Baños de la Tropa de la alcazaba de Almería: resultados preliminares de la intervención arqueológica

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Publicación bianual Número 07 // 2010

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Madinat al-Zahra

Cuadernos de Madinat al-Zahra es una publicación científica bianual editada por el Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra, que inició su andadura en el año 1987. Recoge trabajos originales que aborden temáticas referentes a la historia y arqueología de al-Andalus y el mundo mediterráneo dentro del marco cronológico de la Edad Media. No obstante, los consejos de redacción y asesor podrán valorar positivamente la inclusión de estudios que den cabida a otros ámbitos y a una ampliación de los límites cronológicos especificados, siempre que contribuyan a la mejor comprensión del periodo. De igual modo, y de forma ocasional, podrán introducirse secciones monográficas o actas de jornadas o reuniones científicas.

DIRECCIÓN ANTONIO VALLEJO TRIANO Conjunto Arqueológico de Madinat al-Zahra CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de la Comisión Técnica de Madinat al-Zahra) Vocales:

MANUEL ACIÉN ALMANSA Universidad de Málaga CARMEN BARCELÓ TORRES Universidad de Valencia EDUARDO MANZANO MORENO Profesor de investigación del CSIC RUBÍ SANZ GAMO Directora del Museo de Albacete JUAN SERRANO MUÑOZ Arquitecto

CONSEJO ASESOR PATRICE CRESSIER CNRS, Lyon PIERRE GUICHARD Universidad de Lyon II ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Universidad de Córdoba Mª ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ Universidad de Málaga ALASTAIR NORTHEDGE Universidad de Paris I VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO Universidad de Sevilla

Edita JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura © de la edición JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura Diseño y maquetación: Carmen Jiménez Diseño de portada: Zum Creativos Imprime: Tecnographic ISSN: 1139-9996 Depósito Legal: SE-8516/2010 Distribución nacional e internacional: 1000 ejemplares


Publicación bianual Número 07 // 2010

ÍNDICE

MISCELÁNEA DE HISTORIA Y CULTURA MATERIAL DE AL-ANDALUS. HOMENAJE A MARYELLE BERTRAND (Textos reunidos por P. CRESSIER, I. MONTILLA TORRES, J. R. SÁNCHEZ VICIANA y A. VALLEJO TRIANO)

05 PRESENTACIÓN Patrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

06 MARYELLE BERTRAND 06

Maryelle Bertrand (1948-2007) Léon Pressouyre

08

Maryelle Bertrand. Bibliografía 1985-2008

10 LOS SEÑORES DE LA GUERRA 13

Las primeras guerras internas de al-Andalus Eduardo Manzano Moreno

27

Les seigneurs de la Marche (as habu al-tag ri) : les Ban u cAmr u s et les Banu †abri t de Huesca Philippe Sénac

43

Militares en iluminaciones y marfiles: una visión del ejercito califal Juan Zozaya Stabel-Hansen

64 LOS SOPORTES MATERIALES DEL DISCURSO IDEOLÓGICO 67

Le chapiteau, acteur ou figurant du discours architectural califal ? Omeyyades d'al-Andalus et Fatimides d’Ifràà qiya Patrice Cressier

83

Estela funeraria de cronología califal aparecida en Mengíbar (Jaén) María Antonia Martínez Núñez

95

Nuevas evidencias de cecas africanas en época de al-öakam II: al-Mans u rah/al-Mans u riyya y al-Bas ra Alberto Canto García

102 ESPACIOS DE VIDA 105 Excavations in medieval settlements at Volubilis. 2000-2004 Elizabeth Fentress and Hassan Limane 123 Casas y cosas: espacios y funcionalidad en las viviendas emirales del Tolmo de Minateda

(Hellín, Albacete) Sonia Gutiérrez Lloret y Víctor Cañavate Castejón 149 La vivienda tradicional en la cuenca del Mediterráneo: del iw an al qb u’, pasando por el bahw Sakina Missoum 175 Habitat e utensílios na Mértola almóada Susana Gómez, Lígia Rafael e Santiago Macias


196 CASTILLOS Y PALACIOS 199 La fortaleza de Amergo (Marruecos) ¿Otro ejemplo de influencia hispánica en Marruecos? Manuel Acién Almansa 219 Los baños de la tropa de la Alcazaba de Almería: resultados preliminares de la intervención

arqueológica Sophie Gilotte, Ángela Suárez Márquez, Francisca Alcalá Lirio y Francisco Arias de Haro 239 El asentamiento islámico de Giribaile (Jaén). De asentamiento de altura a castillo almohade Juan Carlos Castillo Armenteros, Luis María Gutiérrez Soler y María Victoria Gutiérrez Calderón 263 Los palacios islámicos de Jaén. El palacio de Santo Domingo y los jardines de los Uribe Vicente Salvatierra Cuenca, Mercedes Navarro Pérez y Ángela Esteban Marfil 293 Notes sur les forteresses de la t a ca de Bentomíz (Vélez Málaga) Marie-Christine Delaigue

308 CUEVAS NATURALES, CUEVAS ARTIFICIALES Y OTROS SUBTERRÁNEOS 311 La caverne, refuge de « l'ami de Dieu » : une forme particulière de l'érémitisme au temps

des Almoravides et des Almohades (Maghreb extrême, XIe-XIIIe siècles) Jean-Pierre Van Staëvel 327 Le vocabulaire des grottes et des cavernes dans le Maghreb médiéval à la lumière des sources

arabes Mohamed Meouak 343 Las cuevas de Benaxuay. Un grupo de cuevas-ventana andalusíes en el río Chelva (Valencia) Agustí Ribera 369 Antiguos depósitos de agua en la ciudad de Palma: un patrimonio oculto Maria Antònia Carbonero Gamundí

382 INTERCAMBIOS, HOMBRES Y NATURALEZA 385 Contribución a la historia ambiental de la cuenca del Guadiana Menor (Sureste ibérico):

avances y propuestas de investigación desde la arqueología José Antonio Garrido García 405 Una aproximación a las canteras de piedra calcarenita de Madà nat al-Zahr a’ Antonio Vallejo Triano y Ramón Fernández Barba 421 Comercio mudo / Silent Trade en el Islam Pedro Chalmeta Gendrón 429 1287: onomástica femenina en Menorca islámica Guillem Rosselló Bordoy y Mª Magdalena Riera Frau

