En 1984 coinciden dos hechos importantes en la antropología del parentesco y en la representación de la familia en el arte que influyen poderosamente en la manera en la que a partir de ese momento se reinterpretan las relaciones familiares, las teorías del parentesco más arraigadas y, al mismo tiempo, la representación de la intimidad y de la familia en las artes visuales se ve inmersa en un importante proceso de deconstrucción, provocación y renovación.
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