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Acta literaria

versión On-line ISSN 0717-6848

Acta lit.  no.54 Concepción jul. 2017

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-68482017000100187 

NOTAS

EL ESTILO SEPARATIVO, LA INTELIGENCIA FIGURAL Y EL ETNOCENTRISMO EN LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO DE MARIO VARGAS LLOSA

THE SEPARATIVE STYLE, THE FIGURAL INTELLIGENCE AND THE ETHNOCENTRISM IN LA CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO BY MARIO VARGAS LLOSA

Camilo Rubén Fernández-Cozman 1  

1 Universidad de Lima. Lima, crferna@ulima.edu.pe

La ensaylstica de Mario Vargas Llosa es una de las más importantes de Latinoamérica, pues incluye libros tan sugestivos como La verdad de las mentiras, conjunto de ensayos dedicados a la narrativa contemporánea; y La historia de un deicidio, volumen que analiza la obra novelística de Gabriel García Márquez. En esa nota abordaremos La civilización del espectáculo (2012) sobre la base del marco teórico de la Retórica General Textual de Giovanni Bottiroli (1993, 2005, 2006) que establece una relación entre las figuras retóricas y los estilos (es decir, la elocutio) con la inventio y la dispositio; de esa manera, el teórico italiano supera el enfoque de la Retórica restringida a la elocutio, perspectiva representada por el Grupo de Lieja que examina la figura retórica como un desvío respecto de la norma establecida por el discurso científico.

1. Tipología de los estilos de pensamiento e inteligencia figurai según Bottiroli

Para Giovanni Bottiroli (1993, 2006), no hay un solo estilo de pensamiento en una obra artística o filosófica, sino que siempre existen dos o más estilos que luchan entre sí; sin embargo, predomina uno de ellos. De ese modo se entiende el texto literario como un campo de batalla donde bregan determinadas perspectivas estilísticas. Bottiroli (1993, 2005, 2006) distingue tres tipos de estilos de pensamiento. En primer lugar, el separativo que es rígido y tiende a jerarquizar conscientemente las categorías eliminando las ambigüedades: "Separativo è lo sguardo che presuppone un mondo glíà segmentato e categorizzato, nominabile senza equivoci e interferen-za" (Bottiroli, 1993: 167). Un ejemplo es el pensamiento de José de la Riva Agüero (1960 [1905]) en Carácter de la literatura del Perú independiente, donde plantea que la literatura peruana es una provincia de la española, como si aquella fuera la de Murcia o la de Aragón; vale decir, Perú es concebido, en 1905, como una parte geográfica y cultural de España y se deja de lado el papel fundamental de las culturas andinas que resistieron ante la invasión occidental. En segundo término, el distintivo que implica el funcionamiento de una inteligencia estratégica que implica el tratamiento de las oposiciones y la flexibilidad del pensamiento por oposición al régimen separativo que es rígido. Un caso ilustrativo es el pensamiento de José Carlos Mariátegui (1991 [1928]), quien, en 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, opone lo occidental a lo indígena; pero observa la posibilidad de un mestizaje cultural en el ámbito del indigenismo que practica una literatura heterogénea, donde se observa el funcionamiento tanto de elementos andinos como occidentales. Finalmente, el confusivo (neologismo que no posee ninguna connotación peyorativa) que implica la "instabilità dei significanti rispetto ai significati" (Bottiroli, 1993: 167) y tiende a lo cíclico frente a la linealidad del régimen separativo. Una muestra del régimen confusivo es la cosmovisión de Gamaliel Churata (2012 [1957]), quien, en El pez de oro, emplea un tipo de ensayo literario que se nutre de las fuentes del pensar mítico andino y de la filosofía occidental a través de un estilo metafórico que plantea la idea del tiempo cíclico tan característico de las civilizaciones andinas.

Bottiroli (1993) también concibe la noción de inteligencia figural, hecho que implica relacionar la elocutio con la inventio a través de la dispositio. Para ello, propone el funcionamiento de cuatro provincias figúrales (o ámbitos cognitivos de organización del mundo: la metafórica, la metonímica, la sinecdóquica y la basada en la negación. No se debe confundir la provincia figural (estrato profundo) con la figura retórica (nivel superficial), pues la primera involucra procesos de pensamiento (hay un pensar metafórico o metonímico o sinecdóquico o antitético), mientras que la segunda implica un recurso retórico que es un instrumento del acto de ordenar el entorno de acuerdo con una determinada organización conceptual.

