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Notas sobre propaganda probonapartista : proclamas y Gazeta de Santander (1809)

Rafael Fernández Sirvent

Résumés

En 1809, le fonctionnaire afrancesado Francisco Amorós y Ondeano fit paraître la Gaceta de Santander, un instrument de propagande au service du gouvernement bonapartiste de Madrid. Les proclamations furent également l’un des instruments utilisés par le nouveau régime pour attirer de nouveaux adeptes. Dans cet article sont présentées et analysées quelques unes des premières mesures adoptées par l’administration joséphine dans la province de Santander pendant les premiers mois de la Guerre d’Indépendance espagnole

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Texte intégral

  • 1 ORTEGA Y GASSET, José, La rebelión de las masas, Madrid, Espasa-Calpe (Colección Austral), 2001, pp (...)

« (…) En la física de Newton la gravitación es la fuerza que produce el movimiento, la ley de la opinión pública es la gravitación universal de la historia política. Sin ella ni la ciencia histórica sería posible. Por eso muy agudamente insinúa Hume que el tema de la historia consiste en demostrar cómo la soberanía de la opinión pública, lejos de ser una aspiración utópica, es lo que ha pesado siempre y a toda hora en las sociedades humanas (...)
Así Talleyrand pudo decir a Napoleón : Con las bayonetas, sire, se puede hacer todo, menos una cosa : sentarse sobre ellas. Y mandar no es un gesto de arrebatar el poder, sino tranquilo ejercicio de él. En suma, mandar es sentarse. Trono, silla, curul, banco azul, poltrona ministerial, sede. Contra lo que una óptica inocente y folletinesca supone, el mandar no es tanto cuestión de puños como de posaderas. El Estado es, en definitiva, el estado de la opinión : una situación de equilibrio, de estática.
Lo que pasa es que a veces la opinión pública no existe. Una sociedad dividida en grupos discrepantes, cuya fuerza de opinión queda recíprocamente anulada, no da lugar a que se constituya un mando. Y como a la naturaleza le horripila el vacío, ese hueco que deja la fuerza ausente de opinión pública se llena con la fuerza bruta. A lo sumo, pues, se adelanta ésta como sustituto de aquélla (…) »
José Ortega y Gasset, La rebelión de las masas (1930)1

  • 2 Sobre el concepto y la importancia de la « opinión pública » durante la revolución liberal española (...)
  • 3 CLAUSEWITZ, Karl von, De la guerra, Barcelona, Editorial Labor, 1996 (3ª edic.), p. 51.

1Si extrapolamos estas ilustrativas reflexiones de Ortega y Gasset a la coyuntura de la entronización de José Napoleón Bonaparte como rey de España, tras las abdicaciones de los Borbones españoles en Bayona en 1808, no tardamos en percatarnos de que, en efecto, José I nunca pudo sentarse en su trono de un modo sosegado y continuado, esto es, no pudo administrar el reino de España (y menos aún sus colonias transatlánticas) de una manera centralizada, como pretendía. Y ello fue debido no sólo al hecho de que su equipo ministerial y su corte siempre tuvieron que deambular por toda la geografía española, al son de los acontecimientos militares, de las conquistas o pérdidas territoriales, sino sobre todo porque las dotes literarias de los hombres de letras y funcionarios españoles al servicio de la nueva dinastía no fueron suficientes para ganarse a la opinión pública española, para persuadir al pueblo español de las buenas intenciones regeneradoras que traía para España el rey filósofo (así era como lo denominaban habitualmente sus adeptos, una minoría, aquellos que más tarde pasarán a la historia bajo el anatema de traidores a la patria o, en el mejor de los casos, afrancesados). No cabe duda de que ya a comienzos del siglo XIX la opinión pública era considerada uno de los elementos motrices de la dinámica político-social y las elites políticas que llevaban (o pretendían llevar) las riendas del Estado fueron siempre muy conscientes de ello2. La administración josefina utilizó abundantes recursos económicos y humanos en la ardua labor de atraerse a una parte significativa de la opinión pública que le permitiera, cuanto menos, sentarse en el trono el tiempo suficiente para poder demostrar a los españoles su capacidad y su talante reformista. Pero como es sabido esto quedó en utopía y la guerra (que, según el militar y teórico prusiano Clausewitz, no es otra cosa que la continuación de la política por otros medios3) fue la que determinó en última instancia la gravitación de los acontecimientos políticos entre 1808 y 1814. Nuestro objeto aquí es realizar una aproximación a las medidas propagandísticas concretas (persuasorias y disuasorias o coactivas) emprendidas por los empleados de la administración josefina en la provincia de Cantabria (norte de España) en ese exasperado intento de granjearse la fidelidad y el apoyo de sus ciudadanos.

