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El español, lengua global. La economía

Capítulo 3: Lengua y emigración: España y el español en las migraciones internacionales

José Antonio Alonso y Rodolfo Gutiérrez1

Una de las manifestaciones más conspicuas del proceso de globalización en curso es la intensificación de los flujos migratorios entre países. El tema adquiere relevancia en el caso español, habida cuenta de la extraordinaria dimensión que ha adquirido el fenómeno. Pocos países como España han cambiado, con tal intensidad y en tan poco tiempo, su posición en las corrientes migratorias internacionales. En el pasado, España había sido un país tradicionalmente exportador de recursos humanos; en la actualidad, sin embargo, se conforma como uno de los países europeos donde mayor es la tasa de población inmigrante. El limitado plazo en que se produjo semejante mutación hace de España un caso verdaderamente singular en el panorama internacional.

En ese flujo de inmigrantes que se asentaron en España a lo largo de la última década, representan una elevada cuota —casi los dos tercios si se refiere a la emigración económica— aquellos que tienen su origen en países de habla hispana. El interrogante obligado que suscita esta constatación es: ¿ha influido la comunidad de lengua en la capacidad de atracción de España como destino de la emigración? Para encontrar una respuesta sólida al anterior interrogante es necesario construir para España un modelo de determinación de los flujos migratorios en el que se incorpore la presencia de una lengua común como una de las potenciales variables explicativas. Existen precedentes internacionales que justifican este proceder y que confirman el peso de la comunidad de lengua en la selección de los mercados de destino de la emigración. Como se verá más adelante, el comportamiento de la emigración dirigida a España no se aleja de esas pautas internacionales.

Semejante hallazgo sugiere que el dominio —nativo o adquirido— de la lengua del país de destino confiere una ventaja al potencial emigrante. Las preguntas subsiguientes serían: ¿a través de qué procesos tratan de adquirir los emigrantes aquellas competencias relacionadas con el uso de la lengua del país de acogida? Y, en caso de que hayan llegado a dominar esa lengua, ¿cuáles son las ventajas que les confiere la posesión de esas competencias lingüísticas? ¿Acaso les facilita el acceso a empleos de mayor calidad o mejor retribuidos en el país de acogida? Existen diversas razones y un buen número de estudios empíricos que justifican este resultado en otros entornos nacionales, por lo que cabe esperar que ese sea también el resultado en el caso español. Ahora bien, ¿existen ventajas en el dominio de la lengua del país de acogida que sean adicionales a las propias económicas?, ¿acaso facilita la integración social del inmigrante en la sociedad receptora?

Este capítulo está orientado a responder a las preguntas anteriormente mencionadas, con datos referidos al caso español. El capítulo se articula en torno a cinco epígrafes adicionales a esta presentación. El primero se orienta a analizar el papel de la lengua en la determinación del mercado de destino de la emigración; el segundo epígrafe analiza los procesos de adquisición de las competencias lingüísticas por parte de la población inmigrante; el tercer epígrafe discute las ventajas laborales que se asocian al dominio del español en el mercado español; en el cuarto epígrafe se estudian otros efectos no económicos, fundamentalmente relacionados con los procesos de integración social, que se derivan del dominio del español por parte de los inmigrantes; finalmente, el quinto epígrafe hace un balance de los principales resultados que se derivan del recorrido previo.

3.1. Selección de los mercados de destino de la emigración

3.1.1. Lengua y selección de mercados: experiencia internacional

Las causas de la emigración son múltiples y variadas, como diversas son las circunstancias de cada emigrante y las modalidades que adopta su trayectoria internacional. No obstante, cuando uno se refiere a la emigración de motivación económica —excluyendo, por tanto, la asociada a razones políticas, religiosas o culturales— es posible identificar una serie de factores comunes que, de una forma más o menos visible, animan el proceso. En concreto, se considera que inciden en la emigración económica dos factores genéricos que operan en sentido inverso: el gradiente existente en el nivel de renta entre los mercados de origen y destino, que opera en un sentido positivo, y los costes —no solo económicos— que comporten el desplazamiento y la posterior instalación del emigrante en el país de acogida, que opera en un sentido negativo.

Ambos factores identifican, de forma respectiva, los beneficios y los costes más visibles que aparecen asociados a la experiencia migratoria. El gradiente de rentas entre los países de origen y destino aproxima, en un sentido genérico, las posibilidades de progreso que para el emigrante comporta el desplazamiento internacional; y, a su vez, los costes y riesgos asociados a ese tránsito operan como factores de disuasión, en tanto que pueden aminorar (o, incluso, anular si son muy elevados) los potenciales beneficios asociados a la decisión migratoria. Ha de entenderse, por tanto, que cuanto mayor sea la desigualdad internacional (mayor el gradiente de rentas) y menores sean los costes asociados al desplazamiento (menores sean los obstáculos a la movilidad), mayor será la emigración esperada: una argumentación que sirve para explicar el incremento de la presión migratoria que se ha producido en estos tiempos de acentuada y asimétrica globalización.

No obstante, el cuadro de factores que interviene en la decisión migratoria es mucho más rico y complejo que el que deriva del sumario balance de esos dos vectores señalados. Es más, esos mismos vectores pueden descomponerse en una diversidad de componentes que igualmente inciden, con signos diversos, sobre la corriente migratoria. Por ejemplo, respecto al primero de los factores señalados —la diferencia de renta entre origen y destino—, no basta con considerar los niveles de renta per cápita en el presente: es necesario, al tiempo, contemplar las oportunidades reales de empleo presentes y futuras que tiene el potencial emigrante en uno y otro mercado, las posibilidades de promoción social y profesional a lo largo del ciclo migratorio asociadas a cada destino o el grado de incertidumbre y riesgo con que se contemplan esas previsiones. A su vez, en el segundo vector —costes asociados al desplazamiento— no cabe considerar solo los desembolsos a los que dé lugar el transporte físico del emigrante, sino también aquellos asociados a las dificultades (no solo económicas) que aquel ha de vencer para instalarse en el mercado de destino, relacionados con el tono de las políticas migratorias, el tiempo requerido para acceder a un empleo aceptable una vez instalado y los costes que comporten el reconocimiento y la integración social del emigrante y de su familia en la nueva sociedad de acogida. Como todo fenómeno social complejo, también la decisión migratoria —incluso la de contenido económico— es el resultado de una constelación de factores, que se despliegan en diversos estratos de la vida social.

Antes se ha dicho que las barreras que el emigrante debe afrontar para su reconocimiento, integración y promoción social en el mercado de destino definen una parte de los costes asociados a la decisión migratoria. Con todo lo demás igual, cuanto más elevados sean estos costes más reticencias existirán para emigrar; y, al contrario, es esperable que si esos costes se perciben como bajos, sea más fácil que se produzca la decisión migratoria. Pues bien, en la conformación de esos costes influye muy decisivamente la distancia existente entre la lengua y la cultura de origen del emigrante y las del país al que se dirige: cuanto más próximas sean estas, menores serán los costes asociados al reconocimiento y la integración social del emigrante. Existen, por tanto, razones para suponer que, con todos los demás factores igual, la comunidad de lengua y cultura entre los mercados de origen y destino sea una variable que incida positivamente sobre la decisión de emigrar.

Podría tratar de precisarse un poco más esta relación. Cabría pensar, siquiera como ejercicio especulativo, que la determinación de emigrar se compone de dos procesos decisorios sucesivos y complementarios: en primer lugar, el emigrante decide si emigra o permanece en su país de origen; en segundo lugar, una vez que opta por emigrar, decide hacia qué país dirige sus pasos, seleccionando el mercado de destino. Mientras la primera es una opción dilemática (se emigra o no se emigra), la segunda es una decisión que admite múltiples opciones, tantas como mercados ofrecen al emigrante un balance positivo entre oportunidades y costes a lo largo de su ciclo migratorio. Pues bien, aunque la posesión de una lengua internacional puede influir en ambos procesos decisorios, es en el segundo en donde se convierte en una variable crucial. Al reducir los costes de acceso, la comunidad de lengua y cultura anima la decisión migratoria, pero, sobre todo, una vez decidido a emigrar, otorga al mercado que la posee un atractivo diferencial respecto a otros posibles destinos.

El planteamiento anterior otorga a aquellos países desarrollados que poseen una lengua internacional, que puede ser compartida por tanto por potenciales emisores de emigración, un atractivo adicional como punto de destino de las corrientes migratorias. A igualdad del resto de los factores, serán más los emigrantes que, puestos a elegir, opten como mercado de destino por uno que pertenezca a su propia comunidad lingüística. Al tiempo, en la medida en que la comunidad de lengua aminore los costes de integración del emigrante, la posibilidad de atraer personas lingüística y culturalmente más cercanas hará el fenómeno migratorio más fácilmente gestionable en el país de acogida (en relación con lo que comportaría recibir una emigración cultural o lingüísticamente más distante). La literatura internacional no ha hecho sino confirmar estos planteamientos.

Como es obvio, la lengua no es el único factor que incide en la decisión migratoria. Por este motivo la lengua se suele incluir dentro de un modelo más amplio, en el que se consideran un conjunto de variables relacionadas con los factores de estímulo y de coste de la emigración (Sjaastad, 1962); o como un balance entre las fuerzas de atracción y empuje del fenómeno (Borjas, 1989 y 1994).