2. El estilo separativo y la sinécdoque

En La civilización del espectáculo, el escritor peruano plantea que, actualmente, prepondera una cultura que sirve solo para entretener y se orienta únicamente a distraer al receptor y no le proporciona un placer de tipo intelectual ni estimula la perspectiva crítica de este. En tal sentido, el lector de esas imágenes en el mundo audiovisual se convierte en un mero consumidor acrítico de ciertos productos culturales que se difunden a través de la prensa escrita o la televisión, entre otros medios de comunicación.

Pensamos que Vargas Llosa revela un estilo separativo o disyuntivo al considerar que la cultura letrada es superior a la cultura oral de carácter popular. Ello se observa cuando Vargas Llosa busca aislar la denominada "alta cultura" de las demás formas de cultura: "En todas las épocas históricas, hasta la nuestra, en una sociedad había personas cultas e incultas, y, entre ambos extremos, personas más o menos cultas o más o menos incultas, y esta clasificación resultaba bastante clara para el mundo entero porque para todos regía un mismo sistema de valores, criterios culturales y maneras de pensar, juzgar y comportarse" (2012: 65-66).

¿Puede regir "un mismo sistema de valores" para todo el mundo? ¿O la mirada del sujeto está condicionada por su tiempo histórico y su cultura? Las ideas del autor son, en gran medida, ahistóricas y se sustentan en una quimera: todas las personas piensan de la misma manera y poseen idénticos criterios culturales. Para sustentar dicha concepción, Vargas Llosa emplea la provincia figural de la sinécdoque: la idea de cultura de las civilizaciones occidentales hegemónicas (parte) es universal (todo). El mundo entero (abanico de distintas civilizaciones) es visto como sinónimo de Occidente letrado desde cuyo locus de enunciación dice Vargas Llosa su discurso. En tal sentido, la postura de este intelectual es rígida y no hace un esfuerzo por comprender la posición del otro, del diferente, vale decir, el que no se sitúa en el ámbito de las civilizaciones occidentales hegemónicas. Aquí se puede formular otra pregunta: ¿el hombre andino de cultura oral tiene la misma noción de cultura que el occidental que se complace en la imposición de la escritura? De ninguna manera. Vargas Llosa piensa que la cultura letrada occidental es, prácticamente, la única del mundo y no propugna el diálogo intercultural en igualdad de condiciones, sino que traza un desarrollo unilineal de la historia determinado por el Occidente hegemónico. Allí late un etnocentrismo radical distinto del moderado (Cuche, 2002). El primero implica la noción de que hay culturas superiores e inferiores; por el contra rio, el segundo se manifiesta cuando un individuo considera que sus formas de pensar o de sentir son mejores que las demás, pero no mira con ojos peyorativos las manifestaciones de otras culturas. Vargas Llosa afirma sin ambages: "Ahora todos somos cultos de alguna manera, aunque no hayamos leído nunca un libro, ni visitado una exposición de pintura, escuchado un concierto, ni adquirido algunas nociones básicas de los conocimientos humanísticos, científicos y tecnológicos del mundo en que vivimos" (2012: 69).

La sinécdoque separativa es ostensible en este caso: la cultura letrada (parte) representa a la llamada cultura universal por excelencia (todo). Entre la escritura y la oralidad, Vargas Llosa prefiere la primera como manifestación cultural; es decir, antes de la llegada de los conquistadores españoles no hubo cultura -según Vargas Llosa- en las civilizaciones andinas porque allí no había escritura alfabética. La cultura, para el escritor peruano, es sinónimo solo de humanidades, ciencia y tecnología: el pensar mítico andino -revalorado por escritores neoindigenistas como José María Arguedas- no es una manifestación cultural comparable a la que emana de la literatura occidental.

3. La provincia figural de la negación

La inteligencia figural no solo se evidencia en la sinécdoque, sino también en la negación como procedimiento cognitivo que se materializa en el empleo de la antítesis como figura retórica. Veamos cómo Vargas Llosa cuestiona los planteamientos de Mijail Bajtín en relación con la cultura popular: "Bajtín y sus seguidores (conscientes o inconscientes) hicieron algo más radical: abolieron las fronteras entre cultura e incultura y dieron a lo inculto una dignidad relevante, asegurando que lo que podía haber en este discriminado ámbito de impericia, chabacanería y dejadez estaba compensado por su vitalidad, humorismo y la manera desenfadada y au téntica con que representaba las experiencias humanas más compartidas" (2012: 68).

