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Psicoperspectivas

versión On-line ISSN 0718-6924

Psicoperspectivas vol.10 no.2 Valparaíso  2011

http://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-Vol10-Issue2-fulltext-165 

Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad, Vol. 10, No. 2 (2011) Págs.: 183-201
doi: 10.5027/psicoperspectivas-Vol10-Issue2-fulltext-165

ARTICULO

 

La Cotidianidad de lo Familiar y las Habilidades de los Niños

Everyday Family Routines and Rituals, and Children'S Competences

 

Laura Migliorini
Università degli Studi di Genova, Italia

Paola Cardinali
Università degli Studi di Genova, Italia

Nadia Rania
Università degli Studi di Genova, Italia


Dirección para Correspondencia


RESUMEN

Las rutinas y los rituales son un medio para organizar la cotidianidad y devienen el modo mediante el cual las familias explicitan creencias compartidas e identidades comunes. La creación y el mantenimiento de rutinas y  rituales resulta un elemento central de la vida familiar y constituye un andamiaje para el desarrollo del niño. Lo cotidiano puede considerarse un factor de protección promotor del bienestar de la familia, que incrementa el sentido de seguridad, pertenencia, estabilidad, cohesión y satisfacción, reforzando las habilidades sociales en los niños. Nuestro objetivo fue analizar la relación entre rutina, rituales familiares y las habilidades de los niños. Los participantes fueron 107 núcleos familiares a quienes se les administró el “Cuestionario sobre los rituales familiares, Inventario de las rutinas familiares, Autopercepción del rol parental”. Los docentes informaron, además, de las habilidades del niño mediante el “Cuestionario sobre las fortalezas y las debilidades”. Los resultados muestran que no sólo la ausencia, sino que también el exceso del comportamiento rutinario  y de la importancia atribuida al mismo, puedan representar una disfuncionalidad en la regulación afectiva del niño.

Palabras clave: rutinas de la familia; habilidades de los niños; bienestar


ABSTRACT

Routines and rituals are a means to organize daily life. Family identity, those beliefs, values, norms, rules and expectations shared among members, are also sustained by family rituals. The creation and maintenance of routine and ritual is a central element of family life and constitutes a scaffolding that supports the development of the child. Daily life it may be considered a protective factor that promotes family wellbeing, increasing the sense of security, belonging, stability, cohesion and satisfaction, and strengthening social skills in children. This study aimed to analyze the relationship between family routines and rituals, and childrens' social skills. 107 families participated in this study and were administered the "Family Ritual Questionnaire, Family Routines Inventory, Self-Perception of the Parental Role". The study also involves teachers in the assessment of child competence through the "Strengths and Difficulties Questionnaire". Results show that not only the absence, but also the excess of routines and the emphasis on routines could lead to dysfunction in childrens' emotion regulation.

Keywords: family routines; children's competences; well-being


Introducción  

Las rutinas y los rituales pueden ser considerados como el punto central, el pivote de la vida familiar, de la cual son potentes organizadores. Las rutinas y los rituales participan en la definición de la identidad familiar y tienen una función estabilizadora tanto en condiciones de transción como en condiciones de estrés.  A su vez, las familias pueden ser consideradas como sistemas gobernados por reglas que se modifican a través del tiempo (Sameroff y Fiese, 2000). Por estas razones las rutinas y los rituales familiares constituyen un observatorio privilegiado de todo el proceso familiar y/o sobre el significado que éste asume como unidad colectiva, porque implican a todos los miembros de la familia y consienten la comprensión de los significados que los miembros de ese grupo atribuyen al propio estar juntos y a las actividades compartidas (Emiliani, 2008). En los últimos veinte años se ha desarrollado un gran corpus de estudios sobre rutinas y rituales familiares. Emiliani (2008) señala, sin embargo, que con frecuencia esos estudios profundizan sólo aspectos particulares sin evidenciar una explícita vinculación con la estructura de lo cotidiano.