A partir de este enfoque y con una estructura relativamente similar, diversos autores han tratado de construir un modelo más acabado de determinación de los flujos migratorios. En unos casos para explicar la emigración internacional dirigida a un país determinado: es el caso, por ejemplo, de Hatton y Williamson (1998) o Clark et ál. (2002), que estudian la emigración dirigida a Estados Unidos; Karemera et ál. (2000), que contemplan la orientada a Estados Unidos y Canadá; o Hatton (2005), que analiza la que tiene como destino el Reino Unido. Otros autores, sin embargo, prefieren estudiar los flujos bilaterales de emigración de un colectivo más o menos amplio de países: tal sucede, por ejemplo, con Mayda (2005) con un estudio referido a 14 países de la OCDE, o Pedersen et ál. (2004), que amplían esa relación a veintisiete países o con Berthélemy et ál. (2009), que consideran la emigración recibida por los países desarrollados.

Pues bien, no en todos los casos en donde se ha incorporado la comunidad de lengua ha resultado significativa. En los casos de Mayda (2005) y Karemera et ál. (2000), la lengua no parece que tenga un efecto estadísticamente apreciable en la determinación de los flujos migratorios. Por el contrario, en los estudios de Hatton y Williamson (1998), Clark et ál. (2002), Berthélemy et ál. (2009) o Pedersen et ál. (2004), la comunidad de lengua emerge como una de las variables que de forma más robusta influyen en la explicación de las corrientes migratorias.

Puede resultar expresivo de este enfoque el estudio Clark et ál. (2002), quizá uno de los más ambiciosos de los realizados. En él se relaciona la tasa de emigración dirigida hacia Estados Unidos, sin duda el principal receptor del mundo, con una amplia relación de variables económicas y sociales, incluida la comunidad de lengua.

Pues bien, la tasa migratoria depende negativamente de: el cociente entre el PIB per cápita del país emisor y el de Estados Unidos (que expresa la distancia entre los niveles de desarrollo respectivos), con la distancia a Chicago (que aproxima los costes de transporte), con el carácter mediterráneo del país (que agrava esos costes) y con el nivel de pobreza vigente en el origen, medida como cociente entre el índice Gini y el cuadrado de la renta per cápita del país (que actúa como un factor limitante de la emigración). Por su parte, emergen como variables positivamente relacionadas con la tasa migratoria, el nivel educativo de las personas (aproximado por los años de escolarización, en relación a los vigentes en Estados Unidos), la juventud demográfica del país (medida por el porcentaje de población entre quince y veintinueve años), el nivel de desigualdad (que aproxima la prima al trabajo cualificado) y el tamaño de la diáspora del país en cuestión residente en Estados Unidos (que limita el riesgo y los costes de acceso del emigrante). Tanto esta variable como el nivel de desigualdad presentan rendimientos marginales decrecientes, de tal modo que el coeficiente de esa misma variable al cuadrado es también significativo, pero aparece con signo negativo. Entre esta colección de variables se incluye una variable dummy relativa a la pertenencia del país al área anglófona, pretendiendo captar el efecto que tiene el dominio de una lengua común entre el país de origen y destino de la emigración. De nuevo la variable resulta significativa y positiva: con todo lo demás igual, la tasa migratoria del país de origen se incrementa en un 28 % en el caso de que el país de procedencia del emigrante tenga como lengua nacional el inglés.

3.1.2. El caso español

Llegados a este punto se está en condiciones de analizar el caso español y comprobar si, también en esta ocasión, la comunidad de lengua entre origen y destino contribuye a explicar la composición de la inmigración. Un primer indicio de esta posibilidad nos lo proporciona la mera inspección de los datos referidos al origen de la población inmigrante radicada en España. De acuerdo con los datos del Padrón Municipal, algo más de un tercio de los inmigrantes registrados —el 34 % en 2008— proceden de países que tienen el español como lengua oficial (cuadro 1). Si se está especialmente interesado en caracterizar la emigración de motivación económica, conviene eliminar de este colectivo a quienes proceden de países de alto nivel de desarrollo, ya que hay una elevada probabilidad de que en su caso sean otros —distintos de los económicos— los motivos que justifican su desplazamiento. Esto supone acotar el colectivo de inmigrantes a los procedentes de países en desarrollo. Pues bien, si el contingente de los hispanohablantes se refiriese a ese colectivo, el coeficiente casi se duplicaría, situándose en un valor cercano al 60 %.

Las tasas no serían muy diferentes si en lugar de referirnos a los Padrones Municipales, acudiésemos a la Encuesta Nacional de Inmigrantes (ENI 2007), elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de un sondeo realizado a finales de 2006 y principios de 2007 a una muestra de 15.465 inmigrantes de más de dieciséis años y con más de un año de residencia en España. En este caso la información sobre las competencias lingüísticas de los inmigrantes es más precisa, ya que se les pregunta tanto sobre su lengua materna como sobre su conocimiento de la lengua española. Pues bien, el porcentaje de los inmigrantes que tienen el español como lengua materna alcanza a cerca del 48 % del total de los encuestados y al 62 % de aquellos que proceden de países en desarrollo. Las tasas se elevan considerablemente, hasta alcanzar el 78 % y el 82 %, respectivamente, en el caso de identificar a aquellas personas que conocen el español. En este último caso no es posible conocer, sin embargo, si las competencias lingüísticas fueron alcanzadas previa o posteriormente a su decisión migratoria. Por ello, para conocer la incidencia efectiva de la lengua en la selección del mercado de destino parece más confiable acudir a la primera pareja de porcentajes ofrecidos, que mide el peso de la población emigrante que tiene el español como lengua materna.2

Cualquiera que sea la fuente de información que se adopte —Padrón Municipal o Encuesta Nacional de Inmigrantes— el resultado es el mismo: la tasa correspondiente a los que acceden a España procedentes de países que hablan el español es muy superior a la que esos mismos países tienen en el total de las corrientes migratorias internacionales. En concreto, de acuerdo con los cálculos de las Naciones Unidas, los países de habla española aportan, a nivel agregado, el 11 % del stock de emigrantes existentes en el planeta. Así pues, la cuota que este colectivo de emigrantes tiene en el mercado español multiplica, como mínimo, por tres la correspondiente al total mundial.

Cuadro 1: Origen y evolución de la emigración residente en España (miles de personas)
1998 1999 2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008
a. Total nacionalidad extranjera 637 749 924 1.371 1.978 2.664 3.034 3.730 4.144 4.519 5.269
b. Nacidos en España 57 84 92 72 88 111 127 166 188 212 262
c. Unión Europea 27 254 289 337 433 558 739 821 1.070 1.285 1.538 1.900
d. Otros países desarrollados 28 32 35 40 46 54 50 69 54 55 60
e. Países en desarrollo 298 344 460 826 1.286 1.760 2.036 2.425 2.617 2.714 3.047
f. Países de habla española 121 143 194 434 746 1.071 1.267 1.477 1.545 1.629 1.824
f/a en porcentaje 19,0 19,1 21,0 31,6 37,7 40,2 41,7 39,6 37,3 36,0 34,6
f/e en porcentaje 40,6 41,5 42,1 52,5 58,0 60,8 62,2 60,9 59,0 60,0 59,8

Fuente: INE Padrones Municipales.

Esta primera inspección de los datos parece confirmar la hipótesis planteada: la lengua parece influir en la selección de los mercados de destino de la emigración. El hecho de disponer de un idioma internacional, que es lengua oficial en una diversidad de países, hace que los colectivos procedentes de esa comunidad lingüística en mayor medida elijan como destino a un país que hable la lengua que ellos dominan. Eso explicaría la sobrerrepresentación que en España tiene la población inmigrante de habla española.

Hasta ahora se han ofrecido indicios para confirmar la hipótesis sugerida; demostrarla de una manera más cabal exige acudir a procedimientos estadísticos más depurados. Los estudios previos sobre la materia en general tienden a confirmar el peso de la lengua en la explicación de los flujos migratorios dirigidos a España. Tal sucede en Márquez et ál. (2004), Moreno y López-Casanovas (2006) o Cebrián (2009). El único estudio referido a España en el que la variable alusiva a la lengua no resulta significativa es Casado et ál. (2005).

Pues bien, utilizando un modelo relativamente similar al de Hatton y Williamson (2005), en Alonso y Gutiérrez (2010) intentamos explicar los flujos migratorios de contenido económico dirigidos a España entre 2000 y 2008. Se seleccionó como variable dependiente (lntm) el logaritmo de la tasa migratoria, expresada como número de emigrantes recibidos en España, en relación con la población del país de origen (estando la tasa expresada en emigrantes por cada 10.000 habitantes). Para el número de emigrantes se tomó como fuente el Padrón Municipal, del INE; y para la población, los datos del Banco Mundial.

A su vez, como variables explicativas se consideraron las siguientes:

  • relpib: la relación entre los PIB per cápita, en paridad del poder adquisitivo, del año 2000, de cada país con respecto a España; esta variable expresa la relación entre los niveles de desarrollo de los países de origen y destino de los flujos; los datos están tomados del Banco Mundial;
  • stock: el stock de población emigrante del país de origen existente en España en el punto de partida de la estimación (el año 2000), tomado de los Padrones Municipales del INE (se mide como emigrantes por cada 10.000 habitantes en el país de origen);
  • stock2: esa misma variable al cuadrado, para captar si el efecto de atracción de la diáspora presenta rendimientos decrecientes;
  • lesp: el hecho de que el país de origen tenga como lengua oficial el español (captado a través de una variable dummy);
  • distesp: la distancia entre las capitales de cada uno de los países y Madrid, de forma que se aproxime el coste asociado al viaje de desplazamiento del emigrante;
  • pojo85: la tasa que supone la población del país de origen, que en 1985 se encontraba por debajo de los quince años (que es la población que ocupa los tramos de quince a veintinueve años en el comienzo del periodo estudiado), tomado del Banco Mundial;
  • ginior: índice de Gini del país de origen, que aproxima la desigualdad y, también, la prima asociada a las retribuciones más cualificadas. Los datos están tomados del PNUD;
  • mar: variable dummy que identifica si el país tiene salida al mar;
  • pobreza: tasa de incidencia de la pobreza del país de origen, en 2000, medida como porcentaje de la población por debajo de la línea de la pobreza de un dólar diario de gasto, tomado del Banco Mundial;
  • pobreza2: tasa de pobreza, aproximada a través del cociente entre el índice de Gini y el PIB per cápita del país al cuadrado;
  • crecq95: crecimiento del PIB en el país de origen durante el quinquenio previo (1995-99), elaborado a partir de datos del Banco Mundial;
  • talf: tasa de alfabetización en el país de origen, tomado del PNUD;
  • escol: años de escolarización en el país de origen en 1999, tomado de las estadísticas de Lee y Barro;
  • insor: índice de calidad institucional del país de origen, con datos correspondientes al año de origen del periodo. Los datos están tomados del Índice de Gobernanza Global del Banco Mundial.