Mantener las fronteras rígidas es sinónimo de estilo separativo. Para el novelista peruano, es imprescindible separar la cultura de la incultura y allí late la antítesis separativa. La llamada incultura, según Vargas Llosa, se manifiesta en el imaginario carnavalesco, estudiado por Bajtín (2003). En la cita anterior vemos el prejuicio ideológico al calificar de "chabacanería" el acervo popular y considerar que la alta cultura solemne y ceremonial es superior a la "desenfadada" cultura popular. El problema radica en que el propio Vargas Llosa, en obras como La tía Julia y el escribidor, se ha nutrido de esta última. Pedro Camacho, por ejemplo, es un personaje de dicha novela que escribe radionovelas, género de amplio público en los años cincuenta del siglo pasado en el Perú. Sin duda, en este caso, la ensayística de Vargas Llosa colisiona con su propia obra narrativa. Ello lleva a pensar que la cultura letrada, en realidad, se alimenta del saber popular de carácter oral. En tal sentido, la frontera entre ambos conocimientos no es tan rígida, tal como piensa el autor.

Bottiroli afirma que los estilos, en un texto filosófico o artístico, bregan entre sí. Veamos, ahora, cómo la lucha entre el estilo separativo y el distintivo da como resultado el triunfo del primero: "Los sociólogos, por su parte -o, mejor dicho, los sociólogos empeñados en hacer crítica literaria-, han llevado a cabo una revolución semántica parecida, incorporando a la idea de cultura, como parte integral de ella, a la incultura, disfrazada con el nombre de cultura popular, una forma de cultura menos refinada, artificiosa y pretenciosa que la otra, pero más libre, genuina, crítica, representativa y audaz" (Vargas Llosa, 2012: 67). Cuando Vargas Llosa dice que la cultura popular es genuina y crítica evidencia, en cierta forma, el estilo distintivo; pues supone el tratamiento de la contradicción entre la alta y la baja cultura (o popular) al considerar los elementos positivos de esta última como la audacia y la libertad en el tratamiento de los temas. No obstante, en el párrafo citado vence el estilo separativo que se evidencia en el empleo de una ironía ridiculizadora al atribuir a los sociólogos una aparente "revolución semántica parecida" en vista de que, en realidad, no hay tal transformación. En verdad, esos científicos sociales, cuando hacen crítica literaria, le dan a la "incultura" la categoría de "cultura popular". En consecuencia, habla desde un lugar de la enunciación privilegiado: la del juez refinado que mira con ojos peyorativos las manifestaciones de la cultura carnavalesca que había sido estudiado por Bajtín (2003) en su libro sobre Rabelais. Vargas Llosa arremete contra ciertos articulistas de los periódicos: "Hoy ya nadie es inculto o, mejor dicho, todos somos cultos. Basta abrir un periódico o una revista para encontrar, en los artículos de comentaristas y gacetilleros, innumerables referencias a la miríada de manifestaciones de esa cultura universal de la que todos somos poseedores, como por ejemplo 'la cultura de la pedofilia', 'la cultura de la marihuana', 'la cultura punk', 'la cultura de la estética nazi' y cosas por el estilo" (Vargas Llosa, 2012: 69). Como lo ha demostrado la antropología (Cuche, 2002), el hombre es un ser de cultura. No existe, en sentido estricto, un ser humano en estado natural. ¿Desde qué lugar de la enunciación se ubica Vargas Llosa para decir que algunos individuos son incultos? Sin duda, el escritor peruano habla desde la postura del etnocentrismo radical que clasifica las culturas en superiores e inferiores. De ese modo, una novela de William Faulkner (alta cultura, según Vargas Llosa) es superior a un mito oral, relatado por un campesino andino del Perú. Por eso, el autor asevera sin ambages que "han ido desapareciendo de nuestro vocabulario, ahuyentados por el miedo a incurrir en la incorrección política, los límites que mantenían separadas a la cultura de la incultura, a los seres cultos de los incultos" (Vargas Llosa, 2012: 68-69). Para alguien que profesa el estilo separativo como si este fuera un dogma, los límites infranqueables son muy necesarios. En el fragmento antes transcrito, observamos una idea muy controversial: Vargas Llosa piensa, desde la óptica del etnocentrismo radical, que la llamada alta cultura no debería contaminarse con la cultura popular; sin embargo, el desarrollo de la historia literaria contradice dicha afirmación. Neruda, en Canto general, asimiló creativamente el saber de personajes populares como los trabajadores de las minas que dialogan con el poeta y enriquecen la visión del mundo de este último. Carpentier se nutrió de la cultura afrocaribeña en El reino de este mundo y asimiló el pensar mítico a partir de un sugerente estilo barroco.

