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Clarín, espejo de una época

Clarín, la raza del periodista

Por Pilar García Pinacho

Muchos, casi todos, los autores literarios, los hombres de Estado, los filósofos, en definitiva, las figuras de la segunda mitad del siglo xix y de la primera mitad del xx, han sido calificados en numerosas ocasiones de «periodistas» en nuestros días. Antes les llamaban «publicistas», «críticos», «cronistas», «revisteros», «articulistas», etc. Se limitaba así su trabajo a la forma concreta en que desarrollaban sus colaboraciones periodísticas. El término «periodista» en España se acuña más tarde que en otros países europeos. El primer español cuyo oficio es hacer periodismo y vivir de ello es Mariano José de Larra. Si tenemos en cuenta que si Fígaro no hubiera acabado con su vida habría sido coetáneo de Clarín, el oficio es nuevo casi tanto para Larra como para Alas. Periodistas fueron también, por ejemplo, Mariano de Cavia y Mesonero Romanos. Larra, Mesonero, Cavia y Clarín tienen en común el oficio, más exactamente, el oficio en el tiempo que les ha tocado vivir. Vamos más allá cuando en vez de su época o su tiempo hablamos de su actualidad, la Actualidad, con el mismo significado periodístico que tiene en el año 2001.

Cuando se habla de Cavia periodista a nadie le cabe duda de que lo es. El motivo está en los paralelismos que hacemos instintivamente con «noticiero», «gacetillero» o «busca nuevas». A Larra se le ha reconocido el nombre de «periodista» por la cantidad de Crónicas y Críticas que publica, aunque más de la mitad de su producción en soporte periodístico es de un género que se califica genérica e indistintamente de «artículo». La definición que al respecto ofrece la Academia Española es «cualquiera de los escritos de mayor extensión que se insertan en los periódicos u otras publicaciones análogas». Si tenemos en cuenta que introduce en la definición un comparativo —«mayor»— y que no establece el punto de comparación, la definición de la Academia resulta casi tan confusa como la bibliografía del que llaman «maestro del periodismo», etc.

En cuanto a Leopoldo Alas, el porcentaje de producción que llamaríamos estrictamente periodística es aún menor que el de Larra, pero más evidentemente anclado a la actualidad, su actualidad y, por lo tanto, más periodístico si cabe, por cuanto es la actualidad cualidad esencial del periodismo (es igual de periodístico una crónica taurina que la noticia de un suceso) y no la forma (es igual de periodística una crónica que una crítica) o el soporte (una noticia en televisión es igual de periodística que en el periódico de papel).

El problema con Larra es que su Actualidad es muy amplia y hace artículos de los que llamamos periodísticamente «de nevera». Por recurrir al tópico más típico, por ejemplo, la pereza tratada en «Vuelva usted mañana» es actual en la España de Larra y muchos piensan que en la de hoy también. Quiere decir que Larra amplía mucho el campo de la Actualidad. Con Alas sucede todo lo contrario, siempre tiene los pies puestos sobre la actualidad más cercana y perecedera, aunque en sus trabajos en soporte periodístico la actualidad no envejece con el paso del tiempo.

Sin embargo, a pesar de esta diferencia, en ambos encontramos la esencia de la verdadera e instintiva vocación periodística, el objeto de nuestra aproximación. De hecho, uno de los motivos que nos hacen apreciar la vocación periodística de Leopoldo Alas es su admiración por él.

Para este estudio nos vamos a centrar exclusivamente en los textos de Juan Ruyz, fechados entre el 8 de Marzo de 1868 y el 14 de Enero de 1869. En la práctica, podremos comprobar que, una vez sucedida la revolución de Septiembre, el autor centra su mirada en el vida política y queda distorsionada su más genuina impresión del mundo que le rodea. Hemos elegido estos papeles como exponente de su pensamiento espontáneo ya que pensamos que no puede ser de otra forma si como afirma, ya en la primera página del primer número, su «verdadero objeto» es no aburrirse los sábados por la noche.1 Además sólo tiene 16 años cuando lo escribe y no tenemos motivos para pensar que tenga algún tipo de prejuicios.2

Las razones que hacen verosímil la idea de que Leopoldo Alas sea un periodista de los que Muñoz Molina llama de raza3 son que, primero, tiene algunos paralelismos, incluso intencionados a nuestro juicio, con Fígaro; segundo, la perfección formal del soporte «periodístico» y de los géneros periodísticos que utiliza; y, tercero, el conocimiento reflexionado y razonado de la Prensa de su época que queda sistematizado en Juan Ruyz.