El cuadro 2 da cuenta de los resultados de las estimaciones realizadas. Al objeto de extraer la máxima información, se utilizó un procedimiento parsimonioso, incorporando en cada estimación una nueva variable hasta completar al máximo el modelo. Para facilitar la lectura, se han omitido los datos correspondientes a aquellas variables que fueron probadas, pero que no superaron el nivel de significatividad requerido.

Cuadro 2: Resultados de las estimaciones (emigrantes procedentes de países en desarrollo)
(1)
(t estad.)
(2)
(t estad.)
(3)
(t estad.)
(4)
(t estad.)
(5)
(t estad.)
(6)
(t estad.)
Relpib: relación entre PIBpc, en PPA, entre origen y destino –3,065
(–1,985)
–5,761
(–3,413)
–6,704
(–3,403)
–6,344
(–3,336)
–4,914
–2,854)
–4,655
(–2,722)
Stock: población emigrante del país en 2000 0,056
(4,830)
0,061
(4,723)
0,085
(5,184)
0,235
(4,253)
0,258
(4,551)
0,262
(5,222)
Lesp: Español como lengua oficial 3,659
(6,417)
3,790
(6,356)
2,710
(4,174)
2,206
(3,454)
2,017
(3,456)
1,856
(3,148)
Distesp: distancia a Madrid
de la capital del país de origen
–0,0002
(–3,276)
–0,0002
(–2,577)
–0,0002
(–2,139)
0,0002
(–2,322)
–0,0002
(–2,315)
–0,0001
(–1,867)
Pojo85: porcentaje de población del país de origen con menos de quince años en 1985 –0,091
(–4,070)
–0,103
(–3,867)
–0,098
(–4,148)
–0,073
(–2,814)
–0,056
(–1,860)
Ginior: índice de Gini del país de origen 0,059
(2,339)
0,060
(2,527)
0,049
(2,124)
0,041
(1,790)
Stock2: población emigrante del país, al cuadrado –33,84
(–3,032)
–37,29
(–3,276)
–38,00
(–3,698)
Mar: salida al mar 1,430
(3,085)
1,462
(3,200)
Crecq: crecimiento del PIB
en el país de origen durante el quinquenio previo al periodo
–0,117
(–2,022)
R2 Ajustado 0,481 0,549 0,641 0,701 0,745 0,759
Número de observaciones 58 58 46 46 46 46

Fuente: Elaboración propia, a través de MCO, con coeficientes consistentes a la heteroscedasticidad.

Pues bien, en términos generales, las estimaciones confirman el modelo argumentado en los primeros epígrafes y contrastado para Estados Unidos por Hatton y Williamson (2005). La mayor parte de las variables más relevantes resultan significativas —y con el signo adecuado— en la explicación de la emigración dirigida a España. El único caso en que la variable aparece con el signo inverso al esperado es la tasa de la población joven (inferior a quince años en 1985) en el país de origen: se esperaba en un principio un signo positivo (cuanto mayor sea el peso de las cohortes más jóvenes de población en el país, mayor será la tasa migratoria) y lo que se obtiene es un signo negativo. Excepción hecha de este caso, el resto de las variables confirman lo esperado.

En concreto, la tasa migratoria aparece negativamente relacionada con el grado de proximidad del PIB per cápita del país de origen al propio de España (relpib), que mide la desigualdad entre origen y destino; con la distancia de la capital del país a Madrid (distesp), que aproxima los costes de acceso; y con la tasa de crecimiento del PIB del país de origen (crecq), que mide el progreso en el periodo previo a la decisión migratoria. También aparece con signo negativo, como era esperable, el nivel de pobreza del país, pero ninguna de las variables probadas para captar esta relación resulta significativa: ni la tasa de incidencia de la pobreza (pobreza) ni el cociente del índice Gini entre el PIB per cápita al cuadrado (pobreza2). Por su parte, influyen de forma positiva en la tasa migratoria el stock de la población emigrante proveniente de ese mismo país instalada previamente en España (stock), confirmando el carácter acumulativo del fenómeno; no obstante, ese efecto está sometido a rendimientos decrecientes, como revela el signo negativo asociado a esa misma variable al cuadrado (stock2). También influye de forma positiva el nivel de desigualdad en el país de origen (ginior), lo que parece sugerir que la desigualdad alienta a las poblaciones a buscar oportunidades en mercados distintos al nacional. Y, finalmente, el tener como lengua oficial el español —la lengua propia del país de destino— aparece, tal como se esperaba, como una variable notablemente significativa en la explicación de la tasa migratoria a España.

No aparecen como significativas las variables alusivas al nivel de formación de las personas, ya se adopte la tasa de alfabetización, ya la referida a los años de estudios promedio de la población. Tampoco aparece como significativa la variable que mide la calidad institucional del país, aunque el signo del coeficiente es el correcto. Pese a ello, la capacidad explicativa del modelo es elevada, dado que explica el 75 % de la varianza de la variable.

En suma, la estimación confirma de manera inequívoca el papel que el uso del español tiene como variable explicativa de la emigración dirigida a España. De forma más precisa, con todo lo demás igual, la tasa migratoria de un país se multiplica por 2,7 si ese país tiene como lengua oficial el español. Se trata, por tanto, de un efecto considerable, que es superior incluso al obtenido para el inglés en el caso de la emigración dirigida a Estados Unidos.

Cabría pensar que los resultados obtenidos aparecen condicionados por el hecho de haber eliminado del colectivo objeto de estudio contingentes importantes de emigrantes —como los rumanos o los polacos— que proceden de un país que hoy es miembro de la UE. Para evitar la distorsión, se repitió la estimación para un colectivo más amplio de emigrantes, incorporando todos aquellos procedentes de países que tienen un PIB per cápita, en Paridad del Poder Adquisitivo, inferior al de España. Se entiende que de este modo se estará recogiendo el grueso de la emigración económica, cualquiera que sea la región en la que esté ubicado el país. Al objeto de simplificar la información, se optó por repetir el modelo más completo de los estimados: el que figura en la columna 6 del cuadro 2.

Cuadro 3: Resultado de las estimaciones (emigrantes procedentes de países
con menor nivel de PIB per cápita que España)
(1)
(t estad.)
(2)
(t estad.)
Relpib: relación entre PIBpc, en PPA, entre origen y destino –3.459
(–3,721)
–5,471
(–5,198)
Stock: población emigrante del país en 2000 0,251
(5,767)
0,251
(6,007)
Lesp: Español como lengua oficial 2,362
(4,532)
2,003
(3,560)
Distesp: distancia a Madrid de la capital del país de origen –0,0002
(–3,946)
–0,0001
(–1,615)
Pojo85: porcentaje de población del país de origen con menos de quince años en 1985 –0,084
(–3,409)
–0,054
(–2,482)
Ginior: índice de Gini del país de origen 0,017
(0,960)
0,026
(1,710)
Stock2: población emigrante del país, al cuadrado –38,69
(–3,972)
–36,92
(–3,737)
Mar: salida al mar 1,010
(2,058)
0,964
(2,562)
Crecq: crecimiento del PIB en el país de origen durante el quinquenio previo al periodo –0,118
(–1,718)
–0,144
(–2,872)
UE: pertenencia a la UE 2,516
(4,839)
R2 Ajustado 0,652 0,753
Número de observaciones 60 60

Fuente: Elaboración propia, a través de MCO, con coeficientes consistentes a la heteroscedasticidad.

Pues bien, los resultados de esta nueva estimación confirman los obtenidos previamente, con muy ligeros matices (cuadro 3). En concreto, la única diferencia reseñable es que en esta ocasión la desigualdad del país de origen no aparece como variable significativa en la explicación (columna 1). Dado que muchos de los nuevos países considerados como fuente de la emigración pertenecen a la UE, se ha incorporado una variable dummy para captar el efecto que tiene la pertenencia a la comunidad sobre la decisión migratoria (columna 2). Como cabría esperar, el efecto es positivo y significativo: con todo lo demás igual, la pertenencia (o futura pertenencia) a la UE animó los flujos migratorios de los países considerados. El resto de las variables confirma el signo y la significatividad en la estimación, incluida la variable alusiva a la desigualdad. Lo más relevante de ambas estimaciones, al objeto de lo que aquí se estudia, es que se mantiene la significación de la lengua española como variable explicativa de los flujos migratorios. Cabe afirmar, por tanto, que la comunidad de lengua —el uso del español— facilitó la selección de España como destino de la emigración.