434 CRÓNICA DEL CONJUNTO ARQUEOLÓGICO



PRESENTACIÓN En noviembre de 2007, la noticia del fallecimiento de Maryelle Bertrand nos dejó, a todos sus amigos, golpeados y desamparados. Para la mayoría, además, la sorpresa era brutal: con su habitual pudor, Maryelle había callado, durante aquellos fatídicos meses, la gravedad de su enfermedad. De repente, se hacía un inmenso vacío. Todos vivimos entonces un sentimiento de amistad irremediablemente truncada y nos enfrentamos a la añoranza de la complicidad que nos había unido. El vacío no era solo personal, íntimo, sino que era también colectivo y científico. Maryelle había llevado una carrera en cierta forma atípica, parcialmente al margen de las instituciones, pero había participado de pleno en la reflexión que, por aquellos momentos, centraba la atención de los historiadores, en torno a la percepción y a la definición misma de al-Andalus. Estaba presente también en los debates de los primeros años ochenta, en los que se intentaba establecer las reglas de una nueva arqueología que fuera a la vez mejor articulada con el cuestionamiento histórico y más acorde con las necesidades de nuestra sociedad. El tiempo ha mostrado la parte de ilusión que conllevaban tales proyectos, y como se erosionaron frente a la práctica cotidiana que se fue imponiendo. Todavía bajo la emoción causada por su desaparición, y quizá tanto para ayudarnos en nuestro duelo como para recuperar parte de la ilusión pasada, a un grupo de sus amigos nos pareció que convenía rendir un justo tributo a la aportación científica y a la calidez humana de Maryelle. Vicente Salvatierra nos permitió reaccionar en el acto y acogió enseguida una breve semblanza de la vida de Maryelle y su bibliografía completa en la revista Arqueología y territorio medieval1. A más largo plazo, concebimos el proyecto de un homenaje de carácter académico y científico que reuniese contribuciones de los historiadores y arqueólogos de al-Andalus que habían sido los más próximos a Maryelle. Desde el principio, Antonio Vallejo propuso a los Cuadernos de Madànat al-ZahrÄ’ como soporte editorial de este segundo acto. El lector tiene entre las manos el resultado de esta empresa colectiva, asumida por todos con tenacidad y entusiasmo, y a la que –más allá de la diversidad cronológica y de los intereses de cada uno– se ha intentado dar la mayor coherencia temática posible. D. Léon Pressouyre, catedrático emérito de historia del arte medieval de la universidad de Paris 1 – Panthéon Sorbonne, quien dirigió la monumental tesis doctoral de Maryelle y le brindó un apoyo continuado a lo largo de los años, nos aportó, desinteresadamente, su visión personal de la trayectoria profesional y vital de nuestra amiga. Lamentablemente, L. Pressouyre falleció en agosto de 2009, antes de que este homenaje a Maryelle Bertrand haya tomado su forma definitiva2. Ambos, profesor y discípula, quedarán asociados en nuestra memoria. A continuación, las distintas contribuciones vienen agrupadas en apartados sucesivos y complementarios (Los señores de la guerra; Los soportes materiales del discurso ideológico; Espacios de vida; Castillos y palacios; Cuevas naturales, cuevas artificiales y otros subterráneos; Intercambios, hombres y naturaleza). Patrice Cressier, Irene Montilla Torres, José Ramón Sánchez Viciana y Antonio Vallejo Triano

1 “In Memoriam. Maryelle Bertrand (1948-2007)”, Arqueología y territorio medieval, 15, 2008, pp. 9-12. 2 Véase una breve nota necrológica en Bulletin monumental, 2010 (II), pp. 131-132.

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CASTILLOS Y PALACIOS

LOS BAÑOS DE LA TROPA DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA: RESULTADOS PRELIMINARES DE LA INTERVENCIÓN ARQUEOLÓGICA Sophie Gilotte*, Ángela Suárez Márquez**, Francisca Alcalá Lirio*** y Francisco Arias de Haro****

Resumen La intervención arqueológica llevada a cabo en el llamado “baño de la Tropa” de la alcazaba de Almería se inscribe dentro del marco más general de la recuperación del complejo palacial ubicado en el segundo recinto de esta fortaleza urbana, a través de aproximaciones arqueológicas, puesta en valor y difusión de los resultados. Sólo esta metodología, a pesar de sus dificultades y de su proceso necesariamente lento, garantiza una lectura renovada y rigurosa de los vestigios, maltratados por el tiempo y a menudo objetos de ideas preconcibas. El baño de la Tropa es un ejemplo, entre otros, de la complicada historia de los restos de la alcazaba y su estudio puede arrojar luz sobre las transformaciones que ha sufrido entre los siglos XI y XVI. Palabras clave: Alcazaba, Almería, ÜammÄm, excavaciones, hornos, ss. XI-XVI.

Abstract The archaeological excavations in the so called «Troop Baths» of the alcazaba of Almería participate in the more general recuperation of the Palatial complex situated in the second surrounding wall of this urban fortress, through archaeological approaches, development and the diffusion of the results. In spite of the difficulties and the inherent slowness of this method, it is the only way to guarantee a renewed and careful interpretation of the vestiges, mistreated by time and frequently the subject of clichés. The “Troop Baths” are an example, among others, of the complex history of the remains of the alcazaba, and their study may give us information about their transformation process between the 11th and 16th centuries. Keywords: Alcazaba, Almería, ÜammÄm, excavation, furnaces, 11th-16th C.

*UMR 8167 Islam Médiéval, Paris. [ sgilotte@gmail.com ] **Museo de Almería. [ angela.suarez@juntadeandalucia.es ] ***Arqueóloga. [ paqui@arq13.net ] ****Arqueólogo. [ francisco.arias.haro@juntadeandalucia.es ]

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SOPHIE GILOTTE, ÁNGELA SUÁREZ MÁRQUEZ, FRANCISCA ALCALÁ LIRIO Y FRANCISCO ARIAS DE HARO

1. INTRODUCCIÓN1 Desde que en el siglo X Almería/madànat al-Maràya pasó a ser una de las principales ciudades del Califato y una de las claves de su dominio en el Mediterráneo occidental2, la alcazaba ha sido una pieza fundamental en el extenso sistema de fortificaciones que protegía la ciudad. Su importancia aumentó cuando en la época taifa se ubicó en ella una gran zona palacial –descrita con detalles por alc UÇrà3 en la segunda mitad del siglo XI– y más aún con el auge comercial que experimentó la ciudad durante el dominio almorávide (patente en el registro epigráfico4). Se considera que la conquista cristiana, en 1147, marcó una ruptura tras la cual Almería nunca consiguió recuperar su antiguo esplendor. A pesar de eso, la fortaleza urbana sigo teniendo importancia estratégica, marcada por una continuidad de la actividad constructiva que tendrá como epílogo una amplia remodelación de sus murallas y baluartes iniciada bajo los Reyes Católicos para adaptarla a la artillería. La pervivencia de su uso militar en los siglos posteriores no impidió que entrara en una fase de deterioro y abandono que llevará incluso a proponer su completo derribo en el siglo XIX. Su declaración como Monumento Histórico-Artístico en 1931 fue seguida de varias restauraciones y excavaciones que, desgraciadamente, no estuvieron bien planteadas ni documentadas5. Sólo muy recientemente, la creación del Conjunto Monumental de la Alcazaba sentó las bases administrativas necesarias para que, por fin, se empiecen a hacer actuaciones dirigidas con criterios científicos, concentradas en la recuperación del segundo recinto. A grandes rasgos, estos estudios arqueológicos han permitido entender la compleja historia constructiva del área aportando, entre otros, nuevos datos sobre su organización en época califal, la arquitectura palatina de época taifa y posterior y las viviendas “comunes” nazaríes6. Por tanto, el estudio que expondremos en este trabajo, referido a uno de los baños del recinto, se inserta en una estrategia más amplia que busca, mediante aproximaciones arqueológicas rigurosas, el análisis y la difusión de la historia del conjunto monumental, en apoyo de su conservación y puesta en valor como el elemento más relevante de

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la historia de Almería y uno de sus principales atractivos turísticos7.

