En Amar después de la muerte, Calderón dramatiza la rebelión de los moriscos de Granada (1568-1570) contra el proceso de aculturación de esta minoría intensificado duante la época de Felipe II. La cancelación del horizonte histórico para los moriscos se representa por medio de Álvaro Tuzaní, quien actualiza la figura del "moro sentimental" según aparece en Pérez de Hita y en El Abencerraje. Frente a esos modelos, el Tuzaní queda privado del acceso a valores públicos; su forzosa relegación a la esfera privada se asocia aquí a una visión catastrofista de la historia, cuya violencia --encarnada por don Juan de Austria-- impide cualquier mediación entre vencedores y vencidos.
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