Partes de un viaje

Jorge Fullana

Profesor de Espacio Escénico. ESAD Murcia

El 12 de noviembre de 2021 se representó en la Fundación Pedro Cano una sencilla intervención artística en tres espacios del museo por parte de alumnos de la Escuela Superior de Arte Dramático de Murcia con la participación artística de los profesores Pablo Martinez Pino, Sonia Murcia y la dirección de Jorge Fullana. La función tenía como título "Partes de un viaje" y se basaba en el proyecto audiovisual y escénico con dirección, espacio y dramaturgia del profesor Jorge Fullana sobre los cuadernos de viaje de Pedro Cano, titulado "Pintar el viaje", con texto de Juan Montoro, espacio sonoro de David Terol producido por Nacho Vilar.

Los cuadernos de Pedro Cano contienen la incansable necesidad del artista de pintar lo que ve. Un amplio registro de emociones y vivencias que emanan de la acuarela y nos sumergen en un mundo pla?stico u?nico. Un mundo que nos hace viajar desde las sencillas granadas de su patio o la frondosidad de los pinos de Campoamor a los palacios perdidos de Persia o las tranquilas aguas de la isla de Padmos en Grecia. Lugares donde el artista murciano habitó. Las personas podemos visitar, o ver, o deambular por un nuevo lugar, sin embargo, Pedro Cano hace hogar allí donde va, habita los lugares. Se integra en la nueva cultura, indagando sobre su pasado y los caminos que la llevaron a lo que hoy es. Recuerdos de un pasado remoto que podemos ver en sus innumerables palacios, castillos o ruinas, en las miles de acuarelas que completan sus cuadernos. Como la Maurilia de las "Ciudades Invisibles" de Italo Calvino vemos postales de ciudades que por casualidad tienen el mismo nombre que otras ciudades que conocemos; el Cairo, Bam, Roma, Nueva York, Damasco o Saná. "Si pintas una ciudad muchos secretos te son revelados, secretos que solo se pueden descubrir a través del arte" se dice en el texto escénico de Pintar el viaje.

En una primera aproximación pensamos hacer un montaje poético más relacionado con la expresión corporal y la videoescena. Las ideas cambiaron cuando conocimos en primera persona a Pedro Cano y tuvimos la suerte de hablar con él largo y tendido, gracias a la conexión de amistad y colaboración con Sonia Murcia y la Escuela de Arte Dramático. Descubrimos entonces al gran orador que es, lleno historias y anécdotas de viajes, al mismo tiempo que nos apenamos por la reciente muerte de su hermano, quien fue un padre para él. Esa muerte resonó en todo el equipo, por razones personales particulares de cada uno de sus miembros, y quedó como elemento central de la trama. Una muerte que representaba una pérdida total de su infancia, un paso a otro mundo en el que ya no existía ni su madre, ni su padre, ni su hermano mayor, figura paternal efectiva por la pronta muerte del padre de familia.

Figura 1. Cuatro actrices en Partes de un viaje. Fuente: Fullana, J. (2021)

La otra piedra angular de la dramaturgia llegó después. Durante el proceso de investigación nos encontramos con las "Ciudades Invisibles" de Italo Calvino, texto que había servido de referencia a Pedro Cano para realizar una colección de acuarelas con las 55 ciudades. Un hito en su carrera como pintor y como él mismo dice: un trabajo que le ha deparado muchas alegrías. En el texto de Italo Calvino, Marco Polo conversa con el Gran Kan Kublai y le describe las ciudades de su reino, descripciones en forma de metáforas o alegorías. El Kan no puede viajar a todas las ciudades sobre las que domina y muchas de ellas solo las conoce por lo que le cuentan sus emisarios. La idea de relato narrado, de la diferencia entre lo que uno ve y lo que uno cuenta, sirvió de armazón para la historia que queríamos contar sobre las tablas. Marco Polo sería Pedro Cano y el Gran Kan Kublai el público y a la vez Pepe, el hermano fallecido, al que el pintor contaría sus historias a la vuelta de sus viajes.