  • 4 Sobre la vida y obra de este polifacético militar y pedagogo ilustrado de proyección internacional (...)

2A mediados de noviembre de 1808 las tropas francesas consiguieron ocupar la mayor parte de la provincia de Santander. A partir de entonces comenzaba la tarea más difícil, pues la conquista manu militari de un territorio nada tenía que ver con la sumisión (y menos aún con la fiel adhesión) de sus pobladores. En consecuencia, convencer a la opinión pública santanderina se convirtió para José I y sus partidarios en tarea prioritaria e indispensable para poder establecer en la provincia una nueva administración dotada de unas mínimas garantías de operatividad y estabilidad. Para llevar a cabo esta misión en Santander, el rey José I recurrió a un experimentado funcionario de la anterior administración borbónica y uno de los más fieles colaboradores de la nueva monarquía josefina desde la celebración de la Junta española de Bayona : el coronel Francisco Amorós y Ondeano4.

  • 5 Archives du Ministère des Affaires Étrangères. París. Correspondance politique. Espagne. Vol. 675, (...)

3Francisco Amorós estaba respaldado por un currículo intachable cuyo origen se remontaba a la etapa de reinado de Carlos IV, cuando, como oficial del Despacho Universal de la Guerra, participó de un modo muy activo, junto con su amigo el generalísimo Manuel Godoy, en dos de los más importantes y ambiciosos proyectos de la Monarquía Hispánica : el intento secreto de colonizar una parte de Marruecos y de recuperar Gibraltar (1802-1805), y el establecimiento del innovador Real Instituto Militar Pestalozziano de Madrid (1805-1808), del que fue uno de sus promotores y su director. Como recompensa a los servicios prestados a la Monarquía, Amorós fue promocionado por Carlos IV a coronel de Infantería y, además, fue nombrado ministro de capa y espada en el Consejo Supremo de Indias. De este modo, Francisco Amorós, en calidad de miembro del Consejo de Indias, fue uno de los españoles recomendados por las autoridades francesas para asistir a la Junta de Bayona. El 14 de junio de 1808, el día previo a la inauguración de la Junta, el ministro de Relaciones Exteriores galo Champagny escribía una misiva al embajador de Francia en España, La Forest, informándole de la valía del consejero Amorós para formar parte de la Asamblea constituyente bayonense. En la citada carta Champany resaltaba ante todo una cualidad del consejero español : su habilidad persuasiva (literalmente, pour faire entrer les autres dans ses opinions5). En consecuencia, Amorós fue considerado por las autoridades francesas un aliado idóneo para defender la causa bonapartista en la batalla ideológica y para ayudar a conciliar las esperanzas de los españoles con las aspiraciones reformistas de la política bonapartista.

  • 6 DUFOUR, Gérard, « Une éphémère revue afrancesada: El Imparcial de Pedro Estala (mars-août 1809) », (...)

4El 20 de noviembre de 1808, tras la ocupación francesa de Santander, José I designó a Francisco Amorós gobernador militar y político de la ciudad de Santander, así como intendente de la provincia cántabra y comandante militar y político de sus puertos y costas. Sus funciones eran de lo más variado : mantener el orden público, sanear la administración y la hacienda, construir baterías para defender las costas de los desembarcos hispano-británicos, racionalizar los cereales y otros alimentos de primera necesidad, visitar los pueblos para conseguir la adhesión de las corporaciones… Una de las primeras medidas que adoptó el gobernador Amorós para dar publicidad al nuevo régimen e intentar ganar adeptos a éste fue la organización de una publicación de ámbito local que, como apunta Gérard Dufour6, sirvió como instrumento de propagación de las ideas y acciones del nuevo gobierno de Madrid : la Gazeta de Santander.