2. PRESENTACIÓN DE LA PROBLEMÁTICA Los baños medievales han sido estudiados desde enfoques muy diversos por la historiografía moderna. Durante mucho tiempo, los trabajos se han apoyado en ideas preconcebidas que han llevado a obviar buena parte de los análisis necesarios. Aunque en muchas ocasiones se han realizado restauraciones de forma más o menos respetuosa, estas no han sido siempre acompañadas por intervenciones arqueológicas. Las últimas décadas han supuesto un importante avance en este aspecto, gracias a una renovación metodológica y una considerable mejora en la documentación arqueológica disponible8, pero no ha sido suficiente para alcanzar un nivel de conocimiento semejante al que se cuenta para las estructuras termales romanas, especialmente en sus aspectos técnicos9. A pesar de todo, eso ha permitido que comience a obtenerse información sobre la evolución de unos edificios que pueden llegar a mantener su funcionalidad durante siglos, siendo objeto de reparaciones o adaptaciones según las necesidades de cada momento. Un buen ejemplo de los avances que se pueden conseguir a través del uso combinado de la arqueología y de las fuentes documentales se encuentra en los trabajos de Maryelle Bertrand y José Sánchez Viciana en los baños de la Marzuela de Baza10. Teniendo en cuenta la gran relevancia económica de la ciudad de Almería en la Edad Media, es destacable la escasez de referencias de la época sobre baños. Una de las pocas menciones es de al-Idràsà (siglo XII), que indica, de forma algo genérica, que el arrabal de la Hondonada (RabaÅ al-öawÅ) “está amurallado y edificado con zocos, casas, alhóndigas-fondas y baños”11. Posteriormente, Ibn al-Jaéàb (siglo XIV) cita el ÜammÄm al-Jandaq que, a juzgar por su nombre, se situaría en el Jandaq bÄb MësÄ, entre la qaãaba y al-cUrqëb12. Sin embargo, debía haber muchos más baños, como en la cercana Pechina donde al-cUÇrà cita “once baños”13. Por su parte, la arqueología de urgencia ha sacado parcialmente a la luz un baño junto a la catedral, que

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estaba activo entre el siglo XI y finales del XIII, y en el que se documentó parte de la zona de servicio y de la sala caliente14. Como en otros recintos fortificados andalusíes (Málaga, Jerez, Alhambra de Granada, Alcázar de Córdoba, Madànat al-ZahrÄ’15, etc.), también en el segundo recinto de la Alcazaba de Almería se ha comprobado la presencia de dos baños, el de la Reina y el de la Tropa (fig. 1). Estas denominaciones, que no encuentran apoyo en las fuentes medievales, surgen de una visión novelesca del complejo monumental. Los baños de la Reina, que fueron objeto de una excavación completa en la década de 1950, y de un nuevo estudio en fechas recientes16, pertenecen al complejo palacial de época taifa, aunque se sabe muy poco sobre las transformaciones que pudo sufrir durante su periodo de uso. El segundo, objetivo de este trabajo, presenta muchos problemas de partida, provocados tanto por una complicada trayectoria de remodelaciones

Lám. 1. Vista del baño desde el noreste en la segunda mitad del s. (sin referencia).

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medievales y modernas17 como por los efectos de unas excavaciones antiguas de las que, por desgracia, no ha quedado información18 y a las cuales se superpone una intensa “restauración” de finales de la década de 1970 (láms. 1 y 2, fig. 2). Esta última conllevó actuaciones que hoy serían controvertidas como, por ejemplo, la “restauración de pavimento” o la restitución de las bóvedas con hormigón, o el tratamiento no diferenciado entre las paredes originales y modernas, que quedaron cubiertas indistintamente de enfoscados de yeso o de mezcla de arena y cemento. Como es de suponer, estas excavaciones y restauraciones han supuesto una pérdida de información irreparable, ya que los datos arqueológicos que se pudieron extraer durante su ejecución no han sido reflejados en publicaciones o informes (al menos que sepamos)19. En consecuencia, resulta difícil detallar tanto el proceso tafonómico que llevó al edificio al estado en que se encontraba cuando se iniciaron estas actuaciones, como buena parte de las transformaciones que se han derivado de las mismas.

Lám. 2. Vista del estado actual del baño (CÁCERES GUTIÉRREZ).

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Por otra parte, y al contrario de lo que ocurre en el baño de la Reina, el de la Tropa no parece asociado a ninguna otra construcción que se haya fechado con claridad. Por tanto, era necesario plantear un estudio arqueológico para intentar resolver dichos interrogantes antes de llevar a cabo una nueva restauración que permitiera su integración en los espacios visitables del recinto. Los resultados de un análisis previo de “identificación y documentación de paramentos”20 mostraron que sus paredes de tapial presentaban un estado de conservación relativamente bueno a pesar del fuerte impacto de la antedicha restauración. Estos sirvieron de base para una intervención arqueológica sistemática que pretendía reunir datos sobre la cronología y evolución del edificio. Antes de la excavación se retiraron parte de los enfosques de yeso modernos que revestían las paredes y casi todo el hormigón que cubría el suelo de las salas. La complejidad de los trabajos impidió su finalización en el plazo previsto, por lo que los datos expuestos aquí se han de entender como parte de un estudio que aún no ha concluido21.

3. DESCRIPCIÓN GENERAL Este baño se ubica al este del gran muro norte-sur que delimita la plataforma de la zona palatina. Ocupa un tramo de ladera encerrado entre el borde de la meseta de caliza marina bioclástica y calcarenita de Tortoniense sobre la cual se levantó la alcazaba primitiva y una segunda ruptura de pendiente situada por debajo y aprovechada por el recinto taifa. Su inserción entre construcciones defensivas preexistentes condiciona su planta, obligándola a seguir un eje longitudinal en el que se suceden tres naves rectangulares, alargadas y orientadas de norte a sur, y que se corresponden, de oeste a este, con las salas fría, templada y caliente (respectivamente bayt al-bÄrid, bayt al-waséÄnà y bayt al-sajën). A ambos lados se extienden dos dependencias, hoy descubiertas, que habrían sido usadas como sala de entrada o vestíbulo (este) y zona de servicio para el acceso al horno del hipocausto (praefurnium) y almacenaje de combustible (oeste). Esta organización espacial responde a un modelo muy difundi-

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do en la mitad sur de la Península, reproducido con frecuencia entre los siglos XI y XVI22. Tanto la amplitud temporal de su uso, como la influencia decisiva de los imperativos topográficos invalidan toda propuesta de datación basada únicamente en la morfología de su planta23. Tampoco es factible establecer una distinción entre la planta de ÜammÄm-s “rurales” 24 y de áreas urbanas, ya que el Baño de la Tropa tendría cabida, curiosamente, en el primer caso25. A pesar de su aparente semejanza, hay algunas diferencias entre las tres salas centrales. Cada una muestra subdivisiones internas creadas por alhanías, parcialmente cerradas por un arco apoyado sobre pilastras. Este diseño, evidente en la sala templada, se desdibuja en las salas fría y caliente, que cuentan con sólo una alhanía en su lado sur y norte respectivamente. Por tanto, y al menos en su configuración actual, el edificio no presenta una simetría interna elaborada. El tamaño de las salas también varía, quizá debido a sus distintas funciones: la más grande es la templada (6,70 x 2,30 m) y la más pequeña la fría (aproximadamente 6,40 x 1,90 m). La caliente tiene un ancho casi idéntico a la de la templada (2,40 m), pero es mucho más corta (5,30 m) aunque se prolonga hacia el sur en una alhacena de 1,20 m de profundidad. Además, se extiende hacia el noreste con una pequeña alcoba (1,20 x 1,30 m), a través de un vano con un arco de herradura moderno, sostenido por dos pilastras de las cuales sólo una conserva restos de su fábrica de ladrillos original. Esta dependencia tiene una función claramente asociada con el agua, que se manifiesta aquí por la presencia de un tubo de plomo, y repite un esquema ya conocido en muchos otros baños, como los de Cogollos-Vega (Granada) o los de Segura (Jaén)26. Todas las paredes, conservadas hasta lo que sería el arranque de la bóveda, son de tapial, y presentan un grosor de unos 0,73 m. Las salas se comunican a través de vanos de 0,70 m de ancho en los que se ha perdido su parte superior, que probablemente contaba con un dintel. No es posible restituir la morfología original de las bóvedas, ya que sólo se conservaban de ellas improntas en las paredes sur y norte de algunas salas que debieron servir de guía

