El dinar el al-Andalus en el siglo X, Alberto Canto García

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CuaderRos de

Madlnat al -Zahr谩'

Vol. 5 C贸rdob

a, 2004


CTJADERI{OS DE MADiNAT AL-ZAI]RÁ'


Cuadernos de Madinat a|-Zahra Revista de difusión científica del Conjunto Arqueo.lógico Madrnat al-Zahra

CONSEJO DE REDACCIÓN (Miembros de ia Comisión Técnica de Madinat al-Zahra)

Presidente: D. JESÚS ROMERo BENÍTEZ Directur Genera/ d¿ Biene.¡ Calnrales

Vocales: D." MERCEDES MUDARRA BARRERO De/egada

Prorjrcia/ le Ca/ttra

rJe

Cít'daba

D. ANTONTO VALLEJO TRTANO Dirrtor del Con.funto Arquealígico Madjrat dl Z¿br¿ D. MANUEL ACIÉN ALMANSA Uniru':idad

de

rtIálaga

D." CARMEN BARCELÓ TORRES L,ttt. n)J¿J J. \ L/.ttri¡ D." JULIA CARABAZA BRAVO Uú¡w¡irlad d¿ ,\eúllt

D.JUAN STRRANO MUÑOZ Arquitecta

COMITÉ ASESOR D. PATRICE CRESSIER Ca:a de Vlázqrcz

D. CHRIST]AN E\rERT Irntituta Arqaeolígico A lenún

D. PIERRE GUICHARD tJnit,ersidad ¿tt llon II D. ESTEBAN HERNÁNDEZ BERMEJO Director delJardín Batánico rk Córdoba

D, M,'ANTONIA ]\4ARTíNEZ NUNEZ Uniursidal le lIálaga

D. ALASTAIR NORTHEDGE Uniuersi¿lad de

Parí:

I

D. VÍCTOR PÉREZ ESCOLANO fl n irer.¡ i tlad de S eú / la

O Junta de Andalucía. Consejcría dc Cultura (c) Los

Sor

autores

Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba Ángela de Ia Cruz, 1 2 - Teléfir¡o 951 283 106 ISSN:1119-9996 Depósito Legal: CO. 1.64412004


SUMARIO . ESTUDIOS EDUARDO MANZANO MORENO El

círculct de pocler de los califas ornelas cle

Córclaha

Pág. 9

JEAN-PIERRE VAN STAÉVEL

Prítoir jzgaler, bátir : droit de la judiciairu

)

Cordoae rJurant le

cr¡nslruclian et institarians

í'lX'

si¿cle

Pág.

3L

MOHAMED MEOUAK Madinat al-Zabm'

en las fuentes

árabu del occidente

i¡láttica

Pág. 53

BRUNA SORAVIA Une bistaire de la f.rna. Aurariré er le tuIutpaltis

d'Ibn

lígitirnirí dan:

Hayan

Pág. 81

MANIIELA MARÍN A/tos fancionarios para e/ ca/ifa: jueces 1 otras cargos de la

Adntinisnación cle'Al¡d al-Rabntan

III

Pá9.97

M.' ANTONIA MARTÍNEZ NÚÑEZ. MANUEL ACIÉN ATMANSA La epi¡1rafra

de

al-Zabra'

Pá9. I07

ya - pa / e s t i n i enne

Pás.159

Madinar

SOLANGE ORY L'

ep

i grap b i e umayy ade

s

CARMEN BARCETÓ El cíJin andalusi de "praaincias" durante el Califato

(3a0_403t9j2_10j3)

pá9. t73

ANTONTO VALLEJO TRTANO, ALBERTO MONTEJO CÓRDOBA, ANDRÉS GARCÍA CORTÉS /a interaenciín art¡aeo/ígica en /a "Ca:a de Ya'far" 1 en el ecliJicia cle "Patio cle los Pilaru" de X[adinat al-Zahra' Resa/tados preliminares de

Pá9.

I99


PATRICE CRESSIER,

MOURAD RAMMAH S¿bra al-A4ansariya : [Jne autre aille

caltfale

Pág.241

JUAN F. MURILLO REDONDO, MARÍA TERESA CASAL GARCÍA, ELENA CASTRO DEL RÍO Madinat Qar¡aba. Aproxinaciín al procesa de forntaciín de la ciudad emiral 1 califal a patir de la información arquealógica Pág. 217 VICENTE SALVATIERRA La instauraciín clel Califato en el AIra

Gaadalqaiuir

Pá5. 291

PEDRO GURRIARÁN DAZA Hacia una canstrucción del poder. Las prácticas edi/icias en la periferia andalusi duranre el

Pág. 297

ALBERTO CANTO GARCÍA El dinar en al-Andalas en el sigla X

Pás.327

Califaro

CAROLINA DOMÉNECH BELDA La

rnaneda

farimí 1 sa relaciín

con

al-Andalus

Pág. 339

PATRICE CRESSIER Histarias de capiteles: ¿Hubo talleres califales

pratincialesi'

Pá9. 751

TILO ULBERT Resafa en

Siria. Una

residencia

califal

de los últimrts onteyas en

)riente Pá9. 377

BERNABÉ CABAÑERO SUBIZA, VALERO HERRERA ONTAÑÓN La tecbu¡nbre de la ampliación de al-Hakan II rJe la mezqaita aljama d¿ Círdoba. Análisi: tícnico 1 estulio forxul de sa policrarnía

Pá9. 391

SABINE NOACK.HALEY Los capireles de

la hlezt¡aita

de

Madinar

al-Zaltra'

Pág.

Egypte

Pág. 445

4I3

MARIANNE BARRUCAND Le prentier clécor arcltitectural

fatimide

en

PIERRE GUICHARD Canc/usions

.