Con las transformaciones que la organización familiar ha manifestado en los últimos decenios (Fruggeri, 2005; Migliorini y Rania, 2008) las rutinas y los rituales familiares han adquirido una particular  importancia como indicadores del funcionamiento del grupo familiar, independientemente de su configuración. Ellos implican generalmente la creación y el mantenimiento de las relaciones, describen las reglas de las relaciones y reflejan las creencias respecto a la familia y a las demás instituciones sociales. De este modo, las rutinas contribuyen a la definición no sólo de las “reglas internas” de la familia sino también de la dimensión del significado del “mundo social” alrededor de la familia y de las relaciones que la familia instaura con el mismo. Estudiar la familia requiere un análisis de las relaciones que se instauran entre sus miembros, así como de los significados de sus acciones, vehiculados por las prácticas sociales y por las normas culturales compartidas y negociadas por cada comunidad familiar (Fruggeri, 1997).

Los  estudios más recientes privilegian una visión de la familia como sistema ecológico reconstruido subjetivamente por cada miembro y como ambiente cultural que transmite, en las prácticas y en los discursos cotidianos, los significados relevantes para la familia. Respecto de esto, Daly (2003) afirma que con frecuencia las actividades cotidianas que implican a varios componentes de la familia están poco representadas en el ámbito de la teorización sobre la familia; esta situación ha conllevado diferencias entre el vivir familiar cotidiano y las investigaciones sobre la familia. Por el contrario, la cotidianidad del vivir familiar resulta un elemento necesario para la comprensión del desarrollo de las relaciones y de los procesos de adaptación. Esto se evidencia en modo particular en las rutinas familiares a través de las cuales las experiencias de los varios componentes se organizan en formas recurrentes, estables y compartidas. La familia, en efecto, puede ser considerada una fuerza estabilizadora que crea reglas de comportamiento, rutinas y rituales de la vida en común para evidenciar claramente las expectativas respecto de sus componentes y  delimitar lo que se considera aaceptable de los mismos. Las rutinas y los rituales permiten comprender no sólo cómo el individuo considera su lugar en la familia, sino también cómo la familia, en su calidad de grupo, regla los comportamientos de sus componentes.

Los investigadores que se ocupan de este tema concuerdan en afirmar que intentar una definición operativa de estas configuraciones es un desafío teórico relevante (Boyce, Jensen, Sherman y Peacock, 1983), ya que cada familia puede elaborar una propia definición de lo que constituye una rutina o un ritual (Levinson, 1995).

Wolin y Bennett (1984)  han propuesto la idea de que las familias organizan la vida cotidiana alrededor de una serie de actividades que promueven su identidad y se dividen en tres categorías que se diferencian por el grado con el cual resultan vinculadas a las prácticas culturales: los “ritos” se describen como celebraciones de momentos de pasaje con fuertes anclajes en la matriz cultural (ej. el matrimonio, etc.); las “tradiciones” se presentan más vinculadas al contexto familiar (ej. cumpleaños, vacaciones, aniversarios, etc.), y culturalmente están menos determinadas; y, por fin, las “rutinas”(ej. la cena, el momento de ir a dormir, etc.) reenvían a actividades observables y repetidas a lo largo del tempo con pocas alteraciones y que, con frecuencia, responden a necesidades fisiológicas. Los códigos familiares, por lo tanto, no actúan en modo aislado, sino que están afectados  por los códigos culturales y por las disposiciones individuales.

Los rituales, según Fiese (2006), pueden describirse como estructuras profundas de las relaciones familiares que confirman la realidad de los significados abstractos de la vida cotidiana y definen la continuidad de la experiencia entre pasado, presente y futuro. Doherty (1997) describe los rituales familiares como actividades repetidas y coordinadas que tienen relevancia para la familia. El autor sugiere que los rituales familiares proporcionen, a los miembros de la misma, previsibilidad, conexión, sentido de identidad y perspectiva valorial. Los ritos familiares organizan la vida colectiva y crean representaciones simbólicas de  lo que significa ser miembro de ese grupo en particular (Fiese y Parke, 2002).