3.2. Las habilidades lingüísticas en español de los inmigrantes

3.2.1. La adquisición de habilidades lingüísticas

Demos un paso más en nuestro recorrido analítico y supongamos que el emigrante ya se ha instalado en el mercado de destino. Ahora quisiéramos preguntarnos cómo influye la lengua en las posibilidades de éxito de la experiencia migratoria. Para aquellos que proceden de una comunidad lingüística diferente, el primer paso será la adquisición de competencias en el uso de la lengua del país de acogida; para aquellos que provienen de la misma comunidad lingüística o que han adquirido esas competencias, el problema será determinar el efecto que esa ventaja tiene en su experiencia migratoria. Pues bien, la investigación empírica ha tratado de dar respuesta a estos dos problemas de forma especializada (Chiswick y Miller, 2008; García Delgado, Alonso y Jiménez, 2008; Gutiérrez, 2007). En un caso están los trabajos que estudian los factores explicativos de la adquisición de competencias lingüísticas por parte de los inmigrantes, en el otro los que tratan de estimar en qué medida esas competencias lingüísticas afectan a los logros laborales, principalmente las rentas salariales, en el país de destino.

Por lo que se refiere al primer aspecto, la investigación sobre el proceso de adquisición por parte de los emigrantes de las habilidades y competencias de la lengua propia del país de destino de los emigrantes ha dado lugar durante las últimas dos décadas a una nutrida literatura. Los autores que han desarrollado con mayor profundidad y extensión un modelo de aprendizaje del idioma para los inmigrantes han sido Chiswick y Miller (1995, 2001, 2008). Según su modelo, el dominio del idioma se puede explicar a través de tres tipos de factores: los incentivos económicos, la eficiencia en el aprendizaje y la exposición a la lengua. La competencia lingüística resulta atractiva para los inmigrantes porque conduce a logros explícitos, como son el incremento de la probabilidad de obtener un empleo y el aumento salarial que puede significar el acceso a ocupaciones relativamente mejores; un incentivo indirecto de la lengua es que con ella se facilita —y, por tanto, se abarata— el consumo de bienes y servicios en general. La exposición alude a las oportunidades de aprendizaje formal e informal de la lengua, que se concretan, principalmente, en la proximidad lingüística con la lengua de origen, el tiempo de permanencia en el destino y la dedicación a formación lingüística y el menor peso en ese país de la población inmigrante de procedencia común (pues una comunidad inmigrante pequeña reduce las oportunidades de integrarse sin conocer la lengua del país). La eficiencia del aprendizaje es una relación entre la exposición a la lengua extranjera y el dominio de la misma. En este sentido cabe esperar que niveles similares de exposición a una segunda lengua se reflejen en una mayor competencia cuanto más joven sea una persona o cuanto mayor sea su nivel educativo. La mayor eficiencia de los más jóvenes es evidente, mientras que el mayor nivel educativo suele ir acompañado de un mayor dominio de la lengua propia, lo que facilita el aprendizaje de la lengua extranjera.

En relación con la literatura referida al caso español, apenas se dispone de trabajos que estudien el proceso de adquisición de las habilidades lingüísticas de los inmigrantes, dada la proximidad temporal del fenómeno inmigratorio y la escasez de datos. No obstante, existen algunas investigaciones en el ámbito del aprendizaje escolar del alumnado inmigrante extranjero (García Castaño et ál. 2008, para una revisión en este campo). Por ejemplo, Navarro y Huguet (2003) analizan el grado de competencia lingüística propio de una muestra de estudiantes de secundaria y comprueban la existencia de diferencias entre las tres categorías de estudiantes autóctonos, hispanoparlantes y no hispanoparlantes, así como entre los mejores resultados en lengua española de los estudiantes inmigrantes que llevan más de seis años de estancia o que llegaron a España antes de los diez años de edad.

3.2.2. El caso español

El colectivo de inmigrantes residentes en España se caracteriza por dos rasgos que empujan en direcciones contrarias las hipótesis sobre la situación y los determinantes del dominio del español (Miyar y Mato, 2010); de un lado, el gran peso que tiene la migración latinoamericana, que conlleva una elevada presencia de los que tienen como lengua materna el español; de otro lado, la cercanía de la llegada, que apuntaría hacia un bajo nivel de español entre la mayoría de aquellos que no lo hablan como lengua materna.

Cuadro 4: Habilidades lingüísticas en español de los inmigrantes en España (%)
Lengua materna Dominio del español
Español 45,0 Dominio agregado Muy bien 30,9
Bien 27,4
Suficiente 12,5
Necesita mejorar 13,6
Otra 56,0 No habla 15,7
Total 100,0
N 2.493.197
Competencias específicas Comprende 87,6
Habla 84,3
Lee 76,0
Escribe 68,1
Total 100,0
N 4.526.522 2.493.197

Fuente: Elaboración propia sobre microdatos de la ENI 2007.

En el cuadro 4 se presenta una descripción general de las habilidades lingüísticas de los inmigrantes en España. Para casi la mitad de los nacidos fuera de España, su lengua materna es el español, en consonancia con la importancia de la inmigración latinoamericana. En términos agregados se puede afirmar que son pocos los inmigrantes con un bajo nivel de español (solo un 17 % del total declararía que necesita mejorar o no habla), pero esta cifra supone casi un tercio de los inmigrantes con otra lengua materna. Además, ha de tenerse en cuenta que, dado que el tiempo de residencia condiciona el nivel de dominio del idioma, la ENI podría sobrestimar esta variable como consecuencia de su posible sesgo a favor de los inmigrantes más antiguos. De todas formas, cuando se atiende a las competencias específicas, los resultados son mucho más optimistas, puesto que una gran mayoría comprende y habla el español (el 88 % y 84 %, respectivamente), porcentajes que se ven algo reducidos en el caso de las competencias escritas.

La exposición al aprendizaje es el factor al que se supone una mayor influencia en el dominio del idioma. Pero esa influencia podría también estar condicionada por la proximidad lingüística. El resultado de ello sería la elevada proporción de personas que hablan muy bien español entre aquellas con lengua materna romance (gráficos 1 y 2). Además de una menor presencia de los recién llegados que no hablan español a medida que aumenta la proximidad lingüística, su porcentaje disminuye más rápido con los años de residencia si conocen otra lengua romance. De igual forma, el porcentaje de quienes tienen mayores habilidades lingüísticas aumenta relativamente más rápido entre aquellos que tienen lengua materna romance. En contraste, para los inmigrantes que no pertenecen a esta matriz lingüística, el mayor número de años de residencia en España no impide que una proporción significativa —en torno al 35 %— permanezca en alguna de las tres categorías inferiores de habilidad lingüística.

La ENI proporciona también información sobre competencias lingüísticas específicas. La combinación de dos facetas del lenguaje, como son el carácter oral o escrito y el perfil pasivo o activo, clasifica las competencias lingüísticas en cuatro tipos, en función de que las personas sean capaces de comprender, hablar, leer o escribir un determinado idioma. La información se refiere a la posesión o no de estas competencias, no al grado específico de dominio en cada una de ellas. Sin embargo, las relaciones establecidas resultan valiosas para entender la dinámica de aprendizaje del idioma, y los umbrales más difíciles de superar durante el proceso. En el cuadro 5 se presenta el porcentaje de individuos que, con una determinada competencia lingüística, poseen otra adicional. De esta forma, en las filas aparece el total de individuos que, en cada caso, comprende, habla, lee o escribe español, y en las columnas, el porcentaje entre estos que, además, comprende, habla, lee o escribe. Por ejemplo, entre quienes comprenden el español, el 96 % lo habla, el 87 % lo lee y el 78 % lo escribe. La diagonal del cuadro, por definición, estará compuesta por el 100 % del grupo.

De esa información se pueden extraer tres rasgos del proceso de adquisición de competencias lingüísticas. En primer lugar, la existencia de un orden previsible que reflejaría una prioridad en la posesión de habilidades pasivas respecto a las activas, y de habilidades orales frente a las escritas; todos aquellos capaces de hablar, también lo son de comprender; de igual modo, los que son capaces de escribir, también lo son de leer; paralelamente, todos aquellos que son capaces de leer, también lo son de comprender. En segundo lugar, los cuatro tipos de competencias están muy relacionados entre sí y, aunque una no implique la otra, la incorporación al capital humano de los distintos aspectos del lenguaje se efectúa de manera conjunta, de modo que lo más probable es que o bien se tengan todas las competencias o bien no se tenga ninguna. Por último, la posesión de unas u otras competencias se relaciona con el nivel declarado en la variable agregada sobre el idioma; por ejemplo, todos los que declaran algún nivel de español en la pregunta global son capaces de comprender o hablar, mientras que las competencias escritas (y sobre todo la que se ejerce de modo activo) son menos frecuentes entre quienes declaran un peor dominio del español. Por ejemplo, entre los que señalan que necesitan mejorar, pocos más de la mitad son capaces de leer o escribir, mientras que entre quienes lo hablan muy bien esas cifras se acercan al 100 %. Este hecho apoyaría la idea de que las habilidades escritas configuran un grado superior en el dominio del idioma.

Cuadro 5: Relación entre las competencias idiomáticas en español de los inmigrantes
Comprende Habla Lee Escribe N.º
Comprende 100,0 96,0 86,6 77,6 2.182.964
Habla 99,8 100,0 88,7 79,9 2.101.666
Lee 99,7 98,3 100,0 89,3 1.895.385
Escribe 99,8 99,0 99,7 100,0 1.697.715

Fuente: Elaboración propia sobre microdatos de la ENI 2007.

Con el objetivo de medir el papel de cada variable en la determinación de las habilidades lingüísticas de los inmigrantes en España, se ha estimado un modelo de regresión logística sobre la probabilidad de tener un nivel de lengua española bueno o muy bueno frente al resto, sobre el total de la muestra y para tres subgrupos: el de aquellos con lengua materna romance, el de quienes conocen otra lengua romance y el de los que no conocen ninguna lengua romance. En el cuadro 6 se presentan los efectos marginales medios estimados para cada grupo.