Pág.463

CRÓNICA DEL CONJUNTO

ANTONIO VALLEJO TRIANO, JOSÉ ESCUDERO ARANDA Crínica del Conlanto, añas 1998-2003

Pág. 47

I


ESTIJDIOS ACTAS DE LAS IV JORNADAS DE MADINAT AL-ZAHRÁ': Nuevas investigaciones sobre eI Califato de Córdoba Córdoba, 10-12 Noviembre 2003


EL DINAR EN AL.ANDALUS EN EL SIGLO XALBERTO CANTO GARCÍA Unitt. Attónanta

cle X[acJricJ

ABSTRACT

RESUMEN Se revisa

la información existente sobre la pre-

sencia de monedas de oro en al-Andalus, sobre todo

centrándonos en la documentación procedente de los hallazgos y en los estudios de calidad de la moneda. Sobre estas premisas se realizan algunas precisiones sobre el uso del dinar en al-Andalus en el siglo X y las diferencias existentes entre ios diferen-

The paper deals with the references about the use of the gold coins in al-Andalus, mainly with the information coming out from the hoards and the hneness studies. 'ülith these material we can precise some aspects of the dinar's use in al-Andalus in Xth and the divergences between the monetary policies

ofthe caiiphs.

tes gobernantes.

Palabras clave Al-Andalus, Califato, numismatica, dinares.

Key words Al-Andalus, Caliphate, Numismatic, Dinars.

T Tno de los eleme ntos que se consideran básicos LJ ..r ei ejercicio del poder por un estado islámi-

dinares, cuyos últimos ejemplares fueron emitidos

co medieval es la prerrogativa de acuñar moneda, el derecho de Sikka y, dentro de este derecho, las mo-

Cuatro elementos componen la base de nuestro conocimiento sobre las monedas de este momento:

nedas que aparecen citadas son las batidas en los dos metales principales, el dinar y ei dirhem. Si algo ha

Los /cal/azgos, que nos muestran la frecuencia de

resultado llamativo a 1o largo de los dos primeros siglos del gobierno de los omeyas en al-Andalus, dei Emit Abd al-Rahman I a Abd Allah, ha sido la abundancia de dirhemes frente a la ausencia de

en época de los Gobernadores'.

circulación, tipos más abunclantes y la existencia de monedas de otras dinastías.

La rneÍrolagía, ei peso medio de los ejemplares, algo bastante estudiado ya desde la obra de 2,

)1


Miles y que en años posteriores ha sido com-

Norte de Áfticu, en el siglo IX, ya fueran ejempia-

plementado por el conocimiento de un número mayor de ejemplares, sin embargo el menor nírmero de monedas de oro conservadas disminuye la fiabilidad estadística de las mismas. La le1 de las monedas, aspecto que había qr-redado en un segundo plano con escasa presencia de analíticas hasta años recientes y que, en este trabajo podemos avanzar algr-rnos datos, dentro de un proyecto más ambicioso. Lo: estudios de cuños, indispensables para poder realizar Lrna estimación apropiada de las magnitudes de moneda emitida en un momento concreto; al igr-ral que ocurría en el aspecto estadístico el menor número de ejemplares simplifica la identifrcación de los cuños pero proporciona poblaciones muy reducidas.

res de los Aglabíes o, poco después, de los Fatimíes.

Este prefacio resulta de importancia porque, quinto un elemento, el de las fuentes menciona de manera constante la presencia de dinares; taI vez

De la primera dinastía se conocen referencias ¿r algunos hallerzgos, ya sean de coniuntos o aislados; de hecl-ro han apareciclo en esta misma ciudad de Córdoba en el yacimiento de Cerc¿rdillas en concreto un dinar de Ahmacl II del 241 1861 y orros dos del fátimí Ubayd Allah al-Mahdi del 3171929 y del 32Xl93X'. Su presencia en los hallazgos españoles había sido comentada, ya en el siglo XIX, por Antonio Delgado quien comentó: "Repetinos qte, probab/enrcnte, t.irca/arian /os /as

Ar¡ire¡ Ag/ahíe.r

on

Áf"ica.

nrcro de /o¡ dinares c/e aqtre//os principes c¡ue:e encaeTttrd¡1

en /os gabinetes numi¡ttáticos ac1ui reunidos,

...

clue

l¿r

metrolo-

úrltimos tiempos y el último, el estudio de cuños, queda pendiente de ser realizado. LOS HALLAZGOS

Son 1a base fundamental de nuestro conocimiento por constitllir el la fuente primordial de información sobre la circulación coniLrnta de diferentes especimenes de moneda. Ahora bien los dinares circulaban en al-Andalus en alguna medida, sobre todo, gracias a la llegacla de monedas emitidas en el

328

/os

t'aracÍeres grabrtc/os con pantos c|lilo ell aqilel/os. rnítoda de

sueldos, dotes, etc... Las cantidades resultantes son

monedas; de los dos restantes,

y

principe tienen /a fornu parecida a la de los aglahtas, la nti.rt'na distribaciín de lemas en las inscripciones 1 le1endas, idíntico peso 1 los escútura que ilo eilclntrat¡tos en

1ey de las

.

c/emás que hentos ai.¡Ío de este

p/ata

gía no ha sido modificada de forma sustancial en los

,

La: printeros c/inares de Abderrabnmn

res, como forma de expresión, cantid¿rdes, precios,

dinares, en forma física, hubiera sido más frecuente debería l-raber quedado Lrn testimonio algo más intenso que el actual. Sin duda esta ausencia no es ajena a la carestía de oro que en época alto medieval se registra en todo el mundo occidentalz. De los cuatro elementos citados nos vamos a centrar, sobre todo en dos de ellos, Ios hallazgos y la

co¡t conse¡ttitniento de /os

Awires de Córdoba. según deducinta.r clel cousiderable nú-

sería metor decir que especifican o reducen a dina-

luego convertidas en Ia moneda física de plata, el omnipresente dirhem de al-Andalus, qLle conocemos por miles en el emirato y todavía más numerosos en el Califato. Sin duda si la circulación de

de

e/

Anda/us.