Nos faltaba el conflicto y este aparece cuando el personaje con nombre de pintor se plantea si contar todos sus recuerdos o guardar alguno para si. Italo Calvino dice en boca de Marco Polo:

Las imágenes de la memoria, una vez fijadas en palabras, se borran. Quizá tengo miedo de perder Venecia de una vez por todas si hablo de ella o quizá, hablando de otras ciudades, la he perdido poco a poco.

El personaje nos habla de miles de lugares donde ha estado pero se guarda uno para si: su hogar, su infancia, su Venecia, un recuerdo del patio de su casa de Blanca, cuando era pequeño, junto a sus hermanos y a su padre. Ya cerrando la obra, después de haber oido historias sobre los tanto lugares donde ha estado, baja del escenario, se acerca al patio de butacas y como si fuese la primera vez que narra ese recuerdo nos descubre su secreto, nos expone un recuerdo que quizá ya no sea el mismo después de contarlo. Después coge sus pinturas y atraviesa una cortina hacia un nuevo viaje.

Figura 2. Puesta en escena dePartes de un viaje. Fuente: Fullana, J. (2021)

El espectáculo realizado por la ESAD en la Fundación Pedro Cano recogía algunos momentos que se quedaron en la mesa de creación. La primera intervención se basó en una magnífica coreografía de Sonia Murcia, interpretada por alumnas de danza teatro, sobre varias de las propuestas de videoescena y espacio sonoro de la obra original, como recuerdo de una de las primeras ideas de realizar un acercamiento más próximo a la poesía visual que a la textual. La segunda intervención se realizó en la exposición de las Ciudades Invisibles. Una luz indicaba el cuadro de la ciudad que se estaba leyendo mientras una actriz, María Rodriguez, que hacía las veces de Marco Polo, leía expresivamente el texto de Italo Calvino de cada ciudad iluminada. Siempre quisimos introducir el texto de una de las ciudades invisibles en la dramaturgia de "Pintar el viaje" pero nunca llegamos a encontrar el sitio. Por último, en el tercer espacio, donde se encontraban los cuadernos de viaje, el profesor Pablo Martínez Pino interpretó una bella composición propia inspirada por las imágenes del cuaderno de Egipto de Pedro Cano mientras una actriz pasaba las páginas para que el público pudiese visualizar las distintas acuarelas. Todo un lujo.

Probablemente este sea el proyecto más complicado al que me haya enfrentado en mi carrera como director. Un proyecto de creación cuya dramaturgia en texto e imagen eran inseparables y por tanto muy difícil de conjugar. También fue muy complicado encontrar un conflicto particular dentro de una vida tan extensa como la del pintor murciano. Concretar cuál era específicamente la oposición que se resolvería en escena nos llevó meses de trabajo y paseos por la montaña. De todas esas vueltas aprendimos algo que considero tiene cierto valor, una cuestión teatral que todos sabemos y que quizá se haya dicho muchas veces pero quizá no demasiadas. El teatro debe presentar las cosas como nuevas. En la re-presentación no tiene que haber atisbos de repetición. En nuestro caso decidimos que el personaje desvelaría por primera vez ese recuerdo y el público asistente tenía que llegar a ese momento del juego pensándose seres especiales por presenciar ese hecho concreto. Algo que quizá mañana o la semana que viene se volvería a producir en otro teatro y que ya se había producido antes. Lo importante era hacer vivir al espectador el momento como si fuera la primera y última vez que eso ocurría. Por primera y única vez Pedro Cano contaba un recuerdo que no había contado a nadie.

Figura 3. Museo Pedro Cano. Fuente: Fullana, J. (2021)

Figura 4. Pedro Cano junto al equipo artístico de Partes de un viaje. Fuente: Murcia, S. (2021)