La primera coincidencia es la vocación precoz de hacer un periódico, circunstancia que Larra y Alas comparten con otras personalidades coetáneas y pertenecientes a distintos ámbitos, como son Cánovas del Castillo o Galdós, por poner dos ejemplos que conocemos.4 Este hecho casual y completamente común se completa con la certeza de que Juan Ruyz, provinciano de 16 años, conoce al maestro del Periodismo español: en el n. 9 de Juan Ruyz lo compara, apasionado, con Quevedo5 y en los números 12 y 13, de julio del 68, dedica los artículos de fondo a «Fígaro y La Menais»6 y comienza confesando, en el primero de ellos, que «Juan Ruyz, señores, con sus ideas y todo, se sabía de memoria los artículos de Larra».7 A partir de ese momento de confidencia el estudiante de Oviedo opina que, siguiendo su comparación, Larra —«gran pensador»8— ha contribuido a la esperanza de que exista felicidad humana. Dice que ha «luchado de la manera más digna contra el fanatismo, la ignorancia y la maldad con la pluma» y que «con la pluma», puntualiza, «es con la que se hacen las revoluciones, lentas pero legítimas y duraderas».9

Secundando estas ideas de Larra Juan Ruyz reflexiona:

La pluma es uno de los principales instrumentos de la gran obra, y el sable en ella produce el mismo efecto que produciría en las manos de un escultor si pretendiese con él hacer lo que sólo el cincel podría, pues perderían la estatua, el sable y la fama del pintor; nosotros perderíamos nuestras fuerzas, que son el sable, nuestra gran obra, que es la estatua, y a nosotros mismos, que somos nuestra fama.10

En definitiva, su profunda admiración queda plasmada en estas palabras, que, en cantidad, sólo son superadas por las dedicadas a Quevedo:

¿Hay concisión más sublime que la de aquel párrafo en que hace profesión de fe?

Leedlo, si no lo habéis leído, y en él veréis encerrado todo lo justo, todo lo santo a que en el mundo se debe aspirar.

¿Y quién diría que el que esto escribe había de morir como murió?

Yo, a riesgo de ser vulgar, veo en el suicidio un crimen y una cobardía.

Larra veía lo mismo, y sin embargo se mató; cometió un crimen, es indudable, pero se necesita un valor inmenso para no hacer lo mismo en tales circunstancias.

Larra era hombre de religión porque él solemnemente lo había dicho, pero Larra era horriblemente desgraciado. Prescindamos de la causa inmediata que le llevó a tal exceso; esa frase tan ridícula en alguno de «no soy comprendido» era en el corazón del gran crítico una amarga verdad, no en sus labios, porque nunca a ellos subió, pero se adivinaba en sus escritos.

¿Se habrá Dios apiadado de él? No osemos penetrar sus divinos arcanos.

[…]

El fin de Larra no amengua en nada el valor de sus escritos, porque si hubiere podido escribir después de muerto hubiera censurado su conducta. Y si creéis que éste es un pensamiento atrevido, leed el artículo «El 24 de Diciembre» y os convenceréis de que Larra se conocía en gran parte. No se conoció al morir; imposible, no era el mismo.11

Estas palabras que muestran abiertamente la simpatía de Juan Ruyz hacia Fígaro ya eran bastante evidentes desde el primer número de este «periódico humorístico», ya que si Larra comienza con «Mi nombre y mis propósitos» Leopoldo Alas lo hace con «Presente»12 que encabeza la primera página de periódico y que comienza: «Si, señores, yo me llamo Juan» y, como ya habíamos señalado, en el siguiente párrafo abarca la cuestión de sus propósitos, «no aburrirse», para pasar a calificarse a sí mismo, en varias ocasiones de «pobrecito», aunque no «hablador» como el periódico de Larra, sino, simplemente «este pobrecito».13

En cuanto a las formas y géneros periodísticos Leopoldo Alas demuestra un dominio asombroso sólo justificable por el interés que instintivamente le produce la Prensa. Juan Ruyz es un periódico impecable con todas las características de la Prensa de 1868.

La cabecera incluye título —Juan Ruyz— y subtítulo para la portada del primer volumen – «periódico humorístico». Está fechado en la parte superior de la cabecera con los mismos elementos de cualquier periódico actual: número —«1.º»—, año de publicación —«I»—, lugar —«Oviedo», «Gijón» o «Carreño»14—, día de la semana —«Domingo»—, día, mes y año —«8 de Marzo de 1868»—; e informa de los lugares de suscripción —«Se suscribe..... ¡¡¡allí!!!.......»— y de su periodicidad —«Sale los domingos si hace sol y si no lo hace»— a los lados del título, izquierda y derecha, respectivamente. Por último, contiene bajo la cabecera y sobre el texto un lema:

«Mi programa lo expondré cuando sea ministro, en cuanto a mis principios, mi patrona no me da más que uno, y tocante a mis fines «vengo con buen fin». ¿Me explico?»

Todas estas características externas se ven abiertamente alteradas por la revolución de septiembre de 1868. Sólo teniendo en cuenta los cambios en su cabecera podemos interpretar la conmoción que para Leopoldo Alas causaron los sucesos de la Gloriosa y, evidentemente también, su adhesión a los elementos políticos más liberales, cuando no radicales.

A partir de la Revolución Juan Ruyz se altera sensiblemente. El lema de cada número se convierte en un alegato a favor de la Libertad. El primero es «Adorar la Libertad, y a los neos perseguir... es la profesión de Fe... del patriótico Juan Ruyz»;15 el siguiente, de 4 de octubre, y de vuelta en Oviedo, pasa a ser «Que vivan por siempre unidos — los liberales deseo — y viva la libertad — y abajo lo que no es bueno». En el tercer número tras la Revolución sigue exigiendo libertades para él y para todos.16 A finales de octubre, aparentemente recobrada la calma perdida en el último mes, instaura su lema periodístico definitivo, hasta el número final que es bastante excepcional:17 «Juan Ruyz tiene su programa en el bolsillo para cuando le llame la nación — que no le llamará nunca».18 El resultado, en lo que a lemas se refiere, es bastante parecido a los panfletos franceses, de la época de la Revolución, como Le Vieux Cordelier de Desmolins.

