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José Antonio Gómez Yáñez Consultor, coordinador del informe «El valor económico y social de los servicios de información: bibliotecas» (*)

Los servicios de información y documentación pertenecen al tipo bienes y servicios que proporcionan plusvalías invisibles al conjunto de la sociedad. Es decir, su actividad revierte en forma de calidad de vida, seguridad jurídica, mejora de la formación y de las oportunidades de empleo, mejora de la calidad de investigación, mejora de la formación de profesionales que a su vez aportan un alto valor añadido en su actividad, etc., es decir, corrientes de generación de riqueza que pasa bajo el radar de los intercambios económicos, por tanto, no se registran.

Permítanme una referencia personal. Uno de los mejores aspectos de mi trabajo, como sociólogo dedicado a la investigación comercial y social, es decir, para empresas u organizaciones para fines concretos, es que se aprende mucho. Es un trabajo que te pone en contacto con muchas personas que gestionan bien sus actividades, es decir, buenos profesionales. En el caso del estudio que me encargó FESABID, publicado con el título «El valor económico y social de los servicios de información: bibliotecas», el proceso de investigación me fue permitiendo descubrir las muchas facetas a través de las que los servicios de información y documentación aportan estas plusvalías invisibles: ¿cuánto vale la seguridad jurídica que aporta un archivo en un ayuntamiento que certifica los derechos de cualquier ciudadano sobre una propiedad?, ¿cuánto vale la puesta en valor de documentos históricos a través de su digitalización?, ¿cuánto vale la definición de criterios de calidad y normalización uniformes que ponen en valor la documentación a través de su digitalización?, ¿cuánto aportan las bibliotecas universitarias a la investigación sus profesores?, en una empresa privada, ¿cuánto vale la gestión de su know how profesional y la puesta a disposición de sus profesionales?. En definitiva, la documentación e información aporta valor a la sociedad de una manera invisible.

El estudio sobre las bibliotecas trató de poner cifras a esta tratando de valorar, a precios de mercado, la aportación que hacen a sus usuarios a través de los servicios que prestan: préstamo de libros, estancia en las salas, orientación de los profesionales, etc.; y a sus no usuarios, a través de la disponibilidad de la red de bibliotecas, la conservación de un patrimonio bibliográfico y documental, o la reducción de deterioro ambiental derivado del ahorro de costes en impresión, elaboración de papel, etc. Las bibliotecas aportan también valor en derechos de autor para los autores de los libros que ponen a disposición de los lectores. Asignar valores a estas actividades tiene relativa complejidad, distintos autores desde los años 60 han elaborado metodologías comúnmente aceptadas que se han aplicado a nuestro estudio.

La síntesis de la investigación es que la red de bibliotecas públicas aporta entre 2,86 y 3,83 € por € invertido. Aportan, además, una actividad económica difusa en sus alrededores. Más allá de la estimación, un dato especialmente relevante sobre las bibliotecas universitarias es que son centros de promoción de la investigación. Uno de los aspectos más llamativos, y satisfactorios en mi opinión, de la investigación es la elevada valoración que los investigadores universitarios hacen de la documentación y soporte técnico de los profesionales de las bibliotecas, asumiendo que sin su soporte su trabajo habría sido de inferior calidad.

Las bibliotecas atraen a personas que van y vienen a buscar libros o a leer en sus salas, que a la vez hacen otras cosas durante la visita, toman algo, aprovechan para hacer la compra en las proximidades, compran pequeñas cosas, etc. Este impacto local se puede estimar en 1.294 millones de € que van a los comercios que están cerca de la biblioteca. No es riqueza que se crea, con toda probabilidad esos gastos se harían igualmente, pero es actividad económica que las bibliotecas atraen a su entorno. Esta faceta de la biblioteca como atractor de actividad económica debe ser puesta en valor, aunque normalmente también pasa desapercibida.

Las actividades que generan plusvalías invisibles son «blandas«, es decir, las decisiones de inversión pública en ellas puede atrasarse varios años, incluso derivarse a otras actividades «duras» en las que las plusvalías públicas o privadas son tangibles. El esfuerzo de este estudio está orientado a proporcionar una argumentación sólida en los procesos de negociación presupuestaria. Las bibliotecas no son un centro de gasto, sino inversiones rentables en términos de creación de riqueza para la sociedad, por la que los usuarios estarían dispuestos a pagar, y servicios que en muchos casos valoran por encima de lo que podrían pagar, por tanto, tienen también una vertiente de igualación social, de instrumento de igualdad de oportunidades.

 
(*) «El valor económico y social de los servicios de información: bibliotecas», Ministerio de Educación, Cultura y Deporte-Centro de Cooperación Bibliotecaria, FESABID, Madrid, 2014.