Derecho & Sociedad

 
 

 

La "realidad" y la "nada"

Christian Fernando Tantaleán Odar (*)

 


   

SUMARIO

Introducción

I Parte: La Noción de Ente

1. Ente

1.1. Definición nominal de Ente

1.2. Descripción real de la noción de Ente

1.3. La prioridad de la noción de Ente

1.4. El carácter trascendental de la noción de Ente

II Parte: Sobre la Realidad y La Nada

1. La Nada

1.1. Los dos sentidos de la palabra Algo

1.1.1. El ente en cuanto distinto de otro ente o de otros entes

1.1.2. El “Ente” en general en cuanto distinto de lo que “No es Ente”: “La Nada”

2. La Realidad

III Parte: Análisis Final y Conclusiones

Bibliografía

 

INTRODUCCIÓN

Seguramente alguna vez nos hemos preguntado acerca de la “Realidad”, lo que ella supone y su relación con aquello que llamamos idea. O, más complejo aún, si nos hemos cuestionado acerca de “la Nada” ¿Es realmente “algo” la Nada? o simplemente no lo es o es nada. Pues dentro de lo complejo y extenso que resulta ser el estudio de la Ciencia Ontológica existen nociones imprescindibles como parte de su investigación, como son la noción de “Realidad” y la noción de “La Nada”; ambas, materia de trabajo en el presente artículo.

 

A continuación daremos inicio con este pequeño tema y para su eficiente desarrollo partiremos tratando el concepto de “Ente”, objeto de estudio de la Ontología y la Metafísica, el mismo que posee una noción de carácter trascendental que nos permitirá finiquitar con el objetivo trazado en este estudio.

 

 

I PARTE

LA NOCIÓN DE ENTE

1.         “ENTE”

1.1.         DEFINICIÓN NOMINAL DE “ENTE”

La palabra castellana “Ente” procede de la latina “ens” y de la griega “on”, es el participio del verbo “ser” y significa “lo que es, o lo que tiene ser “.

 

1.2.         DESCRIPCIÓN REAL DE LA NOCIÓN DE ENTE

A la descripción nominal de ente le corresponde una descripción real; ésta es: “Una esencia que tiene ser o que existe”. La esencia de que aquí se trata es, desde luego, individual, pues sólo lo individual existe, pero es ciertamente una esencia, o sea, aquello que cada cosa es o en lo que consiste. En cambio, el ser (o existencia) es lo que hace que algo exista o se dé en la realidad.  

 

Esencia y existencia no son dos “cosas”, sino dos “principios” de una sola cosa, y están entre sí estrechamente compenetrados. El ente, cada ente, es unidad de esencia y ser (o existencia); pues ninguna esencia puede darse en la realidad sin que tenga ser; sin que exista, ni tampoco cabe que algo que realmente existe no tenga esencia, ni tampoco cabe que algo que realmente existe no tenga esencia alguna, no consista en algo determinado.

 

1.3.         LA PRIORIDAD DE LA NOCIÓN DE ENTE

La noción de ente es, sin duda, la primera de las nociones humanas, lo que hay que entenderlo así. No es la primera en el orden del conocimiento claro y explícito; pero sí lo es en el conocimiento confuso e implícito. Por eso no puede decirse que la primera noción, cronológicamente hablando, que forma nuestro intelecto sea precisamente la noción de ente, sino que lo que ocurre es que en cualquier noción que forma nuestro intelecto, sea en el momento que sea, entra ya necesariamente la noción de ente, aunque sea sólo de modo confuso e implícito. Y por ello, cuando queremos aclarar y hacer explícita cualquier noción nuestra, al término de ese análisis, nos tenemos que encontrar inevitablemente con la noción de ente.

 

1.4.         EL CARÁCTER TRASCENDENTAL DE LA NOCIÓN DE ENTE

La noción de ente es “trascendental”, lo que quiere decir, en primer lugar, que se extiende a todo o que puede predicarse de todo, pero también, en segundo lugar, que contiene no sólo lo que es común a todo, sino también lo que es propio de cada uno de los sujetos de los que se predica. Las nociones que sólo contienen lo que es común a varios o muchos sujetos son las nociones “específicas” y genéricas, pudiendo ser los géneros más restringidos o más amplios; pero la nociones “trascendentales” como lo es la de ente, no sólo contienen lo que es común a todo (con lo que están por encima o son más amplias que las otras nociones), sino que contienen también lo que es propio de las demás nociones. Por eso, las nociones trascendentales no prescinden de las diferencias que separan o distinguen unas cosas de otras, sino que las retienen, aunque no de modo explícito, sino confuso.

 

De aquí que debamos decir que las nociones específicas o genéricas forman por abstracción “precisiva”, o sea, prescindiendo de las diferencias, mientras que las nociones trascendentales se forman por abstracción “confusiva”, o sea, explicitando lo que es común a todas las cosas, y reteniendo implícitamente, lo que es propio de cada una de ellas. Y esto es justamente lo que ocurre con la noción de ente, pues no sólo es “ente” lo que hay de común a todas las cosas, sino también son “entes” las diferencias que separan entre si a las distintas cosas.

