, desde la libertad de no tener ni esperar ninguna responsabilidad en grupo político alguno, expresar mi opinión acerca de las prisas de algunos actores políticos para que SUMAR decida ya ahora las listas electorales para las elecciones de noviembre o diciembre de este año.

El lector recibirá este número de mientras tanto en abril. La disolución de las Cortes generales está prevista para el 10 de noviembre de este año (en esa fecha finaliza el mandato de la legislatura actual). Faltan más de siete meses para las próximas elecciones. Y SUMAR ¿debería empezar ahora el proceso de formación de las listas electorales?

Me temo que estamos ante el sempiterno problema de los políticos más o menos profesionales de todos los partidos, tanto de derecha como de izquierda, de tener aclarado su futuro ante cada ciclo electoral, pero no ante una necesidad del proceso de SUMAR a las distintas fuerzas a la izquierda del Psoe. Admito que también la preocupación puede no ser egoísta o personal, sino referirse al futuro del grupo en que se está integrado.

La confección de las listas es, además de una carrera de los profesionales, un importante proceso político. Y es preciso recordar algo que habitualmente no se toma en consideración: que todo sistema electoral estructura el proceso político al que se aplica. Si se aplica el sistema de las negociaciones entre pesos pesados de las diferentes sensibilidades, hay que tener en cuenta el peso de las sensibilidades mismas. Estos pesos (que no coinciden, además) no se pueden determinar casi nunca con exactitud. Están, sí, los resultados obtenidos por cada sensibilidad en la última confrontación electoral, que ha de verse en relación con las anteriores para tratar de discernir una tendencia. En el mundo todo cambia. Y están también otros elementos político-culturales, como el prestigio genérico de cada sigla, que pueden corregir un poco la estimación basada en resultados.

Sin embargo, el método de la negociación no es el único que existe. También se puede recurrir a unas primarias siempre que sea posible establecer un censo electoral. Hay tiempo para ello si se pone la vista en las próximas elecciones generales. Tiempo para que las personas interesadas se puedan inscribir en censos locales para Sumar, quizá aportando un pequeño óbolo, y constituir por esta vía un censo provincial o autonómico, etc.

También las primarias, sin embargo, exigen decidir entre procedimientos alternativos.

Lo más fácil es optar por las mayorías y dejar un pequeño espacio a las minorías, que son portadoras de opiniones que, pese a ser minoritarias, también pueden ser justas y constituir eventuales posibilidades de recambio que no deben ser silenciadas.

Otro método, el que personalmente prefiero, es muy antiguo, pero también revolucionario: consiste en que los participantes en unas elecciones primarias para confeccionar listas dispongan no de una sola opción sino de dos: una papeleta «blanca» para designar su preferencia y una papeleta «negra» para expresar su desconfianza. El elector puede usar o no esa segunda papeleta. El carácter estructurante del procedimiento llamado de bola blanca y bola negra, en que los votos negros obtenidos por un candidato se restan a sus votos blancos, es cohesionar al grupo, evitar las minorizaciones, asegurar que los elegidos son aquellos que parecen merecedores de mayor confianza para todos.

Me parece que, dada la tendencia de la izquierda a la escisión, a contraposiciones por un quítame allá esas pajas, el sistema del doble voto puede contrarrestar esa desgraciada tendencia. Sobre todo cuando se trata de Sumar y cuando la división es reconocida por todos como lo más indeseable.

Conviene, pues, reflexionar no sólo sobre los tiempos sino también sobre los procedimientos.

23 /

3 /

2023

Mas no por ello ignoramos
que también el odio contra la vileza
desencaja al rostro,
que también la cólera contra la injusticia
enronquece la voz. Sí, nosotros,
que queríamos preparar el terreno a la amistad
no pudimos ser amistosos.

Bertolt Brecht
An die Nachgeborenen («A los por nacer»), 1939

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