El estudio de los rituales familiares  puede suministrar a los investigadores un instrumento útil para comprender el funcionamiento y el significado que las personas atribuyen a lo “familiar” (Scabini y Cigoli, 2000). La identidad de una familia, de hecho, se define como el conjunto de las convicciones que ella tiene sobre sí misma y sobre el mundo exterior (Fiese y Wamboldt, 2001); estas convicciones han sido en parte creadas por las interacciones repetidas y cotidianas en el contexto familiar.

Durante el periodo de la infancia de los hijos, la creación y el mantenimiento de rutinas y rituales resulta un elemento central de la vida familiar (Bennett, Wolin, y McAvity, 1988) y constituye un andamiaje (scaffolding) que actúa como sostén positivo para el desarrollo del niño (Emiliani, Melotti, Palareti, 1998).

Las rutinas devienen rituales cuando además de la función práctica de elemento organizador del estilo de vida familiar, otorgan una representación simbólica de la identidad familiar (Emiliani, Melotti y Palareti, 1998). Para aclarar la distinción entre los elementos rutinarios y rituales se pueden considerar algunas características de la hora de la cena (Ver Tabla 1).

Tabla 1.
Aspectos de las rutinas y los rituales relacionados con la hora de la cena

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Si observamos la asignación de los roles como uno de los aspectos de rutina, resulta funcional desde un punto de vista organizativo para saber quién debe hacer cada cosa, pero si nos interrogamos sobre el silente sentido ritual de esta atribución, resultará posible captar las expectativas de género de esa familia en particular.

Los aspectos de rutina asociados con el momento de la cena parecen estar relacionados con algunas variables familiares como el número y la cultura de pertenencia. Algunos autores (Feiring y Lewis, 1987) consideran que las dimensiones de la familia condiciona el papel que los  padres desempeñan durante la comida: en particular, en las familias más numerosas deviene más importante el papel de asistencia paterno, mientras que la leadership de la madre resulta inferior al ejercido en las familias más pequeñas.

Sin embargo, no siempre es fácil distinguir rutinas y rituales: a veces la repetición de actividades rutinarias en el tiempo sienta las bases para la constitución de un ritual. Potencialmente todas las rutinas pueden transformarse en ritual, mas para que ello se verifique es necesario un desplazamiento desde el plano instrumental al simbólico.

En modo convergente, Reiss (1989) ha indicado la utilidad del estudio de la familia observando tanto las interacciones comportamentales (practising family) como relevando las narraciones subjetivas y compartidas (represented family). La familia representada se refiere al modelo de relaciones que se han desarrollado en el contexto familiar, que se han conservado en la memoria y guían el comportamiento del individuo a lo largo del tiempo, dando un sentido de estabilidad a la familia. El estudio de la represented family intenta comprender cómo las familias transmiten los valores y dan un sentido a las experiencias personales. La practising family, por el contrario, estructura las relaciones entre los miembros de la familia a través de las interacciones observables. Los modelos de interacción son repetitivos y dan un sentido de coherencia a la familia. La vida familiar no reside sólo en la mente de los individuos, sino que adquiere vida en las prácticas observadas. Se puede hipotetizar que el estudio de las rutinas familiares represente una puerta de acceso a la comprensión de la practising family y que el aspecto ritual más vinculado con el significado simbólico y con la construcción de una identidad familiar, se refiera en cambio a la familia representada. Como se ha visto rutinas y rituales constituyen un medio para organizar la vida cotidiana y se transforman en el modo a través del cual las familias explicitan creencias compartidas e identidades comunes.

En una óptica ecológica las rutinas y los rituales pueden ser considerados como un elemento intermediario entre individuo y sociedad (Ver Figura 1).


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Figura 1.
Representación ecológica de rutinas y rituales

Las rutinas parecen desempeñar un papel de mediación entre los ritmos del individuo y los tiempos de la cultura; a su vez, los significados implícitos en los rituales familiares encuentran una confirmación en los valores culturales en los que la familia está inmersa. La naturaleza repetitiva de las rutinas tiene el objetivo de dar un orden a la vida familiar, al mismo tiempo los rituales juegan un importante papel en el reforzamiento de las convicciones y los valores compartidos, y en la construcción de un sentido de pertenencia y cohesión dentro de la familia.

