La actual crisis financiera mundial tiene su origen en marzo 2007, tras una fase de expansión ininterrumpida desde 1992. El hundimiento de los activos hipotecarios en agosto de aquel año afectó a muchos bancos en Estados Unidos y Europa, produciendo un impacto sobre los mercados financieros desapareciendo en gran medida la banca de inversión y produciendo una situación de cierto paralelismo con la crisis de 1929.
En España han coincidido dos crisis: la financiación mundial y la inmobiliaria española, con efectos acumulados en el deterioro de nuestra economía, ambas influidas por una excesiva dependencia de la financiación exterior.
Con estos planteamientos, se presenta una consideración específica sobre el caso de España y unas reflexiones sobre las medidas a tomar en nuestro país.
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