El presente artículo pretende mostrar cómo la noción de figura ha permitido tender algunos puentes entre la historia del arte y la antropología.
Tras un breve recorrido por las razones que dificultan el acercamiento entre ambas disciplinas, mostraremos cómo, de todas las versiones del llamado �giro icónico� en historia del arte, es la que ha asumido a lo figural como eje central la que resultará más productiva, tanto en relación con la necesidad de devolver la imagen al hombre, la aspiración más general de la antropología, como en relación con el estudio de las imágenes-afecto en tanto que insertas en rituales y prácticas sociales.
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