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para la reconstrucción moderna27. Tampoco hay datos, por tanto, para restituir el número y forma de las lucernas. Aparte de estos elementos que forman la estructura básica del baño, es necesario de describir sucintamente otras construcciones para una mejor comprensión del edificio. La primera es un horno con tiro vertical (en adelante “horno A”) situado en el extremo sur de la sala templada, excavado entre los años 50’ y 70’ del siglo pasado y que se ha venido identificando desde entonces erróneamente como una pila de agua o bañera28. Está empotrado en el ancho de la muralla califal, con su boca abierta al lado opuesto. Su fondo, de unos 0,70 m de diámetro máximo, está excavado en la roca y ha sido truncado por una tapia de ladrillos parcialmente conservada que se apoya sobre un nivel de relleno que señala su amortización. Sus paredes, de ladrillos y mortero, crean una plataforma rematada en su lado sur por una pared mal conservada de ladrillos grandes (lám. 3). Los restos de otro horno hasta ahora desconocido (que llamaremos “horno B”) aparecieron bajo el suelo del tercio sur de la misma sala aprovechando uno de los muretes que compartimentan la cimentación a los cuales nos referiremos posteriormente. El substrato aparece nivelado para obtener una base plana y se ha abierto un boquete en la parte baja en la pared que separa las salas templada y caliente para instalar su boca. Esta aparece formada por un arco y jambas de ladrillos recubiertos de varias capas de barro rosáceo, probablemente recocidas con la acción del fuego, mientras que su base está colmatada por cenizas endurecidas producidas por el funcionamiento del horno (lám. 4). Del horno propiamente dicho sólo se conserva su parte inferior o cámara de fuego, que cuenta con paramentos mixtos de sillares de arenisca y mampostería de ladrillos que delimitan un espacio de 1 m de longitud que va estrechándose progresivamente desde unos 0,68 m a los 0,40 m. Allí se aprecia un respiradero lateral para evacuar humos y facilitar el tiro, así como un cierre semicircular que lo separa de una segunda cámara de unos 0,90 m de largo en la que quedan restos de un posible paramento de ladrillos. Las superficies internas de ambas cavida-

Lám. 3. Vista cenital del horno empotrado dentro de la muralla. A la derecha, resto del relleno sobre el cual se monta el murete que lo separa de la sala templada (GILOTTE 2008).

Lám. 4. Boca de alimentación del horno instalada dentro de la pared que separa las salas templada y caliente (GILOTTE 2008).

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des muestran una fuerte degradación debida a una intensa exposición al fuego y al calor (fig. 5). A este horno se accedía probablemente por un pasillo que bordearía la muralla califal y que fue transformado, tras la amortización de la estructura de combustión, en un depósito/repartidor de agua (lám. 5, fig. 6). A juzgar por el arranque de arco visible en la parte alta de su pared sur, podría estar cubierto con una bóveda. En cuanto al praefurnium, está comunicado con el hypocaustum a través de una abertura practicada en el muro oriental de la sala caliente; se presenta como un conducto de unos 0,30 m de ancho y más de 1m de largo, delimitado por construcciones de ladrillos quemados. Delante del canal de calentamiento y su plataforma para recibir la caldera aparece una zona despejada de 2,50 x 1,3 m, que debía permitir su alimentación y limpieza (lám. 6, fig. 3). El entorno, aún no excavado, debió ser usado, al Lám. 5. Vista del depósito de agua en proceso de excavación (GILOTTE 2008).

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Lám. 6. Vista cenital de la zona de servicio en proceso de excavación. En trazo discontinuo se señala la estancia que da acceso al praefurnium (GILOTTE 2008).

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menos en parte, como almacén de combustible, y, posiblemente, para acumular la ceniza resultante. Finalmente, el hipocausto se restringe a la mitad meridional de la sala caliente, aunque no se podrá confirmar si se trata de su configuración original hasta que finalicen las excavaciones (lám. 7). Pero, en sí mismo, que no ocupe toda la superficie no es sorprendente, ya que se conocen más casos en otros baños.

4. SÍNTESIS

4.1. ¿UN EDIFICIO EX NIHILO? La excavación no ha puesto en evidencia ninguna actividad constructiva anterior al baño aparte de las relacionadas con la creación de las estructuras de fortificación de la alcazaba (murallas sur y norte y torre oeste). A grandes rasgos, se han venido considerando que la estructura más antigua es la muralla sur, levantada en época califal utilizando un aparejo de soga y tizón en sillares de arenisca. Posteriormente, se habría añadido una torre de tapial relacionada con una puerta monumental en codo que daba acceso al conjunto palatino. La fase siguiente se correspondería con una ampliación del recinto amurallado en época taifa mediante la edificación de otra muralla delante de la anterior, de nuevo de tapial. No obstante, el estudio de los paramentos realizado en la zona de entrada demuestra que este esquema no es tan simple. Así, se ha puesto en evidencia la complejidad constructiva de la torre oeste, que se asienta sobre la roca siguiendo su topografía inclinada, pero se monta en cuanto la pendiente se hace excesiva sobre una base de mampostería (máx. 0,80 m de alto). Este dispositivo podría indicar que se hizo para salvar un declive del terreno, pero el mortero utilizado en la base es muy parecido al documentado en algunos puntos de las cimentaciones de la muralla califal, lo que deja abierta la posibilidad de que se trate de restos de una construcción anterior. Por otra parte, una serie de anomalías detectadas tanto en el aparejo de la muralla sur (soluciones de continuidad en el aparejo) como en el tapial de la norte (unión entre el segundo y tercer cajón) podrían evidenciar

distintas fases constructivas, entre las cuales parecen encontrarse el cierre de un vano en la muralla califal o una reparación de la muralla norte. En cualquier caso, se ha de destacar que los tramos estudiados representan sólo una pequeña parte de estas murallas, por lo que no disponemos de una visión general para interpretar las citadas anormalidades de forma adecuada. Estos datos son importantes ya que indicarían que el baño se levantó en un área hasta entonces desprovista de edificaciones. Las únicas dudas surgen de la presencia del horno A que, a primera vista, no tiene conexión funcional con el baño. Por lo pronto, está claro que su creación sería muy improbable mientras la muralla califal mantuviera su función defensiva, por lo que debió construirse cuando ya tomo el relevo como principal estructura protectora la muralla taifa. También se ha comprobado que este horno no es una construcción aislada, sino que se integraría dentro de un conjunto más amplio, caracterizado por unos paramentos de ladrillos de tamaño y morfología muy particular (claramente diferenciables de los del resto del edificio) y del que sólo quedarían restos en sus inmediaciones así como en el fondo suroeste de la sala caliente. Sin embargo, no es posible de momento ir más allá en la datación y funcionalidad de esta estructura, quedando abierta la posibilidad de que se montase una vez construido el baño. Otro elemento extraño es la ausencia total de cualquier depósito previo a la construcción del baño sobre el sustrato rocoso. Antes de su edificación, en el área debió de existir una cubierta edáfica, así como derrumbes y desechos de construcción procedentes de las obras de las estructuras defensivas del entorno29. La falta de una estratigrafía previa nos lleva a pensar que el primer paso en la construcción del baño fue la limpieza de toda la zona hasta dejar al descubierto la roca.

