En este texto se muestra cómo la desigualdad entre hombres y mujeres (y las diversas formas de violencia asociadas a esa desigualdad) es el efecto del influjo de una serie de factores personales, familiares, educativos y socioculturales que contribuyen tanto a la construcción social de una determinada manera de entender la condición masculina y femenina como en consecuencia a la pervivencia del sexismo en nuestras sociedades.
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