5La Gazeta de Santander fue el primer periódico oficial de Santander. La llegada de la imprenta a Santander fue relativamente tardía. Hasta 1792 no comenzó a funcionar la primera imprenta : la del palentino Francisco Xavier de Riesgo y Gonzelarena, que fue contratado por el obispo de Santander Rafael Thomás Menéndez de Luarca7 (a quien nos referiremos más tarde). El primer impreso fue publicado el 2 de enero de 1809 y estaba compuesto de doce folios sin pie de imprenta. Cabe destacar que el ejemplar iba sin numerar, lo cual indica que no se pensó en dotarlo de una periodicidad, sino que se concibió como un instrumento circunstancial para dar una mayor difusión entre los santanderinos a las actuaciones y pretensiones del gobierno central. De hecho, en la Biblioteca Municipal de Santander sólo se conserva otro ejemplar, de once páginas, con fecha de 23 de marzo de 1809.

6La Gazeta de Santander del lunes 2 de enero de 1809 se componía principalmente de extractos de la Gazeta de Madrid de días anteriores y de algunas noticias recibidas por el gobernador Amorós de los ministerios. Ésta era la única manera, pues, de que las prescripciones de la Administración central arribasen a todos los territorios ocupados y sometidos a su jurisdicción. En primer lugar, se hace alusión a la exitosa progresión de los ejércitos franceses por la Península. Seguidamente, se anexa un decreto de Napoleón con medidas represivas (ejemplarizantes) contra los traidores y criminales (usando su terminología) que han violado el juramento de fidelidad al rey José :

« (…) Considerando que las turbulencias de España han sido principalmente el efecto de los complotes tramados por muchos individuos y que el mayor número de los que han tomado parte en ellas ha sido seducido o engañado ; queriendo perdonar a éstos concediéndoles el olvido de los delitos que han cometido hacia Nos, hacia nuestra Nación y hacia el Rey nuestro Hermano ; queriendo al propio tiempo señalar a aquellos que después de haber jurado fidelidad al Rey han violado su juramento, que después de haber aceptado empleos se han servido de la autoridad que se les había confiado para ir contra los intereses de su Soberano y venderle ; y que en lugar de emplear su influjo para ilustrar a sus conciudadanos, sólo se han servido de él para perderlos ; queriendo en fin que el castigo de estos grandes criminales sirva de ejemplo en la posteridad a todos aquellos que colocados por la providencia al frente de las Naciones en vez de dirigir al Pueblo con cordura y prudencia, le pervierten y arrastran al desorden de las agitaciones populares, precipitándole en las desgracias de la guerra.

Hemos decretado y decretamos lo siguiente :

Art. 1.º Los duques del Infantado, de Híjar, de Medinaceli, de Osuna, el marqués de Santa Cruz, los condes de Fernán-Núñez y de Altamira ; el príncipe de Castelfranco ; D. Pedro Cevallos ex ministro de Estado ; el obispo de Santander, quedan declarados enemigos de Francia y España, y traidores a ambas Coronas. Como a tales se aprenderán sus personas, serán entregadas a una comisión militar y pasados por las armas. Sus bienes muebles y raíces se confiscarán en España, en Francia (…) »

7Atiéndase a que uno de los hombres condenados a muerte por el gobierno josefino que se enumeraban en la Gazeta de Santander era el obispo de Santander, el reaccionario Menéndez de Luarca, casualmente el mismo que mandó contratar al primer editor de la ciudad cántabra. Días antes de que se publicara la gaceta, precisamente el simbólico día de Navidad, el gobernador Amorós había hecho leer en la iglesia y en el Ayuntamiento de Santander un bando en el que se atacaba de forma implacable al citado obispo, quien había sido condenado a la pena capital tras ser excluido de la amnistía que el Emperador otorgó el 12 de noviembre de 1808. El bando en cuestión era bastante explícito y hacía del obispo una especie de cabeza de turco, el principal responsable de los males que asolaban la provincia :

  • 8 Biblioteca Menéndez Pelayo. Santander. Fondos modernos. Vol. III, manuscrito 219. Bando del goberna (...)