4.2. EDIFICACIÓN Y ESTRUCTURA DEL BAÑO Tras esta labor de limpieza, que no se acompañó de una nivelación del substrato (al menos en los espacios sondeados), se procedió a levantar las paredes

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de tapial que separan las salas, a la vez que se colmataba y nivelaba el espacio dejado libre entre las murallas califal y taifa mediante un aporte de tierra y piedras. Este relleno constructivo se realizó de forma cuidadosa y metódica, alternando capas de tierra compactada y niveles de cantos, dando lugar a una depósito similar al que se ha documento en la sala fría del baño de la Reina30. Como consecuencia de la pendiente del substrato, la potencia de estas capas aumenta de sur a norte hasta alcanzar aproximadamente los 2 m en el borde noroeste del vestíbulo, los 1,60 m en el límite septentrional de la sala fría y, según los resultados disponibles para la sala templada, allí ha de superar los 2 m. Aunque este relleno ocuparía todo el subsuelo del baño, tanto en la zona de servicio (situada a una cota más baja) como debajo del hipocausto, debe tener una potencia más reducida31. Además, es sustituido en la alcoba lateral de la sala caliente por un grueso paquete de mortero (cuya potencia total no se ha podido determinar). Finalmente, parte de este relleno fue eliminado por unas trincheras (de 0,90 a 1,76 m de ancho) que se extienden por los extremos norte de las salas (figs. 4, 5). El material que las colmata incluye cerámicas de los siglos XIV-XVI, lo que indicaría su relación con el refuerzo de la muralla efectuado en la Edad Moderna32. En el tercio meridional de la sala templada tampoco se conserva el relleno primitivo, ya que fue retirado para ubicar el horno B (fig. 5). Los muros que dividen el edificio, perpendiculares a las murallas, arrancan desde la roca en las partes más altas de la ladera pero, a medida que ésta baja, aparece una cimentación formada por paquetes de mortero y piedras. Estos muros muestran una gran homogeneidad en cuanto al material constructivo utilizado (tapial) y en sus dimensiones (media de 0,73 m de anchura). Sólo ha sido posible recoger datos aislados de las dimensiones de los cajones de tapial en la pared que separa las salas fría y templada, con alturas de 0,60 y 0,74 m. En todos los límites entre cajones aparecen mechinales, de los que hay dos tipos: algunos de ellos tienen forma en “U” y cuentan con un remate en su parte superior formado por una piedra, mientras que el resto son simples agujeros circulares. Sólo aparece de forma

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excepcional una separación entre cajones formada por una línea de piedras. Estos detalles aislados no se pueden considerar, de momento, como indicios de fases constructivas diferentes. La mayor parte de estos muros se conserva en buen estado hasta el arranque de la bóveda reconstruida, salvo en el cierre este de la sala caliente, donde sólo quedan tramos muy pequeños (y que se volvió a restaurar en hormigón). En el extremo sur del muro oeste de la misma sala el esquema es más complicado, ya que no está claro si el aparejo de ladrillos moderno se corresponde con una reparación de un área muy degradada, o si tapa una oquedad abierta anteriormente, quizá en relación con el horno. El tercer elemento de cimentación son unos muretes perpendiculares a las citadas paredes, que nunca superan el nivel de circulación y que aparecen en la mitad norte de la salas fría y templada, así como en el la mitad sur de esta última (figs. 4 y 5). A estos podría añadirse el muro que forma el límite septentrional del hipocausto, que aún no ha sido estudiado. Aunque todos se han montado en encofrado con mortero de cal, gravas o piedras, su morfología no es homogénea. El de la parte sur de la sala templada es una construcción sencilla apoyada directamente sobre la roca, mientras que el de su parte septentrional se asienta sobre el relleno constructivo. Finalmente, el de la sala fría presenta una mayor complejidad estructural con un perfil escalonado y sillares de arenisca sobre su parte más baja. Esta variedad complica su interpretación funcional. En todos los casos, compartimentan el relleno constructivo y podrían contribuir parcial o totalmente a estabilizarlo. Además, los dos muretes que se apoyan sobre el substrato podrían actuar como tirantes para las paredes de sus lados (tal y como se ha comprobado en el baño nazarí del castillo de San Miguel, Almuñecar33). Su tercera función, al menos para los de la sala templada, es de servir como base para las pilastras de las alhanías. El de la sala fría no parece asociado a estas últimas, al menos en su estado actual, aunque podrían haber sido desmanteladas. El esquema opuesto (pilastra no asociada con un murete) se encuentra al sur de la sala fría. En este caso la cercanía del substrato ha hecho innecesaria la construcción de un

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murete, y las pilastras34 descansan directamente sobre un relleno de escasa potencia. Si bien las pilastras propiamente dichas sólo se han podido documentar de forma incompleta, muestran diferentes soluciones constructivas. Así, la única pilastra que se conserva en la arcada septentrional de la sala templada está construida con sillares de arenisca, aunque se desconoce su base. Por el contrario, las de la alhanía sur son de ladrillos y parecen haberse construido en, al menos, dos fases. En la sala fría la oriental conserva únicamente una base de sillares de arenisca y la occidental cuenta con restos de una elevación de ladrillos. Finalmente, las de la sala caliente, mejor conservadas en altura, tienen una fabrica de ladrillos (en este caso tampoco se ha documentado la estructura de su base). No quedan restos de los arcos o del punto de unión de estos con las pilastras, por lo que es imposible saber si entre ambos elementos se situaba una platabanda o imposta, ni cual era la configuración del arco. Tampoco los hay de las bóvedas originales, más allá de las improntas ya citadas en su contacto con la muralla sur. A modo de resumen se puede decir que todas las estructuras mencionadas hasta ahora formaban parte del edificio original y sufrieron modificaciones menores a lo largo de su funcionamiento: posibles reformas o reparaciones de algunas de las pilastras, apertura(s) practicada(s) en el extremo meridional de la pared que separa las salas caliente y templada y, aunque sería necesario contar con más datos, el vano abierto en el extremo norte de la pared que separa las sala fría y templada. Los cambios más relevantes se habrían producido cuando el baño perdió su función inicial, y entre ellos se encontrarían las zanjas asociadas con la muralla cristiana y todo el proceso de degradación y desmantelamiento que se prolongó hasta la década de 1950. El resto de los elementos a los que nos vamos a referir sí parecen haber sufrido numerosos cambios durante la vida del baño y, por tanto, van a ser los que aporten el grueso de la información disponible para construir hipótesis acerca de su historia.

4.3. NIVELES DE CIRCULACIÓN Su análisis es muy complicado, tanto por la intensa actividad de recuperación de material que ha borrado casi todos los vestigios de pavimentación, como por la degradación que se produjo en los sectores afectados por las actuaciones del siglo XX. A pesar de ello, ha sido posible detectar niveles de preparación constituidos por camas de mortero, más o menos complejas, en todos los espacios del edificio. En cambio, los restos de pavimento son mucho más escasos. Los mejor conservados se encuentran en la sala caliente, con algunos indicios del enlosado de mármol que remataba el sistema de suspensura y de una solería de losas de barro que formaría la base del hipocausto. En la zona de servicio se ha documentado lo que podría ser un suelo de ladrillos amortizado bajo la plataforma de la caldera y las estructuras anexas. En el resto del baño, los indicios son mucho más fragmentarios: se limitan a restos inconexos de un posible suelo de ladrillos y de otro de mármol en la sala fría, a una capa de mortero con improntas de ladrillos en la mitad sur de la sala templada (asociada a la fase de amortización del horno) y a una cubierta de mármol en el escalón que separa la alcoba del resto de la sala caliente. Todo parece indicar que la mayor parte de la superficie del baño ha mantenido el mismo nivel de circulación a lo largo de su historia, aunque se deben haber producido reparaciones y sustituciones en el pavimento de las que no ha quedado registro arqueológico. Dejando de lado la estructura aparecida en la zona de servicio (ver supra), sólo ha sido detectada otra remodelación en la mitad sur de la sala templada. Aquí, el nivel de circulación original habría sido desmantelado para instalar el horno y, tras la amortización de este, se habría construido un nuevo suelo.