/c,s dirben¿e.¡ o ntonedas de

ú en /os fe/ase.r. Erta ilzs bttce presaltir'

Abderrahlil,ln ie tta/dria para /a acuñaciín

/as

cJe

nnnedas de oro de operarios ante,r ocupado-r por /os Elt)tc.r

Aglab)ta:

en /a.r zecas del

Áfúca Oriental"4.

A

pesar de estos testimonios la huella que nos her llegado no es muy importante en términos numéricos pero sí lo es en Ia importancia de Ia influencia que va a ejercer en las primeras emisiones del dinar omeya del Califato Omeya de Córdoba. Las influencias tipológicas y formales que se aprecian en los primeros dinares de Abd al-Rahman III recuerdan en su estilo a los ejemplares de los aglabíes, com<t ya se ha indicado, pero también responden al estilo de las primeras emisiones de los fatimíes cuyas al¡undantes acuñaciones en oro podría hacer acto de presencia en al-Andalus; de hecl-io el citado hall.azgo de Cercadillas incluía dos ejemplares fatimíes de comienzos del siglo X. En alguna ocasión se ha liegado a sugerir, Antonio Delgado 1o hace, que fueran artíflces norteafricanos quienes grabaran los cuños; esta hipótesis sería válida para el caso de los aglabíes derrotados y l-ruidos del creciente poder fatimí, no así para estos últimos puesto que no parece creitle ayudaran técnicamente a los Omeyas de al-Andalus.

Sin embargo otra explicación es factible y es

1a

de que la simple imitación formal de unas monedas


de indudable prestigio fuera la razón de esta similitud. En esta línea de argumentación se puede ver que algunas de las primeras monedas de oro batidas

tienen estas claras reminiscencias africanas. como ocurre con el clina¡ de doble orla del año 318/930 de la antigua colección Gayangos, en el que el estilo epigráfico recuerda a las piezas norteafricanas mientras que la distribución de leyendas se asemeja a

modelos más orientales. Si aceptamos esta

similitud sólo puede

deberse

por el hecho de que se traten de las monedas o divisas ¿íureas en circulación por el mediterráneo occidental ¡ por lógica, su presencia en cierta medida en los territorios de al-Andalus. Esta circunstancia abre paso a la problemática de la circulación de monedas de otras dinastías en al-Andalus, presencia que siempre se ha considerado escasa, a la hz cle los hallazgos? y muy centrada en la ilegada de ejemplares fatimíes; si la plata fatimí está bien atestiguada en hallazgos de la se¡¡unda mitad del siglo X, no existe ningírn reparo a que el dinar pudiera haber hecho acto de presencia. Sin duda podrán ponerse objeciones a este planteamiento, sobre todo de índoie ideológica por las diferencias entre la dinastía de los omeyas y 1a de Ios fatimíes, pero 1o indudable es que el testimonio numismático así parece corroborarlo. Por todo ello es, de enorme importancia. en las relaciones omeyas con el norte de Áfricu, Ia venida constante a la Península de dinares cle procedencia norteafricana; en ocasiones en un gran volumen como atestiguan los hallazgos más importantes de oro que se han preservado. Por desgracia el núrmero de hallazgos de dinares conocidos, registrados o publicados es muy limitado; de hecho se limita a cuatro: el de dinares hallado enZar^goza en 1818-; el de Valencia dei Ventoso en Badajoz de 19346 el de la calle Cruz Conde en Córdoba de 1954'y el reciente de la calle Santa Elena de Valencia 8; sin duda existirán más pero, por desgracia, no conocemos su composición

ni

su tamaño.

comprobar que Ios cuatro abarcan desde el califato (con monedas de Abd al-Rahman III, hasta las taifas del siglo XI, con fechas de cierre ligeramente distintas pero todas ellas en torno a mediados de siglo. De aqr,rí parece deducirse que la circulación del oro fue más restringida que la de la Es interesante

plata, algo normal, por otra parte, pero la incluston de importantes porcentajes de monedas fatimíes y magrebíes indica un atesoramiento vinculado con una especie monetaria determinada. Del primero de ellos pocos se puede decir salvo las piezas pubiicadas de manera reciente y el hecho mismo de su existencia puesro que no existe un re¡¡istro detallado de las monedas que lo componían; se citan ejemplares de al-Hakam II por 1o que, es de suponer, que también habría monedas de Hisam IIe. El segundo de ellos, el de Valencia del Ventoso en Badajoz de 1934, resulta más interesante al existir la documentación aportada por Prieto y Vives que permite comprobar que en el hallazgo citado existía un porcentaje alto, junto a la moneda califal, cle dinares procedentes del Norte de África, de los banu Midrar de Siyilmasa, en la práctica, importación del oro necesario para abastecer las emisiones omeyas califales.