En la estimación para toda la muestra se aprecia claramente que todas las variables funcionan tal y como había predicho el modelo de incentivos, exposición y eficiencia de Chiswick. Tienen un mayor dominio del español aquellas personas con una temprana edad de llegada, un mayor nivel educativo, con presencia en el hogar de hijos escolarizados, conocimientos lingüísticos más cercanos al español, mayor tiempo de exposición a la lengua en el país, expectativas de permanecer en el país y menor concentración étnica en su comunidad autónoma. De todas formas, los papeles jugados por estas variables tienen pesos muy distintos sobre la probabilidad de hablar bien o muy bien español. La edad de llegada parece ser un factor fundamental en la determinación del nivel de español, siendo muy grandes las diferencias entre tramos de edad. Respecto al tramo de edad de 15 a 24 años, las diferencias comienzan a ser ya muy notables en el periodo de 35 a 44 años, grupo que ve reducida su probabilidad de hablar bien o muy bien en un 18 %. A partir de los 55 años la probabilidad de hablar bien o muy bien disminuye casi un 45 %. Queda patente también la ventaja de aprendizaje de los más jóvenes, aunque sin apreciarse las diferencias esperadas para los que llegaron con menos de seis años.

La relevancia de la edad de llegada supera prácticamente a la del resto de variables independientes, incluido el nivel educativo, aunque este sea también muy relevante. Aquellas personas con estudios primarios reducen la probabilidad de hablar bien o muy bien español en un 20 % respecto a las que tienen estudios terciarios. Por otro lado, aunque la presencia de hijos escolarizados presenta el signo positivo esperado, no es significativa en el modelo, al igual que sucede con las expectativas de permanencia.

Junto a la edad de llegada, la proximidad lingüística es el factor de mayor influencia en la adquisición de las habilidades lingüísticas, sobrepasando incluso el efecto del nivel educativo. Mientras que tener una lengua romance aumenta la probabilidad de tener un buen nivel de español en un 23 %, la diferencia entre tener estudios terciarios o primarios es del 20 %. Los años de residencia también contribuyen a un mejor nivel de español, sobre todo los tres primeros, que llegan a equipararse a tener lengua materna romance o educación terciaria frente a primaria.

Cuadro 6: Regresión logística sobre la probabilidad de dominar bien o muy bien el español. Efectos marginales medios
Todos Lengua materna romance Lengua materna no romance
Conoce otra lengua romance No conoce ninguna lengua romance
Nivel educativo (ref. Terciaria)  
Analfabetos –0,38 *** –0,49 *** –0,31 *** –0,36 ***
Sabe leer y escribir –0,22 *** –0,26 *** –0,23 *** –0,21 ***
Educ. primaria –0,20 *** –0,15 *** –0,21 *** –0,22 ***
1.er ciclo secundaria –0,15 *** –0,12 *** –0,15 *** –0,15 ***
2.º ciclo secundaria –0,11 *** –0,06 –0,10 ** –0,17 ***
Edad de la llegada (ref. 16-24)  
0-6 0,14 ** 0,05 0,20 *
7-15 0,14 *** 0,12 *** 0,13 *** 0,18 ***
25-34 –0,08 *** –0,05 * –0,11 *** –0,08 **
35-44 –0,18 *** –0,17 *** –0,16 *** –0,19 ***
44-54 –0,34 *** –0,28 *** –0,42 *** –0,34 ***
55-64 –0,45 *** –0,51 *** –0,47 *** –0,39 ***
65 o más –0,41 *** –0,41 *** –0,49 *** –0,35 ***
Hijos escolarizados (ref. No)  
0,02 –0,01 0,04 0,01
Planes próximos cinco años
(ref. Quedarse en España)
 
No sabe –0,05 ** –0,04 0,00 –0,10 **
Regresar a su país –0,06 * –0,06 –0,03 –0,07
Trasladarse a otro país –0,02 0,10 –0,03 –0,15
Años en España (ref. 1)  
0 0,46 *** 0,43 *** 0,58 *** 0,42 ***
2 0,13 *** 0,15 ** 0,27 ** 0,06
3 0,21 *** 0,24 *** 0,33 *** 0,13 *
4 0,25 *** 0,35 *** 0,28 ** 0,14 *
5 0,31 *** 0,38 *** 0,34 *** 0,23 ***
6 0,33 *** 0,43 *** 0,35 *** 0,26 ***
7 0,39 *** 0,42 *** 0,47 *** 0,32 ***
8 o más 0,46 *** 0,49 *** 0,54 *** 0,41 ***
Concentración CC. AA. –0,02 ** 0,03 –0,02 –0,05 ***
Concentración CC. AA.2 0,001 ** –0,011 0,001 0,003 ***
Proximidad lingüística (ref. No conoce ninguna lengua romance)  
Lengua materna romance 0,23 ***
Conoce otra lengua romance 0,13 ***
N 8.061 2.972 1.924 3.131
R2 0,242 0,211 0,210 0,209

*= significatividad 10 %, **= significatividad 5 %, ***= significatividad 1 %

Además, en la estimación del modelo sobre los tres grupos de proximidad lingüística se puede comprobar cómo existen diferencias en el efecto de los años de residencia. Estas variaciones en los efectos medios marginales entre los subgrupos ponen en evidencia que las diferencias en el proceso de aprendizaje se dan desde los primeros años de residencia, haciendo que mejoren más lentamente aquellos que no conocen ninguna lengua romance. Un elemento llamativo de la comparación es el hecho de que la probabilidad de hablar bien español aumente en los primeros periodos más rápidamente con los años de residencia para aquellos que conocen otra lengua romance que para quienes la hablan como lengua materna, aunque más tarde se aproximen. Esto podría deberse a que, partiendo de un nivel inicial más bajo, la experiencia previa de aprendizaje les confiere una ventaja para mejorar más rápidamente.

3.3. Dominio del español e ingresos salariales

3.3.1. Experiencia internacional

El estudio del papel que juega la lengua del país de destino en los logros laborales y en los ingresos de los inmigrantes cuenta con una abundante literatura de referencia. A partir de un fundamento teórico claro —que el conocimiento de la lengua del país de destino constituye un componente del capital humano— la investigación ha demostrado que ese recurso contribuye positivamente a mejores logros en el mercado de trabajo y, en particular, a la consecución de mayores ingresos (Chiswick y Miller, 2007a y 2008).

La abundante literatura sobre el mercado de trabajo norteamericano, producida ya desde los años setenta (McManus et ál., 1983; McManus, 1990; Chiswick y Miller, 1995 y 2001; Davila y Mora, 2000; De la Garza et ál., 2000; y De la Garza et ál., 2010), suele mostrar que la «sanción» por el desconocimiento de la lengua raramente se sitúa por debajo del 15 % de las ganancias salariales, con variaciones relacionadas con sus diferentes orígenes (predominantemente de origen hispano), con el modo en que se definía el conocimiento de la lengua y con otras características de los inmigrantes.

En el ámbito europeo, es el Reino Unido el país que ofrece una literatura más abundante (Zimmermann, 2005). En ese país, Shields y Wheatley Price (2001) han concluido que la fluidez de los inmigrantes en el inglés conduce a una mayor probabilidad de empleo en el entorno del 20 % al 30%. También en el Reino Unido, Shields y Wheatley Price (2002) y Dustmann y Fabbri (2003) han relacionado las competencias lingüísticas con los ingresos salariales, obteniendo como resultados más notables que, entre los inmigrantes que trabajan, la fluidez en inglés contribuye a la obtención de salarios entre un 10 % y un 20 % mayores, en relación con inmigrantes ocupados sin fluidez verbal. En Alemania, Dustmann (1994) concluye que los inmigrantes varones que disponen de buenas competencias escritas en alemán reciben un premio salarial del 7,3 % cuando se controlan otros factores. En un trabajo posterior de este mismo autor se señala la posibilidad de que los inmigrantes sobrevaloren su fluidez lingüística cuando esta es autodeclarada, contribuyendo a infravalorar la influencia salarial de la lengua (Dustmann y Van Soest, 2001). No obstante, las primas o penalizaciones salariales que se obtienen de estudios hechos en Europa tienden a situarse por debajo de las observadas en el mercado de trabajo de Estados Unidos.

En un país como España apenas se ha podido abordar esta cuestión hasta muy recientemente. No obstante, se dispone de investigaciones cercanas sobre el papel que juega una segunda lengua en el mercado de trabajo (Ginsburg y Prieto, 2007), sobre la inserción laboral y ocupacional de los inmigrantes (Amuedo-Dorantes y De la Rica, 2007), sobre las dinámicas laborales de los inmigrantes en España (Garrido y Miyar, 2009) o sobre las diferencias salariales entre los trabajadores españoles y los inmigrantes (Carrasco y Ortega, 2005; Muñoz de Bustillo et ál., 2009). Sin embargo, se carece de investigaciones específicas sobre el papel que juega el idioma español entre los inmigrantes en España, en parte debido a la no disponibilidad de fuentes estadísticas con datos sobre competencias lingüísticas y sobre salarios, una limitación que la ENI 2007 ha venido a paliar.

3.3.2. El caso español

Se dispone ya de un conjunto de evidencias que prueban que el dominio del español mejora el acceso al empleo, a la calidad del mismo, así como a la movilidad laboral ascendente de los inmigrantes en España (Mato y Gutiérrez, 2010). En particular, se ha observado la más alta probabilidad de que los inmigrantes consigan empleos cualificados y experimenten transiciones laborales hacia empleos cualificados, una influencia que se mantiene para hombres y mujeres cuando se controlan otros factores de potencial influencia, como el nivel educativo, la edad, la duración de la estancia, la nacionalidad, el estado civil y la existencia de una oferta de trabajo previa a la llegada a España.