4.4. PARAMENTOS, MUROS DE DIVISIÓN INTERNA DE ESPACIOS, VANOS Y OTRAS ESTRUCTURAS MURARIAS En este apartado incluimos los elementos que habrían modificado la estructura original del baño. En la sala fría se encuentran dos estructuras de datación dudosa. La primera es un poyete ubicado en su lado este, que se asienta sobre una losa

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mármol que formaría parte de un pavimento. Aquí se superponen dos problemas: las soluciones de continuidad en la estratigrafía no permiten determinar si se trata del primer nivel de uso que tuvo este sector, mientras que la cronología relativa no puede definir el tiempo que separa la construcción de este de la del poyete. Otra pregunta surge sobre el vano situado en el extremo norte del muro levantado entre la sala fría y el vestíbulo. Aunque resulte extraña su presencia en el diseño original junto a la otra entrada, no hay evidencias que demuestren que se trata de una reforma. También es necesario citar el murete que separa la sala templada del horno A, y que ha de ser posterior a la amortización de este último. Otra problemática no resuelta en esta sala estaría ligada a la alcoba de su esquina noreste. No hay datos por ahora que demuestren que formaba parte de su diseño inicial. Si no fuese así, debió de conllevar la apertura de un vano, la instalación de las estructuras asociadas a este (pilastras, escalón) y la elevación de los muros que la delimitan. Finalmente, en el área de servicio existen indicios claros de reformas de las estructuras murarias, aunque no se podrán describir en detalle hasta que se complete su estudio.

4.5. ABASTECIMIENTO Y EVACUACIÓN DE AGUA El baño podría tener como principal fuente de abastecimiento de agua un aljibe situado en sus proximidades y con unos 40 000 l de capacidad. Sin embargo, no se conservan conducciones que los conecten ni se ha hecho aún un estudio arqueológico sistemático del entorno que nos permita asegurar que no existen otras estructuras de almacenamiento hoy amortizadas. El otro depósito, al que ya nos hemos referido, es de menor capacidad y recibiría agua del exterior a través de una estructura de conducción que no se ha encontrado. Parece haber funcionado como un partidor que abastecería tanto a la caldera del praefurnium a través de una canalización que atraviesa

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su pared norte, como a la sala caliente, con la que podría estar conectada mediante otro desagüe. Aunque no se ha excavado por completo, se han documentado tres niveles de fondo superpuestos, probablemente derivados de sucesivas fases de reformas, y montados a su vez sobre un relleno ya tardío (¿almohade?). Por otra parte, sería necesariamente posterior al horno B, al ocupar el pasillo a través del cual se accedía a él. La otra estructura hidráulica que se ha podido documentar es un sistema de evacuación constituido por una tubería de plomo que conecta la alcoba lateral de la sala caliente (que funcionaría como pileta) con una canalización situada en el borde noreste de la zona de servicio. En cambio, no se han encontrado restos del conducto de entrada. Por la altura a la que se encuentra el tubo de plomo podría estar relacionado con un tramo de canalización de ladrillos conservado más hacia el este, cuya posición en el contexto estratigráfico del entorno indica que sería un añadido al diseño original del baño. En el resto del baño no se han hallado otras estructuras de abastecimiento o evacuación de agua. Sólo es posible conjeturar que su salida se podría producir aprovechando leves pendientes en el suelo, quizá asociadas a acanaladuras que conducirían el líquido a sumideros que no se han conservado.

4.6. SISTEMA DE CALENTAMIENTO DE AGUA Y CALEFACCIÓN Para delimitar las modificaciones de estas estructuras nos encontramos con graves problemas. En primer lugar, la destrucción casi completa del muro de separación entre la sala caliente y la zona de servicio ha supuesto la desaparición de las conducciones de agua35 asociadas a la caldera del praefurnium y de cualquier huella de esta última36. El conducto que podría suministrarle agua desde el depósito formaría parte, como ya se ha señalado, de una modificación del sistema original (cuya configuración se desconoce por completo). En lo referido al praefurnium, todo indica que ha sufrido al menos una reconstrucción parcial duran-

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te su periodo de funcionamiento. De momento, no existe la seguridad de que el estrato de ladrillos quemados que parece servirle de base se corresponda con un nivel de destrucción. Sólo la continuación de la intervención arqueológica podrá testar la posible existencia de un praefurnium I y de una remodelación completa de esta zona en un momento indeterminado, pero siempre anterior al siglo XV.

4.7. LOS HORNOS DE LA SALA TEMPLADA Estas son las estructuras de interpretación más compleja, pero son fundamentales para entender la evolución histórica del conjunto, tanto por las implicaciones funcionales de su presencia como por las repercusiones arquitectónicas de su implantación y amortización en buena parte de las dependencias del baño. El horno B es él que más ha influido en este aspecto. Su construcción implicó la eliminación del nivel de circulación y del relleno constructivo original del extremo sur de la sala templada, así como la apertura de su boca en la parte baja del muro que separaba esta de la sala caliente. A este punto se accedería a través de un pasillo situado entre la muralla califal y el actual muro sur de la sala caliente; o lo que es lo mismo, en el espacio ocupado por la alcoba sur de dicha sala y el depósito de agua. Tras su abandono se procedió a una nueva reestructuración de la zona, con el sellado del área del horno, de su boca y del acceso a esta con nuevos rellenos sobre los que se emplazaron los actuales niveles de suelo. A esto se sumó la eliminación parcial de la pared que había delimitado el pasillo para ampliar la sala caliente, que fue separada de lo que luego sirvió de depósito de agua por una tapia de bloques de arenisca. En suma, la secuencia de apertura/funcionamiento/amortización de dicho horno podría ser el principal evento de la historia del edificio desde su construcción. Su abandono ha llevado a (o fue provocado por) otra importante modificación, plasmada en la creación del citado depósito de agua. Por ello, la relación del horno con el funcionamiento del baño se debe considerar como una cuestión

crucial para determinar su historia. En este sentido, se pueden plantear dos hipótesis: la primera, muy poco probable, sería considerar que el horno habría generado calor y agua caliente para la sala templada. Su abandono sería propiciado por la necesidad de construir el depósito de agua que, al ocupar el pasillo de acceso al horno, haría inviable su uso. Sin embargo, la presencia de una estructura de este tipo no ha sido documentada hasta ahora en ninguno de los baños conocidos para al-Andalus. Además de su carácter atípico, no se puede concebir la ausencia de una estructura de aislamiento (tabique) que evitase la entrada de humos y calor excesivo en el área de baño. La segunda hipótesis, por la cual nos inclinamos, es que el horno no forma parte del funcionamiento del baño, y se construyó en un momento en el que se interrumpió (transitoriamente) el uso balneario. Incluso, si se probara que esta fase de abandono supuso también el deterioro de otras instalaciones del edificio, podría explicar la existencia de al menos dos fases constructivas en la plataforma de la caldera (praefurnium I), que se traduce en la superposición de aparejos distintos. Una vez que el edificio recuperó su destino primario, el horno se destruyó. De ser esto así, surge una pregunta, aún sin respuesta, sobre el origen del muro sur de la sala caliente: ¿se trata de una construcción ligada a una fase de reestructuración que también incluye al horno o, por el contrario, ya existía? En el caso de suponer su relación con el diseño original, queda por determinar su funcionalidad, aunque debió estar relacionada con el área de servicios. Se debe recordar que el baño anexo al Salón Rico de Madànat al-ZahrÄ’ muestra una disposición de espacios parecida (pero no idéntica) en la que una cámara lateral contaba con letrinas a las que se podía acceder sólo desde el exterior, y no desde el propio baño37. En cualquier caso, este muro crea una situación anómala dentro del conjunto. Por un lado, tiene una anchura menor (con 0,46 m) que la de los demás muros, pero parecida a la de los muretes de la cimentación, lo cual apoyaría la idea de su contemporaneidad. Por otra parte, hace que la sala caliente muestre una configuración y dimensiones diferenciadas de las otras, siendo la única que no se extiende hasta la muralla califal. Si

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se demostrase que no estaba en un principio, sería un indicio de una reforma mucho más amplia que implicaría la reducción de la superficie de la sala y del hipocausto. Lo más coherente es que la edificación de este muro se relacionase con la del horno B, pasando por dos fases sucesivas. La primera sería su creación para aislar el acceso al horno del resto de la sala, dejando un pasillo encerrado entre él y la muralla califal. La siguiente se produciría tras la amortización del horno, con el desmantelamiento del extremo occidental de este muro, ampliando así el espacio útil de esta sala.