El número más extraño es el 26 del día 18 de octubre: escribe Ruyz, por vez primera, con «i» latina, el subtítulo pasa a ser «Periódico Sui Generis», elimina u olvida el recuadro de la suscripción y el de la periodicidad, por vez primera no sale la «Correspondencia de Juan», que además es sustituida por un Logogrifo inclinado... Pero, lo habitual, desde la Revolución, había sido la ruptura con el formato anterior, bastante uniforme. Nos preguntamos si no será simbólico de la situación española. «Juan Ruiz» empieza a firmar un buen número de trabajos, firma L.A.U. un trabajo titulado «Las estaciones»,19 una charada y su solución,20 se firma casi todo, bien sea con el seudónimo o las iniciales anteriores, o bien los recién llegados a la redacción —Benjamín y Mengano—, versifica artículos de fondo, en otra ocasión la sección «Correspondencia de Juan» se llama «C. de J.», sección que aparece y desaparece 2 veces en un mes; es tal su ansia por comentar, criticar, evaluar todo lo que está pasando, tiene tanto que decir que el periódico que si en marzo había empezado a ser escrito las noches de los sábados para no aburrirse, en octubre menudea su periodicidad y se publica, desde el 29 de octubre,21 también los jueves, lo que justifica con una «Advertencia que importa a todos»:

Como este año los almanaques están de muy mal idem, Juan Ruiz no publica el suyo que había anunciado, pero en cambio desde ahora saldrán dos números por semana —jueves y domingos—. Conque ya ven VV. se ganan con el cambio.

Si alguno no está contento que no me lo diga porque yo no puedo remediarlo.22

Parecía, por tanto, premonitorio el título del artículo del número 22 de 20 de septiembre «Me aburro».23

Las secciones, por otro lado, son bastante regulares. Siempre encabeza un Artículo de Fondo, en forma de cuento en muchas ocasiones, otras en verso... Le suele seguir un artículo de actualidad y/o las gacetillas, «Cosas de Juan» que equivale a la Revista de Prensa de otros periódicos y «Correspondencia de Juan», que acaba por convertirse en los «Cantares» y que están reservados a L.A.U. Además, ocasionalmente, introduce otros géneros que son habituales en otros periódicos satíricos, pero no en el suyo: Noticias, Revistas Charadas, Diccionarios, Definiciones, Biografías y, sobre todo, nos parece absolutamente moderna, la esquela que dedica a Julián Romea,24 género que La Correspondencia acababa de sistematizar en la Prensa española. Evidentemente todas ellas, en forma y contenido, recuerdan a las de la Prensa satírica, muy extendida en España durante el siglo xix, específicamente los dos progresistas de mayor difusión y que él constantemente cita, Gil Blas y El Cascabel.

Además, las formas y géneros que utiliza no son producto de la mera observación, sino que da pruebas de la reflexión e interpretación tras su experiencia con ellos y, por tanto, tiene muy claro lo que debe ser, más exactamente, lo que no debe ser, por ejemplo, un artículo de fondo:

Muchos han dado en llamar artículo de fondo al que va el primero nada más que por esta circunstancia.

Aquí hay tela donde cortar.

Vengan las tijeras.

Y, empiezo.

¿Se les figura a VV. que este pobre artículo que estoy escribiendo es un verdadero artículo de fondo? Nada de eso; no es más que un articulito de entrada que es como si dijéramos «vamos andando».

¿En qué consiste que para muchos lectores los artículos de fondo no son más que un requisito y tienen tanta significación e interés para ellos como puede tenerla el pie de imprenta?

Es muy sencillo.

En la mayor parte de los periódicos, sobre todo en los de provincias, los artículos de fondo no lo son porque no lo tienen.

Son artículos que parecen decir mucho y no dicen nada.

Al verlos el inteligente se sonríe de desprecio, o bien se indigna según el estado de su bilis. Y a su lectura el ignorante dice: aquí debe haber mucho bueno pero yo no lo encuentro.

No, señor, no hay nada bueno porque todo es un atajo de sandeces

¿Quién es el mísero mortal que no se cree con fuerzas para llenar esta parte de un periódico?

Cuántos hay que dicen: yo no sirvo para hacer una gacetilla ni aun siquiera para redactar un anuncio pero, en cambio sé hacer artículos que conmueven el gran edificio de la humanidad. […]

Hay otros que les da por escribir «de intereses materiales» […].

Hay otros que conociendo su insuficiencia se dedican a foliar antiguos tomos […].

A otros les da por la historia […].

Algunos no saben salir de un tema […].

Como es fácil suponer aquí sólo trato de los malos articulistas que quieren que su género averiado pase por bueno, y a esto, sí señores, a esto me opongo con todas mis fuerzas.

En cuanto a los buenos, que a Dios gracias los hay, no necesito yo recomendarlos que bastante se recomiendan ellos.

Yo que no me considero entre éstos, quiero evitar pertenecer a las filas de los primeros, y no me meteré para lograrlo, a hacer artículos de fondo, y si algún día hago alguno ha de ser en la persuasión de que tiene fondo, verdadero fondo y no pintado […].