Cuando los hijos están en la edad pre-escolar, las familias manifiestan un aumento de las rutinas durante los fines de semana y en el momento de la comida (Fiese, Hooker, Kotary, y Schwägler, 1993). La actuación de rituales familiares  está cargado, sin embargo, de expectativas y significados afectivos, emotivos y simbólicos, que exigen de las familias un buen nivel organizativo (Palareti, Melotti, Emiliani y Passini, 2004).

La vida cotidiana no constituye, por lo tanto, sólo el escenario donde se desarrollan las interacciones familiares, sino que ella misma puede considerarse un factor de protección capaz de promover el bienestar de la familia (Passini, Melotti, Palareti y Emiliani, 2003),  aumentando el sentido de seguridad, de pertenencia, de estabilidad, de cohesión y de satisfacción (Jensen, James, Boyce y Hartnett, 1983, Fiese y Wamboldt, 2001) y reforzando las competencias sociales de los niños (Spagnola, Fiese, 2007; Hills, 2006; Boyce, Jensen, James, y Peacock, 1983, Jensen, James Boyce, y Hartnett, 1983). Debe tenerse presente, sin embargo, que si bien las rutinas y rituales pueden potencialmente promover el bienestar y la salud del individuo, pueden tener un valor tanto protectivo como destructivo (Fiese, 2006).

En condiciones negativas las rutinas se expresan en discusiones, sentido de obligatoriedad u oportunidad para incrementar los conflictos. Los rituales pueden, en cambio, transformarse en ocasiones de exclusión o de desvalorización de las opiniones y de los sentimientos ajenos.

Método

Objetivos e hipótesis

El trabajo forma parte de un amplio proyecto de investigación dirigido a las guarderías del Municipio de Génova que se propone valorizar la cotidianidad de los “familiar” definiendo tanto los recursos y las posibilidades  como los puntos críticos del ser padres. El objetivo del presente estudio es analizar las rutinas y los rituales familiares y verificar la existencia de una relación entre los mismos y las habilidades de los niños (Spagnola y Fiese, 2007; Hill, 2006, Churchill y Stoneman, 2004). En una perspectiva atenta a la vida cotidiana, se espera que las rutinas y los rituales de la vida familiar puedan desempeñar una función de andamiaje en la promoción del bienestar piscosocial del niño. Nos proponemos también investigar acerca de la relación entre rutinas, rituales familiares y la percepción del papel genitorial respecto de las habilidades del niño. Por último, nos planteamos el análisis de los estilos de funcionamiento familiar con relación a las rutinas y a las habilidades del niño.

Participantes

Los participantes en el estudio son 107 núcleos familiares con niños en edad pre-escolar (4-5 años). El  proyecto ha implicado un total de cinco escuelas.

Instrumentos y medidas

Padres

Family Routines Inventory (FRI) (Jensen, James, Boyce y Hartnett, 1983), versión modificada, en función de la edad de los hijos, de la traducción y adaptación al contexto italiano de Emiliani, Melotti, Palareti, (1998). El cuestionario incluye 11 ítems relacionados con los comportamientos que facilitan el encuentro y la comunicación entre familiares (rutinas relacionales) y 11 ítems relativos a comportamientos que hacen referencia a actividades más estrictamente organizativas (rutinas normativas) Al primer grupo pertenecen ítems como “la familia tiene un momento de reposo cada tarde en la cual cada uno puede charlar o jugar tranquilamente” y al segundo “los hijos se van a la cama todos las noches a la misma hora”. Para cada rutina se indaga tanto la frecuencia con la cual la misma se verifica, como la importancia que los sujetos le atribuyen en la promoción de la cohesión de la propia familia. El alpha de Cronbach es .85 para la dimensión de rutinas relacionales y .83 para la dimensión de rutinas regulatorias.