5. A MODO DE CONCLUSIÓN Los datos obtenidos durante esta primera fase de trabajo demuestran la necesidad de seguir con la intervención arqueológica a través tanto de la finalización de las excavaciones dentro del baño como de la realización de varios sondeos en el exterior del edificio con el fin de obtener datos relevantes sobre su acceso original y sobre el contexto urbano en el cual se situaba. De momento, la excavación ha puesto en evidencia la gran complejidad de la cronología relativa de ciertos ámbitos como la zona de servicios y las salas caliente y templada, aunque desgraciadamente es difícil interrelacionarlos por ahora. Además, la datación absoluta es complicada, sobre todo por la escasez y poca capacidad resolutiva de los materiales cerámicos procedentes de los niveles más interesantes. No obstante, es posible delimitar temporalmente, a grandes rasgos, los momentos claves de la historia del baño de la Tropa. Los materiales más modernos encontrados en el relleno constructivo sugieren un terminus post-quem situado en el principio del siglo XII, aunque predominan los materiales de los siglos X-XI. En el extremo opuesto, el hito plasmado por la trinchera asociada al refuerzo cristiano de la muralla norte proporciona un terminus ante quem a finales del siglo XV-principios del XVI que marcaría su abandono. En este mismo momento podría encuadrase un pequeño horno de fundición de cobre excavado en suelo del vestíbulo. Por desgra-

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cia, resulta más difícil insertar cronológicamente la instalación del horno B, más allá de los limites imprecisos que van desde la propia construcción del edificio hasta la del depósito de agua, que los materiales del relleno inferior ubican como muy temprano en el siglo XII, mientras que sus últimas reformas apuntan hacia el siglo XIII pleno. Además, la uniformidad de los últimos dispositivos (enlosados de barro cocido) abogarían por un intervalo de tiempo relativamente corto aunque este criterio ha de ser tomado con mucha cautela (fig. 6). Teniendo en cuenta que la construcción de este horno debió producirse en un periodo de abandono del baño, la hipótesis más plausible la relaciona con la primera conquista cristiana de la ciudad, a mediados del siglo XII. Sin buscar paralelos estrictos, se ha comprobado que, a veces, la dominación cristiana se ha relacionado en otros baños con su transformación para otras finalidades, incluyendo la edificación de hornos; se puede mencionar el caso del baño de Oreto-Zuqueca38 (Ciudad Real) con un hogar y un horno de fundición colocados en la sala fría y otro horno instalado debajo del hipocausto de su sala templada, así como el del Naranjo (Jaén) con dos posibles tahonas39. Por otra parte, se reitera la urgencia de poder llevar a cabo, o finalizar, los diversos estudios de los materiales procedentes de la excavación, sin los cuales los resultados obtenidos se quedaran incompletos. Asimismo, se reafirma la necesidad de trabajar con un equipo multidisciplinar (cerámologo, arqueozoólogo, carpólogo, antracólogo, etc.) que se presenta como la forma correcta para plantear una difusión atractiva y renovada del edificio y su entorno. Sería de gran importancia proceder tanto al análisis de C14 de carbones recogidos en los hornos, como al examen de las semillas carbonizadas y otros carbones hallados para conocer las especies vegetales empleadas como combustible. Finalmente, debemos hacer mención nuevamente a la labor de Maryelle Bertrand y José R. Sánchez Viciana en los baños de la Marzuela de Baza, que constituye un modelo de rigor científico a seguir para cualquier investigación en este ámbito, y que desgraciadamente contrasta con la pésima restauración que se hizo después a pesar de sus protestas.

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Fig. 1. Planta general del segundo recinto de la Alcazaba de Almería indicando en gris el baño de la Reina al sur y el de la Tropa al norte.

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Construcción de tapial perteneciente a la gran torre este. Tramo de muralla de tapial de época taifa. Construcciones pertenecientes al baño. Tramo de muralla de sillares de época califal (anchura hipotética). Fábricas modernas.

p

Poyete.

Fig. 2. Arriba: detalle del plano de J. Sánchez Peña (1953), señalando el área ocupada por el baño y el aljibe adyacente (según ARIAS DE HARO y ALCALÁ LIRIO 2006); abajo: planta general del baño de la Tropa (a partir de ARIAS DE HARO y ALCALÁ LIRIO 2006).

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ladrillo (fase II)

tapial

ladrillo (fase I)

hormigón

mortero de tierra

mortero rico en cal

Fig. 3. Detalle de la plataforma de la caldera y del praefurnium (GILOTTE 2008).

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substrato de caliza

fábrica de tapial

mezcla (contemp.) sillar de arenisca

UE 19157 a 19146: relleno de época moderna

Fig. 4. Sección sur-norte de la sala fría en la que se aprecian los diferentes rellenos constructivos y de época moderna (GILOTTE 2008).

piedra caliza

ladrillo

reconstrucción moderna

arenisca

sustrato

no excavado

cenizas

superficie de hollín

mortero con cal 19028 UE negativa (zanja contemp.)

2 a 4: niveles de amortización del horno B 5 a 8: relleno constructivo original

Fig. 5. Sección sur-norte de la mitad sur de la sala templada, realizada detrás de la cámara de combustión del horno B (GILOTTE 2008).

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1, 4: enlosado de barro cocido

ladrillo

2: cama de mortero gris, homogéneo

muralla califal

3: relleno heterogéneo

no excavado

5: cama de mortero compacto heterogéneo

fábrica contemp.

6: suelo de mortero 7: relleno (paquete de mortero) 8: relleno de tierra heterogéneo

Fig. 6. Corte estratigráfico del depósito de agua (GILOTTE 2008).

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LOS BAÑOS DE LA TROPA DE LA ALCAZABA DE ALMERÍA

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el Conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería) presentado en 2007 y aprobado por la Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía. En la excavación participaron hasta dos peones de la empresa Rehabitec S.L. Entre ellos, se ha de destacar la labor realizada por Joaquín Alonso Pérez sin cuya ayuda este estudio no hubiera sido posible. 8 Véase, por ejemplo, los encuentros temáticos de Ronda en 1998 (ACIÉN ALMANSA et al. (eds.) 1999) y de Toledo de 2005 (Baños árabes de Toledo 2006) o las recientes excavaciones sistemáticas de baños en Baza y en Aldeire, ambos en Granada. De los resultados de las excavaciones y del seguimiento arqueológico de las restauraciones del baño de Baza véase la nota 10 infra. Los baños de Aldeire han sido excavado en el año 2007 por la empresa Gestad al-Andalus (dir. Á. Rodríguez Aguilera). Los resultados preliminares han sido presentados en una conferencia inédita en Guadix (Granada) el 8 de febrero de 2008. Por otra parte, se ha de señalar el gran impulso que está tomando el estudio de los baños en Oriente Medio, especialmente gracias al proyecto Balnéorient desarrollado por la MOM (Francia). Una presentación del proyecto se puede consultar en la página web: http://www.balneorient.mom.fr 9 Ver la compilación ordenada por cronología y zonas geográficas in GROS 1996, pp. 416-417, o el reciente coloquio Termas romanas en el occidente del Imperio (FERNÁNDEZ OCHOA, GARCÍA ENTERO 2000). 10 BERTRAND et al. 2003; BERTRAND, SÁNCHEZ VICIANA 2006. 11 AL-IDR∞S∞ 1968, p. 240 (trad. esp. in LIROLA, 2005, p. 61). 12 PAVÓN MALDONADO 1990, p. 329. Es decir sea, entre el

