Introducción


En la actualidad muchos consideran que la ciencia pertenece al campo de la llamada “patafísica”. Esta palabra, creada por el filósofo y humorista francés Alfred Jarry, se refiere a la “ciencia de inventar soluciones imaginarias para problemas que no existen.” Un ejemplo de lo contradictorio de esta “ciencia” es el lema del capítulo de Québec de la Asociación mundial de Patafísica: “Cuanto más pedaleas menos rápido avanzas. Cuanto menos pedaleas lo haces más rápido.”

Con esta imagen de la patafísica se pretende explicar como la ciencia en la actualidad está alejándose de la investigación sobre problemas prácticos o aplicados.

“Para qué inventar y desarrollar un producto si uno se lo puede comprar a los americanos”, preguntó en los años setenta un ministro de finanzas de Ottawa a una delegación de científicos. Esto es similar a preguntarse por qué hacer ciencia en países periféricos como Canadá, Venezuela o Chile.

La cuestión es más pertinente de lo que parece a priori. De hecho, muchos políticos de nuestro hemisferio cuestionan la funcionalidad de la investigación científica. Para intentar dar una respuesta, se pondrá como ejemplo una reflexión sobre la situación de la aplicabilidad del conocimiento científico en Canadá.