Con el aumento de población y el ensanche de la ciudad, en el primer tercio del siglo XX se produce un auge de la arquitectura doméstica, que reviste cualidades significativas. La evolución estilística pasa del Modernismo al Regionalismo, salpicado de Historicismo (Neomudéjar, Neoplateresco, Neobarroco) y Eclecticismo, para llegar a las primeras vanguardias (Racionalismo) en la década de los años 30, coincidiendo con el advenimiento de la República, una evolución que queda interrumpida de forma abrupta por el estallido de la Guerra Civil
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