Con que así, para que VV. lo sepan, estos artículos se llaman de entrada, y si algún fondo existe en ellos más vale que VV. se lo conozcan que no que se lo diga.25

Algo debía haber cambiado ya en el espíritu de Juan Ruyz cuando el 20 de septiembre, tras veintiún números con idéntica cabecera, lo único que permanece sin alteración es el título. En la cabecera añade el subtítulo de «periódico humorístico»26 que figura después en la portada interior de la encuadernación, pero no de forma definitiva, sino que lo cambia más tarde «Periódico sui géneris»,27 y esta vez sí que hasta el último número, aunque parece haber olvidado el subtítulo en el número 28, de 29 de octubre, donde aparece el espacio en blanco.28 La reivindicación en el subtítulo de tal evidencia, como lo es el hecho de que es un periódico satírico, parece tener qué ver con alguna acusación por alguna crítica sufrida, ya que no sólo incide en su talante informal, sino que cambia también las viñetas de la suscripción y de la periodicidad, que pasan a ser igual de reivindicativas pero en cuanto a su independencia económica «A esto nadie se suscribe — que Juan de sus rentas vive» y «Todos los domingos Juan sale si permiso dan»29 que permanecen desde el número 22 hasta el final.

El conocimiento que Leopoldo Alas tiene de la Prensa de su época y que manifiesta en Juan Ruyz lo apreciamos a través de los casi cuarenta30 periódicos que cita, califica o critica a lo largo de los cincuenta números que escribe. De ellos, dieciséis son satíricos, proporción bastante adecuada a los que se publican después de triunfar la revolución, pero del todo exagerada si tenemos en cuenta los que se publican y cita antes; es más, no es casualidad que de todos el periódico más citado sea Gil Blas, que es objeto, tanto la publicación como sus autores, de continuas alabanzas.

Ya desde el primer ejemplar critica Juan Ruyz a sus congéneres los jóvenes periodistas en los siguientes términos:

—[Sobre Juan Ruyz] No creo que un estudiante sea capaz de escribir por sí y ante sí un periódico.

—Lo mismo creo.

—Aunque si bien se mira en estos tiempos nada hay tan fácil como ser periodista y cuando hasta los cajistas echan su cuarto a espadas, con mucha más razón los estudiantes.31

La más dura crítica a los colaboradores de periódicos la hace, en el primer artículo del día 30 de agosto, es decir, en su artículo de fondo, Benjamín que habla de su tío don Tomás, de quien dice: «Es literato o cosa así, es colaborador en cuatro o cinco periódicos y siempre escribe sobre Agricultura, Manufactura, y en fin sobre todos los acabados en ura menos Literatura.».32 A él le pide consejo cuando recibe la supuesta oferta de Juan Ruyz para colaborar con él. El tío se ofende pensando que Juan Ruyz es

un chiquillo de esos que se meten a literatos nada más que porque se les pone a ellos en la cabeza que sirven para el caso.

Habrá hecho dos o tres romances en í, é, ó o ú, hablando mal de todos y de todo y más que nada de los neos.

Escribirá de religión en sentido anfibológico y como con lástima, combatirá las corridas de toros sin haberlas visto en su vida, se compadecerá de los maridos, renegará de las mujeres y todo esto nos regalará entre muletilla y muletilla.33

Todo esto es lo que ambos, tío y sobrino, consideran que hacen los chicos jóvenes y que todos escriben y que son una «plaga de chiquillos audaces, tontos, ignorantes y necios».34 Esta idea se extiende a los adultos:

Cuando Blasco decía que lo menos 13 millones de españoles somos literatos, creía yo que exageraba, ahora estoy convencido de que debió añadir otros 4 millones.

Sí, señor, y ni siquiera bajo uno.

El general Espartero creció mucho para mí desde que sé que no escribió en los periódicos versos ni articulitos.

¡Se necesita virtud! ¿Habrá 4 que hayan hecho otro tanto en España o Ultramar?

Difícilmente.

Todos somos poetas.

Pero no nos da por cantar al Sol ni a la Luna y demás comparsa. Ahora cada español es un Quevedo, un Larra, un Mesonero Romanos, un Frontaura.35

Una vez que ha triunfado la Revolución de Septiembre y, por consiguiente, se produce una explosión periodística —«una invasión como otra cualquiera»36— muy significativa, el intrusismo se hace más hiriente a los ojos de Juan Ruyz, así como la cantidad en sí de papeles. En definitiva, el 18 de octubre habla del abuso de la Libertad de expresión:

Tenemos libertad de imprenta, gracias a Dios y a nosotros, es verdad; podemos decir en letras de molde todo lo que sepamos, nada más cierto ni más justo; para hacer un periódico no hay que andar con depósitos y otras tonterías, esto es muy plausible, pero ¿de esto se concluye que nos hemos de meter todos a periodistas?

Ustedes creerán que no, yo creo lo mismo, pero hay quien piensa de diferente manera, y una lluvia de periodicuchos está cayendo sobre nosotros, que amenaza yo no sé qué, pero amenaza mucho.[…]

El que sirva para periodista y lo haya sido y haga de ello su carrera, séalo en buena hora, pero el que en su vida pensó en escribir periódicos, el que carece de la instrucción y práctica necesarias para el caso, el que, en una palabra, nunca las vio más gordas, ¿por qué ha de meterse entre artículos de fondo, sueltos, gacetillas y variedades, cuando su elemento es la tijera, el cartón o las máquinas?