Aquí se va a abordar el efecto del idioma sobre los ingresos de los inmigrantes económicos3 con datos de la ENI 2007. La comparación de los ingresos mensuales medios de los inmigrantes que poseen diferentes grados de conocimiento de la lengua española ofrece valores divergentes que alcanzan hasta un 30 %, favorables a los promedios salariales de quienes hablan muy bien el español. El gráfico 3 muestra estas diferencias, extraídas de la pregunta sobre «qué tal habla español» de la ENI. Esta relación positiva entre el dominio del español y los ingresos no significa que quienes tienen el español como lengua materna resulten especialmente beneficiados, pues reciben unos salarios inferiores a los inmigrantes con otra lengua materna que hablan muy bien español. En este sentido, cabe la posibilidad de que los inmigrantes que dominan el español y, además, su lengua materna propia, estén recibiendo algún premio salarial por ello.

Las competencias lingüísticas en español muestran, asimismo, diferencias positivas para quienes las poseen (gráfico 4), si bien los premios salariales son más reducidos que los vinculados al grado de conocimiento de la lengua, alcanzando valores cercanos al 10 %, que son ligeramente superiores para las competencias más elevadas, la lectura y la escritura en español.

Gráfico 4: Ingresos mensuales (euros) de los inmigrantes económicos, por competencias lingüísticas en español.

Gráfico de ingresos mensuales (euros) de los inmigrantes económicos, por competencias lingüísticas en español.

A partir de esta descripción inicial del nivel de ingresos, cabe abordar el análisis de la influencia del dominio y la competencia lingüística sobre tales ingresos. Desde un punto de vista teórico, el planteamiento implica incorporar a las tradicionales ecuaciones de salarios, además de los argumentos típicos como la educación, la experiencia laboral, la edad y el sexo, alguna variable específica que pueda explicar las diferencias salariales entre inmigrantes causadas por el dominio de la lengua española. La ventaja que ofrece la ENI es precisamente esa: la disponibilidad de información sobre las habilidades lingüísticas en español, que evita tener que utilizar variables proxy como el país de origen del inmigrante. Adicionalmente, la base de datos permite comparar a inmigrantes económicos cuya lengua materna es el español con el resto.

A las variables citadas, ya utilizadas en el análisis descriptivo, se les ha añadido la nacionalidad, debido a las evidencias que, procedentes de otros países, muestran la existencia de un premio salarial asociado a la obtención de la nacionalidad del país de destino (Steinhardt, 2008).

El análisis de regresión se descompone en diversas pruebas dirigidas a colectivos que o bien presentan perfiles salariales muy desiguales —como ocurre entre los hombres y las mujeres— o bien representan fenómenos inmigratorios muy diferentes —como ocurre al abordar el aluvión de inmigrantes que llegó a España durante los últimos ocho años—. Por otra parte, para distinguir el efecto asociado al dominio nativo del español, se ha separado el análisis de los inmigrantes hispanos del resto. El cuadro 7 muestra los ingresos mensuales medios de los dos grupos objeto de análisis, reflejando los mayores ingresos de los hombres con el español como lengua materna y, en el otro extremo, los ingresos más reducidos de las mujeres con otra lengua materna llegadas a España a partir del año 2000. Los resultados de las regresiones realizadas aparecen en los cuadros 8 y 9, que atienden respectivamente a los hombres y las mujeres, utilizando siempre como variable dependiente el logaritmo de los ingresos mensuales.

Cuadro 7: Ingresos mensuales y tamaño muestral de los inmigrantes económicos por sexos, por periodo de llegada a España y por lengua materna
Llegados desde 2000 Total
Otra lengua materna Español lengua materna Tamaño muestral Otra lengua materna Español lengua materna Tamaño muestral
Mujeres 721,0
(355,5)
782,1
(399,1)
2.484 775,0
(466,5)
840,7
(465,3)
3.701
Hombres 1.070,8
(484,1)
1.172,5
(616,4)
2.521 1.134,0
(693,0)
1.287,4
(805,6)
3.944

Fuente: Elaboración propia sobre microdatos de la ENI 2007.

Cuadro 8: Estimaciones de regresión del logaritmo de los ingresos mensuales de inmigrantes económicos según la lengua materna y el periodo de llegada a España (hombres)
Llegados desde 2000 Total
Otra lengua materna Español lengua materna Otra lengua materna Español lengua materna
Constante –6,624*** –6,577*** –6,798*** –6,747***
Años en España –0,039*** –0,046*** –0,016*** –0,016***
Casado –0,061*** –0,050*** –0,071*** –0,066***
Educación (ref. Universidad)  
Analfabeto –0,143 ––– –0,234*** –––
Sin estudios –0,146*** –0,196* –0,199*** –0,322***
Estudios primarios –0,244*** –0,205* –0,285*** –0,249***
Est. secundarios IC –0,138*** –0,161*** –0,183*** –0,236***
Est. secundarios IIC –0,082*** –0,138*** –0,128*** –0,179***
Nacionalidad española –0,097 –0,162*** –0,029 –0,090***
Experiencia laboral en origen –0,052* –0,180*** –0,076*** –0,182***
Propuesta de trabajo –0,173*** –0,167*** –0,142*** –0,134***
Sector (ref. Hostelería)  
Agricultura y pesca –0,049 –0,128*** –0,025 –0,109**
Industria –0,244*** –0,077** –0,168*** –0,115***
Construcción –0,257*** –0,152*** –0,187*** –0,171***
Sº Transporte –0,238*** –0,145*** –0,130*** –0,201***
Sº Financieros –0,732*** –0,431** –0,878*** –0,404***
Educación y sanidad –0,036 –0,085 –0,106 –0,082*
Otros servicios –0,054 –0,040 –0,051 –0,038
Servicios domésticos –0,008 –0,121 –0,106 –0,162*
Habla español (ref. MB)  
No habla –0,142*** –0,139***
Necesita mejorar –0,054* –0,050*
Suficiente –0,071** –0,075***
Bien –0,033 –0,032
R2 –0,209 –0,241 –0,198 –0,264

*= significatividad 10 %, **= significatividad 5 %, ***= significatividad 1 %
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos de la ENI 2007.

Cuadro 9: Estimaciones de regresión del logaritmo de los ingresos mensuales de inmigrantes económicos según la lengua materna y el periodo de llegada a España (mujeres)
Llegados desde 2000 Total
Otra lengua materna Español lengua materna Otra lengua materna Español lengua materna
Constante –6,570*** –6,650*** –6,730*** –6,777***
Años en España –0,035*** –0,024*** –0,012*** –0,011***
Casado –0,050* –0,079*** –0,066** –0,077***
Educación (ref. Universidad)  
Analfabeto –0,133*** ––– –0,050 –––
Sin estudios –0,203* –0,420*** –0,191** –0,435***
Estudios primarios –0,222*** –0,157*** –0,205*** –0,211***
Est. secundarios IC –0,122*** –0,174*** –0,157*** –0,227***
Est. secundarios IIC –0,111*** –0,133*** –0,142*** –0,180***
Nacionalidad española –0,001 –0,021 –0,045 –0,016
Experiencia laboral en origen –0,110*** –0,058* –0,089*** –0,024
Propuesta de trabajo –0,121*** –0,149*** –0,152*** –0,128***
Sector (ref. Hostelería)  
Agricultura y pesca –0,076 –0,037 –0,080 –0,050
Industria –0,111* –0,069 –0,043 –0,053
Construcción –0,035 –0,272 –0,052 ––0,220
Sº Transporte –0,178 –0,092 –0,098 –0,055
Sº Financieros –0,882 –0,485*** –0,642*** –0,300***
Educación y sanidad –0,012 –0,088* –0,022 –0,023
Otros servicios –0,238*** –0,134*** –0,175*** –0,123***
Servicios domésticos –0,343*** –0,269*** –0,337*** –0,278***
Habla español (ref. MB)  
No habla –0,019 –0,029
Necesita mejorar –0,116** –0,188***
Suficiente –0,101** –0,165***
Bien –0,006 –0,045
R2 –0,222 –0,166 –0,225 –0,194

*= significatividad 10 %, **= significatividad 5 %, ***= significatividad 1 %
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos de la ENI 2007.

Los resultados permiten formular diversas conclusiones. En primer lugar, se confirma el efecto del grado de conocimiento del español a la hora de explicar la obtención de ingresos de los inmigrantes económicos. Los coeficientes negativos de los grados de menor conocimiento del español muestran las desventajas salariales frente a quienes hablan muy bien la lengua; y sus valores resultan —en varias ocasiones para las mujeres y, para los hombres, entre quienes hablan mal— similares a los coeficientes de los niveles de estudios. La educación aparece vinculada a los salarios, al igual que ocurre con la disponibilidad de una propuesta de trabajo previa a la llegada a España, tanto para hombres como para mujeres. Llama la atención también que los coeficientes de niveles educativos sean relativamente más elevados entre los inmigrantes con lengua materna española, lo que sugeriría una mayor valoración en el mercado de trabajo de los títulos educativos de los países hispanos. En segundo lugar, la penalización por el menor conocimiento del español es algo mayor para las mujeres que para los hombres, una vez que se incorporan otras variables de control. Este resultado es consistente con los obtenidos en otros países. En tercer lugar, la penalización es similar para los hombres que llegaron a España antes y después de 2000; mientras que, entre las mujeres, dicha penalización es menor para las que han llegado en el periodo más reciente. De todos modos, dentro de cada periodo, la mayor duración de la estancia en España contribuye positivamente a la consecución de mayores niveles de ingresos. Por último, otras variables que muestran una influencia sobre los ingresos son, además de las ya citadas, el sector de actividad —con una influencia positiva de la industria y la construcción y negativa de la mayoría de los servicios—; el estado civil, que refleja signos contrarios para los hombres (favorable a los casados) y para las mujeres (contrario a las casadas); y la experiencia laboral en el país de origen, que presenta una influencia positiva salvo para las mujeres con lengua materna española. Respecto a la nacionalidad española, solamente parece influir en los ingresos de los hombres que tienen el español como lengua materna.