Es cierto que Prieto sólo destacó y pr-rblicó las monedas más interesantes, las novedades aparecidas en el tesoro, y la publicación es algo parca, pero se

menciona que se trata de r-rn conjunto de cerca de 800 dinares. Por fortuna existe un registro gráfico en qlle se pueden contemplar, por lo menos, las variedades en fechas y tipos qi-re Prieto pudo examinari0. Ya en su momento Prieto resaltó la importancia de este conl'unto por la cantidad de tipos y variedades presentes, así como por las novedades que incluía en la secuencia de los dinares califales conocidos, aunque su mayor importancia residía en la presencia de un conjunto de monedas de los Banu Midrar de Siyilmasa, una pequeña dinastía que se mantuvo en el filo de la navaja entre los fatimíes y los omeyas de Córdoba. De hecho sus palabras justas fueron: "Los tesoros encontrados en Espaíía contienen, por lo general, una proporción que /lega casi siempre

al cin-

cileilf.l. par ciento, de n¿onedas africanas, de /as que

hubierda porlido

firttnr

co/ecciones

wa/ entendir/o naciona/ismo no hubie¡e s

i s tern át

icattente

es

as

oca.¡ i ¡nes "

tt

se

aalio¡isin¡as, s) an hecho despreciar

.

Es llamativo que no aparezcan citadas en la re-

lación monedas de los aglabíes, que constituyen una de las dinastías presentes con más frecuencia, sobre todo en su momento de esplendor de mediados del IX, aunque Prieto menciona que están presentes en el hallazgo, literalmente "en cantidad", aunque I )c)


en un estado de conservación muy malo. Podría pensarse que 1as monedas aglabíes pudieran ser de las más antiguas del conjunto Io que explicaría su deteriorado estado de conservación; máxime si sr tiene en cllenta que, asimismo, menciona que las monedas de los Banu Midrar constituyen "una regular cantidad de monedas". Por todo ello analtzar con precisión este hallazgo importantísimo es casi imposible ante la falta de

información detallada, pero aún así se pueden hacer algr-rnas precisiones, atendiendo a la cronología de las piezas y las dinastías implicadas:

Estaría compuesto por monedas de tres dinastías que por su cronología relativa presentarían el siguiente orden: Ag/abíes "en cantidad", alrnque no se pueda pre-

cisar, aunque desaparecen como dinastía a fi.nales del IX, por 1o que sus monedas debían ser

las más antiguas del conjunto, anteriores, por {uerza, al siglo X.

Banu hlidrar de Siyilmasa, "una regular cantidad de monedas", de las que Prieto recoge diez y nueve ejemplares agrupados en tres series, según reconozcan aI califa fatimí o a su propio gober-

nante independiente Muhammad b. al-Fath. La cronología de este grupo de piezas abarca desde eI 3151921 al 3541965, estando ce ntrado, sobre todo en la primera mitad del siglo X cl.C., coincidiendo con el reinado del primer califa cordobés Abd al-Rahman III. Omeyas de Córdoba que, debe suponerse, constituyen la parte del ieón, por la variedad de años y tipos presentes, sin que podamos determinar con exactitud su nírmero. Algo más puede precisa¡se a partir de las notas que sobre este tesoro escribió Priero y Vives y .1ue proporcionan cierta información sobre el número de ejemplares de algunos años.

Si

est¿r

interpretación

es la correcta queda frjado

el modeio de llegada de las piezas de oro, en los comienzos del siglo X, siendo la moneda aglabí y de los Banu Midrar la masa de oro que abastece a un mercado carente de el y, con la paulatina llegada de los fatimíes este flujo se va cortando, lo que explica los graves problemas de abastecimiento de oro que parecen acluejar a Abd al-Rahman III solucionados, al parecer, a mediados del reinado de al-Hakam IL Ei tercero de ellos el denominado Cruz Conde de Córdoba, incluye Lrn gran número piezas de época taifa y fatimíes, con Lrna pequeña presencia de moneda norteafricana por lo clue su fecha de ocultación es de mediados del siglo XI, al igual que

otro tesoro similar aparecido, años ha, en Argelia y

dirigido al comercio internacional.

De similar

composición es

el

de¡.ominado Tesoro de la calle Santa Elena de Valencia en el que los dina¡es calil'¿les son una parte pequeña, menos de 100 ejemplares sobre ios 1944 def conjunto, compuesto en sus dos te rceras parres por ejempLares fatimíes y de los gobernantes de Siyilmasa, aunque es uno de los hallaz¿¡os más importantes del írltimo siglo. Para el tema que nos interesa las monedas califales de este hallazgo presentan una secuencia bastante representativa, aunqLle lo mhs destacable sería la enorme presencia, cerca de un tercio del conjunto, de 1as piezas de Siyilmasa, otra muestra del torrente de oro africano hacía al-Andalus. Por lo visto y atendiendo a los ejemplares conservados y la composición de los hallaz¡¡os conocidos otro dato que aparece como determinante es que no

se

conocen monedas de todos los años; es decir, mientras

que el dirhem, la moneda de plata básica del sistema fiscal omeya se acuñzr, en la práctica en todos los años de los reinados de los sucesivos califas, salvo dos excep-

ciones muy marcadas al comienzo del reinado de Abd

III y en el lapso sin acuñaciones de Hisam II, el dinar no hace su presencia en todos los años. Es

al-Rahman

De ellas se puede concluir que una parte considerable del conjunto debía estar formado por monedas del siglo IX (las aglabíes); las piezas de los

verdad que, de forma paulatina, suelen aparecer al¡¡u-

Banu Midrar sirven de puente entre las aglabíes

nares se incrementan segírn avanza el

y el comienzo de los dinares califales de Córdoba. Por último la secuencia de dinares califales, del

más abundante en los írltimos años del mismo.

