Una de las fábulas de los hermanos Grimm se llama "El gato y el rató hacen vida en común". Un gato convence a un ratón de que quiere ser su amigo; comienzan a vivir juntos y, previendo el invierno que se avecina, compran un tarro de manteca y lo esconden en una iglesia. Con el pretexto de tener que ir a un bautizo tras otro, el gato acude varias veces a la iglesia y se come poco a poco toda la maneca; luego se divierte dándole respuestas ambiguas al ratón acerca del tema. Cuando finalmente van juntos a la iglesia para comerse el tarro de manteca, el ratón descubre el engaño, y el gato, simplemente, se come al ratón. La última frase de la fábula anuncia la moraleja: "Así van las cosas de este mundo".
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