 

II PARTE

SOBRE LA REALIDAD Y LA NADA

Como hemos podido observar, de la noción de Ente parten una infinidad de nociones fundamentales: esencia, existencia, entre otras. A continuación desarrollaremos dos conceptos de fundamental relevancia que son “Realidad” y “La Nada” o simplemente “Nada”.

 

Partiremos dando la noción de “Algo” que nos permitirá entender a aquello que llamamos “Nada” distinguiéndolo de su contrapuesto, el “Ente”, y dentro de esta noción a aquello que llamamos “Realidad”.

 

1.            LA NADA

Para dar fondo a esta cuestión, analizaremos los dos sentidos que puede asumir la palabra “Algo”.

 

1.1.         LOS DOS SENTIDOS DE LA PALABRA ALGO

Tomás de Aquino indica que la palabra latina aliquid, que traduciremos al castellano por “algo”, parece derivar de aliud quid, es decir, “otro que” o “distinto de”. De esta suerte la palabra “algo” parece entrañar estos dos sentidos:

·                     El ente en general en cuanto distinto de lo que nos es ente, es decir, de la nada.

·                     Un ente en cuanto distinto de otro ente o de otros entes.

 

1.1.1.         El ente en cuanto distinto de otro ente o de otros entes

Es cierto, en efecto, que no hay un solo ente, sino muchos, y que, en consecuencia, cada ente tiene que ser distinto, o estar dividido o separado de los demás.

 

Por supuesto que esa pluralidad de entes no es incompatible con las semejanzas entre ellos. Hay semejanzas menores, y por ello más abarcadoras, y otras semejanzas mayores, y en consecuencia, de un ámbito menor.

 

Hay incluso una semejanza omniabarcante, que se extiende a todos los entes en tanto que son entes, cuyo contenido explícito es el menor que cabe, y que ha sido caracterizada como la semejanza propia de la analogía del ente, sea de atribución intrínseca, sea de proporcionalidad propia. Pero a pesar de todas esas semejanzas, hay, y tiene que haber, muchas diferencias entre los entes, aunque sólo sea la diferencia numérica, de este ente respecto de este otro ente, y que tiene su más clara manifestación en el ser o el existir de cada ente. Porque ningún ente que existe con la existencia de otro ente, sino que cada uno tiene la suya propia; una existencia individual de ese ente, y que no es común, en modo alguno, a otro u otros.

 

De esas diferencias entre los entes deriva la multiplicidad de los mismos. Y eso es lo que , en último término, designa la palabra “algo”, tomada en su sentido menos radical: que cada ente es distintos de los demás entes, y que , por ello, hay muchos entes, y no uno solo.

 

1.1.2.      El “Ente” en general en cuanto distinto de lo que “No es Ente”: “La Nada”

Ahora conoceremos a aquello que más nos interesa, al ente en cuanto distinto de la nada. Se trata de la contraposición más radical que puede darse, la que separa o divide al ser del no ser, a lo que es o existe (eso es el ente) de lo que no es o no existe (que eso es la nada en su sentido más radical).

 

Es cierto que la ”nada” también puede entenderse en un sentido menos radical, a saber, como nada de esencia, como algo que ciertamente existe, pero que no tiene esencia alguna, que no es ni esto ni aquello ni lo demás allá, Se trataría, pues, de la nada meramente “esencial”, en contraposición a la nada absoluta, que sería la nada “existencial”.

 

Por supuesto que la nada meramente esencial no puede darse tampoco en la realidad, a despecho de lo que parecen defender ciertos existencialistas, que se afanan por concebir al hombre como un existente desprovisto enteramente de esencia o de naturaleza. Lo que no tiene esencia no puede ciertamente existir. Y por ello, en último término, la “nada esencial” es también “nada existencial”. Pero sea de esto lo que quiera, el sentido más radical que puede tener la palabra “algo”  es el de ente en cuanto opuesto al no ente, o de lo que existe, a lo que en absoluto no existe, a lo que es una pura nada existencial, y por lo mismo también esencial.

2.            LA REALIDAD

De la doble y distinta significación de la palabrea “algo”, desarrollada en el punto anterior, encontraremos el fundamento de la noción de “Realidad”. Pues la noción de realidad viene referida al “algo” en su sentido más radical, como conoceremos a continuación.

 

La palabra “realidad” significa, pues, lo contrapuesto al no ser, a la nada, a lo que no existe. Lo contrapuesto al no ser o a la nada es el ser, lo contrapuesto a lo que no existe es lo existe. Pero todo ello todavía puede tener dos sentidos, uno más radical que otro a saber, lo que es o existe “en acto” y lo que es o existe “en potencia”. Lo que existe en acto es lo que existe real y verdaderamente en el momento presente, ahora; en cambio, lo que existe en potencia es lo que todavía no existe, pero puede existir.