SUÁREZ MÁRQUEZ, Á., ALCALÁ LIRIO, F., ALCARAZ HERNÁNDEZ, F. M., ARIAS DE HARO, F., CÁCERES GUTIÉRREZ, Y., GILOTTE, S. (2008): Avance de la Memoria de Intervención Arqueológica en el Conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería (complejo Palacial. Pabellones. Área de Actuación 16) presentado en la XVIII Reunión de la Comisión Técnica del Conjunto Monumental de la Alcazaba de Almería, vol. 1, informe inédito.

barranco de la Hoya y el cerro de San Cristobal (LIROLA 2005, p. 163.).

THOUVENOT, R. (1958): Maisons de Volubilis: le palais dit de Gordien et la maison à la mosaïque de Vénus, Publications du Service de l’Archéologie du Maroc 12, Rabat.

17 La ausencia de documentación histórica sobre este baño

VALLEJO TRIANO, A. (1987): “El baño próximo al salón de cAbd al-RaÜmÄn III”, Cuadernos de Madànat al-ZahrÄ’, 1, pp. 141-165

13 LIROLA 2005, p. 33. 14 GARCÍA LÓPEZ, MORALES SÁNCHEZ, CARA BARRIONUEVO 2003. 15 PAVÓN MALDONADO 1990, p. 305; HERNÁNDEZ PARDOS, FRANCO CALVO 2006, p. 194. 16 ALCALÁ LIRIO, ARIAS DE HARO 2004; ALCALÁ LIRIO, F., ARIAS DE HARO, F., SUÁREZ MARQUEZ, Á. 2005, p. 156-157. impide realizar un estudio regresivo que arroje luz sobre su historia, como se ha hecho, por ejemplo, con los baños del Cenete (Granada) a partir de textos del siglo XVI (RIVAS RIVAS 1982). 18 Lo poco que nos ha llegado se reduce a la planimetría detallada de los restos del segundo recinto confeccionada por J. Sánchez Peña en 1953 a raíz de las excavaciones conducidas por F. Ochotorena Gómez. 19 Además del plano antedicho, contamos con una sección

Notas 1 Este artículo se basa en los informes inéditos de ARIAS DE HARO, ALCALÁ LIRIO 2006, y de GILOTTE 2008. 2 LIROLA 1993, p. 187-188. 3 AL-CU™R∞, Tarãàc al-ajbÄr, en LIROLA, 2005, p. 29; ACIÉN

ALMANSA 2005, pp. 82-84. Sobre el estudio arquitectónico ver ARNOLD 2005 y ARNOLD, 2008. 4 LIROLA 2000, pp. 97-141.

5 SUÁREZ MÁRQUEZ 2007, pp. 233-249.

que pasa por la muralla y la sala del hipocausto realizada por Rafael Manzano Martos en 1978. Los informes inéditos (no citados en la bibliografía general) relacionados con los trabajos de restauración son extremadamente escuetos: PRIETO MORENO Y RAMÍREZ, J. Proyecto de obras de consolidación y restauración en la alcazaba de Almería, 1975, 4 pp.; PRIETO MORENO Y PARDO, F., Proyecto de obras de consolidación y restauración de la alcazaba de Almería, 1976, 2 pp; MANZANO MARTOS, R., Conservación y reparación en la alcazaba de Almería, 1978-81. 20 ARIAS DE HARO, ALCALÁ LIRIO 2006. 21 Una segunda campaña tuvo lugar durante el verano de 2009.

6 SUÁREZ MÁRQUEZ et al. 2008. 7 La actuación en el baño de la Tropa se enmarca dentro de un proyecto más amplio (Proyecto de intervención arqueológica en

Gilotte et al. en prensa. De forma paralela, se ha procedido a un estudio preliminar de la cerámica (CÁCERES GUTIÉRREZ 2007 y 2008) y de la fauna (GARRIDO GARCÍA 2008).

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SOPHIE GILOTTE, ÁNGELA SUÁREZ MÁRQUEZ, FRANCISCA ALCALÁ LIRIO Y FRANCISCO ARIAS DE HARO

22 Granada: Bañuelo (s. XI); Baños de Cogollos de la Vega

31 Su presencia se ha de confirmar en posteriores fases de

23 CARA BARRIONUEVO 1990 a, p. 231, propone reconocer un “tipo granadino tardío” y lo fecha del s. XIII-XIV (también en CARA BARRIONUEVO 2006, p. 87).

33 GÓMEZ BECERRA 1995-1996, p. 100.

24 BAZZANA 1992, vol. 1, p. 257. 25 Esta planta, muy difundida, se documenta, por ejemplo, en algunos baños de los pueblos del Cenete (RIVAS RIVAS 1982), en el ámbito urbano de la ciudad de Murcia (AZUAR RUÍZ, LÓPEZ PADILLA, MENÉNDEZ FUEYO 1995, p. 137 y ss.), o en el baño asociado con la fortaleza de Albalat (Romangordo, Cáceres) (Gilotte et al. 2010, pp. 280-283). 26 FOURNIER 2004, pp. 152, 175. 27 Se aprecian parcialmente en unas fotografías antiguas anteriores a las restauraciones de los años 70. 28 CARA BARRIONUEVO 2006, p. 87 y CARA BARRIONUEVO 1990 a, p. 188 fig. 43. 29 Quizás la única excepción sea el estrato de tierra documentado puntualmente en la cimentación la pared oeste de de la sala templada, que contiene fragmentos de ladrillos, carbones y nódulos de cal que podrían corresponderse con indicios de

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actividad previos a la construcción del baño. 30 ALCALÁ LIRIO, ARIAS DE HARO 2004, pp. 6, 17.

(¿s. XII?); del castillo de San Miguel (Almuñécar, s. XIII). Almería: baños de Celín (Dalías). Jaén: Segura de la Sierra (s. XI), etc. cf. FOURNIER 2004. Sobre la datación tardía de los baños del Cenete: RIVAS RIVAS 1982.

excavación. 32 CARA BARRIONUEVO 1990 b, pp. 465-467. 34 Sólo se ha documentado la base de la pilastra este. La otra está sin excavar. 35 VALLEJO TRIANO 1987, pp. 141-165, ver p. 142. 36 De hecho, no se ha documentado ninguna caldera de época islámica en la Península, aunque sí se han encontrado a veces las huellas que ha dejado su base (VALLEJO TRIANO, 1987, p. 144 y lám VI; BERTRAND, SÁNCHEZ VICIANA 2006, p. 173). Sin embargo es muy probable que se parecieran a las pocas calderas romanas conservadas, como la de la villa de La Pisanella de Boscoreale en plomo (BROISE, SCHEID 1987, p. 97-100, fig. p. 99) o la de la llamada “Casa de Venus” en Volúbilis en bronce (THOUVENOT 1958, pl. xx). 37 VALLEJO TRIANO 1987, p. 144. 38 GARCÉS TARRAGONA, ROMERO SALAS 2006, p. 215. 39 SALVATIERRA CUENCA, CASTILLO ARMENTEROS, CASTILLO ARMENTEROS 1993, pp. 63-68.

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