32Il%3 al 401/1010, que manifiesra Lrna tendencia al incremento en los años de al-Hakam II y un relativo descenso con Hisam II.

riedades por año, es decir, los distintos modelos decorativos y las secuencias de cuños de cada uno de

330

nas fechas inéditas que van complementando los vacíos. De igual forma es cierto qr-re ias emisiones de di-

Califato , siendo

Es necesario hacer notar que el número de va-

ellos son menores en los dinares que en los dirhe-


mes, pero eso sólo relleja la

distinta proporción

de

uso de las monecla. 'tirbla

lll 118

)lt) 121

l:

F.ni¡irn¿.¡

rJe

oro d¿ Ahd al-Rahtnan

lll

Dinar

Fracciones de dinar

X X X X

X X X

422 130

llL ))2

ilJ

X X X X

1)1

x

3it

X X X

3i6 I37 140

342

i1) 111 3.18

aparición de los dinares que incorporan ei nombre del Hayib Ya'far, para clue se encuentre una serie cle emisiones anuales de oro que Ilega hasta el año 3611974. En suma, durante la mitad del reinado de al-Mustansir no se emite moneda de oro, aunque el volumen de moneda de plata sea espectaclrlar. La concentración en la segunda parte del reinado de alHakma, slrgiere a su vez, Llna posible relación con el incremento de la política de intervención omeya en los asuntos magrebíes y su pulso con los fatimíes por el control de esta región. El incremento de las emisiones de oro omeyas indican r-rna restauración del abastecimiento del metal africano, quizás beneficiado por el cambio de dirección de la política

fatimí hacía Egipto. De los ocho años en los nes de oro de

qr-re se

Al-Hakam, en tres

conocen emisio-

años hacen acto de

x x

presencia fracciones de dinar, tercios o cuartos, que indican un uso más activo de la moneda de oro, al

X X X

proporcionar un divisor más necesario para determinadas actividades. Contrasta esta política con la habitual ausencia de divisores en la plata que eran

En el caso de Al¡d al-Rahman III sólo se conocen ¿rcuñaciones en alglrnos años, .junto como marc¿rd¿rs ausencia a lo largo de otros; las alte¡aciones en la calidad de la moneda que se comentarán más aclelante son Lrna muestra de qtie los problemas de abastecimiento de oro eran para An-Nasir algo prerlcupante. De hecho el registro de los ejemplares conocidos demuest¡a clue en los írltimos once años sólo existen clinares en cinco de ellos, y en los írltimos seis años. sólo se conocen dinares de un año.

obtenidos, por la población, mediante la habitual partición de la monedas. Tabh 3: Entisiones de

Dinar

nru, de

Hisan¡

II

Fracciones de dinar

j66 )61

X

j68

X

169 170

i7l 'I'abla 2: Eni.¡iane¡ de oro de A/-Hakam

Il

Dinar

Fracciones de dinar

X X X

X X

x

31

2-i1 6

311

X

J78 319 J80

X

381

X

187

X X X X X

188

X

389

X X

X

190

)9t

x

X

i92

X

X

l8.l 38'l

x

186

En el caso de al-Hakam parece mantenerser en sus primeros años Ia misma situación con la que había terminado el reinado de s¡-r padre, una carestía de oro y habrá clue esperar al ai'o 3J7 l96J con Ia

X

182

X X X

X

185

X X

X

33r


Dinar

7L)i

X X X

iL)6

X

391

x

191 194

l9u

X

)99

X

401

X

Fracciones de dinar

Ahora bien en el caso de Hisam

distintas variedades decorativas o tipos epi¡¡ráficos slrponen emisiones diferenciadas como crirerio general, al margen de que cada tipo o modelo pueda tener un núrmero variable de cuños. Como principio general a mayor número de variedades de ambos tipos en un año se entiende que Ia producción ha

II

se

determina

un allmento indudable de las emisiones del dinar. que está presente en Lln número mucho mayor de años. Como se aprecia en Ia Tabla 3, de los 28 años en los qlre existe emisión de monedas en la ceca de al-Andalus, hecha la salvedad de la fase 3723161982-986, se conocen dinares en 24 años lo que supone un incremento notable fespecto de los reinados anteriores. De esta secllencia de años conviene destacar el hecho de que en varios de ellos existen, también, emisiones de fracciones de dinar que se maniflestan en siete años, sobre todo en los años de 3861996 af )94110O3, fase en la que sólo están ausentes en dos años. Esto podría indicar de nuevo un incremento de las actividades y la circulación de la moneda de oro al disponer de un abastecimiento de fracciones continuado. Por otra parte la presencia de fracciones de dinar (tercios y cr,rartos) podría sugerir un aumenro de los intercambios y del uso de la moneda de orcr en diversas actividades al proporcionar una moneda de menor valor y más adecuada a toda una serie de transacciones para Ias que el dinar es r-rna unidad muy alta; no conviene olvidar que en este momento y, sobre todo, en años posteriores e1 cuarto de dinar fatimí va a ser la moneda más abundante en el comercio del mediterráneo occidental acuñándose en 1a ceca de Siqiliyya en gran abundancia. Desde Iuego Ias emisiones de fracciones omeyas no se aproximan, ni de iejos, a las cantidades de la series fatimíes pero sí podrían representar una tendencia o movimiento de aproximación a una denominación de gran uso. Hasta Ia fecha no existe un estudio detallado de las emisiones de oro de Hisam II en lo clue atañe a los cuños y a la determinación de las magnitudes de acuñación. A falta de ello sólo podemos contar con dos criterios de aproximación a este problema; por un lado la estimación de las diferentes varie.,1,/

dades de moneda emitidas cada año, es decir que

sido mayor. El segundo crite¡io es el análisis de los hallazgos de moneda, dinares en este caso, y la presencia mayor o menor de piezas e n ellos; debe considerarse

que la incidencia mayor o menor de unos años o tipos, son Lrna muestra, mas o menos ajustada, de la masa de dinares en circulación. Para e1 primero de Ios criterios estipulados y si nos atenemos al material documentado y publicado se aprecia que, según la secuencia estal¡lecida en Ia Tabla J, Ios primeros años indican una presencia menor de dinares