« (…) Si el Prelado de esta Diócesis hubiera tenido una conducta modelada por la de nuestro Divino Maestro Jesucristo ; si en lugar de ser un guerrillero sanguinario e inexperto hubiera sido un ministro de paz y beneficencia como el Evangelio lo aconseja, nuestra Santa Religión lo manda y su carácter lo prescribe, no andaría ahora como prófugo, confundido y miserable ; no hubiera introducido en estas pacíficas montañas la desolación y la muerte ; no hubiera contagiado con su fatal ejemplo al clero respetable cuya mayor parte ha huido también ; no hubieran quedado desiertos los templos, abandonadas las ovejas y desconsoladas las almas religiosas por carecer de los auxilios espirituales. En fin, no sería él infeliz si hubiera sido buen Obispo, ni estos pueblos fueran desgraciados si hubieran tenido un buen pastor. En vano lloran la naturaleza y la sociedad sus muchos sacrificios ; en vano clama el padre por el hijo y la mujer por el esposo inútilmente sacrificados en esta imprudente lucha. ¡Ah, ya no volverán a verlos ! ¡Triste situación, tardío arrepentimiento ! ¿Y por qué los han perdido ? ¿Qué interés directo ni inmediato tenían en que se derramase su preciosa sangre y en resistir la soberanía de un Rey conocido en toda Europa por el más clemente y sabio, por el más justo y benéfico, por el más propio para regenerar un pueblo y conducirle a la sólida prosperidad ? (…) »8

8Francisco Amorós también aprovechó su discurso para enfatizar la actitud patriótica y religiosa con la que actuaban los josefinos (afrancesados) como él, con el claro objeto de ampliar el número de adeptos (por convicción y no por pura coacción) al rey José :

« (…) Yo me complaceré en remitirle representaciones y actas de prestación de juramento de fidelidad de los pueblos y corporaciones que me las dirijan (…) El patriotismo más puro de mi parte os dirige estas amonestaciones ; y mis palabras y mis acciones no se separarán nunca de vuestros verdaderos intereses. Por ello estoy mediando siempre con las autoridades extranjeras y se disminuyen y disminuirán cada vez más vuestras angustias. Me glorío de ser buen español, y con tal de que nos gobierne un Rey digno del heroísmo de la nación y capaz de conducirla a la inmortalidad. En su nombre mando a todos los curas que os han abandonado que vuelvan a sus feligresías ; los empleados a sus destinos y los habitantes de los pueblos a sus hogares. Nuestro soberano religioso quiere que se restablezca el culto donde se haya interrumpido ; que se reparen las iglesias que hayan padecido y que manifestéis todos vuestros deseos y necesidades para auxiliaros con cuanto permitan las actuales circunstancias. En cumplimiento de sus órdenes he restablecido el culto en la catedral de esta ciudad ; he recogido los religiosos de San Francisco, que andaban esparcidos, en el mismo palacio episcopal, porque su conducta ha sido pacífica y verdaderamente religiosa y evangélica (…) »

9Volviendo a la Gazeta de Santander de enero de 1809, aparte de divulgar la noticia de la persecución y secuestro de bienes del obispo Menéndez de Luarca por traición a la Corona, otro decreto que afectaba a la estructura de la Iglesia católica anunciaba el talante racionalista y reformista (que no antirreligioso, como publicitaban los antibonapartistas) del rey filósofo en su afán por el progreso de España :

« (…) Considerando que los religiosos de las diversas órdenes monásticas en España se han multiplicado con exceso ; que si un cierto número es útil para ayudar a los ministros del altar en la administración de los sacramentos ; la existencia de un número demasiado considerable es perjudicial a la prosperidad del Estado.

