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El Cántico del Hermano Sol Relectura poética En un momento de inspiración, el biógrafo Celano afirma que Francisco de Asís es el «hombre nuevo», el «hombre del tiempo veni­ dero», el «hombre del siglo futuro». Somos testigos del cumplimiento puntual de esta profecía. Francisco rebasa las fronteras de su tiempo y se proyecta vitalmente en el futuro. Francisco rompe los moldes étnicos y los límites geográficos de raza, casta, genealogía y región para inscribirse como ciudadano del mundo entero, como el «hermano uni­ versal» de todos los seres del planeta. En rigor, Francisco es de todos los tiempos y de todos los pue­ blos. Es el hombre eterno —el «todo un hombre», de Rudyar Ki- pling— por su personalidad temperamental y estética, por su fisono­ mía humana y por su comprensión del corazón hasta la entraña misma donde grita el ser su contingencia y su destino, su barro y su inmor­ talidad. Francisco es popular y necesario por lo que podríamos llamar, en la perspectiva orteguiana, su «modernidad»: es un vanguardista, un renovador, un temperamento creativo. Va siempre al volante, nunca al remolque de las ideas ni de los acontecimientos. Francisco es actual, tiene algo nuevo que comunicarnos por lo insólito de sus iniciativas, por la asombrosa originalidad de sus planteamientos, por la audacia de sus decisiones, por su insobornable autenticidad. Un «hombre del siglo venidero». Siempre al volante de la historia que es dinámica para hacerla fecunda, constructiva y armoniosa. Un hombre que se convierte en cifra ejemplar de humanidad. «Francisco es una de esas raras personas que no es patrimonio exclusivo de una orden, ni siquiera de una iglesia, sino de la humanidad entera. Por eso ante la figura evangélica, entrañable, pacífica y poética

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