(afos 367 1971 y 3681978) dando paso ¿1 un vacío de acuñación que se reinicia en eI 3f7 1987, años desde el cual ias emisiones de dinares de la ceca de al-Andaius son la norma con Ia única excepción del año 3821992 del clue no se conocen monedas de orort. Ahora bien si consideramos las variedades,

tipos epigráficos distintos, etc.., que se aprecian cada año hasta el airo 3731983 la variedad parece ser escasa, con un írnico ti¡o como norma, y con la salvedad de que en el 380/990 aumentan cle manera

espectacular las variedades, hasta cerca de seis; la década de los años 80 (años 3841994 al 3891998) suponen un incremento par-rlatino de las variedades de dinares emitidos tendencia que se incrementa en los años sucesivos, sobre todo entre ei 3901999 y el 39411003 en los que, en ocasiones el número de variedades duplica o triplica ia media anual anterior, para concluir con Lrna descenso paulatino entre el año 395/i004 y eI 39911008. Esta evolución creo que indica, con claridad, el incremento de Ias emisiones de dinares bajo Hisam II y al-Mansur, y un mayor uso y circulación de estas monedas en al-Andalus. Sin dilda este cambio de la tendencia en la proporción de uso de metales no puede separarse de la captación de recursos de metal precioso procedente del Norte de África, como más adelante se verá, y necesita ser estudiada con más detalie dentro de otras actuaciones políticas de finales del califato.


EL ESTUDIO DE LA LEY'T

años de

En la Figura 1, se aprecia la evolución de 1a calidad del oro en Lrna serie de dinares de Abd alRahman III; en eila dest¿rcan tres factores: en Lrn primer momento las piezas mantienen una calidad sLlperior aI9)%, para sufrir una fuerte caída a niveles inferiores aI 90t/o, qr-re coinciden con la periodo de transición entre la gestión al frente de la ceca de Sa'id b. Yassas y sus slrstitlrción por Qasim b. Jalid. En la plata h¿r sido posible determinar de forma muy precisa la mejora sustancial qlre este último acometió, pero en el oro, está resultando algo más difícil por el menor nírmero de ejemplares disponibles; sin duda la tendencia hacía la mejora es palpable como loo demuestra la moneda deI 3331914 que retorna a los niveles adecuadosr'.

Sin embargo la caída, de nuevo hacía el año )4319t4 manifiesta una ratificación de 1o explresto ante¡iormente, la escasez de oro y, por eilo, el descenso en la calidad del mismo hasta su total desaparición a finales del reinado de Abd al-Rahman IiI. Los paralelos entre la crisis del dinar y el comportamiento del dirham son muy fuertes y sugieren r-rna grave crisis moneta¡ia o de administración de los reclusos económicos del califato. Ahora bien no se debe olvidar algo que parece palpable y es el hecho de los sucesivos intentos de establecer o fijar el dinar en una frecuencia muy alta de calidad, superior aI 95%, en la que esta moneda se convierte en Ia parte estable y fiable del sistema monetario andalusí creando una Llniclad monetaria capaz de corlpetir en igualdad de condiciones con las monedas norteafricanas, en consonancia con

el prestigio y la autoridad que lieva implícitas ei califato. Otra cuestión será. a 1¿r vista de los dacos expuestos, la capacidad reai de Abd al-Rahman

Abd al-Rahman

III

está presente en la

pri-

mera época de al-Hakam. Que el problema es la abastecimiento de oro lo demuestra el hecho de que en la setie de dirhames de al-Hakam II, correspondientes ¿r los primeros años de su reinado, si se aprecia r-rna mejora sustancial de Ia ley y del cuidado en la grabación de los cuños y eI peso de 1os ejemplares, en Lrn claro ejemplo de reforma y control de las emisiones para mejorar la degradación cle los íritimas monedas de Abd al-Rahman III. EI que haya que esperar siete años parala aparición del primer dinar sólo parece tener una explicación plausible y e s la cle Ia ausencia de un al¡astecimiento fiable de metal precioso. En el caso de al-Hakam sí queda claro, miixime si lo comparamos con el dirham, que las alteraciones en el dinar son escasas e i¡relevantes y sus fluce1

tuaciones de peso y ley, las mínimas, de acorde con la política de mantener al dinar como la especie más estable del sistema monetario y a la que debe ainstarse la moneda de plata. De hecho es al-Hakam a

quien corresponde la política de haber 6jado este modelo de comportamiento ya que. aunque su padre lo intenta en dos ocasiones no parece haberlo conseguido de forma satisfactoria. De hecho, como hemos mencionado en lo referente a los hallazgos las piezas de al-Hakam son las primetas que hacen su aparición de forma sistemática.

