SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.39 número1OTTMAR ETTE, Zwischen Welten Schreiben. Literatur ohne festen Wohnsitz, Kulturverlag KadmosARNOLD BAUER, Chile y algo más. Estudios de Historia Latinoamericana índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

Compartir


Historia (Santiago)

versión On-line ISSN 0717-7194

Historia (Santiago) v.39 n.1 Santiago jun. 2006

http://dx.doi.org/10.4067/S0717-71942006000100021 

 

Instituto de Historia
Pontificia Universidad Católica de Chile
Historia No 39, Vol. I, enero-junio 2006: 316-320
ISSN 0073-2435

RESEÑAS

 

MARCUS KLEIN, Im langen Schatten des Nationalsozialismus. Faschichistische Bewegungen in Chile zwischen der Weltwirtschaftskrise und dem Ende des Zweiten Weltkrieges, Frankfurt am Main, 2004; 236 pp.

En el siglo XX, dentro de América Latina, Chile fue el campo de batalla ideológico por excelencia. Han estado presentes todas las grandes posturas de nuestra era. Si bien el marxismo, y comunismo, ha sido el ejemplo más claro y de mayores consecuencias para entender "el siglo XX chileno", el nacionalismo ha sido otro de sus rasgos, aunque su contenido y perfil hayan sido considerablemente menores que en la región. En realidad, en Chile no solo se ha dado prácticamente casi todo lenguaje político típico del siglo XX, lo que se puede decir que en germen está en la mayoría de la sociedades de gran parte del planeta; en el país austral se dieron estos rasgos de manera más acusada, en una experiencia histórica de gran simultaneidad con la historia ideológica del siglo.

De esta manera en "la época del fascismo" también hubo una persuasión política de ese tipo en Chile. Eso hace tan patente que en la década de 1930 el arco político chileno reflejaba estrechamente lo que había sido la Alemania de Weimar o, sobre todo, la Francia de esa década. Claro que inconfundible país latinoamericano, se suponía que el Frente Popular, vencedor de la jornada del 25 de octubre de 1938, divisora de aguas en la historia política, se había organizado en el país y en el mundo para "detener al fascismo"; en el fin del mundo llegó al poder gracias al decisivo apoyo de un movimiento que con gran justicia se puede llamar "fascista". Cierto, operó una cadena del azares, y un hecho violento, pero ¿cuándo no ha sido el azar también un constituyente de la existencia histórica?

No es de extrañar entonces que la historia del Movimiento Nacional Socialista de Chile (MNS) y de su "Jefe", Jorge González von Marées, hayan provocado un fuerte interés historiográfico, a pesar de lo relativamente marginal de esta agrupación política. Hubo una serie de trabajos de época, incluyendo testimonios. Hubo un punto de inflexión, con la tesis doctoral de Michael Potashnik, de 1974 en la UCLA, que hasta ahora era como la obra de referencia para lo que se podría llamar una "historia positiva". Desde aproximadamente esos años, hasta ahora, ha habido mucha literatura dispersa. Marcus Klein cita todo. Solo cabría agregar una tesis de licenciatura dirigida por mí, de Magdalena Moller, "El Movimiento Nacional Socialista Chileno (1932-1938)" (PUC, 2000). La obra de Klein, que debería ser traducida al español, constituye otro hito en crear esa obra definitiva, que en realidad la historiografía es incapaz de crear. Pero el autor ha creado, en un libro que tiene la virtud envidiable de ser corto y preciso, lo que más se aproxima a ese texto definitivo, standwerk, para usar un término alemán que querría decir algo así como el texto de referencia indispensable.

La novedad de la obra de Klein no estriba solo en haber incorporado exhaustivamente la literatura aparecida en los últimos treinta años, sino que coloca al desarrollo del caso chileno en la perspectiva del desarrollo ideológico general del siglo XX, como proyección del nazismo alemán. Se debe recordar que la gente del MNS era puntillosa en describirse como "nacis", con "c", y no como "nazis", con "z", para diferenciarse del fenómeno político alemán. Ciertamente, en esto se encuentra un gran aporte del libro, aunque también nos plantea algunas preguntas. Sigue el desarrollo de movimientos de tipo fascista después del inicio de la decadencia del MNS, como también desde 1945 hasta el presente, aunque sea un pequeño hilillo de gotas, el grueso de esta parte está concentrado en todo caso en los años 1940-1945. El uso de fuente reúne lo previsible con lo novedoso. Desde luego, emplea muy nutridamente la prensa y la gran cantidad de folletos que se imprimían en ese entonces. No era raro que sobresalga el diario El Trabajo, pero también toda la prensa que informaba sobre la realidad política como de las actividades del "nacismo", o fascismo criollo, como preferiríamos llamarlo. Asimismo la vasta prensa que en esos años era columna vertebral de la comunicación social, aparece claramente investigada.