Family Ritual Questionnaire (FRQ) (Fiese y Kline, 1993), traducción y adaptación al contexto italiano de Emiliani, Melotti, Palareti (1998). El cuestionario, propuesto en la versión de 48 ítems en una escala de Likert de 4 puntos, verifica el grado de ritualización de la familia en relación con seis momentos radicados en la cultura italiana (cena, cumpleaños, fin de semana, vacaciones, almuerzo dominical, fiestas religiosas). Las dos dimensiones que surgen de la escala remiten al significado atribuido a los rituales (frecuencia, la expectativa, la afectividad, el significado simbólico, α = .87), y a los aspectos  organizativos (roles, rutinas, continuidad, planning, α = .85).

Self Perception of Parental Role (SPPR) (MacPhee, Benson, Bullock, 1986), traducción y adaptación al italiano de Venuti, (en prensa). El cuestionario compuesto por 22 ítems, explora la percepción del papel de los padres a través de cuatro subescalas: Inversión (α = .34), Competencia (α = .77), Equilibrio de los roles (adultos / padres) (α = .77) y Satisfacción (α = .37). La percepción global del rol parental presenta un alpha de Cronbach aceptable (α = .77).

Profesores

Strengths and Difficulties Questionnaire (Goodman, 1997, versión italiana de Marzocchi, Di Pietro, Vio, Bassi, Filoramo, Salmaso, 2002), rellenado por los profesores . El cuestionario compuesto por  25 ítems, indaga las habilidades prosociales del niño (α = .77), las dificultades vinculadas con síntomas emocionales (α = .74), las relaciones problemáticas con el grupo de pares (α = .64), problemas de conducta  (α = .78) y hiperactividad (α = .77).

Procedimiento

Los padres completaron, dentro del edificio escolar, un cuestionario estructurado sobre la vida y el funcionamiento familiar, en encuentros que habían sido organizados con el apoyo de los docentes. El investigador estaba presente en la reunión con el fin de ayudar a comprender el contenido de las preguntas y responder a eventuales dudas. Si uno de los padres no había podido asistir al encuentro se le dejaba una copia del cuestionario al padre presente para que actuase como enlace con el ausente. Los profesores han sido implicados a través de un cuestionario configurado para evaluar los recursos y las dificultades de los niños incluidos en la verificación. El cuestionario sobre el niño era entregado a los docentes por el equipo de investigación, sólo después de que los padres habían otorgado la autorización para rellenar el mismo. Los docentes respondían al cuestionario durante el horario escolar, pero no en  presencia del niño.

Resultados

Los participantes tenían una edad media de 42.4 años para los papás y 39.7 años para las mamás. Los niños (57.9% varones. 43.1% mujeres) tenían un promedio de 4.7 años. En la mayoría de los casos se trataba de núcleos estables (83.2% casados, el 6.5% convivían,  5.6% eran familias monoparentales, y los separados el 4.7%).

El título de estudio prevaleciente era el  diploma de escuela secundaria superior (60% de las madres y el 50.5% de los padres), seguido de licenciatura para la madre (21%) y de escuelas intermedias (26.7%) para los papás. La profesión administrativa representa la ocupación predominante (37.0% para los padres. el 35.8% de las madres), luego, para los papás prevalece el trabajo de obrero (30%) y profesional libre (13%); por lo que respecta a las madres eran amas de casa el 16.9% y el 10.4% docentes  y profesionales independientes.

Según Greenstein (2006), existen diferencias que distinguen a la familia como objeto de estudio, e instan a los investigadores a utilizar estructuras de investigación e instrumentos que permitan captar estos  caracteres específicos. Desarrollar una metodología que consienta respetar la especificidad de la dimensión relacional intrínseca del objeto familia,  mediante la recopilación de puntos de vista múltiples y la interconexión sucesiva de los distintos niveles de análisis es un presupuesto fundamental  de los family research studies (Rosnati y Lanz, 2002).