Hemos decretado y decretamos lo siguiente :

Art. 1.º El número de conventos actualmente existentes en España se reducirá a una tercera parte. Esta reducción se ejecutará reuniendo los religiosos de muchos conventos de la misma Orden en una sola Casa (…) »

  • 9 MARTÍNEZ RUIZ, Enrique, “Relación e interdependencia entre ejército y orden público (1700-1850)”, e (...)
  • 10 Archivo Histórico Nacional. Madrid. Estado. Leg. 3.091.
  • 11 Archivo Municipal de Santander. Leg. A-45, nº 9.
  • 12 Archivo Histórico Provincial de Cantabria. Diputación provincial. Leg. 131. Santander, enero-febrer (...)

10Pese al evidente esfuerzo dialéctico por persuadir a los santanderinos de que abrazaran la causa josefina, la falta de resultados positivos unida a la creciente inseguridad ciudadana provocada por las partidas guerrilleras y sumada a los constantes ataques angloespañoles a las costas cántabras llevaron a Amorós a adoptar otra serie de disposiciones de carácter geoestratégico : la constitución de una Guardia Nacional. La creación de esta Guardia había sido decretada por Napoleón el 15 de diciembre de 1808 y ratificada por José I el 29 de diciembre del mismo año. Sus filas estaban compuestas por ciudadanos voluntarios y su función principal era patrullar las calles de cada municipio con el objeto de restablecer el orden público y atajar a tiempo las incursiones guerrilleras. Con esta medida Amorós fue uno de los primeros funcionarios josefinos en materializar el decreto de Napoleón y contribuía, así, a crear una imagen militarizada del orden público9, concediendo al populacho juramentado el protagonismo que desde el alzamiento del Dos de mayo tuvieron las clases populares partidarias de Fernando VII de Borbón. De este modo, podríamos decir, se legitimaba el ejercicio de la represión, se incitaba a la delación indiscriminada y se abría una vía de escape al odio personal contenido entre paisanos. Antonio Ojesto, el hombre de confianza del gobernador Francisco Amorós en Santander, fue el encargado de comandar el batallón de la Guardia Nacional cántabra10. Según se desprende de la documentación, la medida fue bastante eficaz, ya que en el Archivo Municipal de Santander se conservan numerosos listados de vecinos que se alistaron en la Guardia Nacional de forma voluntaria para patrullar los barrios de cada municipio en grupos o batallones de en torno a veinticinco individuos cada uno11. Además de la formación de diferentes cuerpos de la Guardia Nacional, Francisco Amorós emprendió una profunda reestructuración de las vicecomisarías de casi todas las jurisdicciones de Cantabria, debido a que la mayor parte de las plazas se hallaban vacantes como consecuencia de la masiva huida de los anteriores funcionarios de la administración borbónica12.

11En enero de 1809 el gobernador dirigió una nueva proclama al pueblo de Santander. En esta ocasión el mensaje era directo y contundente (coactivo), sin perderse en circunloquios ni en disertaciones acerca de la justificación de la actitud política de los realistas constitucionales, así era como calificaban Francisco Amorós y una gran parte de los josefinos por convicción su tendencia política. Amorós anunciaba en su arenga mano dura contra la lacra que suponen los holgazanes que viven del trabajo ajeno de sus compatriotas cometiendo crímenes y daba un ultimátum a quienes aún no hubiesen prestado su juramento de fidelidad al rey José y a la Constitución :

  • 13 Archivo Municipal de Santander. Leg. A-45, nº 24. Santander, 17 de enero de 1809.