Aunque no es el primero en introducir los archivos diplomáticos, lo hace de manera más cabal con los archivos alemanes e ingleses. No los utiliza para analizar las relaciones entre Chile y Alemania o Inglaterra, sino por la información sobre política interna que contienen. Ha existido la tentación de ver todo lo que pasa en Chile como proyección consciente ordenada desde Berlín, o "tentación chilena" con políticas pro nazis". Marcus Klein en cambio analiza la dinámica política interna en la que se insertó el MNS, y otras persuasiones parecidas, entre nacionalistas y fascistas. Siguiendo con su foco en el proceso político, muestra un empleo exhaustivo de los archivos chilenos en lo que concierne al Ministerio del Interior y organismos con él relacionados. Como ya señalé, hace una revisión completa de las publicaciones de las últimas décadas, incluyendo a todos los chilenos que han trabajado el tema.

Aparte de la nueva literatura, lo novedoso del autor radica en cómo relaciona los cambios de orientación y estrategia del MNS, con las probabilidades de ganar un grueso del electorado y de establecer alianzas políticas que le permitieran ejercer una influencia central en la política chilena. También, insiste mucho en la orientación hacia el nazismo, y ve en las críticas que ocasionalmente Jorge González o el diario El Trabajo dirigieron al Tercer Reich como giros puramente tácticos, insistiendo desde un comienzo que el MNS no era una pura y simple "quinta columna" de Alemania, sino que era una organización autónoma (p. 14). Tal como han efectuado otros autores, separa claramente al MNS del movimiento nazi chileno, organizado desde Alemania, y que tenía como eje y meta la movilización de la colonia alemana en Chile, tal como lo demostrara la tesis doctoral de Christel Converse, de 1990, citada por el autor. Existieron diversas fases en el desarrollo de este movimiento. Se podrían dar aproximadamente tres momentos. El primero de ellos, entre su fundación en 1932 hasta 1935, donde aparece como un desprendimiento del extremismo de derecha (en la medida en que se pueda considerar como tal a la Milicia Republicana), en donde Marcus Kevin encuentra tanto su autoconciencia de ser primeramente anticomunista, o antimarxista más bien; y donde se muestra con más perfil que su paradigma sería el nazismo, alemán por cierto, incluyendo algunos elementos antisemitas, en general más o menos ausentes en la sociedad chilena.

Un segundo momento se encuentra cuando se va alejando de la derecha y, en su ilusión de transformarse en un movimiento de masas, se pueda constituir en alternativa a esta y, sobre todo, a la candidatura de Gustavo Ross. La violencia desatada por los nazis _hay que añadir, no solo por ellos, pero eran los más destacados en ella_ los llevó a la confrontación con la administración de Arturo Alessandri, la que originó el proceso que condujo a la matanza del Seguro Obrero el 5 de septiembre de 1938. Es en este período en donde se clasifican de "izquierda" y, añado, esgrimieron la tesis de la "unidad popular" de las fuerzas de izquierda, para apoyar a su candidato, Carlos Ibáñez del Campo, repito, es en estos años donde se encuentran las expresiones críticas a la Alemania nazi y del racismo, especialmente ante la encíclica papal "Con ardiente pena", de 1937, que condenaba al nazismo como paganismo.

Viene una tercera etapa, desde la matanza del Seguro Obrero _intento de golpe de Estado también_ que se confunde con un proceso de paulatina decadencia hasta la cuasi extinción del movimiento a comienzos de la década de 1940. Culmina con la derrota electoral como diputado de Jorge González en 1945, aunque no será el final de su carrera política, ya que este líder exaltado y extremista tuvo un momento político como secretario general del Partido Liberal. Al mismo tiempo, lo que era la masa del "fascismo chileno" se va dividiendo en varias versiones, algunas más conservadoras que la dirección que le había imprimido González al MNS, o a la Vanguardia Popular Socialista después; o más de identificación con un nacionalismo latinoamericanista, de toques peronistas si se quiere, avant la lettre, en torno a la Unión Nacionalista, Marcus Klein toca a la figura de Juan Gómez Millas, que el autor se sorprende haya tenido tanta figuración después. Apunta a que tanto este grupo como el Partido Nacional Fascista, una pequeña fracción salida del MNS, simpatizaban en general con el Eje. Habrá que recordar no solo que Gómez Millas devino en una interesantísima figura intelectual, sino que una gran parte de la intelligentsia chilena del siglo XX transitó por el oscuro paso de la "tentación totalitaria". La pregunta relevante es aquí se hubo un proceso de maduración al final de esa encrucijada, si es que hubo final.