Conscientes de la dificultad para encontrar una puntuación capaz de reflejar lo complejo del estudio de las díadas, hemos optado por utilizar en los análisis una puntuación diádica que resulta de la suma de las puntuaciones de los dos miembros de la pareja.

La Tabla 2 presenta los análisis descriptivos correspondientes al Inventario de las Rutinas Familiares (FRI) y al Cuestionario sobre los Rituales Familiares (FRQ).

Tabla 2
Resultados descriptivos FRI y FRQ

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Con referencia a la rutina familiar media las puntuaciones medias en el Inventario de rutinas familiares (FRI) obtenidos por nuestros participantes son más altos en las rutinas relacionales, tanto en lo que respecta a la frecuencia como a la  importancia. Si comparamos los datos obtenidos por Palareti, Melotti, Emiliani y Passini (2004) en padres y madres de adolescentes, los resultados de este estudio parecen ser más altos en todas las áreas consideradas. Este resultado es el esperado, porque durante la infancia de los niños y en particular en el ciclo de vida de los padres con niños en edad pre-escolar, se verifica un aumento de las rutinas y rituales familiares (Fiese, 2006).

Respecto de los rituales familiares el análisis de la Tabla 2 muestra claramente cómo la dimensión de significado (frecuencia, la expectativa, la afectividad, el significado simbólico) resulta mucho más relevante que la dimensión organizativa (roles, rutinas).

En cuanto a la percepción del papel de los padres (Tabla 3), la dimensión que obtiene la puntuación más alta es la satisfacción, seguida por el equilibrio de los roles. Estar satisfechos como padres representa un elemento relevante que puede ser considerado como un factor protector del bienestar psicológico del adulto y del niño dentro del sistema relacional familiar.

En cuanto al equilibrio de roles, la no identificación exclusiva con el papel de padres, sino la capacidad de desarrollar múltiples funciones se configura como una protección para el individuo de los sentimientos de fracaso relacionados con el ámbito del parenting.

Tabla 3.
Resultados descriptivos del  SPPR

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Por lo que respecta a la inversión es necesario tener en cuenta que, aunque el dato diádico es el más bajo entre todas las dimensiones, las mamás puntuaron significativamente más alto que sus compañeros (t(106) = 3.85, p <.001).

La inversión en el papel de madre por parte de las mujeres tiene raíces vinculadas con la identidad de género, que posee un componente ineludiblemente biológico y otro cultural que remite al proceso de socialización, que orienta hacia la maternidad y el cuidado  relacional al género femenino.

El cuestionario sobre los puntos fuertes y las dificultades de los niños (SDQ) completado por los docentes es un instrumento rápido que  permite obtener mucha información sobre el comportamiento del niño (ver Tabla 4). Se considera que los docentes y otros profesionales puedan encontrar en el SDQ una herramienta útil para captar la manifestación de algunos problemas psicológicos de los niños, sin embargo, hay que subrayar la necesidad de reenviar a un clínico la eventual profundización de las variables psicológicas relevantes para una evaluación global, por lo tanto, este instrumento no deber ser visto como un medio para elaborar un diagnóstico clínico (Marzocchi, Di Pietro, Vio, Bassi, Filoramo y Salmaso, 2002).

Es imprescindible recordar que este instrumento no considera el comportamiento pro-social como un elemento que contribuye a la identificación de casos problemáticos, sino que se configura como un recurso de fuerza de los niños. Como indicado en la Tabla 4, la dimensión que resulta con un porcentaje más crítico en los sujetos pertenecientes al estudio es aquella vinculada con la conducta y el comportamiento (21.5%), seguida por un 19.6% que resulta problemático en el área de la pro-socialidad; el 6.5% es problemática por la hiperactividad, el 5.6% presenta puntos de críticos en las relaciones con el grupo paritario y en la sintomatología emotiva.

Sin embargo, la interpretación de estos datos tiene que ser contextualizado por lo que respecta al informante (el profesor), dado que el aspecto comportamental es el que más  interviene en la gestión del grupo clase.