El artesano es libre, sí señor, tiene voto, es un miembro del pueblo soberano, debe y pues instruirse, pero no sabe y por ende no debe escribir periódicos.

Porque V. sea un cajista, un impresor, es V. un publicista, y si no a la prueba me remito; escribe V., y ¡cómo escribe! Lo hace V. muy mal, da lástima leerle, ¡qué había de suceder!

¿Significan algo a favor de su talento de V. esas vanas elucubraciones y viva la Libertad por arriba y viva la Libertad por abajo? […]

Y no piense que esto se lo digo por V., líbreme Dios, yo no dudo que V. sabrá la gramática y otras muchas cosas, las que V. quiera, menos hacer periódicos; porque los hechos hablan y francamente, su periódico de V. no deja de valer muy poco. […]

Por lo demás, no crean VV. que yo me dirigía a una persona particular. [… El Mosquito Rojo, el Patriota y otros papeluchos de la misma calaña no pueden vivir, no porque los mate la libertad..., digo, sí, los matará la libertad que tiene el público de no leer tales papeles. […]

Dejarse de tonterías, amigos, esténse VV. a su oficio, procuren instruirse algo más, no para publicar periódicos, sino para poder conservar esa libertad que tanto les gusta a VV. y a mí también.

¡Ah, la Libertad! ¡Es tan dulce, tan armónico, tan bello, tan sublime este nombre!37

Sin embargo, antes de la Revolución había suspirado en varias ocasiones por ella, tanto en prosa como en verso. De hecho, según va escribiendo su periódico las versificaciones se hacen más frecuentes, como la que sigue en su «Revista del medio año», del primer semestre de 1868, en donde critica a los periódicos neos y la falta de libertad manifiesta para los liberales:

El señor periodismo / en cuanto a libertad siempre lo mismo. / Murió la Lealtad / y me alegro en verdad, / pero en cambio charló con arrogancia / la señora Constancia; / y armados de trompetas y timbales vinieron los papeles liberales / más tuvieron que armarse de paciencia / que el gobierno es al fin de resistencia.38

«El himno neo» que compone en breve también hace referencia al odio que este sector manifiesta a la Libertad de Expresión —«¡Ay quién viera la prensa caída / y apagado el maldito quinqué»39—, siempre que la libertad se aplique a los demás, por lo que otra estrofa de este himno está dedicada al periódico neocatólico más influyente y abusivo, La Constancia, por cuanto que es de Cándido Nocedal, artífice de la represiva y eficaz Ley de Imprenta de 1857.40

Sin embargo, pasadas las primeras explosiones de felicidad y exclamaciones de bienvenidas a la Libertad de Prensa, Alas se da cuenta de que los nuevos gobiernos, ahora liberales, amordazan a los periódicos que no le son propicios y, de hecho, al final del año revolucionario en la «Revista del medio año», esta vez del segundo semestre del 68, denuncia que «dice el Gobierno: Libertad de Imprenta y hace callar a quien le tiene cuenta».41

Esta manifestación es muy relevante, ya que mientras dice esto sigue protestando contra los «periodicuchos», «periodiquillos», «libelos», «papeluchos», etc. De El Papelito, «un periódico nuevo, entre los muchos que ahora ven la luz», apunta que, siendo moderado, «muchas veces por ser chistoso es grosero»;42 y lo mismo opina de La Gorda, «una periódica nueva. Está bien escrita, pero es insultante hasta lo sumo»;43 llega a llamar «majadero»44 al gacetillero de La Unidad que no hace más que insultar «a todo bicho viviente».45 Estos calificativos, los llega a extender hacia periódicos de los que se denominan «serios» e incluso en una ocasión llama la atención a su adorado Gil Blas, que es su verdadera inspiración, fundamentalmente porque arremete de manera exagerada y violenta contra la religión y le dice, a modo de reprimenda, que parece unionista46 y ateo47 y le aconseja «Alíviate, Gil Blas, porque estás algo tocado».48 Tal es su desesperación y desánimo al contemplar el panorama periodístico que dice que Dos cuartos de chistes, periódico nuevo «es el único que vale algo -no mucho- de todos los que se publican estos días».49

Juan Ruiz, por otra parte, clasifica los periódicos por su adscripción política, su talante o su contenido. Así los hay de contenido teóricamente no político: de noticias y de empresa; políticos: neocatólicos, moderados, unionistas, republicanos; por su difusión: provinciales o nacionales; por su finalidad: nacidos para recreo de una persona o expresión de sus sentimientos personales, hasta los hay se que declaran protestantes,50 etc.

Hay, según él, periódicos como él mismo, humorísticos, y de hecho, se queja, hay «una infección de periódicos satíricos»,51 pero no todos son de calidad, así que ironiza:

Todos somos satíricos.

Viva la guasa. […]

¿Cuántos periódicos festivos salieron este año en Madrid? Sábelo Dios.

Por supuesto que la mayor parte mueren en cuanto nacen y por milagro se logra uno, pero al fin nacen.

Y esos mismos invasores lo primero de que hablan es de la invasión, pero sin contarse en ella; par ellos, menos ellos, todos son intrusos.52 […]

Juan Ruyz está dispuesto a dejar la pluma en el momento que personas competentes le prueben (no será difícil) que es uno de tantos intrusos.