La Figura 3, recoge una selección de los resultados pzrra los ejemplares de Hisam II; en este caso la frecuencia de años es mayor aunque no dispongamos de análisis de todos los años conocidos. El comportamiento cle la calidad de la moneda es semejante al patrón definido en época de al-Hakam II, ya que las piezas se mantienen en la frecuencia superior al 95%, salvo una ligera caída en el año

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391li000 y en el 391 11006. A la vista cle ello parece indudable que los di-

Una imagen muy distinta nos la proporciona la Figura 2, que refleja el comportamiento cle los dinares de al-Hakam II. En este caso asistimos a una secuencia lineal de ejemplares centrados en torno una frecuencia superior al 95%, muy estables y con ligerisimas r¿riacionrs y sin Lluc se irprecirn

nares del califato quedan articulados en dos grupos muy diferenciados entre sí, si nos atenemos a su ca-

diferencias entre los dinares y sus fracciones. Desde luego es evidente que las monedas comienzan el la fecha citada del 3i7 1961 , entendiendo por ello que

monedas de sus sucesores. Esta primera fase habría

para poder mantener esta política monetaria.

la c¡isis

c¡-re l-remos mencionado para Ios últimos

lidad: Por un lado la serie de Abd al-Rahman III, con escasa representatividad anual y con algunos altibajos en su calidad qlre no vamos a ver repetidos en las que entenderla como la introducción de la moneda de oro en el sistema monetario omeya cordobés, en consecuencia con la nueva titulación y dignidad

lll


adoptada por Abd ai-Rahman pero con indudables problemas en el abastecimiento de metal precioso, como sugieren los anil isjs. Por otro la secuencia de emisión de los dinares de Al-Hakam II y de Hisam II; en este caso y tras unos primeros años de ausencia, percibimos Ia frjación y estabilidad de una unidad monetaria muy estable en su peso y ).ey, capaz de competir con las emisiones de los otros poderes políticos del mediterráneo. A pesar de ello hay que considerar que los dinares califales omeyas no pueden competir con ei torrente de las series áureas fatimíes, por ejemplo. Lo más destacable de este segundo bloque, es su uniformidad de calidad y Ia frjación definitiva del dinar como el elemento inmutable del sistema monetario del al-Andalus omeya. A la vista de este comportamiento del dinar será r:'ás fácll. entender o buscar una explicación al desarrollo más complejo y particular de la moneda de plata, el dir}ram, que parece ser la destinada a sufrir todas las alteraciones y modihcaciones puntuales que

las necesidades económicas, de abastecimiento o las directrices políticas del moment<-r determinen.

CONCLUSIóN La evidente carestía de oro en al-Andalus era patente en época emiral y sólo la ilegada esporádica de monedas africanas parece haber solucionado este problema; con el siglo X se abre Lrn nuevo periodo en el que los califas omeyas intervienen de manera decisiva en la política del Magreb y hacen de Ia importación del oro africano una de las bases de su sistema monetario. En buena lógica las ambiciones califales de Abd al-Rahman III no podían evitar la acuñación de dinares como una de las prerrogativas de su poder califal y por la indudables ventajas económicas que reportaría el monopolio de las emisiones en oro en al-Andalus. De 1o visto, con anterioridad, se pueden extraer algunas conclusiones preliminares : 1.'') La práctica ausencia de monedas de oro e n al-

Anclalus desde los írltimos momentos del periodo de los Gobernadores y eI frn de la dinastía omeya de Damasco hasta casi el siglo X d.C. Debe considerarse, pues, que el atesoramientcr del oro visigodo, Iavajilla real y eclesiástica in334

cautada, y los recursos naturales, no mr-ry aburr-

dantes, fueron reconvertidos en las emisiones de dinares, transicionales y reformados que, en su mayor parte, serían dirigidos hacia O¡iente. 2."') La ausencia de dinares en los hallazgos de época emiral, monometálicos cle plata, ratiÉca la escasez del oro peninsr-rlar y la incapacidad de importar el metal precioso desde el Norte de

Aftiru; sólo Ia llegada paulatina cle clinares IX, parece haber subsanado esta

aglabíes en el

situación. Esta tendencia parece incrementarse desde el último tercio del IX, para invertirse en ei X. Ahora bien, la crisis del estado omeya a hnales del siglo iX, no era el mejor marco para que los Emires de Córcloba empezaran a pensar en la introducción de una nLleva moneda. Si en la práctica la acuñación de dirhames se redujo, en gran manera, ante la caída cle la recaudación cle impuestos y la rebelión generalizada la emisión del oro parece descartada, al margen de las motivaciones ideológicas. 3.") El oro aglabí debe haberse hecho notar en la primera parte del siglo X, pero la desaparición de la dinastía por la expansión fatimí interrllmpió esta corriente de aprovisionamiento. De hecho se testimonian monedas aglabíes en los hallazgos de Ia Península Ibérica que corresponden a la primera parte del siglo X mientras que Ia ar-rsencia de ejempla¡es fatimíes es total hasta hnes clel X o comienzos del XI. Por ello la masa del oro llegado a al-Andalus será Ia de las emisiones de dinastías magrebíes como la de

los Banu Midrar. Aírn así esta fuente de aprovisionamiento no se dejará una huella intensa hasta la segunda mitad del siglo X, en Ia práctlcahacía el reinado de Al-Hakam II. Es cierto que las fechas de las monedas presences en ios

hallazgos presentan cronoiogías, en algunos casos de la primera mitad del X, pero inciden más en la segr-rnda. 4.^) La irregularidad de la prodr-rcción de dinares con

an-Nasir, así como los problemas que se detectan en su calidad sugieren clue el primer califa Omeya de Córdoba tuvo bastantes problemas para garafrtlzar su abastecimiento de oro y producción de dinares, situación que al-Hakam II y, sobre todo, Hisam II parecen haber controlado de fbrma mucho más satisfactoria.


5.") Como un complemento a lo expuesto en el pllnto anterior, es decir Llna escasez, relativa de oro

y de peor calidad en I:r primera mitad del siglo X seguida de una producción más regular, debe hacerse mención al hecho de que el dinar no parece sufrir las v¿rriaciones de peso y ley que son tan frecuentes en las emisiones de dirhames; es decir, lo que los resultados metrológicos y analíticos sugieren es qlie el dinar desempeña una función de moneda de referencia más estable y al margen de ias fluctuaciones que afectan al dirham. De hecho parece adoptar la función de Ia moneda o divisa de referencia.