Tabla 4.
Porcentajes de niños problemáticos en las dimensiones del SDQ

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Por lo que se refiere a las dificultades totales se presenta un 10% de casos problemáticos,  como preveía la bibliografía específica, mientras que el 13% resultan a riesgo. La diferencia entre hombres y mujeres confirma la bibliografía, donde los varones resultan más problemáticos; sin embargo, esa diferencia sólo es significativa en la sub-escala de la hiperactividad.

Por lo que concierne a la relación entre las rutinas y rituales familiares, como se esperaba, la matriz de correlación evidencia un fuerte vínculo entre las dos estructuras; sin embargo los valores no superan el 0.60, lo que confirma la distinción entre los dos aspectos, que no se superponen semánticamente.

En particular, la dimensión de significado del ritual se relaciona con la frecuencia de de las rutinas normativas (r =. 51), la frecuencia (r =. 58) y la importancia (r =. 50) de las rutinas relacionales. La dimensión de significado del ritual puede ser considerado un elemento de anclaje a la vida cotidiana, y al mismo tiempo, la presencia y la conciencia de las rutinas hacen posible el “surgimiento” de los rituales y sus significados, haciendo pasar a un segundo plano la dimensión organizativa del mismo ritual.

El análisis de las diferencias entre las medias de las rutinas y rituales familiares en familias con un niño problemático y otras con un niño no problemático (de acuerdo con las puntuaciones de los docentes  en el SDQ) muestra que las diferencias estadísticamente significativas se encuentran en la frecuencia de las rutinas normativas (t(106) = 2.66, p < .05), pero no en las otras dimensiones del instrumento. Este dato revela cómo la frecuencia de las rutinas familiares “actuadas”, en familias con niñosmuy pequeños, puede considerarse como el verdadero "andamiaje" de los factores de bienestar del niño.

Sin embargo, en el análisis de los rituales familiares se encuentra que la dimensión de significado resulta ser estadísticamente significativa en la diferencia entre los niños problemáticos  y no problemáticos en el SDQ (t(106) = 2.56, p < .05).

En esto consiste el poder de las relaciones familiares para transmitir significados y símbolos de los mismos rituales, favoreciendo el bienestar del niño. No obstante lo anterior, las correlaciones entre las dimensiones de las rutinas y los rituales familiares y el SDQ no son tan fuertes como se podría suponer. Los resultados evidencian que los síntomas emocionales en los niños se correlacionan negativamente con la frecuencia de  las rutinas normativas (r = -. 30) y la dimensión de los rituales familiares (r = -. 24).

Esto podría atribuirse a la función de ajuste emocional-afectivo que las relaciones familiares tienen sobre el desarrollo del niño, remitiendo nuevamente las rutinas y los rituales como señales de funcionamiento relacional y factores de influencia sobre el desarrollo del niño. La misma área de la emotividad del niño se correlaciona negativamente con la satisfacción (r = -. 25) y la competencia (r = -. 26) en la percepción del papel de los padres.

Cuanto más un padre está satisfecho y se siente competente en su estilo de parenting tanto menos el niño presentará  dificultades en la esfera de la expresión de las emociones negativas a través del llanto, síntomas psicosomáticos. Por el contrario existe una relación positiva con la dimensión de la inversión (r =. 23), este dato puede interpretarse sea como una mayor participación y compromiso en su papel de padres, cuando el niño presenta dificultades emotivas, sea como una problemática  emocional del niño vinculada con una inversión excesiva por parte de los padres.

En las crónicas de los cluster aparecen dos grupos que hemos denominado con función o ausencia de andamiaje en cuando demarcan  opuestas características por lo que respecta a las rutinas y  rituales familiares, comportamiento pro-social de niños y dificultades de los mismos. (ver Tabla 5).