Yo, claro, no me creo buen ni mediano escritor, pero, aparte tanta modestia, más que toda esa pléyade me parece que valgo.

[…] Hasta los periódicos que se llamaban antes a sí mismos serios con una seriedad harto ridícula, usan hoy de una festividad más ridícula aún.53

Después de la Revolución aumenta exponencialmente el número de papeles satíricos sobre lo que Alas no pierde la oportunidad de hacer comentarios de toda clase:

—Quiero decir que qué le parece a V. de esos papeluchos que andan por ahí, El Organillo, El Mosquito Rojo y El Patriota.

—Muy Mal.

—¿Cuándo saldrán del palenque periodístico?

—Jamás.

—¡V. me asusta!

—Para salir les faltaba haber entrado.54

¿Cómo es o debe ser entonces un periódico guasón? A la vista de las alabanzas que constantemente hace de Gil Blas, pensamos que es un modelo a seguir, así como El Cascabel, de Frontaura, bastante más discreto, con menos difusión, pero con una calidad reconocida. A estos hay que añadir, poco antes de desaparecer el periódico objeto de nuestro estudio, el Criticón, del que dice que «aconsejo a mis lectores que lo compren si quieren pasar un buen rato»,55 aunque tenemos buenas razones para sospechar de su adhesión y fe en el nuevo papel asturiano, ya que antes de recomendarlo confiesa: «Mi amigo Alas y Alas, en compañía de otro joven literato, escribe El Criticón. Mucho se puede esperar del numen y chispa […] de estos señoritos.».56

Sin embargo, la mejor definición de lo que debe ser un periódico humorístico la da él mismo cuando se define en su último número y sin señales de modestia confiesa que el suyo ha sido:

Un periódico que no se ensaña con nadie a pesar de ser satírico, que critica con la mayor finura lo que juzga que debe criticarle, que cuando habla de política lo hace con la imparcialidad de que no pueden disponer los hombres de partido, un periódico que a pesar de pertenecer a la escuela moderna no desprecia lo que hay de digno en la antigua, un periódico en fin que desde el primer número declara la guerra a los neos, me parece que puede ganarse la simpatía del público.57

Por ideología, los periódicos que más detesta son los neo-católicos: celebra la muerte de La Lealtad diciendo «me alegro en verdad».58 Sin embargo de entre todos los neos el que menos puede soportar es La Constancia, representante de la ideología, hasta que aparece en Asturias, al calor de la recién estrenada Libertad de Expresión, La Unidad. Este periódico «sacristanesco»59 le duele profundamente y le quema tanto su proximidad que desde que sale al «palenque periodístico» se convierte en el más mencionado y, evidentemente jamás escribe Alas un halago y, por el contrario, en la despedida matiza que de las tareas pendientes lamenta mucho dejar a sus lectores en manos de La Unidad y, sigue, «esto me convence de que tengo que volver».60 Además, en su despedida a la prensa ovetense le dedica casi la mitad de sus palabras:

Señora Unidad: V. por ser hembra —esto no quiere decir que los otros sean machos— y además por ser nea, merece ser la primera en esta tierna despedida.

Yo le deseo una larga vida, tan larga como la del Patriota, v. gr.; que para ocuparse en lo que V. se ocupa no ha menester más tiempo.

Siga V. con sus sofísticos artículos y con sus pretensiones de mística; hágase V. la... ilusión de que sus razones, o mejor, sinrazones han de convertir a todos los liberales a la mala causa; siga V. creyendo que sus ponzoñosas saetas son capaces de abrumar al más templado; no deje V. sus humos aristocráticos; que esto y mucho más deseo yo para su prosperidad.

[…] darle el último adiós, y digo último, porque para cuando yo vuelva espero de la misericordia de Dios, que los neos quieren aminorar, que no exista V. ni ningún periódico de los de su calaña.61

Con el resto de las ideologías se muestra también crítico, pero más tolerante y moderado, sobre todo con los moderados —La Iberia y La Época—, con los republicanos —El Criticón—, etc. Otra especial afición de Juan Ruyz es hacia los periódicos de noticias y los de Empresa. Un caso divertido de iniciativa empresarial lo narra de la siguiente manera:

Es el caso que un periódico muy amable de la corte regalaba un vale a sus suscritores, presentando el cual a cierto fotógrafo, de Madrid también, tenía la obligación de retratar al que lo presentase por solo una peseta.

Un suscritor de provincias le mandó el vale, una peseta, las señas de su domicilio, y esta nota: retráteme V.