« (...) Ya es tiempo de que desaparezca esta nube de holgazanes, que quieren mantenerse con el trabajo ajeno y cometiendo crímenes. El presidio de esta ciudad o el patíbulo es el descanso que les espera si no se presentan en el espacio de quince días a las justicias de los pueblos. Concluido este término saldré yo mismo a perseguirlos con fuerza armada de franceses y españoles y castigaré severamente a los vecinos que los hubiesen abrigado o favorecido, de cualquier clase y circunstancias que fuesen (...) En esta inteligencia mando a todas las justicias : (...) Que todos los vecinos se hallen en sus casas y ocupados en sus labores, pues yo no tolero ociosos, porque son la polilla de la sociedad. Por último, les advierto que me hallarán en esta y en todas ocasiones dispuesto a remediar sus males y a interceder con el Rey nuestro Señor Don José Primero a su favor ; pero que no tendré indulgencia alguna con las personas que contribuyesen en lo sucesivo a interrumpir el orden, que no procediesen con una sumisión absoluta al justo gobierno de S. M. y que no acreditasen de todas maneras su obediencia, honradez y tranquilidad »13.

12Una de las medidas populares que anunció el Gobierno a través de la Gazeta de Santander de enero de 1809, con la intención de ganarse el apoyo de algunos españoles, fue la eliminación de los derechos aduaneros interprovinciales :

Considerando que uno de los establecimientos que perjudican a la prosperidad de España son las aduanas y registros existentes de provincia a provincia, hemos decretado y decretamos lo siguiente :

« Art. 1.º Desde primero de enero próximo las aduanas y registros existentes de provincia a provincia quedan suprimidos. Las aduanas se colocarán y establecerán en las fronteras (…) »

13El 8 de marzo de 1809 el ministro del Interior Manuel Romero dirigió una carta al gobernador Amorós informándole de la decisión regia de que abandonase su misión en la provincia de Santander porque se necesitaba de sus servicios, primero en la corte en calidad de consejero de Estado (cargo que obtuvo el 25 de noviembre de 1808), y después en las provincias Vascongadas, donde había de ejercer de comisario regio de José I (comisión que le fue encomendada el 9 de febrero de 1809). Pero antes de dejar su cargo de gobernador e intendente de Santander, Amorós, aprovechando la proximidad del día 19 de marzo (festividad de San José) quiso organizar una sonada (y simbólica) fiesta en honor al monarca español. Pese a que pueda parecer un hecho meramente anecdótico, no lo es en absoluto, puesto que todo el programa de actividades que se desarrolló en el transcurso del día estuvo cargado de un alto grado de simbolismo, encaminado a difundir entre el pueblo de Santander una imagen idílica de un rey ilustrado, José I, que no era ajeno a los problemas cotidianos de la población y se preocupaba por el bienestar y progreso de las ciudades y ciudadanos de su reino. En esta ocasión la Gazeta de Santander fue utilizada de nuevo como instrumento propagandístico de José Bonaparte y su administración en la provincia cántabra. Cuatro jornadas después de la fiesta, el 23 de marzo de 1809, se publicó una gaceta de once páginas, cuyo contenido se dedicó íntegramente a rememorar los hechos más relevantes que acaecieron en Santander el día del festejo en honor al monarca :

  • 14 Gazeta de Santander, 23 de marzo de 1809. Sobre todas estas medidas populares emanada de un grupo d (...)

« (…) Han sido presos varios bandidos que infestaban esta comarca y se ha verificado con regocijo común la plantación general de árboles y patatas determinada para el día de San José en celebridad del nombre de nuestro augusto y amado Monarca (…) Con este objeto y para practicar algunos actos de beneficencia creía indispensable S. S. I. abrir una suscripción voluntaria, destinada a hacer algunas limosnas socorriendo la mendicidad y la necesidad extrema de los niños expósitos (…) Concluyendo con que para imitar a los pueblos de la provincia, que en festividad del día de San José sembrarían patatas y harían plantíos de árboles, Santander debería dar el ejemplo excediendo a todos ellos como capital, debiendo prometerse que los respetables cuerpos y particulares presentes animarían a los habitantes a su mayor esmero, pues estaría construida para el citado día la nueva, útil y hermosa pescadería, colocándose en ella una inscripción alusiva a la Real familia reinante (…) »14

