SISTEMAS OVINO-CEREAL Y SU REPERCUSIÓN SOBRE EL MEDIO NATURAL

E. Correal, J. A. Sotomayor

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Resumen


Las explotaciones ovinas ligadas al aprovechamiento de subproductos de cultivos cerealistas (rastrojeras y barbechos) constituyen sistemas agropastorales de gran peso en la España semi-árida y seca, así como en otros países de la Cuenca Mediterránea de similar climatología. En el presente trabajo se analiza a nivel regional, nacional y Mediterráneo, los sistemas ovino-cereal-monte, su pasado, su problemática actual y posibles soluciones futuras, teniendo en cuenta la PAC de la UE y sus repercusiones sobre nuestros secanos, explotaciones ovinas y medio natural, en los que se desea primar la calidad de los productos, el desarrollo rural sostenible y los sistemas ganaderos respetuosos con el medio ambiente. Antiguamente, la ganadería ovina se basaba en sistemas agrosilvopastorales donde los recursos forrajeros y las cargas ganaderas mantenían un cierto equilibrio, basado en el aprovechamiento de un amplio espacio pastoral, con movimientos estacionales del ganado (trashumancia en el Mediterráneo europeo y nomadismo en el Mediterráneo oriental y países del norte de África), que evitaban la penuria alimenticia de los periodos secos o fríos (migraciones valle/montaña, zonas costeras/zonas frías y viceversa). Asimismo, los subproductos agrícolas derivados del cultivo de los cereales, olivo, viñedo, almendros, etc., servían de complemento a tales explotaciones. Estos sistemas, que requerían un elevado consumo de mano de obra y tiempo para lograr el producto final (lana, carne, leche), han evolucionado hacia sistemas agropastorales cada vez más intensivos, y económicamente más eficaces, en los que el peso de los subproductos agrícolas y el uso de piensos es cada vez mayor, desplazándose la ganadería de las zonas desfavorecidas hacia las tierras de regadío, zonas costeras, valles y zonas húmedas con buenos suelos, en donde la producción agrícola se ha intensificado y la población urbana que demanda los productos ganaderos se ha concentrado. Dentro del panorama descrito, los sistemas agropastorales cereal-ovino-monte ocupan un lugar intermedio, siendo su situación actual y futura, el tema aquí debatido. Entre los cereales de invierno, la cebada, cultivada por el sistema de año y vez, es la que proporciona mayor cantidad de recursos alimenticios a la ganadería ovina, ya que además de sus rastrojeras y barbechos, parte del grano y paja cosechados son consumidos por las ovejas; pese a ello, existen desequilibrios, ya que la ganadería suele estar asociada, pero no integrada con la agricultura, pues existen propietarios de ganado sin tierra y cultivadores sin ganado, lo que origina desajustes en el binomio ganado/recursos. Dicho desequilibrio existe también en los recursos pastables del monte y zonas forestales, en su mayoría propiedad privada, que carece de incentivos económicos para su gestión y mejora, por lo que generalmente se arriendan sin controlar la carga y duración del pastoreo, que viene determinado por la falta de recursos en las zonas cultivadas, y no por la situación de la cubierta vegetal del monte, que suele estar degradada y su fitomasa forrajera, dominada por especies arbustivas, representa un recurso de volumen y escasa calidad. Los sistemas ganaderos intensivos son económicamente más competitivos que las explotaciones extensivas, por lo que el futuro de las zonas rurales y zonas deprimidas en las que se asientan las explotaciones ovino-cereal-monte está en entredicho. La actual política agraria comunitaria (PAC) está propiciando el desarrollo de sistemas sostenibles donde la producción ganadera se debe orientar hacia productos diferenciados de calidad, y el binomio animal/recursos pastables debe mantenerse en equilibrio (conservar produciendo). Asimismo, las predicciones futuras indican que la población rural seguirá disminuyendo, se reducirá el uso de fertilizantes, y la producción de cereales evoluciona hacia un mercado abierto competitivo propugnado por el GATT. Con el panorama expuesto, parece lógico que una parte de la producción de cereales de invierno, particularmente de cebada, se destine al consumo in situ de la ganadería extensiva, que se recuperen antiguos sistemas agrosilvopastorales como el de la dehesa, y que se pongan en práctica un pastoralismo científico, para lo que se propugnan algunos de los siguientes cambios y mejoras: a) utilización de técnicas de bajo costo (ej., manejo, fertilización) para mejorar la producción pascícola de zonas no cultivadas, b) utilizar razas autóctonas adaptadas al pastoreo extensivo en zonas deprimidas, c) reducir necesidades de mano de obra mediante construcción de cercados y puntos de agua que permitan mantener al ganado pastoreando al aire libre durante largos periodos del año, y d) planificar la alimentación del ganado a lo largo de todo el año, combinando recursos procedentes de cultivos cerealistas, cereales forrajeros, leguminosas para grano, heno o pastoreo, arbustos forrajeros, etc.; de esta forma, se reducirá la presión ganadera sobre el monte, se reconvertirá parte de los cultivos actuales en fuente de recursos forrajeros, y será posible mantener sistemas extensivos basados en la calidad de sus productos y en la sostenibilidad de los recursos en que se basa su producción

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