Vargas Llosa subraya que no es colonialista ni racista el intelectual que considera la existencia de culturas superiores e inferiores: "La corrección política ha terminado por convencernos de que es arrogante, dogmático, colonialista y hasta racista hablar de culturas superiores e inferiores y hasta de culturas modernas y primitivas. Según esta arcangélica concepción, todas las culturas, a su modo y en su circunstancia, son iguales, expresiones equivalentes de la maravillosa diversidad humana" (Vargas Llosa, 2012: 67). Cuando el escritor peruano emplea la irónica expresión "arcangélica expresión" trata de ridiculizar a los científicos sociales, quienes consideran que las culturas están al mismo nivel y no existe, según ellos, una que sea superior a la otra. No obstante, el desarrollo de la antropología (Lévi-Strauss, 1975) ha demostrado que la racionalidad mítica es de enorme coherencia y no es inferior a la llamada racionalidad moderna y occidental. El mal llamado "primitivo" formula hipótesis para resolver problemas de la vida cotidiana. Lévi-Strauss (1975) demuestra con varias decenas de ejemplos que los denominados "primitivos" tienen una gran capacidad para ejercer el pensamiento abstracto. En tal sentido, el pensamiento salvaje revela una taxonomía rigurosa y concienzuda de plantas y animales, por ejemplo.

4. Imposibilidad del diálogo intercultural

Premunido de sinécdoques y antítesis, el estilo separativo de Vargas Llosa manifiesta un etnocentrismo radical, pues no se coloca en el lugar del otro, sino que considera a la cultura popular (léase baja cultura) inferior a la de las élites, representada por intelectuales como T.S. Eliot, o escritores como Gustave Flaubert o William Faulkner. El problema radica en que el novelista peruano separa arbitrariamente los distintos tipos de saber y olvida de qué manera escritores, tales como César Vallejo o José María Arguedas, se han nutrido creativamente de las culturas andinas orales. Además, Vargas Llosa parece olvidar cómo él mismo, en El hablador, ha propuesto la idea de un narrador amazónico machiguenga de honda sabiduría popular que se halla al centro de la novela. Aquí parece entrar en contradicción La civilización del espectáculo con la propia novelística del Premio Nobel 2010.

López Soria (2009) afirma que la gran utopía de nuestro tiempo constituye el diálogo intercultural, es decir, la posibilidad de encuentro y acuerdo entre personas de distintas culturas. El etnocentrismo radical de Vargas Llosa, en La civilización del espectáculo, no contribuye a incentivar el mencionado diálogo intercultural, pues clausura la probabilidad de que un individuo de cultura oral y un intelectual de la cultura letrada puedan aprender uno del otro. Al plantear que los intelectuales debieran recusar la llamada "incultura" disfrazada de cultura popular, Vargas Llosa propugna un elitismo cultural y el alejamiento del escritor del ruido de las muchedumbres; pero, lamentablemente, los ejemplos lo demuestran, escritores como Gabriel García Márquez o Juan Rulfo crearon pueblos, como Ma-condo o Comala, y desplegaron su frondosa imaginación de la mano del hombre que camina en la calle y forja, contemplando el mundo, sus sueños y utopías.

Referencias

Bajtín, M. (2003). La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento. El contexto de François Rabelais. Madrid: Alianza Editorial. [ Links ]

Bottiroli, G. (1993). Retorica. Lintelligenza figurale nell'arte e nella filosofía. Torino: Bollati Boringhieri. [ Links ]

__. (2005). Teoria dello stile. Firenze: La Nuova Italia Editrice. [ Links ]

__. (2006). Che cos'é la teoría della letterature. Fondamenti e problemi. Torino: Einaudi. [ Links ]

Churata, G. (2012 [1957]). El pez de oro. Edición de Helena Usandizaga. Ma drid: Editorial Cátedra. [ Links ]

Cuche, D. (2002). La noción de cultura en las ciencias sociales. Buenos Aires: Nueva Visión. [ Links ]

De la Riva Agüero, J. (1960 [1905]). Carácter de la literatura del Perú independiente. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (Obras completas 1). [ Links ]

Lévi-Strauss, C. (1975). El pensamiento salvaje. México D.F.: Fondo de Cultura Económica. [ Links ]

López Soria, J. I. (2009). Hablar y ser hablados por la lengua. En J. I. López Soria y P. Rivas Herrera (eds.), La lengua como derecho cultural y su aplicación al programa educativo: memoria del foro (pp.- 5-8). Lima-Bogotá: Organización de Estados Iberoamericanos para la Ciencia y la Cultura, Convenio Andrés Bello y Cultura, Patrimonio y Desarrollo Consultores S.A.C. [ Links ]

Mariátegui, J.C. (1991 [1928]). 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Empresa Editora Amauta. [ Links ]

Vargas Llosa, M. (2012). La civilización del espectáculo. Lima: Editorial Alfaguara. [ Links ]

* Esta nota está basada en los resultados de una investigación que el autor desarrolló, en 2015, en el Instituto de Investigación de la Universidad de Lima (Perú) y que lleva por título "La noción de cultura, el etnocentrismo y las técnicas argumentativas en la ensayís-tica de Mario Vargas Llosa"

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