A vuelta de correo recibió el tal suscritor un jumento de cuerpo entero.62

La Prensa de noticias, todavía inexperta en España, llama la atención del joven estudiante, sobre todo sus exageraciones acerca de «crímenes monstruosos» y por comentarios del tipo «parece mentira que haya almas tan depravadas»,63 así como por sus continuos errores y, evidentemente, no le gusta nada que le comparen con los periódicos que él llama «noticieros» o «callejeros» y cuando un suscriptor se queja porque no ofrece noticias, Juan Ruyz se ofende profundamente y le dice que si quiere noticias que compre La Correspondencia «y si no invénteselas que al fin y al cabo poco más da que las invente V. u otro».64 De La Época tampoco se fía más y le acusa de que las informaciones se las dan los porteros.65

Sin embargo, al final, lo que más le importa y le duele es la Prensa de Oviedo que es de quien se despide en el último número, resumiendo en su adiós su más pura opinión:

Adiós, señor Constituyente, demócrata mientras no se trata de república, anfibológico truchimán, cuyo más ardiente deseo es hacerse diputado a Cortes como tu mismo nombre lo indica, adiós. Él te libre de tu insulso gacetillero y te conserve tu sacerdote que es lo único bueno que tienes. […]

Salve, disfrazado Anunciador, yo te reconozco detrás del pretencioso nombre que hoy nos muestras — continúa siendo unionista, que con defensores como tú luego se irá a pique el partido, que es lo que nos hace falta. Continúa tus pugilatos con el Faro, hasta que os rompáis mutuamente las narices y no volváis a aparecer en la prensa para mengua de los asturianos periodistas.

Faro Asturiano, flor y nata de los mentirosos, que en tu afán de mentir hasta mientes en tu nombre, te he dejado para el último por ser el que menos consideraciones me mereces y eso que todos me merecen tan pocas.

No te tiente el demonio y anuncies mi desaparición entre una nube de epítetos, no, cállate, cállate por lo que más estimes en este mundo, que de fijo es tu panza.

Aunque todo el mundo lo sabe, no diré que eres un pastelero de lo más refinado, que hoy alabas a Juan y mañana a Pedro según esté el uno o el otro en candelero.

Adiós todos, por último, y sólo le pido a Dios que para cuando vuelva no encuentre a ninguno de vosotros.66

A la vista de todo lo expuesto, nos parece evidente la vocación periodística de Leopoldo Alas. Sin embargo, si cabe, la mejor muestra de la profesionalidad de Juan Ruyz cuando hace su periódico es el hecho de que algunas cosas de las que escribe para su «periódico juvenil» se publican después en la Prensa Satírica Profesional, más exactamente, en el máximo exponente de su época Gil Blas67 que, como ya hemos indicado, era su ídolo, tanto que, por ejemplo, si Gil Blas cambia la separación de sus secciones Juan Ruyz también lo hace,68 si añade secciones, Juan Ruyz también,69 etc. Juan Ruyz además, presume todo lo que puede de estas colaboraciones:

Me dice un suscritor que cómo es que algunas cosas que ve en Juan Ruyz las encuentra luego en Gil Blas.

Y yo le contesto que es que Juan Ruyz se las manda a Gil Blas por correo.70

A esto añadimos el hecho de que Juan Ruyz abandona su periódico pero empieza a colaborar en otros, en los dos que más admira: el ya citado Gil Blas y en El Cascabel.71

Su despedida, que no lo es, se titula «Vuelvo» y en ella dice que volverá a aparecer mañana72 y que esa mañana no debía ser necesariamente próximo; es más, puntualiza que «he de tardar acaso mucho en volver», como de hecho ha vuelto cien años después de la muerte física de su creador. El mérito del «Clarín» periodista, como el de Larra, es que su periodismo sigue vivo, ha superado su actualidad y, por lo tanto, como el de Larra no ha muerto.

Todo esto es la raza del periodista. La raza se vive con un papel y un lápiz en una mano y en la otra el corazón. Y, como dice Leopoldo Alas, «Conste, pues, que Juan Ruiz no muere».73