Así tienen una explicación más coherente

las

variaciones de tasas de cambio qlre se aplican en-

tre el dinar y el dirham, en función de la variable calidad y las variaciones de peso del segundo. Por ello, sí en los siglos VIII y IX, el emirato omeya de Córdoba se había caracterizado por su monometalismo de plata, estable en su ley y de abr-rndante producción, este modelo se altera de forma sustancial bajo el califato, en el siglo X, en e1 qr-re ei dinar se implanta de forma lenta y paulatina como la unidad de referencia dentro del sistema monetaricr omeya.

IJna muestra de esta tendencia sería la permanencia de la calidad de la moneda en los años cle la ñ.tna, en los que el dinar se aferra a su estabilidad mientras que el dirham IIevará una "vida" más complicada y sujeto a alteraciones notables.

33t


NOTAS *

9. CANTO GARCÍA, A., ]BN HAFIZ IBIIAHIM, T, MARTÍN ESCLIDERO, F., hlonedas Aadah.¡íes. Re'

Este trabajo ha sido re¿rlizado dentro del proyecto Aladinat ¿l-Zahra: Ilelrutntcriín 1 prqteccióil del ladff califal t trauís del re g

i.r

tra arqueo / ígi co 1' rext m

l (BHA 2002-0ri

Academia de ltr Historia, Madrid 2000, 27.

l 0 l - C02 -02).

1. Sobre este problema véasc BAIICELO, M., "El Hiato en las ¡cuñaciones ,le oro cle al-Andalus 127-7111714(5)- 929". Maneda 1'

I O. Materiaies revisados en cl marco clel proyecro de la Comunidacl

clc Madrici Estnlia 7 clasi/icatiíl ¿/e/ m¡teri¿t/ grtífLco uruivnática, r./e ípaca and¿/rcí. dellsitatlo ¿a tl Inslitila V¿lenja de Dan

Cúdita,32 (197t), 33-7i.

2. La decreciente calidad de la monecla visigoda, en sus írltirnos

Jnan

l. CANTO GARCÍA, A., en E/ Esplendar

DELGADO Y HERNÁNDEZ, A. E:ndit.¡ de Ntn¡iynáriu ninaúír¡ i.¡lán¡ita de la penfusala, ed. A.Canro y

T

E.¡tndio¡ de Nmtiv¡útica nna cliltprahdnte histíria de /a don¡iraciín i.¡lánia ¿le ltt leaínsula, ed. A.Canro y T Ibr:ahim, considera¿l¿

Maclrid 2(X) 1 , 222 y MARTIN ESCUDERO, F Sol.rc el hallarzgo de dina¡es clel Hospital Militar de Zaragozt (1858)",

XII

Congreso Naciondl ¿le

I

Nuni¡ntálica,7,xagoza,

300-

3. La inf'ormación relativa

a los an¿ílisis de l¿rs moneclas proceden

T. Ibrahim, a quien agradczco su amabilidacl para adelan-

6. PRIETO Y VIVES, A., "Tesoro de moneclas musulman¿rs encontradas en Badajoz", Al-AnJalu, yol. II, (1934),299-

tar estos datos ¿sí como al Dircctor Genertrl de la Fundación Real C¿rs¿r de la Moneda de Madrid, D. Rafael Fcria y Pérez

321.

por sll constante apoyo a es¡a iniciativ¿ de investigación

M

de. "Teso¡o árabe de Ia calle Cruz Concle", Nunario His!ánico, tomo X, (1961),170-I72. 8. Este hallazgo se encuentra en cstudio por un equipo compuesto por PP Ripollés, M. Goznlbes, T. Ibr¿rhrm, F. Martín y A. Canto.

so-

bre la calidad cle la monecla isl¿ímica en al-Anclalrrs. l¿r relorm¿r de Qasim véase CANf'C) GARCÍÁ, A, 'La ¡eforma monet¿ria de Qasim', A/-Qaatara 7, (1986), .103-

L,i. Sobre 42r).

I 7i6

II, (193,i),

de los ¡ealizados ¡>ttra eI Catálogo de nnned¿ ttdalnsí r./e/ lIt:et C¿tsa de /¿ Aloned¿ de l[¿driJ, tn prensar en colabor¿rción con

2004.257 -268.

7. NAVASCUES, J.

"Tcsoro de moneders mrrsulmanas

12. Estos datos están extr¿ídos cle las obras de VIVES Y ESCUDERO, 4., Alonedtts de /¿t: din¿:tí¿ts aríb)go+spariolas, Madrid, 1fJ9.l, MILES, O., Tbe Co)uage of rhe Unulyd: rJ '1'he American Numisma¡ic Socicty, Nueva Qrrzlz, Ncw York, York, i910 y FI{OCHOSO SÁNCHEZ, R. Las nnne¿la.¡ tztlifalu de cert a/-And¿lu 1,llaLinat ¿/ Zabra 316-403f{..928Inl,J.( ., Cordoh¡ IDOó.

ld doIbrahim, de

Madrid2001,1l7. i. DELGADO Y HERNÁNDEZ, A.

Actas del

Y VIVES, 4.,

j01.

Arábiga-Hi.;pana nu¡ider¿tda clna catilfrl|2ante bistírico

Arábiga-Hi.;pana

lladrid (06i01i1/2002), dirigido por A. Canto.

encontradas en Badajoz", Al-Andalt¡, voL.

ch /o.t Onteyas cordobeses.

Có¡cioba 2001,65 66. .1.

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11. PRIETO

momentos, es un L¡uen ejemplo de ello.


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