3.4. Dominio del español e integración social

Buena parte de las investigaciones sobre el valor de la lengua para los inmigrantes se ha realizado desde la perspectiva económica. No obstante, la lengua es un recurso que tiene valor en ámbitos que exceden la esfera económica. La lengua es un medio genérico de intercambio que facilita el acceso a recursos y posiciones en todos los ámbitos de la vida social, no solo en el mercado de trabajo. El concepto de integración social sirve para atender a ese espacio multidimensional en el que se pueden especificar la variedad de logros de los inmigrantes en la sociedad receptora.

Tanto el enfoque como los resultados de las investigaciones sobre integración social de los inmigrantes son más discutidos que los logros económicos. Recientemente, se ha ido configurando una corriente teórica que supone un cierto retorno a la teoría clásica de la asimilación (Warner y Srole, 1945; Park, 1950; Gordon, 1964) y comporta, al tiempo, una crítica de las corrientes multiculturalistas. Esta nueva corriente hace una revisión crítica del optimismo normativo y empírico de la teoría clásica y propone una concepción de la integración abierta a una variedad de direcciones, grados y modalidades, incorporando, además, una cierta ambigüedad acerca de su deseabilidad (Alba y Nee, 1999 y 2003; Portes, 1999; Brubaker, 2001; Esser, 2007; Heckmann y Schnapper, 2003; Portes y DeWind, 2007). Bajo esta perspectiva, los dos factores más importantes en el proceso de integración social de los inmigrantes son la exposición a la sociedad receptora y la disolución de la integración étnica. En ambos casos, el conocimiento de la lengua más común en la sociedad receptora juega un papel central. Lo juega en la extensión y la intensidad de la exposición a la sociedad receptora, ya que la lengua es, por un lado, la condición para los contactos interétnicos, la integración interactiva y, por otro lado, el vehículo principal para el acceso al conocimiento de normas y valores dominantes en la sociedad receptora. También tiene una función central para la disolución de la pertenencia étnica, ya que la lengua común es el capital genérico que permite superar los límites del grupo de origen, y acceder a información sobre todo tipo de oportunidades sociales fuera de esos límites. El papel de la lengua como factor de integración sale reforzado, pero admite hipótesis bien fundadas sobre ciclos o etapas en las que esa influencia pueda ser débil o inexistente, en sus primeras etapas, en una pura secuencia de menor a mayor influencia en relación directa con la duración de la estancia. Dado el carácter relativamente reciente de la inmigración en España, esta hipótesis puede ser muy pertinente para analizar la influencia de la lengua sobre la integración.

Pues bien, en un estudio previo se han observado influencias positivas del conocimiento del español sobre diversas dimensiones de la integración social de los inmigrantes en España; aunque esas influencias se mostraban, en general, débiles y se asociaban más al aprendizaje del español que a la comunidad de lengua materna y se reforzaban claramente con el tiempo de estancia (Gutiérrez y Miyar, 2010). Según esos resultados, el conocimiento del español como lengua materna se vinculaba a niveles más altos en algunos indicadores parciales de la integración, como una menor participación en el envío de remesas, una mayor movilidad residencial, una calidad superior en la vivienda y una más alta participación en asociaciones cívicas no específicamente de inmigrantes. Por otra parte, la ventaja del buen aprendizaje del español entre quienes no lo tienen como lengua materna se reflejaba en que mantienen menos contactos telefónicos y de vistas con su comunidad de origen, tienen un porcentaje superior de permisos de residencia permanente, hay una frecuencia más alta de quienes han hecho inversiones, residen en zonas con menos problemas y, sobre todo, sus hijos han conseguido niveles educativos más altos, superiores incluso a los de los inmigrantes hispanos.

Para proporcionar una visión algo más global de la que proporcionan esos datos parciales de integración social, en este apartado se ofrecen dos análisis adicionales de la influencia del dominio de la lengua: por un lado, sobre un indicador agregado de integración social, por otro lado, sobre el logro educativo de la segunda generación de inmigrantes.

La ENI permite elaborar un indicador de integración social a partir de algunos indicadores parciales. Se ha elaborado combinando un doble criterio, conceptual y metodológico: por un lado, que sea una dimensión sobre la que se puedan mantener expectativas razonables de verse favorecida por la posesión de la lengua española como capital genérico; por otro lado, que pueda definirse operativamente como una variable dicotómica para todos los individuos de la muestra, en la que el valor 1 se asigne a valores de respuesta que reflejen una situación clara de superior probabilidad de integración y el valor 0 a respuestas en el sentido contrario, de menor probabilidad de integración. Estos cinco indicadores parciales son los siguientes en la expresión a la que se otorga valor 1: «tener planes para permanecer en España», «tener al menos dos episodios de movilidad residencial interprovincial», «tener vivienda en propiedad», «no tener más de un problema en la vivienda» y «participar en asociaciones no específicamente de inmigrantes». Con estos indicadores, se construye el índice sintético de integración (ISI), que toma un valor entre 0 y 1 para cada individuo de la muestra, tras dividir por cinco la suma de sus valores en los cinco indicadores parciales.

En el gráfico 5 se recogen las medias del ISI para los diferentes grupos según conocimiento de la lengua, distinguiendo entre inmigrantes «económicos» y «no económicos». Esta distinción es especialmente pertinente para trabajar con un indicador agregado, ya que es más probable que las diferencias en los niveles agregados de integración sean de mayor interés que las correspondientes a los indicadores parciales.

Gráfico 5: Indicador sintético de integración de los inmigrantes según conocimiento de la lengua.

Según lengua materna

Gráfico indicador sintético de integración de los inmigrantes según conocimiento de la lengua.

Según dominio hablado del español

Gráfico  de integración de los inmigrantes según dominio hablado del español.

Esos datos sirven para confirmar que los inmigrantes con conocimiento de la lengua española tienen, en general, niveles más altos de integración, aunque la diferencia a su favor en el ISI es muy ligera. Además, este resultado ofrece interesantes matices en lo que se refiere a la comparación entre inmigrantes económicos y no económicos. Entre los primeros, tanto quienes comparten el español como lengua materna como quienes lo hablan en el mejor nivel tienen un ISI más alto que todos los demás grupos de lengua o de menor nivel de habilidad oral. Pero no se pueden obviar tres observaciones adicionales. En primer lugar, que esa diferencia de un ISI más alto es muy ligera, ya que no pasa de una décima en ninguna de las comparaciones, y más ligera aún en el caso de la lengua materna que en el caso de haber aprendido a hablarla bien o muy bien. En segundo lugar, entre los inmigrantes «no económicos», la ventaja de ser de lengua materna española se muestra más clara, con un ISI no solo más alto sino que se diferencia más de los otros grupos lingüísticos; pero no ocurre lo mismo con el aprendizaje de la lengua, puesto que entre este grupo de inmigrantes incluso quienes dicen no hablar español son los que presentan un ISI más alto. En tercer lugar, que la escala de distancia teórica entre las lenguas maternas no se refleja en una escala similar de niveles de integración; tanto entre inmigrantes económicos como no económicos, quienes proceden de una lengua indoeuropea o del grupo de otras lenguas presentan un ISI más alto que el de grupos de menor distancia lingüística respecto al español, como es el caso de los inmigrantes de lenguas romances o de lenguas afroasiáticas.

La integración de los inmigrantes en el sistema educativo es una de las dimensiones más sólidas del ciclo de integración y también de las más investigadas. La adquisición de la lengua del país de acogida suele figurar como uno de los factores determinantes de esa integración. No es fácil probar que las habilidades lingüísticas de los propios alumnos inmigrantes son una precondición del logro educativo y no un resultado endógeno al propio logro educativo. Lo que parece más seguro como precondición del logro educativo de los hijos son las habilidades lingüísticas de los padres. Los informes PISA de 2001 y 2003 han proporcionado resultados que prueban que, de modo bastante generalizado, los estudiantes de familias de inmigrantes que no hablan en su hogar la lengua en que se evalúa su rendimiento académico tienen muchas más probabilidades de situarse en niveles más bajos de ese rendimiento (PISA-OECD, 2006). Ese peor logro académico vendría explicado por un par de factores asociados al escaso dominio de la lengua por parte de los padres: bien el que los hijos han aprendido peor la lengua vehicular de la educación por la menor exposición a la misma en el hogar, o bien la mayor dificultad de los padres para ayudar a los hijos en los deberes que se asignan para hacer en casa.

La ENI 2007 tiene la singular ventaja de que proporciona observaciones para el conocimiento lingüístico de los padres y para el logro educativo de los hijos, aunque esta segunda información solo está disponible para los hijos mayores de cuatro años que siguen conviviendo con los padres, con lo que se desconoce el logro educativo de los que ya se han emancipado[4]. Por ello, el indicador que se ha elaborado para este estudio se refiere a los hijos que están en edades entre dieciséis y diecinueve años. Estableciendo ese límite de edad se consigue, de un lado, limitar el riesgo de perder los casos que tienen una mayor probabilidad de haber abandonado ya el hogar de los padres y, de otro lado, se puede observar ya el logro de niveles educativos que superan el nivel de escolarización obligatoria. Eso acota mucho el tamaño de la submuestra para el estudio del logro educativo, por lo que se ha optado por definir una sola variable de conocimiento del español, en lugar de las dos que se venían usando hasta ahora (lengua materna y aprendizaje): esta variable registra en uno de sus valores a los inmigrantes de lengua materna española y en el resto a los otros inmigrantes según su nivel de conocimiento hablado del español, tal y como se preguntan en la ENI (gráfico 6).