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  • (1) Cfr. Leopoldo Alas «Clarín», «Juan Ruiz», Periódico humorístico, Madrid, Espasa-Calpe, 1985, p. 27. volver
  • (2) Cfr. Adolfo Posada, Leopoldo Alas «Clarín», Oviedo, Imp. La Cruz, 1946. volver
  • (3) V. Pilar García Pinacho, «Radio, prensa y televisión en la novela de Muñoz Molina», en La Lengua y los medios de comunicación, Madrid, Universidad Complutense, 1999, pp. 661-669. volver
  • (4) V. Pilar García Pinacho, «Cánovas y sus colaboraciones periodísticas», en Cánovas y su Época, Madrid, Fundación Cánovas del Castillo, 1999, pp. 329-344 y La Prensa como fuente y subtema de los «Episodios Nacionales» de Benito Pérez Galdós, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998. volver
  • (5) Cfr. Leopoldo Alas «Clarín», «Juan Ruiz», Periódico humorístico, p. 105. Todas las citas están tomadas del mismo texto. volver
  • (6) Cfr., pp. 133-136 y 142-144. volver
  • (7) Cfr., p. 133. volver
  • (8) Cfr., p. 135. volver
  • (9) Cfr., p. 135. volver
  • (10) Cfr., p. 135. volver
  • (11) Cfr., p. 136. volver
  • (12) Cfr., pp. 27-29. volver
  • (13) Cfr., p. 28. volver
  • (14) En Oviedo hasta el n. 10, de 28 de junio, en que lo hace en Carreño. El n. 14 lo fecha en Gijón, para volver a Carreño desde el n. 18, de 23 de agosto hasta el 24 de 4 de octubre de 1868, fecha en la que se queda ya en Oviedo. volver
  • (15) Cfr. n. 23, de 27 de septiembre. volver
  • (16) Cfr. n. 25,de 11 de octubre, «Juan Ruyz pide para el pueblo -libertades y para él- no pido más que una vida -cual la de Matusalem. volver
  • (17) Cfr. n. 50, 14 de enero: «Juan Ruiz se retira por ahora a la vida privada, y si vuelve a salir expondrá su programa... o no lo expondrá». volver
  • (18) Cfr. n. 27, de 25 de octubre. volver
  • (19) Cfr. n. 27. volver
  • (20) Cfr. n. 41 y 42 respectivamente. volver
  • (21) Cfr., n. 28. volver
  • (22) Cfr., p. 286. volver
  • (23) Cfr., p. 233. volver
  • (24) Cfr., p. 197. volver
  • (25) Cfr., pp. 38-40. volver
  • (26) Cfr., p. 233. volver
  • (27) Cfr., p. 269. volver
  • (28) Cfr., p. 286. volver
  • (29) Cfr. n. 22, de 20 de septiembre de 1868. volver
  • (30) Son exactamente 39 periódicos que cito, por orden alfabético: Álbum de la Prensa Asturiana, p. 207; Almanaque de Gil Blas, p. 361; Aniversario, p. 277; El Anunciador, pp. 47, 55, 179 y 256; El Apolo, p. 102; El Cascabel, pp. 45, 46, 73, 94, 101, 192; La Constancia, pp. 107, 122, 178 y 282; El Constituyente, pp. 321, 416, 433, 441, 442 y 483; La Correspondencia de España, pp. 202, 267; La Cosa Pública, p. 416; Criticón, pp. 361, 380, 381, 386 y 388; La Discusión, pp. 453 y 456; Don Quijote, p. 409; Dos cuartos de Chistes, pp. 292, 321; La Época, pp. 113, 114, 169, 199, 202; La Estación, pp. 47, 62, 64, 72, 93, 100, 101, 103, 118, 149, 179, 180, 191 y 204; El Faro Asturiano, pp. 45, 46, 55, 64, 71, 107, 111, 129, 130, 148, 150, 151, 179, 191, 197, 221, 230, 256, 316, 318, 373, 381 y 384; Fray Gerundio, pp. 28 y 57; La Gorda, pp. 347 y 353; Gil Blas, pp. 45, 46, 64, 73, 74, 75, 83, 94, 100, 101, 103, 105, 120, 125, 130, 160, 178, 190, 202, 205, 249, 267, 269, 284, 321, 340, 365 y 408; Guirigay, p. 320; La Iberia, p. 113; La Igualdad, pp. 453 y 456; El Imparcial, p. 201; Jeremías, pp. 460 y 468; La Joven Asturias, pp. 284, 302 y 305; El Juicio, p. 62; La Lealtad, p. 120; La Linterna, p. 199; El Mosquito Rojo, pp. 270, 271, 276, 277, 284; El Organillo, p. 284; ElOriente de Asturias, p. 67; Padre Cobos, pp. 254 y 397; El Papelito, 347 y 353; El Pasatiempo, p. 258; El Patriota, pp. 270, 277 y 284; La Regeneración, p. 75; El Trabajo, pp. 47, 149 y 159; y La Unidad, pp. 379, 380, 381, 384, 386, 387, 389, 391, 399, 415, 425, 433, 441 y 480. volver
  • (31) Cfr., p. 34. volver
  • (32) Cfr., pp. 203-208. volver
  • (33) Íd. volver
  • (34) Íd. volver
  • (35) Cfr., p. 105. volver
  • (36) Cfr., p. 292. volver
  • (37) Cfr., pp. 269-271. volver
  • (38) Cfr., pp. 122-123. volver
  • (39) Cfr., p. 189. volver
  • (40) Cfr., p. 190. volver
  • (41) Cfr., p. 446. volver
  • (42) Cfr., p. 347. volver
  • (43) Cfr., p. 347. volver
  • (44) Cfr., p. 379. volver
  • (45) Cfr., p. 389. volver
  • (46) Cfr., p. 408. volver
  • (47) Cfr., p. 329. volver
  • (48) Cfr., p. 408. volver
  • (49) Cfr., p. 292. volver
  • (50) Cfr., p. 340. volver
  • (51) Cfr., p. 106. volver
  • (52) El autor aclara a pie de página que así hace él mismo. Cfr., p. 106. volver
  • (53) Cfr., pp. 105-106. Entre los que usan fórmulas graciosas sin serlo incluye a La Constancia y a El Faro Asturiano (V., p. 107). volver
  • (54) Cfr., p.284. volver
  • (55) Cfr., p. 388. volver
  • (56) Cfr., p. 388. volver
  • (57) Cfr., pp. 478-479. volver
  • (58) Cfr., p. 122. volver
  • (59) Acepción habitual de los periódicos neos que Alas comparte diciendo que es para los sacristanes de la parroquia. Cfr., p. 381. volver
  • (60) Cfr., p. 480. volver
  • (61) Cfr., pp. 480-481. volver
  • (62) Cfr., p. 111. volver
  • (63) Cfr., p. 173. volver
  • (64) Cfr., p. 267. volver
  • (65) Cfr., p. 202. volver
  • (66) Cfr., p. 481. volver
  • (67) Cfr., pp. 120, 141, 160 y 179. volver
  • (68) Cfr., p. 100. volver
  • (69) Cfr., p. 101. volver
  • (70) Cfr., p. 190. volver
  • (71) Cfr., p. 483. volver
  • (72) Cfr., p. 479. volver
  • (73) Cfr., p. 479. volver
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