Tabla 5.
Análisis de los  cluster

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Las rutinas familiares, sin embargo, pueden  no constituir de por sí un elemento siempre positivo ya que tanto un exceso de rutinas o la falta de las mismas puede representar  un riesgo, todo esto remite a las características destructivas de las rutinas. (Fiese, 2006). Sobre la base de estas afirmaciones  se han definido las familias con funcionamiento extremo (alta y baja frecuencia y la importancia de la rutina para la pareja) y con un funcionamiento equilibrado (promedio). Esta clasificación nos ha permitido comparar las puntuaciones obtenidas por los dos grupos en el SDQ, evidenciando diferencias estadísticamente significativas sólo para los síntomas emocionales de los niños (t(106) = 2,08, p < .05). La comparación muestra cómo sean las familias con funcionamiento equilibrado  las que presentan un mayor grado de adaptabilidad en función del bienestar. Los estudios sobre la adolescencia confirman que el haber experimentado  rutinas familiares inestables, pueder resultar en una mayor manifestación de comportamientos problemáticos en éste ya delicado período de la vida (Murphy, Marelic, Herbeck, y Payne, 2009).

Conclusiones

Según Fiese (2006) los niños que experimentaron rutinas regulares y participaron en la creación de rituales significativos durante esta fase de su crecimiento, están mejor preparados para los cambios que la inclusión en el contexto escolar, caracterizado por las normas, comporta. Por otra parte, el comportamiento rutinario durante los años de la escuela primaria contribuiyen a una mejor adaptación tanto durante este periodo que durante la adolescencia, caracterizada por la búsqueda de la independencia y autonomía respecto de la familia.

Sin embargo, aunque muchos estudios se hayan ocupado de los cambios que las rutinas y rituales familiares sufren durante el ciclo de la vida familiar, queda aún por investigar la relación entre los procesos de cambio familiar (stepfamily, separaciones, monogenitorialidad) y la estructuración de los tiempos y de los modos del vivir familiar.

En este estudio se ha evidenciado cómo la frecuencia de las rutinas normativas y la frecuencia y la importancia de las relacionales estén fuertemente vinculados a la dimensión del significado del rito, en una relación de construcción recíproca, remitiendo al elemento fundador de lo “familiar” y de su identidad (Cigoli y Scabini, 2006). Además, las rutinas normativas parecen intervenir en el ajuste emocional y afectivo del niño a través de la compleja experimentación de ritmos cotidianos a los cuales se aferra la estabilidad y la seguridad emotiva del niño capaz de discriminar entre  bienestar psicológico y problematicidad.

Ser padres representa hoy un verdadero desafío tanto desde el punto de vista de la vida diaria, como por los significados que implica. La necesidad de encontrar satisfacción en ser padres junto a la experimentación de la continuidad en las diferentes fases de la vida puede ser considerado como un factor que predispone a la estructuración de rutinas que favorezcan las relaciones.

En lo que respecta a los rituales familiares es la dimensión de significado la que correlaciona positivamente con la satisfacción de los padres y negativamente con los síntomas emocionales del niño, distinguiendo entre las familias con niños problemáticos y con no problemáticos.

La función de andamiaje de  rutinas y rituales parece surgir del análisis de los cluster a través de dos perfiles familiares en los cuales las rutinas y los rituales se asocian al comportamiento pro-social y a una menor sintomatología del niño. Sin embargo, queda aún por investigar cuál de las rutinas y los rituales considerados (cenas, cumpleaños, fin de semana) puede representar más que los otros, un centro de la vida familiar en torno al cual elaborar recorridos  de significado y  bienestar, inclusive en función de las nuevas configuraciones de la vida familiar.

El análisis de los estilos de funcionamiento familiar respecto de las rutinas familiares nos ha permitido hipotizar que no sólo la ausencia, sino que también el exceso del comportamiento rutinario  y de la importancia atribuida al mismo, puedan representar una disfuncionalidad en la regulación afectiva del niño. A pesar de que las rutinas poseen el potencial para  promover el bienestar y la salud del individuo, pueden tener un valor tanto de protección como de destrucción.

 

Bibliografía

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flechaCorrespondencia a: La correspondencia relativa a este artículo deberá ser dirigida al autor. Università degli Studi di Genova, Italia, E-mail: Laura.migliorini@unige.it

Fecha de recepción: Marzo 2011
Fecha de aceptación: Junio 2011

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