Todo parece indicar que los inmigrantes cuyos padres tienen mayor dominio de la lengua consiguen superiores niveles educativos, pero de nuevo se aprecia que lo hacen con diferencias de logro más bien pequeñas y que el aprendizaje del español como segunda lengua iguala o mejora el logro de quienes lo tienen como lengua materna. Si se toma como logro la educación secundaria obligatoria, la frecuencia de los hijos que han alcanzado ese nivel educativo aumenta de manera suave pero constante con el grado de competencia lingüística de los padres. La diferencia entre los hijos de los hogares en que los padres no hablan español y los que son de lengua materna va del 33 % al 44 %, una diferencia de logro muy importante si se tiene en cuenta que se trata del nivel de escolarización obligatoria y de un tramo de edades a partir de las cuales ya no es probable que se complete ese nivel si no se ha conseguido ya. Pero también es cierto que los porcentajes de los que llegan a tener ese nivel educativo varían muy poco entre padres con competencias medias y altas en español: esa frecuencia es la misma para hijos de padres de lengua materna española y para quienes lo hablan muy bien, al tiempo que es muy similar entre quienes lo hablan bien y suficiente.

El porcentaje de hijos que consiguen al menos el segundo ciclo de educación secundaria sería un indicador más apropiado, ya que se refiere a un nivel posobligatorio y podría reflejar mejor la influencia de factores del ámbito familiar como el que se está analizando. En este caso, el porcentaje de hijos que logran ese nivel asciende a medida que la competencia hablada de los padres, hasta llegar a un máximo del 17,5 % entre los hijos de padres que hablan bien español. Las diferencias son dignas de destacar, porque los hijos de este grupo de inmigrantes que han aprendido al mejor nivel el español logran estudios postsecundarios en un porcentaje que multiplica por seis el de los hijos de quienes tienen el menor nivel de dominio (hablan mal), que solo consiguen ese nivel en un 3,2 %, y superan ampliamente el logro de los hijos de los otros escalones de bajo dominio del idioma (los que necesitan mejorar y los que tienen un nivel suficiente). Pero también es cierto que los hijos de padres de lengua española rebajan a la mitad (un 9 %) la proporción de sus hijos que han conseguido completar la educación postsecundaria. Una vez más se encuentra un resultado en el que el logro de integración social de los nativos de lengua española está por debajo de quienes han aprendido bien el español.

3.5. Consideraciones finales

A lo largo de este trabajo se ha tratado de investigar el papel que la lengua tiene en los procesos de decisión de los emigrantes y en los resultados de su experiencia migratoria, tomando como caso de referencia el caso español. Creemos que se trata de una investigación novedosa, especialmente para el caso de España, que arroja algunos resultados de interés, tanto para caracterizar el fenómeno como para definir políticas al respecto.

Partimos de identificar la lengua como un factor que incide en los costes que el emigrante asume para acceder al nuevo país y para instalarse en su mercado de trabajo, como un activo que se incorpora a otros de los que conforman el capital humano del emigrante y como un canal de integración en el nuevo entorno social. En relación con estas dimensiones plurales de la lengua, hemos analizado cuatro aspectos relevantes: i) en primer lugar, el papel de la comunidad de lengua en la selección de los mercados de destino de la emigración; ii) en segundo lugar, los procesos de adquisición de competencias lingüísticas por parte de los emigrantes; iii) en tercer lugar, las ventajas laborales (en empleo y salario) que se derivan del dominio del idioma propio del país de acogida; y iv) finalmente, el papel de la lengua en los procesos de integración social. En cada uno de estos ámbitos hemos accedido a conclusiones de interés, que ahora resumimos muy sumariamente.

En primer lugar, una aproximación sencilla a la decisión migratoria sugiere que esta es el resultado de un balance entre los beneficios netos —presentes y futuros— asociados al desplazamiento y los costes que este puede suponer para el emigrante y su familia. La emigración será tanto más probable cuanto mayores sean los rendimientos esperados de la emigración y cuanto menores sean los costes —no solo económicos— que aquella comporta. El dominio de la lengua del país de destino constituye un factor que limita los riesgos y reduce los costes asociados a la instalación e integración del emigrante en el mercado de destino. Por este motivo, cabe suponer que la posesión en el país de origen de una lengua que es oficial en el país de destino facilita la decisión migratoria. Los estudios internacionales tienden a confirmar este supuesto. El caso español no se distancia de este patrón de comportamiento internacional. Nuestro estudio confirma, en línea con alguna de las investigaciones precedentes en esta materia, que el dominio del español constituye uno de los determinantes que con mayor peso ha condicionado la composición de los flujos migratorios hacia España. Gracias, pues, a la pertenencia a una comunidad lingüística internacional, un mayor número de emigrantes procedentes de países de habla hispana eligen España como país de destino. El efecto asociado a la lengua es, además, en el caso del español superior al asignado al inglés en la inmigración norteamericana. El fundamento de la relación propuesta tiene consecuencias en el ámbito de la política migratoria. Si la comunidad de lengua incrementa la tasa migratoria es porque el conocimiento del idioma del país de destino reduce los costes a los que se enfrenta el emigrante en su instalación y acogida en el nuevo entorno. De similar manera cabe suponer que serán también menores los costes que para el país de acogida tiene la integración de esos emigrantes que conocen y hablan la lengua oficial del país (con todo lo que la lengua porta de usos y significados).

En segundo lugar, por lo que se refiere al aprendizaje del español, se ha puesto en evidencia que, aun con la proximidad de la llegada, el proceso de adquisición de un nivel suficiente de conocimiento del español es rápido y exitoso para los muchos inmigrantes que tienen como lengua materna o conocen una lengua romance, pero no tanto para los que no conocen una lengua de ese tipo, entre los que una tercera parte aún tienen un conocimiento muy deficiente diez años después de su llegada. Los resultados analíticos prueban que el nivel educativo, la proximidad lingüística y la duración de la residencia son los determinantes principales de un buen nivel de español. Por ello, las expectativas sobre la evolución de este proceso de logro de habilidades lingüísticas de los inmigrantes son relativamente optimistas, ya que es una población joven y con un elevado porcentaje de procedentes de países de lengua romance. Las expectativas pueden ser preocupantes para grupos de asiáticos o africanos, con menor nivel educativo y elevada lejanía lingüística, con riesgos de carencias lingüísticas serias. El carácter también determinante del nivel educativo y de la escolarización de la segunda generación apunta a la importancia de las políticas educativas de amplio espectro, y no solo de las políticas lingüísticas, como medio de reducir los riesgos de penalización económica y social por esas carencias.

En tercer lugar, las comparaciones de los ingresos mensuales medios de los inmigrantes han mostrado que las diferencias pueden alcanzar hasta un nivel un 30 % más favorable para quienes hablan muy bien el español; los premios salariales del tipo de competencias lingüísticas son más reducidos, pero alcanzan valores cercanos al 10 % a favor de los inmigrantes que dominan la lectura y la escritura en español. En conjunto, los resultados obtenidos permiten concluir que el dominio de la lengua española constituye un recurso significativo y cooperativo con otros componentes del capital humano en la consecución de los logros laborales de los inmigrantes en España. Si bien la influencia de la lengua podría parecer de una entidad moderada, cabe subrayar el sentido positivo de esta influencia y la consistencia de las estimaciones, más aún cuando el colectivo de referencia de esta investigación está limitado a los inmigrantes económicos. Es de esperar que la potenciación del recurso idiomático entre este colectivo pueda contribuir, a medio y largo plazo, a facilitar su acceso a empleos de superior cualificación.

Por último, los resultados del efecto del idioma sobre la integración social apuntan también a una influencia positiva aunque débil. Una influencia que es más clara para los inmigrantes que no son de lengua materna española pero que la han aprendido hasta hablarla con un buen dominio. Por otra parte, resulta evidente que la influencia del español es más positiva sobre los logros laborales (empleo y salario) que para los de integración social. Este resultado sería congruente con el carácter dominante de la inserción laboral de los inmigrantes en su fase inicial, caracterizada por niveles altos de ocupación, de segregación ocupacional y de escasa movilidad laboral ascendente. Ello hace más razonable que la influencia del capital lingüístico común se refleje más en la integración laboral que otras dimensiones de la integración social, y que, en conjunto, refleje el predominio de un patrón de asimilación segmentada.

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Notas

  • (1) En la investigación original en la que se apoya este capítulo participaron también María Miyar y Francisco Javier Mato. A ambos nuestro agradecimiento. volver
  • (2) Al identificar los emigrantes procedentes de países en desarrollo se descontaron todos aquellos que tenían su origen en algún país comunitario. Este criterio, discutible en sí mismo, afecta muy centralmente a la abundante emigración procedente de Rumanía, que en su generalidad se trata de una emigración de contenido económico. Si se evitase la exclusión de Rumanía, los coeficientes variarían levemente, de tal modo que los emigrantes con lengua materna o con dominio del español serían el 54 % y el 81 %, respectivamente, de la población encuestada. volver
  • (3) La definición operativa de «inmigrante económico» se refiere, siempre con datos de la ENI 2007, al conjunto de inmigrantes que no tienen como país de nacimiento la UE-15, EE. UU., Canadá ni Japón. volver
  • (4) La ENI también contiene información sobre el conocimiento de las lenguas cooficiales en Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia y País Vasco. Un análisis más completo del efecto de los conocimientos lingüísticos sobre el logro educativo requeriría tener en cuenta también el nivel de conocimiento de esas otras lenguas y no solo del español. volver
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