 

Pero ese “poder existir” ha de tener algún fundamento. En primer lugar, un fundamento intrínseco, que es la no contradicción. Si algo no es contradictorio, puede llegar a existir, y, si solo se atiende a esa posibilidad intrínseca, estamos ante lo “meramente Posible”. Pero el fundamento en cuestión puede ser, además, extrínseco, y entonces, o se trata de una materia, realmente existente, de la que “se puede” hacer algo (por ejemplo, de este trozo de mármol se puede hacer una estatua), o se trata de un agente, de una causa productiva, que “puede” efectivamente producir algo (por ejemplo, este escultor puede producir una estatua). No cabe duda que el fundamento extrínseco supone el intrínseco, pero añade algo. Y lo  que existe en potencia según ese doble fundamento parece estar más cerca de la realidad o de la existencia efectiva que lo que solamente cuenta con el fundamento intrínseco a la no contradicción.

 

Por lo demás, entre lo no existente en acto puede también señalarse lo “pasado” y lo “futuro”. Lo pasado ciertamente no existe ya, y por ello propiamente hablando no es real; pero ha existido anteriormente, ha sido real en algún momento anterior; y por ello nos parece más cercano a la realidad que lo meramente posible. E igualmente lo futuro. Lo futuro no existe todavía, pero existirá más adelante; si ahora no es real, lo será después; y por eso también nos parece cercano a la realidad que lo que, siendo ciertamente posible, no será real jamás.

 

Pues bien, a todas esa formas “atenuadas” de realidad se opone radicalmente lo que es intrínsecamente imposible, o sea, lo contradictorio. Se trata de un “puro objeto” que lo es de suyo y necesariamente, o sea, lo que nunca será ni podrá ser otra cosa que un “puro objeto”, sin valor transobjetual alguno. Y tales son los llamados “entes de razón”, como las quididades paradójicas o imposibles (por ejemplo; un circulo cuadrado), o como las negaciones y las privaciones en cuanto concebidas positivamente, o como las relaciones de pura razón (por ejemplo, las relaciones lógicas de sujeto y predicado).

 

 

III PARTE

ANÁLISIS FINAL Y CONCLUSIONES

“Realidad” y “Nada” son términos contrapuestos pero no del todo, dado que el opuesto total a lo que llamamos Nada es el Ente (Ser) [1]; y la Realidad es una representación del ente. La nada no tiene ni esencia ni existencia y propiamente lo que entendemos por realidad, o sea, lo opuesto al no ser, o a lo que no existe, se encuentra más que en las cosas actualmente existentes, en lo que existe en acto, y no sólo en la potencia de una materia, o en la capacidad productiva de un agente, o como un puro objeto en la mente de quien lo conoce.

 

Sin embargo, también se puede aplicar el nombre de “realidad”, en el sentido derivado e impropio, a lo que en sí mismo no es real, pero que se relaciona con lo real de algún modo. Por ejemplo, a lo pasado, que ya fue real, aunque ahora no lo sea; o a lo futuro, que tampoco es real ahora, pero que lo será después; o a lo meramente posible, que no ha sido real en el pasado, ni lo será en el futuro, ni tampoco es real ahora, pero que “puede ser” real (distinto de la nada que “no puede ser” real).

 

Por lo demás, lo que de ningún modo se puede llamar “realidad”, porque no tiene nada que ver con ella, es lo que se constituye ante la mente que lo considera como un “objeto imposible”, o sea, lo que es ciertamente un puro objeto, pero no sólo de hecho, sino de derecho, es decir, un objeto “necesariamente” inexistente, un puro “ente de razón”.

 

Concluiremos diciendo que el signo distintivo de la verdadera realidad, de lo que efectivamente existe en acto, es la actividad y la pasividad. Porque si una cosa cambia, o se mueve, o es alterada transformada pasivamente de algún modo, indubitablemente existe, indubitablemente es real.

  

BIBLIOGRAFÍA

 

·             Jesús García López. Lecciones de Metafísica Tomista, Editorial Eunsa, segunda edición, Navarra- España, 2000. 

·             Mariano Artigas, Juan José Sanguineti. Filosofía de la Naturaleza, 3ºedición, 1999.

·             Tomás Alvira, Luis Clavel, Tomás Melendo. Metafísica, 5º edición, 1999.

 

 

 


 

NOTAS:

 

[1] Para Sastre, por ejemplo, la contraposición entre objeto (lo en sí) y sujeto (lo para sí) será exactamente la contraposición entre “el ser” y “la nada”.


 

(*)  Ex estudiante de Filosofía de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima y actual estudiante de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Privada Antonio Guillermo Urrelo de Cajamarca.

E mail: chrifertanod@hotmail.com

 


 

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