14El objeto de la construcción de una amplia pescadería, que constaría de 96 puestos para la venta, fue, no cabe duda, otra medida popular cuya intencionalidad era demostrar con hechos a los ciudadanos de Santander la sincera pretensión de José I y su administración por el progreso de España y de los españoles. Por ello, los empleados públicos josefinos decidieron colocar una inscripción en una de las columnas del pórtico que sirviese para transmitir a la posteridad la memoria de un buen rey que prestaba atención a las necesidades básicas de su población :

« Año de MDCCCIX
Reinando en España el señor D. Josef primero,
gobernando la provincia de Santander D. Francisco Amorós, comisario regio, consejero de Estado
y mandando las tropas del gran Napoleón el general de división Bonet,
se construyó este edificio de utilidad pública. »

15La iconografía era, lógicamente, algo que no podía pasar por alto el nuevo régimen a la hora de construir y propagar una simbología propia que fuese sustituyendo paulatinamente por toda la geografía española los viejos símbolos y emblemas de la antigua dinastía reinante : la Casa Borbón. Por ese motivo, el día de San José se procedió a la colocación de un busto de José I y de las armas reales de los Bonaparte en la fachada principal de la Real Aduana de Santander. Sobre las puertas laterales se colocaron dos cartelones. En el de la derecha se pintó una nube de la que salía una mano que sostenía un corazón con corona y las palabras Ex Justitia. Debajo de todo se podía leer una letrilla que reflejaba una concepción claramente providencialista de la Monarquía :

« Si Dios sólo dirige, guía, pone
El corazón del REY en su mano :
Si por sus altos juicios hoy dispone
Que JOSEF sea nuestro Soberano :
Si en él la fama anuncia, y nos propone
Un REY el más piadoso, sabio, humano,
Muy justo es en su día a competencia
Jurarle amor, respeto y obediencia. »

16Al otro lado de la fachada de la Aduana de Santander se puso un cartel que presentaba pintados dos globos, sobre los cuales se colocó una corona real con las letras Ad Utrumque, en clara alusión a los dominios coloniales de la Monarquía Hispánica. Esta simbología también fue interpretada en forma de verso popular, con la finalidad de que el mensaje resultase inteligible para todos los santanderinos :

« Si de JOSEF NAPOLEÓN
El alma grande buscamos,
A Nápoles acudamos,
Que es testigo sin pasión.
Ámele, pues, la Nación
Por PRIMERO sin segundo ;
Y con respeto profundo
Obedezca al que por ley
Le hacen sus virtudes REY
Del uno y del otro mundo. »

17Otra de las medidas que adoptó Francisco Amorós durante el día de San José, y que se puede leer en la Gazeta de marzo, fue la liberación de muchos presos de las cárceles que (según el ex gobernador y ahora comisario regio) no perjudicarán a la sociedad y que quedan ya corregidos. Esta liberación masiva de presos, más que una obra de beneficencia, debemos entenderla como una medida desesperada por captar nuevos adeptos para las filas de José I, es decir, una forma de reclutamiento casi forzoso de voluntarios, ya que los liberados debían prestar juramento de fidelidad al rey y a la Constitución. Ésta fue, por tanto, una más de las arriesgadas medidas adoptadas por los josefinos en su afán por la supervivencia del régimen, puesto que ese tipo de licencias de libertad concedidas en nombre del nuevo monarca se dieron en muchos de los territorios donde la administración bonapartista pudo actuar.

18Por último, la Gazeta de Santander de marzo de 1809 refería al pueblo de Santander la brillante comitiva que acompañó al comisario regio Amorós (dieciséis guardas de policía y una compañía de volteadores) ; su recepción por parte del cabildo eclesiástico de la catedral ; la misa y el Tedeum celebrados en nombre del rey y de la nación ; tampoco era casualidad que en varias de sus páginas se reiterase la crucial participación de la Guardia Nacional en todos los actos, así como la buena sintonía existente entre las tropas francesas y la oficialidad y guardia españolas. Algo muy poco creíble esto último si atendemos a la documentación de la época, que muestra de una manera clara las enormes diferencias y disputas habidas entre la administración civil y la milicia afrancesada (española) y las autoridades y soldados franceses a lo largo de toda la guerra. Pero todo valía en la batalla propagandística por la opinión pública.

