No hay un método exclusivo para el estudio del derecho romano. El método adecuado no puede ser más que uno: el verdaderamente científico, cuyo objetivo primordial sea lograr la verdad y el conocimiento. Como se sabe, en Roma prevaleció la casuística y el empirismo, pero tampoco estuvieron totalmente ausentes los atisbos y rasgos sistemáticos y generalizadores. Bajo la diversidad metodológica ensayada modernamente (histórico-crítica, marxista, comparativista, naturalística, dogmática) se trasluce una evidencia que se impone. Los juristas romanos no siguieron en su estudio un método único y preconcebido, sino que, dejándose orientar por la intuición, alcanzaron un modo de proceder genuino y característico, cuya validez y resultados son patentes.
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