En una última parte hace un breve retrato de movimientos fascistas después de la "época del fascismo". Apunta a grupúsculos que sin embargo no carecen de raíces con su época, la de la posguerra. No parece haber un argumento para poner a Jorge Prat (p. 201) dentro de los continuadores del fascismo, o al poner a Patria y Libertad en la misma estela _aunque señala matices_ olvida de hacer distinciones entre "fascismo" y "extrema derecha", por muchas veces que el fenómeno real presente a veces la misma cara. Falta en este sentido alguna referencia mayor a la rica trayectoria de la "teoría acerca del fascismo", para destacar más la individualidad del caso chileno en esa perspectiva del debate.

Hay algunos puntos donde me gustaría efectuar observaciones. El autor destaca más de lo que nos gustaría lo de la "larga sombra", el nacismo chileno como proyección del nazismo alemán. Con largueza, prueba grandes paralelos entre el nacismo y el nazismo. ¿Significa ello una relación de causa y efecto? No lo dice así Marcus Klein, pero está implícita en toda la parte dedicada al MNS. Me parece que lo que se prueba por enésima vez no es tanto la reducción causal de un fenómeno histórico a otro, sino que la importancia del factor de mimesis en la existencia histórica. Surge una nueva persuasión política, o cualquier fenómeno social, cultural…, y en un espacio cultural de varios estados, o en el planeta entero se reproduce con velocidad pasmosa. Ello ocurrió con el comunismo en Chile, que tenía raíces chilenas de lo profundo del XIX, y a la vez fue potenciado por la Revolución Rusa. Ocurrió con este "fascismo chileno".

Leyendo el libro, y muchos análisis sobre el nazismo y fascismo italiano, pareciera que solo la palabra "fanatismo", y su inserción en una mentalidad cuasi patológica en lo síquico, pudiera explicar la movilización de los partidarios del MNS. Pero esos muchachos de los años treinta, como sus pares en el comunismo, en el socialismo y en la Falange, también estaban poseídos de ardor, de abnegación, de cierto "idealismo", aunque por cierto esto último sea una noción resbaladiza. Salvo que hagamos "vidas de santos" _que tienen su contrapartida, la vida de Satán"_, tenemos que vérnosla con el hombre histórico.

Y habrá que aceptar, a la luz del resultado de "época del fascismo", y del siglo del comunismo, que en determinadas circunstancias los mejores sentimientos se convierten en acciones inhumanas. También, y en esto es muy claro Marcus Klein, el MNS estaba inserto en un estilo de hacer política en donde se usaba livianamente la violencia, y cualquiera de nosotros se puede imaginar que una vez apoderándose de un máquina de gobierno, podrían construir un sistema sanguinario. Pero perdieron la apuesta y fueron víctimas de una reacción completamente desproporcionada. Por ello, en Chile se les vio muchas veces, después del 5 de septiembre, bajo un velo romántico, de tragedia, y pasaron a ser una imagen más de la crítica "antioligárquica". Esto tuvo sus huellas en la literatura (Fernando Alegría, Carlos Droguett).

Hay que recordar que de las filas del MNS surgieron líderes que fueron a todo el espectro político, entre ellos un futuro ministro de Salvador Allende, Oscar Jiménez Pinochet, y el mismo Jorge González terminó en el Partido Liberal (¡). Muchos otros se repartieron en un amplio abanico, no solo en la derecha. Y una última observación. Marcus Klein pone, creo, demasiado énfasis en que el MNS fracasó en convertirse en un partido de masas y ser un partido de gobierno a través del éxito electoral.

Con la perspectiva del tiempo, se puede decir que estaba condenado a un aislamiento; que comunismo y socialismo tuvieron éxito cuando sumaron sus votos y que, salvo la Democracia Cristiana, no hubo nunca una coalición de gobierno de partido único. ¿Pequeño el MNS? Depende en qué perspectiva se analice. Como partido de movilización, con un fuerte acento en la juventud, sobre todo universitaria, de carácter paramilitar, extremista, antisistema, no era nada de pequeño, y el gobierno de Arturo Alessandri tenía todos los motivos para tenerlo entre ceja y ceja. Tuvo la misma votación que la Falange en 1941; y en su época, Frei y su gente tenían peso, aunque no constituyeran un movimiento de masas; y además tenían futuro. En la "época del fascismo", hasta Max Horkheimer creía que duraría largo tiempo.

Son inquietudes que surgen de este libro, investigación completísima sobre un momento fascinante de la historia de Chile, pero que en algunos de sus rasgos, también es un proceso de larga duración. Exige una pronta traducción y publicación en Chile.

Joaquín Fermandois

Pontificia Universidad Católica de Chile