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Notes

1 ORTEGA Y GASSET, José, La rebelión de las masas, Madrid, Espasa-Calpe (Colección Austral), 2001, pp. 172-174.

2 Sobre el concepto y la importancia de la « opinión pública » durante la revolución liberal española remito a: FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, Javier, « Opinión pública », en FERNÁNDEZ SEBASTIÁN, J. Y FUENTES ARAGONÉS, Juan Francisco (dirs.), Diccionario político y social del siglo XIX español, Madrid, Alianza Editorial, 2002, pp. 477-486; ALMUIÑA FERNÁNDEZ, Celso, « Opinión pública y revolución liberal », en Cuadernos de Historia Contemporánea, vol. 24 (2002), pp., 81-103; y MORANGE, Claude, « Opinión pública: cara y cruz del concepto en el primer liberalismo español », en FUENTES, J. F. y ROURA, Lluís (eds.), Sociabilidad y liberalismo en la España del siglo XIX. Homenaje al profesor Alberto Gil Novales, Lleida, Editorial Milenio, 2001, pp. 117-145.

3 CLAUSEWITZ, Karl von, De la guerra, Barcelona, Editorial Labor, 1996 (3ª edic.), p. 51.

4 Sobre la vida y obra de este polifacético militar y pedagogo ilustrado de proyección internacional remito a mi libro Francisco Amorós y los inicios de la educación física moderna. Biografía de un funcionario al servicio de España y Francia, Alicante, Publicaciones de la Universidad de Alicante, 2005.

5 Archives du Ministère des Affaires Étrangères. París. Correspondance politique. Espagne. Vol. 675, fol. 97.

6 DUFOUR, Gérard, « Une éphémère revue afrancesada: El Imparcial de Pedro Estala (mars-août 1809) », en El Argonauta Español, nº 2 (2005). http://argonauta.imageson.org/document64.html

7 Asociación de la prensa de Cantabria. http://www.aprensa-cantabria.org/

8 Biblioteca Menéndez Pelayo. Santander. Fondos modernos. Vol. III, manuscrito 219. Bando del gobernador e intendente Francisco Amorós y Ondeano al pueblo de Santander, 25 de diciembre de 1808.

9 MARTÍNEZ RUIZ, Enrique, “Relación e interdependencia entre ejército y orden público (1700-1850)”, en BALAGUER, Emilio y GIMÉNEZ, Enrique (eds.), Ejército, ciencia y sociedad en la España del Antiguo Régimen, Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 1995, p. 205.

10 Archivo Histórico Nacional. Madrid. Estado. Leg. 3.091.

11 Archivo Municipal de Santander. Leg. A-45, nº 9.

12 Archivo Histórico Provincial de Cantabria. Diputación provincial. Leg. 131. Santander, enero-febrero de 1809.

13 Archivo Municipal de Santander. Leg. A-45, nº 24. Santander, 17 de enero de 1809.

14 Gazeta de Santander, 23 de marzo de 1809. Sobre todas estas medidas populares emanada de un grupo de funcionarios josefinos de Santander, he hallado una carta dirigida por Francisco Amorós al rey José en la que le informaba del éxito y buen desarrollo del festejo en el que se brindó a las glorias del gran Napoleón, de Vuestra Majestad de España y se deseó sinceramente que en todos los pueblos de la Monarquía nos hubiesen imitado (Archives Nationales. París. Correspondance passive du roi Joseph. 381 AP 27, nº 2. Santander, 20 de marzo de 1809).

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Pour citer cet article

Référence électronique

Rafael Fernández Sirvent, « Notas sobre propaganda probonapartista : proclamas y Gazeta de Santander (1809) »El Argonauta español [En ligne], 3 | 2006, mis en ligne le 15 janvier 2006, consulté le 18 mars 2024. URL : http://journals.openedition.org/argonauta/1084 ; DOI : https://doi.org/10.4000/argonauta.1084

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Auteur

Rafael Fernández Sirvent

Universidad de Alicante

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